Cuba no encaja en la Unión Económica Euroasiática

LA HABANA, Cuba.- En días pasados el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, intervino de forma virtual en la Reunión del Consejo Intergubernamental Euroasiático. Como se sabe, nuestro país tiene el estatus de Estado Observador en la Unión Económica Euroasiática (UEE), formada por cinco naciones que conforman parte del espacio postsoviético (Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Armenia y Kirguistán).
Se trata, evidentemente, de un intento de la cúpula castrista por oxigenar la moribunda economía cubana, aquejada de una crisis en sus finanzas externas debido a una caída de sus rubros de exportación, y en consecuencia no poder importar los insumos que necesita la industria y los bienes de consumo que precisa la población.
Sin embargo, un somero análisis indica que Cuba no encaja en el mecanismo de trabajo de la UEE. Y el desencuentro no viene dado por la distancia geográfica que separa a nuestra isla del núcleo fundacional de ese organismo de integración regional. Más bien se debe a esa especie de autarquía con la que Díaz-Canel y compañía pretenden conducir la economía cubana.
Pero echemos un vistazo a los argumentos expuestos por Marrero en dicha cita, y que fueron recogidos por el periódico Granma (“Cuba aspira a fortalecer la cooperación mutua con la Unión Económica Euroasiática”, edición del 1ro de mayo).
Como es lógico suponer, el jefe del gobierno cubano les ofreció a los integrantes de la UEE las vacunas cubanas contra el coronavirus, lo que evaluó como “una línea estratégica de cooperación”. A propósito, ya están pensando en exportar unas vacunas que aún no se han aplicado a los cubanos.
Marrero también abogó por incrementar las exportaciones de bienes y servicios cubanos al mercado de la Unión, así como lograr la participación del empresariado de la UEE en proyectos de inversión extranjera en Cuba, los que contarían “con todo el apoyo de las autoridades cubanas correspondientes”.
Con respeto al sector turístico, el Premier señaló que Cuba trabaja para potenciar esas ofertas, y para ello se aspira a negociar la amplitud del tráfico aéreo entre la isla y las naciones de la UEE.
Pero hay más, pues Marrero habló de la posibilidad de que Cuba se convierta en una especie de trampolín para introducir los productos euroasiáticos en los países latinoamericanos y caribeños, en condiciones preferenciales y ventajosas.
Es decir, que casi todas las propuestas de Marrero tienen que ver con que Cuba exporte. ¿Y es que acaso Cuba no piensa abrir sus mercados para que algún día entren en la isla las mercancías de la UEE? Por supuesto que no se trató de un olvido en el discurso del funcionario cubano, sino del núcleo de esa disfuncional política de “sustituir importaciones”, contraria a las indicaciones de la Organización Internacional del Comercio. He ahí el elemento que desencaja entre la estrategia castrista y la proyección de la UEE.
Porque es difícil concebir que una organización que mantiene tratados de libre comercio con varias naciones, y que ahora mismo proyecta una zona más amplia de mercados abiertos con la participación de China, Vietnam, Singapur e Indonesia, vaya a dar amplia acogida en su seno a un país que reniega del libre comercio, y que cierra los ojos para no ver las ventajas que a todos les reporta el intercambio entre las naciones.
Mas, en el fondo, hasta los propios funcionarios castristas comprenden que la UEE no es el CAME, aquel mecanismo de integración de la Unión Soviética y sus colonias, donde primaban los factores ideológicos, y por tanto las majaderías del castrismo eran casi siempre pasadas por alto.
Ahora, probablemente, a Putin y compañía habrá que demostrarles no solo adhesión, sino también afinidad en lo concerniente a los mecanismos económicos a implementar.
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