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Récords Guinness: cubanos en el libro y qué proeza han hecho

CDMX, México.- El pasado mes de abril, Erick Hernández instauró un nuevo Récord Guinness al tocar 351 veces el balón con la cabeza durante un minuto. Con esta proeza el cubano superó en 10 golpes la marca del chino Gao Chong.

Precisamente Erick es uno de lo recordistas de las isla que más popularidad tiene y mayor cobertura de los medios ha conseguido; sin embargo no es el único que ha logrado entrar al ansiado libro.

Cubanet te propone un resumen de algunos cubanos (personas y animales) que se han colado en estos famosos registros.

Elaboración del tabaco más grande del mundo en 2011 (José Castelar)

Durante la Feria Internacional de Turismo, el torcedor José Castelar Cairo (Cueto como se le conoce) logró hacer el tabaco más largo del mundo, al elaborar un puro de 81,80 metros.

El torcedor ya tenía experiencia con estas distinciones. Su primer récord fue con un tabaco de 11,04 metros de longitud (en el año 2001); el segundo de 14,86 (2003); el tercero de 20,41(2005), y luego de 45,38 metros (2008).

Cautelar le explicó a BBC Mundo que “lo más importante a la hora de hacer un habano es la calidad de la hoja y después respetar la ligada que lleva, en los tantos por cientos establecidos.De ahí parte el aroma, el sabor, que arda y que tire bien”.

Dominio del balón con la cabeza en el agua (Jhoen Lefont Rodríguez)

El exatleta del equipo de polo acuático en Matanzas es dueño de siete récords Guinness y dos en proceso de homologación.

Sobre el proceso de preparación le confesó al periódico Girón: “Demanda mucha entrega, preparación física y práctica constante. No pocas veces de noche, hasta en la cama, pienso en cómo hacer para lograrlo. Me levanto y, en la habitación o en el patio, ejecuto la idea. Parece fácil, pero no lo es. Necesitas tener la mente en blanco, concentración, como una inercia, sobre todo cuando el tiempo avanza y el cuerpo necesita el descanso que no puedes ofrecerle. Hay rigor, sí, mucho rigor. Pero lo amerita”.

Lefont implantó récord mundial inédito, al darle 183 toques durante un minuto, solo con la cabeza a la esférica dentro del agua.

Músico más longevo en vender un millón de discos

Máximo Francisco Repilado Muñoz, conocido como Compay Segundo, ganó en 1998 el récord como músico más longevo en vender un millón de discos musicales. El premio lo obtuvo por su disco Buena Vista Social por el que también mereció un premio Grammy.

Cálculo Mental en fechas del calendario

Yusnier Viera, graduado de la facultad de matemática de la Universidad de La Habana se hizo célebre en la isla porque lo invitaban a muchos espacios televisos para que mostrara que podía calcular prácticamente cualquier fecha hacia el pasado o presente. De ahí que lo nombraran con rimbombantes epítetos como “la calculadora humana” o “el calendario humano”.

El cubano aseguró en entrevista con BBC Mundo que no se trata de un “don”. “Para implantar un récord quizás sí hace falta tener un talento, pero calcular fechas con rapidez basta con mucha práctica y un buen algoritmo”.

El Daiquirí más grande del mundo en 2012 (Bar El Floridita)

Este récord necesitó de ayuda colectiva. Decenas de camareros cubanos del reconocido bar El Floridita en La Habana prepararon un daiquirí gigante de 71 galones. Para ello ocuparon más de 80 botellas de ron Havana Club Añejo tres años, unos 30 kg de azúcar, 30 litros de limón, diez litros de marrasquino y más de 200 kilogramos de hielo frappé.

El animal con plumas más pequeño

Se trata del colibrí zunzuncito, la pequeña ave multicolor, es endémica del archipiélago cubano, y se ganó su espacio en el libro de los Guinness como el animal con plumas más pequeño de mundo.

Otro dato curioso es que es capaz de sacudir sus alas hasta 200 veces por segundo en su etapa de apareamiento, pero su frecuencia de aleteo normal es de 80 veces por segundo.

La vaca con mayor producción de leche en 1982

En los 80, la excentricidad de Fidel Castro con la leche llegó muy lejos, junto al nombre de Ubre Blanca, la vaca cubana que tuvo su propio monumento, aire acondicionado y a la que el mandatario llamó “nuestra campeona”. El registro de la leche obtenida de Ubre Blanca fue informado en noticieros y emisoras como si se tratara del clima o de los resultados de la serie de béisbol.

Incluso, el rumiante era mencionado con orgullo por el dictador cubano en sus discursos, máxime porque superó la marca mundial de una vaca estadounidense y entró a los récords Guinness. Y una de las mayores obsesiones de Fidel era competir contra Estados Unidos.

Aplastar latas con la espalda

Desde la ciudad de Sancti Spiritus llega este inusual récord Guinness protagonizado en 2020 por Christian Manuel Castellano Rangel, nombrado como “Lata-Man”.

Con la ayuda de un amigo el joven colocó en un minuto 84 latas de cerveza en su espalda , y una a una, las aplastó todas con un contundente movimiento de los omóplatos.

Este joven, además, tiene una elasticidad admirable que lo ayudó a instaurar su marca. “Soy capaz de doblar los hombros, las rodillas, los dedos de las manos y los pies hasta posiciones insospechadas y no siento dolor”, dijo el joven cubano a Clarín.

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De Ubre Blanca al “bici-agro”, los absurdos noticiosos de la Revolución

Bici-agro

Bici-agro
El “bici-agro” presentado por los medios oficiales (Foto: EICMA Cuba / Twitter)

LA HABANA, Cuba. – En Ciego de Ávila inventaron el “bici-agro”, anunció hace algunos días la prensa local y el Noticiero Nacional de Televisión lo replicó a pesar de lo ridículo de la noticia.

En esencia el “gran invento” no es otra cosa que un vulgar triciclo para comercializar viandas por las calles, una carretilla con pedales tan “sofisticada” como puede serlo Palmiche, ese estrambótico “robot” inventado en la CUJAE y por el cual se inundaron de memes las redes sociales, pues no era otra cosa que una tosca mesa caliente con ruedas.

Si hay algo de “atractivo” —por no decir “alarmante”— tanto en la noticia sobre el “bici-agro” como en la del “termo con ruedas” no son los objetos en sí sino la noticia como tal, pues artefactos similares es posible hallarlos en cualquier lugar del universo, sin que el mejor editor de medios encuentre sustancia noticiosa en ello, mucho menos en un contexto global donde se habla ya de misiones a Marte, de nanorobots inyectables para combatir el cáncer y de conexiones de 5 y hasta 6 G.

Lo que llama la atención es que no hay un ápice de ironía en la nota de prensa y que en realidad se intenta pasar algo rotundamente patético como una prueba de la “creatividad” del cubano en “momentos difíciles”, incluso como un “logro de la Revolución y el socialismo”, de lo cual un lector medianamente suspicaz pudiera deducir que es tan gigantesco el desastre nacional que ya se le vuelve demasiado difícil al Departamento Ideológico del Partido Comunista —que “orienta” el trabajo de la prensa oficialista— encontrar otras “noticias alentadoras” que alimenten su habitual triunfalismo.

Ha sido por estos meses cuando más esperpentos noticiosos han aflorado en la prensa financiada por el régimen. Precisamente cuando la crisis toca fondo y la amenaza de un estallido social aumenta con el calor de agosto, los estómagos vacíos y los desequilibrios psicológicos provocados por el encierro.

Y no es que el coronavirus les haya achicharrado el “coco” a unos cuantos “comunicadores” de por acá sino que son “continuidad” de aquella vieja guardia de reporteros que, en medio de la crisis de la Embajada del Perú y el éxodo del Mariel “prefirieron” hacer titulares de primera plana sobre la vaca Ubre Blanca. A finales de esa misma década, cuando la Unión Soviética se venía abajo, aparecía la oficialista Arleen Rodríguez Derivet —en aquel entonces reportera de televisión en Guantánamo— haciéndose “famosa” por descubrir un “perro que hablaba”.

Lo ridículo pesa y puede más que la noticia. Es una fórmula manipuladora que pocas veces falla y en la prensa oficialista es una práctica cotidiana. Tomando los ejemplos anteriores, pensemos en que hoy, dentro de Cuba, cualquiera que viviese aquellos años 80 y 90 desde la distancia y experiencia de lo leído, visto y escuchado en la prensa del régimen y no por otros medios, sabe más sobre Ubre Blanca y el “perro que habla” que sobre lo que aconteció realmente en la Embajada del Perú o sobre las verdaderas causas que llevaron a la caída del Muro de Berlín.

Incluso los fusilamientos de generales con que abrió la década más crítica para la economía cubana quedaron sepultados por los vítores y fuegos artificiales de unos antojadizos Juegos Panamericanos que se chuparon las pocas reservas de divisas que quedaron de la Era Soviética. Sin embargo, una mayoría acudió en masa a comprar “tocopanes” (el tocororo elegido como mascota), los periódicos conformaron durante semanas la primera plana con el tema del ascenso de Cuba en el medallero deportivo, mientras que de los márgenes de la plana segunda del Granma desapareció el reporte diario sobre la zafra azucarera, y en su lugar se comenzó a imprimir la tabla de distribución normada del “perrito sin tripa”, el “picadillo de soya” y la botella de kerosene para enfrentar los apagones.

No existían las redes sociales, salir del país era casi imposible, la prensa independiente era apenas un embrión que se debatía entre ser abortado o parido de manera forzosa. Así, el cubano “de a pie”, alejado del epicentro de los acontecimientos más candentes, percibió las épocas y los contextos solo a través del tamiz ideologizante de la prensa oficialista. Su rutina transcurrió entre la vaca cubana que daba más leche que cualquier “vaca imperialista” y el primer cubano en el cosmos.

Mientras, a solo unos pasos de la avenida por donde transitaba a diario la caravana de autos de lujo que conducía a Fidel Castro desde su residencia familiar al Palacio de la Revolución, una multitud hacinada en una embajada le demostraba al mundo que el socialismo era un infierno.

Pero, como seres de otro planeta, los ingenuos miraban a los cielos intentando distinguir la nave espacial rusa entre las estrellas, se entretenían en enseñar a hablar al perro con la esperanza de aparecer en la televisión, o soñaban con alcanzar algún día los privilegios de una vaca lechera, al menos eso, que ya era pedir demasiado.

Sin dudas que esos cubanos podrán hablarnos del éxodo masivo, de las “marchas del pueblo combatiente”, del “Período Especial” que sobrevino a la extinción de la URSS, pero esas cosas probablemente se les hayan ido difuminando en la memoria, como algo residual sin importancia, sin esa fuerza que, en contraste, sí posee la imagen poderosa de lo ridículo, de lo absurdo. La idea grosera de un animal “bendecido por el Comandante en Jefe” y que, en consecuencia, vivía como le era inalcanzable a cualquier cubano, aunque fingiera ser más mudo, dócil y productivo que Ubre Blanca.

Por allá por las lomas de Villa Clara, en un caserío de gente muy pobre existió, o existe aún, un museo cuya principal atracción era una mula disecada que, se dice, perteneció a Ernesto Guevara durante la guerrilla. Con el fin de preservarla para la “Historia”, la guardaron en una urna con aire acondicionado, lo cual constituía un verdadero lujo en aquel pueblo rural apenas electrificado para las cuestiones básicas del hogar.

Dicen quienes han visitado el lugar, que los habitantes de la localidad, sobre todo los niños, acuden en los días de intenso calor para pegar sus cuerpos al cristal y de esa forma refrescarse un poco. No les importa para nada la bestia en exhibición ni su antiguo dueño, solo el frío que los alivia de modo pasajero, fugaz, y que les resulta imposible tener en casa.

En una situación como la que se vive hoy en Cuba, en que las calles son como una olla al fuego vivo, herméticamente cerrada y con muy pocas válvulas de escape, los reportajes en la prensa oficialista sobre el “bici-agro”, la carretilla “robotizada” de la CUJAE y otros “súper cacharros”, en apariencia tan enajenados y en esencia tan ridículos, pudieran pretender ser como esa urna fría a la que se arrima el sofocado y que calma los ánimos con la distracción. Pero corren otros tiempos y la gente, mucho más suspicaz, enseguida se percata de que el entusiasmo por un “bici-agro” no es más que una locura. Tanto como venerar a una mula muerta refrigerada.

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Médico de Ubre Blanca: “Era más fácil atender a la vaca que responderle a Fidel”

Fidel Castro y Ubre Blanca

Fidel Castro y la Ubre Blanca
Fidel Castro y la Ubre Blanca (Foto de archivo)

MIAMI, Estados Unidos. – Jorge Alberto Hernández Blanco, el médico veterinario principal de la célebre vaca cubana Ubre Blanca, conocida por su prodigiosa producción de leche, reveló cuáles eran las especificaciones de Fidel Castro para el cuidado y mantenimiento del animal.

En entrevista al diario oficialista Trabajadores, el hombre, de 72 años y natural de la Isla de la Juventud, confesó que el fallecido dictador hacía un seguimiento regular del animal y que le llegó a decir que a Ubre Blanca “no le podía dar ni catarro”.

“Un día Fidel llamó por teléfono y me habló de la vaca Arlinda Allen, de Indiana, Estados Unidos, que era la recordista mundial en ese momento. Me preguntó sobre qué yo creía de aquella y le digo que aquella tenía que morirse, pues la alimentaban con mucha carga concentrada, mientras que la de nosotros solo comía hierba y pienso. Incluso le dije que la nuestra podría llegar a 120- 140 litros. Médico veterinario cubano revela indicaciones de Fidel Castro para el cuidado de la Ubre Blanca, señaló Hernández Blanco.

Según el hombre, Ubre Blanca tomaba diariamente 130 litros de agua, dos litros de miel, se comía 40 kilos de forraje y 40 de pastoreo inducido, entre otras cosas.

“Ella misma cogía la hierba y la unía con la miel, entonces se la comía. En total eran más de 250 kilos de alimentos”, dijo Yoyi, como también le conocen.

El desarrollo de una vaca superproductora de leche fue un proyecto personal de Fidel Castro para superar la cifra de la vaca estadounidense Arlinda Ellen, que en su momento ostentaba el récord mundial de 80 litros desde 1975. Es considerada junto con las plantaciones de café del “cordón de La Habana”, el sistema de pastoreo racional de André Voisin y el sistema de riego microjet, uno de los experimentos de Fidel Castro para “mejorar” la agricultura cubana.




La verdadera historia de una vaca sagrada

Fidel y Ubre Blanca
Fidel Castro mostraba Ubre Blanca a cuanto visitante pasara por Cuba, como muestra esta imagen en un libro de texto (cortesía de Tania Díaz)

LA HABANA, Cuba.- Fidel Castro no estaba preparado para asumir la dirección de una nación cuando lo hizo. Nunca había sacado las cuentas de un hogar, nunca había emprendido un negocio, nunca había administrado una empresa. Para comprenderlo no hay que ser economista, ni graduado en Ciencias Políticas.

Basta recordar una historia, que más que risa inspira pena, para convencerse de que en Cuba, el 1ro de enero de 1959, nos endilgaron al hombre equivocado.

La Historia de la vaca Ubre Blanca habla por sí misma. Eran los años sesenta del siglo pasado cuando se hizo famosa Linda Arleen, una vaca que producía 80 litros de leche al día en Estados Unidos. El joven Castro recibió la noticia, tal vez con cierto desasosiego, y dio riendas sueltas a su imaginación. Entre todas sus vaquerías, tenía que haber un animal que diera mucha más leche que Linda y así vencer al Imperialismo.

Además, lo había prometido al pueblo en diciembre de 1966, durante un discurso en la Federación de Mujeres Cubanas: “En 1970 la isla tendrá 5 mil expertos en la industria ganadera y alrededor de 8 millones de vacas y terneras, buenas productoras de leche. Habrá tanta leche que se podrá llenar la bahía de La Habana con leche”.

Castro encontró su víctima en el oriente del país. El infeliz animal se llamó Ubre Blanca. La vaca comenzó a ser manipulada y ordeñada de forma totalitaria y despiadada para producir leche en cantidades récord. Vivía rodeada de decenas de ojos de agentes de la Seguridad del Estado, que vigilaban a todo el que la atendía o se le acercaba curioso, acosada con frecuencia por el mismísimo jefe máximo del país, con su pistolón en la cintura; divulgada en la prensa mañana, tarde y noche, fotografiada por extranjeros y nacionales que interrumpían su descanso.

A los pocos años, la vaca no pudo más. Estaba tan extenuada que se enfermó.

Sin embargo, Fidel se sintió el triunfador ante el Imperialismo, había logrado lo que quería. Ubre Blanca había producido muchos más litros de leche que la vaca americana, rompiendo el récord Guinness de producción lechera con 110 litros diarios.

Hoy, es el animal más sagrado de Cuba, con una estatua de mármol incluida, y ejemplo máximo de un triunfo revolucionario, según la prensa nacional.

Continúa siendo además, un personaje célebre muy vinculado al proceso político-social de Cuba, entre 1972 y 1985, tiempo que duró su vida productiva.

Comenzó a producir en 1972, cuando Carlos Rafael Rodríguez dijo en Moscú que “Fidel y el viejo Partido Comunista habían realizado una Revolución acorde con la doctrina más ortodoxa del marxismo-leninismo”.

Ese mismo año y sin saberlo, Ubre Blanca bendijo, con su leche abundante y pastosa, el desastre revolucionario.

El final de su historia es triste, Ubre Blanca murió sin que la Bahía de La Habana se llenara de leche, sino de basura y, aun hoy, los que pueden disfrutar de un vaso de leche de vaca en Cuba son los que reciben dólares de Estados Unidos y los que se arriesgan a conseguirla como sea, aunque vayan de cabeza a prisión.




Fidel Castro y “La vaca de mármol”

ubre blancaLA HABANA, Cuba. -Un chiste pujón narra la reacción de un cubano que, al recibir la propuesta de un amigo sobre compartir un negocio con unos conocidos hispanos, rechaza la invitación de manera tajante. “¿Por qué?”, le pregunta el socio. “Porque los españoles mataron a Martí”. “¡Chico, eso pasó hace más de un siglo!” “Sí, pero yo me enteré hoy”.

Lo mismo puedo decir sobre un simpático documental que en el extranjero está disponible desde hace más de un año, pero que acabo de ver, y en Cuba sólo ha sido exhibido una vez. Y esto pese a tratarse de un material elaborado en nuestro país; una creación de Enrique Colina consagrada a un animal insigne: Ubre Blanca. Su título evoca una película del polaco Wajda y recuerda la estatua que se le erigió al cuadrúpedo: “La vaca de mármol”.

El tema constituye un excelente pretexto para repasar la aparente bonanza que vivió Cuba en la década de los ochenta al amparo del multimillonario subsidio soviético y para rememorar la política voluntarista que sufrió el país bajo el fundador de la actual dinastía. El filme también refleja, en el ejemplo del sector agropecuario, la magnitud de la catástrofe en la que está sumido hoy nuestro país.

Aquí habría que incluir en lugar destacado la conferencia sobre genética vacuna impartida por el entonces Comandante en Jefe. Aclaro que esto tuvo lugar no en un aula, sino ante decenas de miles de asistentes a una concentración política. En esa peroración se comparan los efectos de la combinación de genes rojos con genes negros, de Cebú con Holstein, para crear la raza F1.

Otras afirmaciones no aparecen en la voz de su propio autor. Ejemplo: la vaga alusión de un vaquero a “discursos” (de manera prudente, el modesto trabajador no especifica de quién) en los que se planteaba que Cuba iba a producir “más leche que Francia” y “más queso que Holanda”. El peón agrícola termina su narración comentando esos planes triunfalistas en forma piadosa: “bastante utópicos”.

También figuran comentarios de terceros, como la alusión al planteamiento ¿premonitorio? del mandamás: Hay que tener una vaca que dé cien litros de leche. O la severa advertencia a sus cuidadores: “¡Ni catarro le puede dar a ese animal!” Tan al pie de la letra se siguió esta admonición que Ubre Blanca tenía incluso a su servicio, como si fuera una reina, semejantes que se dedicaban a probar el pasto que iba a deglutir para evitar cualquier envenenamiento.

La saga de la res ilustre constituye un filón inagotable. Como abogado, pienso que habría resultado interesante que el documentalista le hubiese seguido la pista a aquel infeliz guajiro que, borracho perdido, puso en duda las palabras de Castro, al comentar que él mismo, en decenios de trabajo, jamás había visto una vaca que diera cien litros de leche.

El campesino dio con sus huesos en la cárcel. El tribunal que lo juzgó, al sancionarlo, estimó procedente referirse al prominente animal con el debido respeto: “la portentosa vaca Ubre Blanca”. El rústico fue sancionado a prisión, pero para su suerte (¡bondadosos que son estos jueces comunistas!), la corte sustituyó esa pena por un trabajo correccional.

Merece una mención especial lo que da nombre al documental. Vemos la escultura en mármol de la res epónima. Nos enteramos de los actos vandálicos perpetrados contra la obra, a consecuencia de los cuales ha perdido un tarro, una oreja y el rabo. (Los tallistas se consuelan recordando a la Venus de Milo.) Pero —sobre todo— quedamos informados de una loca idea: que el monumento presidiera la “Plaza de la Revolución” planificada para la Isla de Pinos.

Supongo que si la de La Habana tiene el nombre y la estatua de Martí; la de Camagüey, los de Ignacio Agramonte; y la de Santiago, los de Maceo; para quien tomó la decisión podía parecerle muy natural que el espacio análogo en Nueva Gerona sirviese para perpetuar a la vaca Ubre Blanca. Felizmente, en esta oportunidad venció la cordura.

Se impone una conclusión: “La vaca de mármol” merece verse. Esperemos que, ya que el régimen no desea exhibirlo en sus cines ni por su televisión, los cubanos de a pie puedan presenciarlo a través de los “paquetes de la semana” tan denostados por Abel Prieto y sus incondicionales.

 




Ubre Blanca in memoriam

LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Hace poco el periódico Juventud Rebelde informó de una reunión celebrada en el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA), en la que participaron varios especialistas, para conmemorar el aniversario treinta de la supuesta caída de algunos récords Guinnes, en cuanto a producción lechera se refiere, batidos por Ubre Blanca, aquella famosa vaca que sirvió de modelo a las autoridades, para demostrar las bondades de la ganadería comunista.

El artículo periodístico, luego de lamentar que la memoria de Ubre Blanca se desvanece con el tiempo, y que abundan los cubanos que hoy apenas la recuerden, se centró en los detalles de la faena productiva del animal, así como el momento en el que la vaca comenzó a llamar la atención de la prensa nacional e internacional.

Y he ahí, precisamente, el elemento que más llamó mi atención. Pues resulta que el nombre de Ubre Blanca salió a la palestra a finales de mayo de 1980, poco después que diez mil cubanos se apiñaran en el interior de la embajada de Perú, y en los momentos en que más de ciento veinte mil se marchaban a Estados Unidos por el puerto de Mariel. En ese instante, por supuesto, cualquier otro acontecimiento destacado le venía de maravillas a nuestros gobernantes, quienes querían que el mundo mirara hacia la vaquita, y no a los mítines de repudio que orquestaron contra los ciudadanos que querían abandonar el país.

Lo anterior sería un argumento más en el arsenal de quienes siempre hemos alertado acerca de la manera en que los medios de difusión de la isla minimizan o ignoran las noticias que no son de su agrado.

Al cabo de más de tres décadas de las publicitadas hazañas de Ubre Blanca, valdría la pena preguntarse si realmente produjo la leche que se informó a la población, o todo no fue más que un simple maniobra de distracción, un ardid del gobierno, que nunca explicó de modo convincente por qué tantas personas huían en estampida del presunto paraíso socialista.