Aumentan los precios de alimentos y productos básicos en MLC
written by CubaNet | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
Ciudad de México. México- Actualmente la mayoría de los productos que comercializa el estado los venden en Moneda Libremente Convertible, MLC (a la que no tiene acceso gran parte de la población). Un apartheid económico que se ve especialmente agravado por un reciente aumento de costos en los productos básicos.
Tras un monitoreo de denuncias en redes sociales, el medio Periódico Cubano confirma que el estado ha incrementado el costo del pollo, carne de cerdo, detergente entre otros productos. En el caso del pollo, luego de algunos meses con desabastecimiento, el producto volvió a los estantes pero ahora el precio supera los 10 MLC. Cantidad que supera la mitad del salario medio en Cuba.
Sobre la carne de cerdo detalla el mencionado que “los paquetes pueden ser de más de $20 MLC o hasta $50, dependiendo si se trata de lomo, paleta o pierna”. Por otra parte, el paquete de 500 gramos de detergente que antes costaba alrededor de $1 dólar, ahora se vende a $2.70.
¿Cómo empezó todo?
El 16 de octubre de 2019 el ministro de Economía Alejandro Gil anunció en el programa Mesa Redonda que venían cambios, pero nunca terminó de contar todos. En ese momento informó que comenzarían a vender electrodomésticos y productos automotores en Moneda Libremente Convertible (MLC). En ese momento apuntó: “Nosotros no tenemos la pretensión de eliminar las monedas nacionales ni de ampliar las ventas en dólares o en cualquier moneda extranjera al resto de la red minorista, ni de ir ganando más espacios en las ventas en dólares”.
Nueve meses después, pese a las palabras de Gil, Ana María Ortega Tamayo, directora general de Tiendas Caribe, presentó 72 puntos de ventas estatales que comercializarían en MLC productos alimenticios y de aseo de gama “media alta”, además de productos de ferretería. Nuevamente los funcionarios cubanos alegaron que eran medidas coyunturales para enfrentar la crisis económica y que no se expandirían.
Más de dos años después de la apertura de esas tiendas el país continúa altamente desabastecido y los precios en el mercado informal se han disparado. Las personas esperan durante horas en largas filas para adquirir alimentos, incluso en MLC. Es en estos establecimientos donde venden la mayoría de los artículos de primera necesidad.
Apuntemos que la ciudadanía recibe sus salarios en CUP, y que es muy complejo ir a un banco o una casa de cambio y convertir pesos cubanos en una moneda extranjera. Esas tarjetas sólo puedes “recargarlas” con transferencias desde el extranjero o si posees divisas en efectivo (menos dólar americano). Una vez que el dinero entre a esa cuenta no podrás sacarlo más. Tu única opción es gastarlo en estas nuevas tiendas, que son las menos desabastecidas.
Los establecimientos en moneda cubana son prácticamente locales fantasmas. Estantes que se muestran muchas veces vacíos o repletos de botellas de agua.
Ortega y Gil mintieron al sostener que no seguiría creciendo la red comercializadora en MLC y que sería una medida transitoria. Las ventas en MLC se han expandido considerablemente y aumentan los precios.
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Santiagueros denuncian venta de productos vencidos en tiendas MLC y farmacias
written by Yadira Serrano Díaz | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
SANTIAGO DE CUBA.- En Cuba es habitual que tanto los mercados estatales como la red de farmacias comercien artículos vencidos o próximos a vencer, sin siquiera una advertencia para los consumidores. Tanto es así que en marzo pasado la corporación estatal CIMEX admitió que se vendían productos caducados a la población debido a la “crisis que atraviesa el país”. En su página de Facebook, la entidad aseguró que estos productos eran “verificados” y puestos a la venta nuevamente en lugar de destruirlos, “aunque sí disminuyen su valor de venta para determinadas unidades”.
No obstante, para algunos residentes en Santiago de Cuba esta realidad es indignante, “pues no solo están jugando con la salud de las personas, sino también con sus bolsillos”. Mirtha Morales, del reparto Sueño, por ejemplo, el pasado 22 de septiembre compró varios sobres de café molido de la marca Cubita, en MLC, que se habían vencido cinco días antes. Según contó a nuestra redacción, a ella le pareció extraño que estuviesen a menor precio, pero “qué se iba a imaginar que la rebaja era porque estaban vencidos”.
Café Cubita en una tienda en Santiago de Cuba. Foto cortesía
“La realidad es que olvidé revisar la fecha. Ni siquiera me pasó por la cabeza. Solo vi la posibilidad de hacerme de unos cuantos, porque llevaba varios días sin tomar café, y ese es el único vicio que tengo. Cuando me percaté ya me había tomado dos paquetes y aunque no me hizo nada, la verdad es que lo sentí bastante desabrido”, confesó Mirtha, de 56 años.
Café Cubita vencido. Foto cortesía
Esta versión del Cubita tiene 115 g y cuesta inicialmente 1.82 USD, que equivalen a 364 pesos, si se convierte en base a la actual tasa de cambio informal actualizado en 200 pesos. Tras la cercanía de la fecha de caducidad, fue rebajado a 0.55 USD, que son 110. De esta misma marca hay un sobre de 1000 gramos, con un precio de 15.05 USD, o 3 010, que también estaba próximo a vencerse, y en este caso no hubo descuento; de acuerdo con otra fuente contactada por CubaNet.
Asimismo, el café Gourmet de 250 g, vendido a 2.77 USD, casi 560 pesos, estaba hasta los últimos días del mes en el estante, sin descuento, aun cuando ya estaba por expirar. Al parecer, la administración de la tienda no hace control de los artículos o, lo más probable, no están autorizados a retirar los que vencieron, sobre todo, luego de las declaraciones del CIMEX.
Fecha de vencimiento del Café Gourmet. Foto cortesía
Si bien es cierto que este producto tan demandado por la población cubana no conlleva a problemas de salud después de vencidos, varios estudios demuestran que, pasada la fecha de expiración, puede verse afectados sus propiedades, sabor y consistencia. Por ende, cualquier negocio serio no apostaría por esa afirmación.
“Independientemente de si hace daño o no, es una tremenda falta de respeto venderles productos vencidos a las personas. Mucho menos en dólares, porque ya por el simple hecho de vender en una moneda que no cobramos, y a esos precios, es un descaro mayúsculo”, expresó indignado el hombre, que no reveló su identidad.
Por otra parte, en la Farmacología, la incertidumbre de si un medicamento es o no perjudicial después de la fecha de vencimiento inclina a los clientes a no aceptarlo, pues existe la posibilidad de poner en peligro la vida de las personas.
Dipirona. Foto cortesía
Alfredo Gámez, del reparto Portuondo, el pasado 18 de septiembre se hizo de 30 tabletas de Dipirona, a 12 pesos, sin percatarse de que estaban próximas a vencer. Para su desdicha, cuando fue a devolverlas la farmacéutica le explicó que “todas las que habían llegado esa semana expiraban en septiembre”. En esta ocasión, tampoco hubo rebaja.
“Los cubanos compramos medicinas para guardar, porque luego se pasan meses sin llegar. Eso era lo que quería, guardar las pastillas por si las necesitaba mas adelante. Más con esto del Dengue. Ahora tendré que regalarlas, porque a mi sí me da miedo tomar medicamentos vencidos”, lamentó el señor, de 67 años.
Fecha de vencimiento de la Dipirona. Foto cortesía
La Dipirona o Metamizol es un analgésico y antipirético prohibido en más de 20 países, incluido Estados Unidos, porque está asociado a múltiples enfermedades como la hepatitis, la alveolitis, la neumonitis, y la agranulocitosis, sin embargo, es el único que circula desde hace meses en la red de farmacias del país. Es por ello que resulta vital que este fármaco sea suministrado a la población en óptimas condiciones, a fin de mitigar sus efectos adversos.
“Esto es una irresponsabilidad grandísima. ¿A quién se debe acusar en caso de que ese medicamento vencido cause alguna reacción en las personas?”, se cuestionó otro de los compradores.
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“Si quieren ver corrupción y tráfico de mercancía vengan a las tiendas MLC”
written by Fernando Donate Ochoa | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
HOLGUÍN, Cuba.- “Una dependienta sacó mercancía de la tienda y se la dio a una persona que la esperaba en el parque”, le dice irritada una mujer a un anticolero, como popularmente se conoce al organizador de las colas en las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC).
El responsable niega la denuncia. Una joven muestra en su celular las fotos de la dependienta entregando los productos. “Mírala con el bolso en la mano. Aquí se ve el intercambio”, enfatiza la muchacha.
Las contundentes pruebas son rechazadas por el anticolero: “está prohibido tomar fotos”, solo atina a decir. Su respuesta contradice la autorización de la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, quien pondera las imágenes con el fin de denunciar alguna conducta negativa o alteración de los precios de los productos.
Foto del autor
“Pero tengo que tirar fotos para probar las ilegalidades, de lo contrario no nos creen. Es la única manera de demostrarlo”, riposta la joven.
El anticolero queda sin argumentos. Algo nervioso, llama a un colega y entre los dos comienzan a dispersar a las indignadas personas que les reclaman. “No pueden estar aglomerados. Hay muchos contagios de la COVID-19 y voy a llamar a la policía para que los multe”, los amenaza.
Sin embargo, el intento por restablecer el orden surte el efecto contrario y el ambiente se vuelve a caldear. Por doquier se escuchan los reclamos de un grupo enardecido: “ustedes son cómplices de lo mal hecho”, “están desorganizando la cola”.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
¿Quiénes son los anticoleros?
Los grupos para la prevención y enfrentamiento a coleros, revendedores y acaparadores (anticoleros) se crearon en todo el país con el objetivo de “organizar las colas y eliminar las listas y turnos otorgados por algunas personas durante varios días; pues la compra se realizará por orden de llegada y personalmente”, dijo Juan Miguel Morán, coordinador de los programas y objetivos de la defensa, en el Gobierno Provincial durante el abanderamiento de estos grupos en Holguín el 1 de agosto de 2020.
Según informa el periódico oficialista, integran los equipos “dirigentes, funcionarios, miembros de la Policía Nacional Revolucionaria, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de organizaciones de masas, que se ubicarán en las más de 120 unidades comerciales y mercados de los 14 municipios”.
Sin embargo, en los comentarios de la nota publicada en la versión digital del periódico local Ahora varios lectores alertaron del fracaso de la idea.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
“No culpen solo a los coleros y a los revendedores. La corrupción comienza por los almacenes, las tiendas y los mercados de ventas. Son los almaceneros, dependientes, porteros y trabajadores de las tiendas los primeros que avisan, marcan, hasta guardan y esconden los productos y mercancías para esos llamados ‘coleros’ y ‘revendedores’. A cambio reciben una buena comisión, dejando la menor posibilidad de comprar al resto de la población. Por favor, empiecen por donde deben empezar”, escribió Yanelis Ricardo García.
Una forista identificada como Rosy denunció que los primeros delincuentes son “los directivos de esas organizaciones, que por trasmano esconden la mercancía para sus amistades o para ellos mismos, y no venden la cantidad real que llega a las tiendas”. Ejemplificó con lo sucedido en el establecimiento de una estación de gasolina situado en el poblado holguinero Guardalavaca, “donde llegaron 25 cajas de pollo y solamente se le vendieron a la población ocho cajas, desde las 2:45 p.m. hasta las 3:15 p.m.”. Reveló que fue falsificado el comprobante donde se leía que la venta había comenzado a las 12 del mediodía.
Por su parte, Francisco relató lo sucedido en Ciego de Ávila, donde las organizadoras de colas sacan productos en coordinación con las dependientas de los puntos de venta. “Hasta las mujeres policías que venían a organizar salían con mochilas llenas de paquetes de pollo, detergente y jabones. Un día, un carro patrullero cargó una caja de litros de aceite”, denunció.
“Ahora deben crear otro grupo que controle que este grupo no se corrompa”, ironizó otro lector.
Un forista de apellido Cuenca mostró temor de que suceda “como con los Trabajadores Sociales, que se pusieron para enfrentar las ilegalidades y se hicieron dueños del negocio de los pasajes y de la venta de aire acondicionados y otros equipos”.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
La nueva versión de los Trabajadores Sociales en Cuba fue uno de los fracasos del fallecido dictador Fidel Castro, desde su puesta en marcha en septiembre del año 2000.
Creados “para evitar el robo de combustible, terminaron corrompiéndose y haciendo negocios, no solo con la gasolina, sino también con los cacharros de cocina y los refrigeradores chinos de la pomposamente llamada Revolución Energética”.
“Ustedes colaron a todo el que quisieron”
Una mujer con lágrimas en los ojos se encoleriza: “Nosotros estamos aquí desde las cinco de la mañana para comprar confituras a nuestros hijos. No queremos comprar cigarros, ron o perfume, que es un lujo, queremos confituras para los niños”.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
Resalta que, a la vista de todos, “los trabajadores de la tienda se ponen en combinación con acaparadores y revendedores. Los que estamos en la cola tenemos niños chiquitos a los que les gustan las confituras. Ustedes colaron a todo el que quisieron”.
La escasez crónica de productos de primera necesidad, agudizada por el mal manejo de la pandemia, ha incrementado un mercado de venta ilegal callejera abastecido por la malversación y el acaparamiento de las ofertas de las tiendas MLC, una forma de venta con tarjetas magnéticas asociadas a cuentas bancarias establecida en más de 70 establecimientos estatales abiertos en toda Cuba, y las únicas con mercancía a la venta.
“Los culpables son los mismos que organizan la cola. Tienen un convenio con los revendedores. Se lo dije en su cara y no me desmintió. Cuando me vio vestida con el uniforme, y para defenderse de mi acusación, me dijo que yo estaba fugada del trabajo. Decidí no contestarle porque me estaba provocando para que yo reaccionara y entonces llamar a la policía para que me llevara detenida. Lo que hizo fue desviar la atención de la ilegalidad que estaba cometiendo”, dijo una señora a CubaNet.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
Otra estrategia para favorecer a los revendedores
Según Felipe Rosales, demorar la venta bajo cualquier pretexto es una de las artimañas para beneficiar a los acaparadores.
“Llegamos a las seis de la mañana y la tienda abrió a las 8:30 de la mañana. La mercancía estaba en los estantes de la tienda. Nos dijeron que no la vendían porque estaban esperando los códigos de los productos para hacer el trámite en la caja. Pero en realidad estaban dando tiempo a que llegaran los compinches de los que reciben dinero por avisarles y por guardarles la mercancía”, dice Rosales.
La venta comenzó a las 2:30 de la tarde. “A esa hora empezamos a notar que había gente sin hacer la cola que estaba pasando a la tienda. Cuando reclamamos nos dijeron que eran clientes que iban a subir al segundo piso. Cosa que no es cierta porque a través de los cristales se veían que estaban comprando en grandes cantidades en el primer piso donde estaba la mercancía. Yo estoy aquí desde las cinco de la madrugada y fui el número 56. Estuve más de 12 horas e hice la cola por gusto, sin esperanzas de comprar mañana.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
“Como una aparente medida de control recogieron 34 carnets de identidad y diez carnets de impedidos físicos. Hasta la hora del cierre pasaron 44 personas. Nos quedamos un grupito de personas que teníamos los números marcado en el antebrazo, nos recogieron los carnets y no pudimos comprar porque ya era hora de cerrar la tienda.
“Ellos reciben esa mercancía por un vale que ampara la cantidad. Es imposible que 44 personas hayan comprado todos los productos. Pero si la tienda sabe que la demanda supera la oferta es justo que nos informen para no seguir haciendo la cola. Yo vivo aquí al doblar y antes de mí ya compraron 20 personas que viven en lugares distantes, ¿de qué manera enteraron?”, cuestiona Rosales.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
“El almacenero, el gerente y las dependientas saben con tiempo de antelación el día y la cantidad de productos que van a vender en la tienda. Esto se lo informan a sus contactos (revendedores y acaparadores) para que dominen la cola con anticipación. Y después se distribuyen la ganancia”, afirma.
La tienda ha cerrado y el bullicio obliga a un directivo a salir. En un intento por calmar los ánimos dice: “Aquí queda mercancía para los que no pudieron comprar hoy. Los que ya compraron mañana no podrán”. La explicación es interpretada como un apagafuegos que nadie cree, sobre todo cuando se sabe de antemano que la tienda no dispone de tecnología para identificar las personas que ya compraron.
“Lo que quieren es detener la venta para después sacar los productos cuando no haya testigos”, dice un señor.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
En estas tiendas también es común esconder la mercancía y después informar que se agotó. Cuando los clientes se van sacan la mercancía y se la venden a los acaparadores a cambio de un por ciento de la ganancia.
“Es una mafia. Si quieren ver corrupción y tráfico de mercancía vengan aquí y miren cómo funcionan las tiendas MLC”, comenta a otra persona el señor que, después de varias horas en cola, regresa a su casa con las manos vacías.
Colas en tiendas MLC en Holguín. Foto del autor
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Tiendas MLC: los nuevos centros de control para el pago de multas
written by Osniel Carmona Breijo | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
LA HABANA, Cuba. — “Te puedo dar un chance para que vayas y la pagues. De lo contrario tengo que llamar a la patrulla, y se están llevando a todo el mundo preso”, fueron las palabras de una funcionaria del Ministerio del Interior (MININT) que, según contó a CubaNet el ciudadano Duniel Orta, escanea el carnet de identidad a los cientos de clientes que pasan diariamente por la tienda Harris Brothers (HB), de la Habana Vieja.
En la puerta de ese Centro Comercial, ubicado en la céntrica calle O’Farrill de la Habana Vieja, un grupo de trabajadores encargados de ordenar las colas que dan acceso a los diferentes departamentos confirman que a lo largo de la semana otras personas no han tenido la misma suerte de Orta, quien pudo saldar la deuda en la Oficina Municipal de Cobro de Multas (OMCCM) y retornar a comprar. Cada jornada, aseguran, “algún que otro cliente sale por la puerta de atrás, con las esposas puestas”.
Hace dos años que las autoridades escanean la identificación de las personas que acuden a los comercios en Moneda Libremente Convertible (MLC) con el propósito de detectar a coleros y revendedores. Desde noviembre pasado, el mecanismo de control también incluye la búsqueda de personas con multas pendientes de pago. Los deudores con multas duplicadas son arrestados mediante la “vía de apremio administrativo”, obligándolos a pagar o comparecer ante los tribunales.
En la Comandancia General de la Brigada Especializada de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), conocida en la ciudad como la estación de Cuba y Chacón, miembros de ese cuerpo represivo dieron a conocer que los detenidos cuentan con 72 horas hábiles para efectuar el pago de la multa. De no traer consigo el dinero requerido, el pago puede ser efectuado por un familiar. Vencido el plazo se formula la denuncia que da inicio al proceso penal.
“Si tienen dinero para comprar en MLC, tienen que tener para pagar la multa. No se justifica que no lo hagan. Si realmente existe algún motivo para no haber pagado, no tienen de qué preocuparse, porque en el juicio se van a poder defender”, explicó un Sargento de Segunda en la unidad de Cuba y Chacón.
Cuba y Chacón, estación policial que acoge a los detenidos en la Habana Vieja (Foto del autor)
Nora Hierrezuelo, trabajadora de la OMCCM en Regla, explicó que el impago de una multa impuesta por infringir las normas de higiene comunal y sanitaria durante la etapa de enfrentamiento a la COVID-19 redunda en un presunto delito de Incumplimiento de las obligaciones derivadas de la Comisión de Contravenciones dispuestas en el artículo 170 del Código Penal.
“Pasarían —los infractores— a disposición de un proceso penal, de competencia de los Tribunales Municipales”, dijo Hierrezuelo, quien aclaró que el procedimiento no aplica de la misma manera para los deudores de multas por decretos no derivados de la pandemia.
“Con estas personas se omite el paso de notificación, la advertencia de que si no pagan van a quedar en manos de los tribunales. No es lo mismo que los multados por contravenciones, donde la autoridad competente puede usar el modo de compensación que estime. O sea, actuar de manera profiláctica o aplicar la ley al extremo“, destacó Hierrezuelo.
No obstante, la “vía de apremio administrativo“ se aplica a todos por igual. Ángel Ramos, quien fuera arrestado de manera violenta mientras aguardaba para entrar al mercado de la tienda Rosseland, narra haber tenido que pasar la noche del 21 de noviembre en la estación policial de la calle Zanja —municipio de Centro Habana— por deber una multa —de tránsito— cuyo monto duplicado era de 40 pesos.
Cada jornada, varios clientes son detenidos en las colas de las tiendas en MLC por tener alguna multa pendiente de pago (Foto del autor)
“El carnet saltó —se detectó la multa impaga— y no quisieron devolvérmelo para que me fuera, a pesar que lo imploré. Llamaron a la policía y en menos de quince minutos ya estaba esposado, dentro del patrullero -comentó Ramos-. En las horas que estuve -preso- en Zanja conocí a otro muchacho que habían cogido en La Época, por una multa de 150 pesos. Es una cacería ilógica, abusiva, y sin derecho a réplica”.
La multa pendiente de Ramos correspondía a un Decreto-Ley aplicado en septiembre, por transitar en una motorina sin licencia de conducción. Durante la detención, atendiendo a sus reclamos, los agentes del orden le reiteraron que “sin importar el motivo” -de la multa- “la orientación es que todo el que deba va directo al calabozo, hasta que pague lo que debe”.
En la Plaza Carlos III, un oficial de la PNR -que se identificó como el Capitán Raudel- explicó que “no existen motivos para la morosidad” en los pagos, pues, “para mayor facilidad”, en las unidades municipales de la PNR se habilitaron espacios para que gestores designados por la OMCCM puedan cobrar las multas.
Impagos por rebeldía… y por necesidad
En la OMCCM de la Habana Vieja, Duniel Orta pudo conversar con la gestora de cobro que tramitó el pago de su multa. Según la funcionaria, las detenciones y la coerción sobre los deudores es el resultado de una cadena de impagos que, reconoce, va en ascenso debido a la agresividad de las autoridades a la hora de aplicar la ley.
Aún así, Orta destaca que la mujer recalcó la necesidad de recaudar dinero para el país: “Es mucho el billete que anda regado en la calle, de alguna forma tenemos que recogerlo. Son millones que nuestra oficina puede aportar a los planes del Estado”.
El pago de las multas constituye una importante entrada económica para el Estado, según han dicho los funcionarios de la Oficina de Control y Cobro de Multas (Foto del autor)
Más de un año pasó desde la aparición de la COVID-19 en la Isla y la creación de un primer paquete de contravenciones -contenidas en el Decreto 14 específicamente para la capital-, en agosto de 2020, estableciendo sanciones administrativas -multas de entre 150 y 500 pesos- que sustituyeron la utilización del delito de propagación de epidemia como método preferencial de sanción.
“Fue un período donde lo importante era crear conciencia, primero educar y luego poner la multa de ser necesario”, resaltó un agente del orden con identidad resguardada. “Muchos hicimos resistencia -a poner multas-, por las necesidades que pasa la mayoría de la gente”.
La aprobación del Decreto 31, en enero de 20121, además de ampliar las contravenciones y extenderlas al resto del país, incrementó el monto de las multas de 2 000 a 3 000 pesos. Como plus, la nueva regulación trajo un cambio de perspectiva en la interpretación de la norma y la severidad con que se comenzó a aplicar. La mayoría de contravenciones impuestas están relacionadas al uso de la mascarilla.
En medio de la severa escasez de alimentos que sufre la población, y el incremento del costo de servicios públicos como la electricidad y el transporte, a muchos sancionados les resulta imposible pagar una multa -de 3 000 pesos- que significa poco más del salario mínimo -2100 pesos- que devenga un obrero.
Oficina de Control y Cobro de Multas (Foto del autor)
A tenor de las consecuencias, no pagar termina siendo la única forma de defensa que tienen una parte de los multados, confiesa Ofelia Cardoso, una exmaestra de 42 años que jubilada por peritaje médico tiene que aprovechar cada centavo de su chequera para cubrir sus gastos básicos y los de su hijo, un estudiante de segundo año de preuniversitario.
“En cualquier momento me tocan a la puerta, sabes, para pasarme la cuenta. Pero tengo que aguantar, somos muchos en la misma situación. Además, es demasiado dinero, 6 000 pesos por una multa -duplicada- que me pusieron arbitrariamente, a la fuerza, por bajarme el nasobuco unos segundos para tomar agua después de cinco horas parada en una cola para comprar pollo”, confesó Cardoso.
En las tiendas, los funcionarios del Ministerio del Interior denuncian a los clientes con multas pendientes de pago (Foto del autor)
Por su parte, Rubén Rodriguez recordó que el gobierno había anunciado que las multas se podrían pagar por plazos, establecidos en dependencia de las posibilidades económicas de cada deudor. Sin embargo, en la práctica, la supuesta facilidad de pago jamás fue reconocida por las OMCCM.
“Fue una mentira, un engaño para calmar un poco los reclamos de la gente. Saben que lo que hicieron fue masacrar al pueblo. Párate en la calle y pregunta, para que veas, como yo todo el que tiene multas de estas, calientes –altas-, te va a decir lo mismo: Que me metan preso, pero no voy a pagar”, comentó Rodríguez.
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El dólar estadounidense: la moneda de cambio preferida de los cubanos
written by Gladys Linares | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
LA HABANA, Cuba.- En octubre de 2013 los medios anunciaron la unificación monetaria. Ya por entonces se hablaba de eliminar el CUC y mantener el peso cubano. Para los primeros meses del 2015, en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) comenzó la venta opcional en moneda nacional con la misma tasa de las Casas de Cambio (CADECA): pagábamos 25 pesos por 1 CUC y recibíamos el vuelto a razón de 24 por 1. No obstante, la expoliativa medida no fue del todo mal acogida por la población, ya que muchos cubanos no reciben remesas y así se evitaban comprar los CUC en el mercado informal o la engorrosa gestión de adquirirlo en CADECA, donde no siempre había.
Ya a principios de 2017 las neveras y estantes de las TRD estaban generalmente vacíos, y la venta esporádica de algún producto esencial (aseo o alimentos) generaba colas multitudinarias. La escasez se reflejaba también en la bolsa negra, donde los precios crecían lenta pero inexorablemente.
Al comenzar 2019 las tiendas que vendían en CUC apenas tenían mercancías y muchas paulatinamente fueron cerradas, mientras esparcían rumores muy alejados de las verdaderas causas. Aunque ya el comentario de la reapertura de esas tiendas para vender solo mediante tarjetas bancarias en dólares se había diseminado, muchos no lo creían; tampoco el gobierno informaba sobre la nueva disposición.
Cuando el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, habló al respecto, aseguró que la medida perseguía tres objetivos fundamentales: brindar un nivel de oferta (aunque no para todos), captar divisas, buscando sustituir los ingresos que reportaban los rubros exportables del país y especialmente el turismo, y redistribuir esas divisas al resto de la economía.
Pero el tiempo se ha encargado de demostrar que los resultados de esa disposición que tanto descontento ha traído al pueblo no se vislumbran, y que el país sigue cuesta abajo, a tal extremo que hoy necesitamos de la limosna de naciones supuestamente más pobres para paliar la hambruna. Sin embargo, ante la nueva realidad, los cubanos, como en otras ocasiones, buscaron alternativas para tratar de sobrevivir de una u otra forma: muchos solicitaron sus tarjetas en moneda libremente convertible (MLC) para poder acceder a esas tiendas, comprar y vender.
El jueves 10 de junio de 2021, el gobierno cubano informó que el Banco Central de Cuba suspendería temporalmente los depósitos bancarios de dólares estadounidenses, supuestamente por las limitaciones que impone el bloqueo para colocar en bancos internacionales los billetes recaudados en el territorio nacional. Pero había algo que no cuadraba, y la opinión generalizada era: “¿Por qué entonces abrieron las tiendas en MLC?”. El plazo dispuesto para que las personas pudieran depositar sus dólares, hasta el 21 de junio, infundió muchos temores y dudas. La primera reacción de algunos fue acudir a los bancos para depositar los pocos dólares que tenían, ante la incertidumbre de no poder comprar más tarde en las tiendas en MLC, fundamentalmente alimentos, ya que cada vez son menos las ofertas en pesos cubanos. Otros, más cautelosos y desconfiados, decidieron esperar, a pesar de que en los primeros momentos el precio del dólar bajó bastante.
La opinión más generalizada era que esa medida no sería temporal, pues estaba encaminada a controlar la inflación y el tráfico de dólares entre la población. No obstante, la disposición no alarmó a la mayoría de los que reciben remesas en efectivo y acuden a vías alternativas para vender y comprar, porque el dólar es la moneda de cambio preferida por una gran cantidad de cubanos, e incluso mejor pagada en el mercado negro. Las personas que viajan, por ejemplo, han aprovechado para comprar dólares, porque saben que su precio subirá mucho más cuando reabran las fronteras. También otros, por diferentes razones, eligen recibir el pago en esa moneda.
No obstante, eso de dar un plazo para favorecer a la población que tenía dólares extrañó a los ciudadanos, pues no es el proceder habitual del gobierno. Por este motivo muchos recelaban: “Ellos no son tan buenos como para dejar que todo el que tenga dólares los deposite, si no les sirven”.
También como en otras ocasiones, los cubanos han buscado alternativas para burlar las disposiciones gubernamentales. Hay quien se dedica a comprar euros y otras monedas convertibles para depositarlas en la tarjeta en MLC desde Cuba; son personas que no reciben remesas del exterior y recurren a esa clase de alternativas. Otros venden sus dólares mediante transferencias de una tarjeta a otra a través de aplicaciones móviles, a razón de 70 ó 75 pesos cubanos por 1 dólar.
Algunos usan su tarjeta en MLC para comprar alimentos, productos de aseo, útiles para el hogar, que después revenden a cifras ascendentes, pues los precios del mercado informal dependen de cómo se cotice el dólar en la calle. Comentaba una vecina que esta semana pagó 2 400 pesos por un queso gouda. La misma revendedora le ofreció un paquete de pollo sellado, mientras le explicaba que pesaba 10 libras, a sesenta pesos, eran seiscientos pesos.
“Lo que no me explico es que digan que tienen las bóvedas llenas, pero cuando uno iba a sacar dinero nunca tenían, y que ahora sólo lo pagan a 24 pesos cubanos. Si tienen tantos dólares ¿por qué no me los devuelven? Todo es mentira. Me empujo las colas, compro y vendo para recuperar mi dinero y cubrir otros gastos. Así hay que vivir en este país, siempre jugando al ratón y el gato”, me dice un joven revendedor.
Durante las seis décadas de castrismo los cubanos hemos sufrido carencias de todo tipo: alimentos, productos de higiene, medicamentos y mucho más. Pero la hambruna que desde hace algunos años causa estragos en nuestro país se ha agravado en los últimos meses. Esto se debe, entre otras cosas, a dos medidas anti populares que además han agudizado la gran devaluación de nuestra moneda: la falsa unificación monetaria, implantada a partir del 1º de enero de 2021, y la apertura de las tiendas en MLC.
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Tarjetas MLC no se podrán adquirir en pesos cubanos, publica la prensa oficial
written by Pablo González | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
LA HABANA, Cuba. – Este sábado, cientos de usuarios compartieron en Facebook la noticia de que CADECA emitiría tarjetas bancarias en denominaciones de 200, 500 y 1 000 MLC, las cuales, presuntamente, podrían ser adquiridas en pesos cubanos al cambio de uno por 24 CUP.
“Próximamente CADECA emitirá una tarjeta prepago para la venta de MLC a la población, de $200, $500 y 1 000 MLC. Las tarjetas no son recargables del exterior ni por personas naturales, solo por Cadeca para los que compren a 24 CUP. Estén pendiente a la noticia”, señalaba una de las publicaciones que circuló en Facebook.
Una de las publicaciones que circuló en redes sociales (Captura de pantalla)
Poco después, el sitio oficial Cubadebate desmintió la noticia y calificó la información de “totalmente falsa”.
“En las últimas horas, algunas personas han difundido irresponsablemente en las redes que CADECA se apresta a emitir unas tarjetas bancarias en denominaciones de 200, 500 y 1000 MLC que podrían ser adquiridas en pesos cubanos al cambio de 1×24”, reza la nota del medio oficialista.
“Si el sistema bancario cubano no tiene fondos suficientes hoy para hacer este cambio normalmente en sus unidades, cómo podría emitir entonces tales tarjetas desde CADECA”, analiza Cubadebate.
“Si CADECA tuviera tantos USD como para emitir una tarjeta a cambio de CUP para que la población compre en las tiendas en USD, ¿no sería más fácil que Cuba compre los productos con esos USD y los venda en las tiendas en CUP?”, también se pregunta el medio oficialista.
Recientemente, medios oficiales anunciaron que el país se encontraba trabajando en “un nuevo producto bancario” consistente en tarjetas prepago, las cuales serían ofertadas a turistas para su uso en tiendas MLC, con el objetivo de captar divisas.
En esa ocasión CADECA explicó que una vez que el dinero estuviera dentro de la tarjeta, solo se podría retirar en pesos cubanos en la red de cajeros automáticos (“el monto no es reembolsable en divisas”); y especificó que el banco no estaba obligado a devolver el importe no utilizado.
En ese sentido, Cubadebate reconoció este sábado: “Lo real es que se prepara el lanzamiento de un nuevo producto bancario (tarjetas prepago en USD destinadas a visitantes del país) que estará disponible próximamente y del que se han adelantado algunas informaciones en las redes oficiales del sistema bancario”.
“Las tarjetas van hacer vendidas a extranjeros y cubanos que sean residentes y ciudadanos de otros países. No piense el cubano que vive en Cuba que va a disfrutar de ese beneficio”, dijo en un comentario de Facebook un usuario identificado como Oggun Alaguerde.
La profunda crisis por la que atraviesa la Isla ha obligado a las autoridades a recaudar divisas por todos los medios posibles.
De esa forma, los cubanos se han visto cada vez más obligados a acudir a tiendas en MLC para obtener alimentos y otros productos esenciales. Sin embargo, el gobierno no paga en divisas, lo que ha conllevado a un alza del valor del dólar, cuyo precio ya oscila entre los 60 y los 70 CUP.
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Nueva tienda MLC en Santa Clara: colas de dos cuadras y turnos a 500 pesos
written by Laura Rodríguez Fuentes | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
VILLA CLARA, Cuba. ─ Después de más de un año cerrada al público, la tienda “Variedades Siboney” ─conocida popularmente como Ten Cent─ abrió sus puertas la semana pasada para formar parte de la red de mercados en MLC de la ciudad. Este establecimiento es uno de los más amplios de Santa Clara y está emplazado en el céntrico Boulevard, zona donde confluyen diariamente cientos de personas que hacen cola para comprar en las otras tres tiendas habilitadas en esta moneda.
Desde hace más de quince días los santaclareños rondaban la zona o indagaban en redes sociales para mantenerse al tanto de la fecha de apertura de “Variedades Siboney”, pues sus cristales permanecían empapelados, señal principal de que los anaqueles estaban siendo surtidos.
(Foto de la autora)
Poco antes de las seis de la mañana del pasado lunes, una multitud rondaba las calles que colindan con la tienda. No obstante, la lista clandestina ya estaba confeccionada desde el fin de semana y de nada valdría personarse en el lugar antes del amanecer.
Zona de venta de confituras (Foto de la autora)
Poco después de las 9:00 a.m. comenzó a caer una llovizna y la gente decidió amontonarse bajo los aleros de las casas de la calle Martí. La fila hacía un recorrido de casi una manzana y el tramo del callejón de Villuendas, al costado de este mercado, estaba cerrado al tránsito de peatones y autos.
(Foto de la autora)
“Yo vine temprano y mira en el lugar que estoy”, cuenta Elena García, a dos cuadras de la entrada al establecimiento. “Ahora van a escanear los carnés y te dan los tickets desde hoy hasta el jueves. O sea, tienes que venir todos los días para ver si la cola camina o no para que no te vuele el turno. Dicen que podrán comprar 100 personas por día, pero eso habría que verlo”.
Productos de aseo en la tienda MLC “Variedades Siboney”(Foto de la autora)
La semana pasada, los medios provinciales anunciaron que serían atendidas 200 personas diariamente gracias a las nueve cajas registradoras disponibles. Sin embargo, la amplitud de las filas y la dilatada estancia dentro de la nueva tienda MLC de Santa Clara provocó que los primeros días no llegaran a ingresar todas las personas a las que se les había escaneado su documento de identidad, nueva modalidad para evitar la entrada reiterada de revendedores.
Aglomeración de personas para ingresar a la nueva tienda MLC (Foto de la autora)
En grupos de redes sociales abundaron los comentarios sarcásticos y quejosos de personas que asistieron al lugar como “marquen cola y podrán comprar en el 2025” o “ten cent no, será ten 100 o 200”. Mientras, los turnos de las primeras 30 personas de la fila están siendo vendidos a 500 pesos o más, razón principal de que un queso gouda llegue a costar 2 000 pesos en el mercado informal y un paquete de café ronde los 900.
(Fotos de la autora)
Otras personas se han quejado de que, una vez que han ingresado al local, deben hacer otra cola para alcanzar un carrito desocupado para la compra, una para alcanzar las confituras que están disponibles solamente en las cajas, y otra tercera para salir del establecimiento, donde verifican los productos adquiridos. Dentro de este mercado no solo se encuentran a la venta productos de primera necesidad: es la primera tienda MLC de Santa Clara que ha comenzado a comercializar otro tipo de mercancía, entre ellos, recipientes para la cocina, vasos y otros artículos similares.
(Foto de la autora)
“Lo que más duele es que veo a los mismos revendedores en la punta y nadie les dice nada”, opina Xiomara Álvarez, una mujer que hizo cola el pasado lunes. “Allá dentro hay muchísimas cosas. Me lo han contado y yo misma vi las fotos en Facebook, pero con la cantidad de gente que entra por día no va a quedar nada para el mes que viene. Tú verás…”.
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Colas en Villa Clara: radiografía de una espera dilatada
written by Laura Rodríguez Fuentes | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
(Foto de la autora)
VILLA CLARA, Cuba. – Aún no amanece y un murmullo similar al de un enjambre de moscas se dispersa por toda la avenida Sandino. El ruido solo se quiebra por momentos, cuando algún advenedizo se acerca a pedir el último en la cola. La oscuridad no permite siquiera descubrir los rostros de la gente, que se apila debajo de los árboles más cercanos para procurarse su sitio a la sombra, antes que empiece a calentarse el terreno.
Un camión con muchachos uniformados, que no sobrepasan los 20 años, desembarca a las nueve de la mañana en plena calle, y se reparten en tríos en busca de rostros sin nasobucos o algún comportamiento “extraño” que merezca la pena notificar a sus superiores.
Frente a la misma explanada donde antes acontecían los carnavales de la ciudad se forman tres grupos de más de cuarenta personas cada uno, que esperan la apertura de la tienda MLC ubicada en la zona. Los trabajadores del Minimax Sandino respetan el procedimiento y envían a un policía a donde están los primeros agrupados, que están allí desde la madrugada. El oficial les recoge las identificaciones solamente a cincuenta personas que serán llamadas por su nombre, de cinco en cinco, desde el otro lado de la vía. El transcurso de la mañana dirá si será beneficiado el mismo número para una segunda vuelta porque han advertido que el establecimiento puede cerrar al mediodía.
La muchedumbre trata de organizarse en vano. Hay más de tres coleras que aparecen en el escenario reclamando su sitio preferencial en la lista, confeccionada desde la noche anterior por un custodio al que ellas alegan haberle pagado la ayuda desinteresada con un termo de café. Para esa hora, el vigilante se ha ido a casa sin poder testificar a favor de aquellas mujeres.
La vestimenta de las coleras las delata entre las demás mujeres del tumulto. Llevan sandalias salpicadas con brillo, varias alhajas que tintinean, ropa de llamativos colorines y suelen permanecer inmóviles al lado de sus motorinas, medio que garantiza la transportación de la mercancía. Gracias a sus habilidades para revender y negociar se surten de cerveza importada la mayoría de los merenderos y bares particulares de la ciudad.
“Los policías les tienen miedo a los coleros”, dice una muchacha que se identifica como Daimi Hernández y que se supone deba comprar después del mediodía, a pesar de que llegó a las 7:30 de la mañana. “Yo misma me le enfrenté a un oficial y les pregunté por qué permitían ese descaro. Ellos les conocen las caras y los dejan comprar como si nada. Yo no estoy para echarlos pa´ lante, que después me dan un palazo en una esquina y no me voy a joder por un paquete de detergente”.
(Foto de la autora)
(Foto de la autora)
A las quejas de la joven se suman otros comentarios de una señora que tiene a su madre encamada, otra que viene de una zona rural y asegura que tiene que “ver cómo es eso allá dentro” y los de una madre que debe ausentarse de la cola para llevarle almuerzo a sus dos hijos. La mayoría de las personas que esperan ese día son mujeres y trabajan para el estado. Cada una de ellas ventila su experiencia con la vecina en la cola, para mitigar la espera, la sed y el hambre de tantas horas acumuladas.
Al mediar el día han entrado al establecimiento solo 20 de los primeros seleccionados. Mientras, los descartados tratan de acomodarse en los contenes, cerca de sus antecesores en la fila. Se alimentan con panes con minutas, cuyo valor ha ascendido a 15 pesos, y vasitos de refresco instantáneo que los cuentapropistas “garantizan” cerca de la tienda, ante la nula oferta de los merenderos estatales. Los muchachos uniformados se acercan al camión para merendar. En los alrededores tampoco existe ningún baño público. Los hombres “resuelven” en las esquinas, las mujeres deben esperar.
Cerca de las tres, un trabajador del Minimax Sandino junto a un muchacho vestido de verde recoge cierta cantidad de carnés que no llegan a cubrir ni la mitad de las personas que han llegado en el transcurso del día. Ambos tratan de justificar el cierre temprano de la tienda. “Por la COVID, el horario se dispuso hasta las cuatro de la tarde”, vociferan para que los escuche el tumulto enardecido y retornan al establecimiento devenido en bunker, que los protege de la turba, el jaleo y el calor.
Una señora se abalanza hasta la puerta de cristal para pedir explicaciones al gerente y recibe la aprobación de toda la gente en la cola, que la aplaude como si fuera su embajadora designada. Dentro de la tienda hay tres cajeras y el proceso se dilata demasiado. “Lo que quieren es hacer tiempo para no atendernos a todos los que estamos aquí”. La mujer cuenta a las personas que tiene delante y rompe a llorar sin consuelo en una esquina. Dos muchachas se le acercan y le ofrecen un cigarro y un poco de agua para que se calme. “No vale la pena, niña, que te va a subir la presión”, sugieren.
Dentro del Minimax Sandino hay puré de tomate, café, mantequilla, sazones, filetes de pescado muy caros y panes en paquetes de nylon. Toda la propuesta en dólares se trasluce a través de la cristalería y cada producto está regulado a pocas unidades por tarjeta magnética. Las dependientas lucen agotadas y parsimoniosas. La gente lo justifica en el hecho de que ya no reciben propinas por su trabajo. De vez en cuando se cae la conexión en medio del procedimiento de compra, que puede extenderse, por consecuencia, por más de media hora o cuarenta y cinco minutos. Quienes llegaron en la mañana han pasado ocho horas en aquella explanada y puede que no lleguen a comprar nada.
(Foto de la autora)
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(Foto de la autora)
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“Mire, yo estoy aquí desde las once de la mañana y necesito mayonesa para la niña”, implora una mujer con su hija al lado a uno de los policías. La mujer dice que se llama Oralia Sánchez y que, en su tarjeta, solo tiene 20 dólares que le regaló el padrino a la niña “para las cosas de la merienda”. Ella y su hija necesitan mayonesa, o aderezo, o un paquetico de perros calientes para echarle al pan que no les cueste más de 140 pesos en el mercado informal. Quisieran comprar otras cosas, muchas más, “si es por necesidad, necesito la tienda entera. Además, tengo esos dólares, ya los metí ahí y no puedo hacer más nada con ellos”, protesta.
Una señora corpulenta y de baja estatura se acerca al grupo de descartados y les insinúa que se anoten en su lista por el mismo orden de llegada y que vuelvan temprano al día siguiente. De esta forma, serán los primeros en entrar al mercado, mucho antes que los coleros, porque ella asegura que tiene el negocio “limpio y garantizado”. La gente opta por moverse al centro de la ciudad, hacia la tienda Praga, que debe cerrar a las cinco de la tarde.
Frente a Praga hay diez personas que tocan insistentemente en el cristal para que la gerente se apiade de su desesperación. Son apenas las 4 y 20 de la tarde y ya han comenzado a apagar las luces y a limpiar los pasillos del establecimiento. La gerente está en la segunda planta, donde hay dos cajeras que recogen sus pertenencias para retirarse a sus casas. La mujer sale a la puerta y explica que sus trabajadoras viven muy lejos y que no hay transporte. Ha sido un día perdido para muchos de los que trataron de comprar en el Sandino. “Habrá que comerse la tarjeta. Esto no es culpa de ella”, dice un hombre que le ha increpado antes a la gerente y que se va, como ayer, con las manos vacías a su casa.
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Proliferación de tiendas MLC genera descontento social en Santa Clara
written by Laura Rodríguez Fuentes | domingo, 9 de abril, 2023 3:35 pm
(Foto de la autora)
VILLA CLARA, Cuba — A inicios de noviembre una multitud de personas se asomó a los ventanales de un comercio que había amanecido surtido de artículos de perfumería en la esquina del parque central de Santa Clara. Productos que hace más de seis meses no se vendían en ninguna tienda estatal de esta provincia.
La noticia del abastecimiento provocó un enorme tumulto, pero la decepción no tardó en llegar: muchos de quienes se acercaron no pudieron siquiera entrar a comprar porque la tienda Burbujas había dejado de vender en pesos cubanos convertibles (CUC), una de las dos monedas nacionales que circulan en el país. Ahora solo era posible comprar con una tarjeta magnética asociada a una cuenta bancaria en dólares.
Así, de un día para otro, el establecimiento había pasado a engrosar la lista de las llamadas tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC), a las que solo una parte de los cubanos -quienes reciben dinero del exterior- puede acceder.
“Siempre que sacan lo que está en falta, como la pasta dental o el papel sanitario, se forma un bulto grandísimo y tienes que esperar al sol”, dice Yisel Martín, de 35 años, maquillista por cuenta propia. “No todo lo que brilla es oro y en las tiendas estas no se puede decir que exista todo lo que uno necesita”.
Pese a la sorpresa de la gente, era algo que se veía venir. Todo empezó en octubre de 2019 cuando el régimen cubano inauguró las tiendas en MLC, pero solo para vender productos de gama alta como piezas de repuestos de automóviles y electrodomésticos. Luego, en julio de 2020, anunció la apertura de estas tiendas para vender alimentos y productos de aseo.
La semana pasada, el gobernante Miguel Díaz-Canel anunció que el país iba a unificar sus monedas, lo que implica la desaparición del CUC, una inevitable devaluación del peso y la inminente dolarización de la economía del país. ¿Con qué propósito? Recaudar las anheladas divisas para sostener el funcionamiento del Estado, paliar las sanciones impuestas por el gobierno de Donald Trump -que han impactado los ingresos estatales-, así como los efectos de la pandemia que generó un descenso de divisas porque hizo desaparecer, al menos temporalmente, una fuente de ingresos fundamental para la economía: el turismo. El COVID-19 había provocado además el cierre de las fronteras y, con ello, la interrupción del flujo de dólares y otros productos que solían ingresar con los viajeros cubanos (sobre todo con las llamadas “mulas”).
Con los aeropuertos cerrados, el régimen cubano se propuso obtener los dólares que estaban en manos de los cubanos mediante la recarga de las tarjetas magnéticas, pues el país se quedaba sin divisas imprescindibles para importar bienes. Así, algunas de las tiendas en CUC se convirtieron en comercios en MLC. Estas tiendas nacieron para distribuir productos importados no subsidiados por el Estado. Aunque sus altos precios siempre han sido criticados, su papel ha sido esencial para complementar la dieta y otras necesidades de los cubanos.
Tal vez sea el mayor esfuerzo que ha hecho el régimen cubano en los últimos años para captar divisas. Ello ha significado la proliferación de tiendas estatales en MLC y ha provocado un enorme descontento social. También ha generado la proliferación de un mercado negro de productos en CUC al triple de su precio de venta en dólares.
En la provincia de Villa Clara, estos establecimientos se han triplicado hasta llegar a 13, incluyendo la reciente apertura de la tienda Minimax Sandino. Otros comercios estatales como Las Avenidas, El Alba, La Orquídea, Galerías Parque, Praga, El Encanto, Los Framboyanes, Las Villas, Electro Hogar o Agua y Jabón también fueron convertidas en sitios exclusivos para comprar en dólares. En los últimos meses, a medida que se agravaba la situación económica en el país, la venta en CUC había entrado en decadencia con cada vez menos productos puestos a la venta por el gobierno.
(Foto de la autora)
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La mayoría de la población entendió que el propósito de los comercios en MLC era recaudatorio; su afán era que el Estado acumulara los dólares en manos de la población. Son los únicos lugares donde es posible comprar productos de primera necesidad en medio de la escasez, atribuída por el régimen a décadas de embargo estadounidense.
“Hay algunas cosas que sí las puedes comprar cuando las sacan, porque son asequibles, pero esas se las llevan como pan caliente”, dijo Martín, la maquillista por cuenta propia. “Mucha gente piensa que quienes tenemos los dólares en la tarjeta estamos viviendo mejor, pero tampoco es así. Tener lo básico para vivir no es ser rico. A veces, ni siquiera alcanzan los productos para todos los de la cola. Ni teniendo dólares nos salvamos de las colas”.
Mentiras oficiales
Quienes no tienen acceso a los preciados dólares solo pueden acudir una o dos veces al mes a las pocas tiendas que siguen vendiendo en CUC, con una pobre oferta.
En julio pasado, el viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, anunció el inicio de las ventas de productos básicos en MLC y explicó que sería una forma de recaudar dólares y, con ello, importar más alimentos y otros bienes que se venderían en CUC o pesos cubanos para beneficio de la mayoría de la población.
La medida buscaba “potenciar la oferta en moneda nacional”, según reportaron los medios oficiales. “En el actual escenario, no podemos tomar recursos del país (divisas) para importar alimentos de gama alta y venderlos en CUC”, dijo el ministro Gil. “Por tanto, los utilizamos para adquirir mercancías de la línea económica y ofertarlas en la línea económica”.
Sin embargo, nada de esto parece haber sucedido en Santa Clara a la fecha. Los ciudadanos no han visto cómo las autoridades utilizaron los dólares recaudados en las nuevas tiendas para aumentar la disponibilidad en el resto de comercios en CUC con alimentos y productos de aseo que escaseaban desde antes de la pandemia.
Lo que han visto, una y otra vez, es lo que sucedió en la tienda Burbujas, un establecimiento que antes vendía en CUC y que ahora reabre con ventas en dólares.
Comida para hoy, hambre para mañana
El descontento social causado con estas medidas obedece a la desigualdad que propicia. Hay productos que muchas personas simplemente no pueden comprar, no por no tener el dinero, sino porque no disponen de dólares.
Hace poco menos de un mes trascendió en redes sociales una nota publicada en el periódico provincial de Guantánamo, Venceremos, con la cual se le daba respuesta a una lectora que pedía la retirada de las confituras de las vitrinas de las tiendas en MLC para evitar el llanto de los niños cuyos padres no disponían de una cuenta en divisas extranjeras.
A este malestar hay que sumar el que ha provocado la profundización del mercado negro, donde es posible encontrar en CUC los mismos productos que se venden en las tiendas en MLC al triple de su precio.
Yumié Corcho, una madre villaclareña que llevó a mediados de noviembre a su hija pequeña a un turno médico al Hospital Infantil de la provincia, relató cómo el mercado negro se ha convertido en la única solución para comprarle una caja de jugo a su hija.
“Tuve que comprarle un jugo a mi niña que me costó 120 pesos; (era) de los que antes vendían a 50 en las shoppings (tiendas en CUC) y que ahora nada más se encuentran en dólares. Pero yo no tengo dólares”, dijo Corcho. “Lo que más me duele es que mi niña vea las galletas dulces rellenas, y que su mamá no le pueda dar ese gusto porque no tiene dinero para eso”.
Desde la llegada de la pandemia, el régimen comenzó a imponer restricciones a la venta en CUC, limitando el número de productos que se pueden comprar. Lo que ha causado mayor alarma han sido las restricciones a la venta en CUC, aprobadas al mismo tiempo que se multiplicaban las tiendas en MLC. Tomemos el ejemplo de la tienda Novedades, perteneciente a la cadena TRD Caribe, controlada por el Ejército y que sigue distribuyendo productos en CUC en la ciudad. Ni la entrada ni la venta son libres. Ahora es necesario acudir en un día específico del mes, previamente establecido por las autoridades, en función del lugar de residencia de cada núcleo familiar. La venta, además, está regulada por la libreta de racionamiento, de manera que está estrictamente limitada la cantidad de productos que se pueden adquirir.
Estas medidas recuerdan a la población el llamado Periodo Especial de principios y mediados de la década de 1990, cuando se impuso un racionamiento de casi todos los productos de consumo, como el arroz, el azúcar, el café y el pollo, debido a la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), entonces principal socio comercial de Cuba.
Frente a la tienda Novedades, a pesar de un sol que arreciaba con fuerza, las personas amontonadas en la cola esperaban con paciencia; de lo contrario, no alcanzarían al pollo que le correspondía ese mes. La entrada a la tienda se produce por “orden de llegada” y los 30 primeros de esa mañana se consolaron al saber que no habían madrugado en vano.
Quienes no tienen acceso a dólares no tienen más remedio que esperar a que, una o dos veces al mes, el gobierno les permita acudir a una tienda en CUC donde adquirir aquellos artículos que el régimen considera necesarios para sobrevivir 30 días. Estos productos son un pomo de aceite, un tubo de pasta dental, una porción de picadillo o carne molida, dos paquetes de salchichas, dos de detergente, uno de pollo, dos jabones y un desodorante. En contraste, un buen porcentaje de cubanos puede acceder a las tiendas en MLC cualquier día que esté dispuesto a pasar varias horas en la fila, y así acceder a los productos en venta.
Comprar en las tiendas en CUC se ha convertido además en una suerte de trámite burocrático que a los cubanos les recuerda la época en que debían entregar el carné de identidad para adquirir pan con hamburguesa, en la década de 1990.
Para ingresar a las tiendas es necesario primero conseguir un ticket. Cada núcleo familiar tiene derecho a uno. Este trozo de papel, que se debe entregar al dependiente de la tienda, certifica que dicha persona tiene derecho a adquirir productos en un día específico. Además de ese ticket, los consumidores tienen que presentar la libreta de racionamiento de su núcleo familiar, en la que quedará anotado que ya ejerció su derecho a comprar por ese mes.
(Foto de la autora)
Pese a la implantación de este estricto sistema, la población ni siquiera tiene la garantía de encontrar los productos básicos que necesita en la fecha fijada en el ticket: si en el día en que a un núcleo familiar le correspondió acudir a la tienda no hay pollo o jabón, tendrá que esperar semanas hasta tener de nuevo la oportunidad de comprar.
Para no generar falsas expectativas, las autoridades de la provincia han advertido a la población que algunos artículos, tanto comestibles como de aseo, se venderían una vez al mes, mientras que otros solo estarían disponibles cada dos o tres meses.
Zoila Barrera, una santaclareña ama de casa que hacía cola en la tienda Novedades, aseguró que, cuando se entera qué día le corresponde comprar, ella procura llegar siempre “con la libreta en mano” antes de que abra la tienda.
“A las 7:00 ya hay gente esperando. La última vez que vendieron pollo no pude comprarlo porque no alcanzó, y eso que yo no tengo muchos quehaceres”, dijo. “Con el aceite casi nunca tengo problemas, aunque no me alcanza lo que dan para todo el mes; siempre tengo que comprar más por la calle (en el mercado negro)”.
De primera necesidad
Desde que las tiendas en CUC comenzaron a aplicar este sistema, los reclamos no han cesado. La población ha expresado su malestar por el horario de venta, que coincide con la jornada laboral, y que obliga a las personas a ausentarse de sus puestos de trabajo.
También ha generado críticas el hecho de que no se tiene en cuenta el número de miembros de cada núcleo familiar para la distribución de los productos. Cada libreta de racionamiento que se presente ofrece el derecho a comprar la misma cantidad de alimentos, sea cual sea el tamaño de la familia. A todo ello se suma el problema de los precios, que fue siempre una de las quejas principales sobre la venta de productos en CUC. Un paquete de pollo entero, por ejemplo, puede llegar a costar 5,90 CUC, el equivalente a casi 150 pesos cubanos, la mitad de la pensión de muchos jubilados. Otros módulos (paquetes) compuestos por champú, acondicionador, detergente y desodorante pueden alcanzar un precio superior a los 250 pesos, un tercio de un salario mensual para muchos trabajadores estatales.
Muchas personas mayores y otras con bajo nivel adquisitivo “compran uno o dos de los artículos a los que tienen derecho, y otros los dejan en el establecimiento porque no les alcanza el dinero, no porque no les haga falta”, dijo un dependiente de una tienda en CUC en el reparto José Martí de Santa Clara, quien pidió el anonimato por temor a represalias.
Los productos que sobran no se pueden traspasar o reasignar a otro núcleo familiar que los necesite. Así, algunas mercancías que no se han vendido en estas tiendas no han sido adquiridas por familias porque, más que una necesidad, constituyen un lujo para muchos cubanos.
En los meses de agosto y septiembre, por ejemplo, en la tienda Novedades se comercializó un módulo (paquete) de un frasco de ambientador, otro de suavizante de ropa -al precio de 12 CUC o 288 pesos- y un líquido para desatascar las tuberías.
Otro de los problemas más denunciados por la población es que no todas las tiendas en CUC ofrecen los mismos productos ni con la misma frecuencia. En la práctica, ha existido una diferencia entre las zonas de la ciudad a las que les corresponden un comercio de la cadena Cimex o una TRD. A veces, unas disponen de productos de aseo, pero carecen de cárnicos. En otras, sucede lo opuesto: están abastecidas de desodorante, pero no de salchichas.
“Lo mejor sería que le vendieran a todos lo mismo, pero no pasa así”, dijo Marlenis Toscano, quien reside fuera de Santa Clara, pero como pertenece al núcleo familiar de sus padres, en esa ciudad, debe comprar con la misma libreta que ellos. “Tengo que venir desde (el poblado de) San Diego hasta Santa Clara a comprar lo que me toca el día que me digan y repartirlo muchas veces entre dos casas porque allá, por ejemplo, venden menos productos que aquí”.
Pero si hay algo sobre este nuevo sistema que ha generado malestar es que junto a todas estas restricciones, dificultades y carencias para abastecerse de productos en CUC, ha proliferado la venta en MLC.
Mientras quienes reciben divisas del exterior tienen la posibilidad de “surtirse” en ambos tipos de tiendas, pues no han perdido su derecho a comprar en CUC, el resto de la población debe estirar los salarios y mantenerse en vilo para no perder el día dispuesto para su compra racionada.
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Un nuevo espectáculo
Quienes tienen acceso a remesas del exterior no son pocos en Cuba. Una reciente encuesta realizada por académicos alemanes concluyó que de una muestra de 1 049 cubanos distribuidos por todo el país, un 56 por ciento recibía dinero de familiares o amigos desde el extranjero. Por ello, cuando en julio las autoridades decidieron introducir la venta de productos en dólares, muchas de las personas que recibían dinero desde el exterior vieron la medida como un alivio. Pero quienes reciben remesas también pensaron que, precisamente por esto, las nuevas tiendas al fin podrían a la venta los productos básicos que llevaban meses escaseando en el país.
Vender productos en una moneda extranjera, a la que no todos tienen acceso, era muy impopular, pero después de meses de colas, carencias y proliferación del mercado negro, para algunos era también esperanzador, aunque no suficiente.
“Eso no alcanza para muchas cosas, pero cuando nos decidimos a venir, siempre nos llevamos algo que nos hace falta, sobre todo el refresco de lata, el champú y los pampers (pañales) para mi nieto. Allá en el campo hay menos que aquí”, dice Roberto Gil, un campesino residente de Camajuaní, a 25 kilómetros de Santa Clara, que tiene que venir a la cabecera provincial y dedicar casi todo el día a la compra.
“Ahora la ves llena (a la tienda Minimax) de cosas porque la acaban de abrir, pero la semana que viene seguro que ya no queda nada. Por los cristales se ven las manzanas. Mucha gente está aquí para las manzanas, porque las quieren para fin de año. También hay sazones de todo tipo y café, pero dicen que desde ayer había una lista de gente anotada marcando para entrar”, agregó.
Al principio, la expectación y la escasez era tal que a las puertas de las nuevas tiendas no se agolpaban solo quienes sí tenían una cuenta bancaria en dólares, sino cientos de otras personas.
En Santa Clara, como sucedió con Burbujas, ha sido común ver las tiendas en MLC repletas de curiosos asomados a las estanterías. La apertura de cada nuevo comercio en dólares se convirtió en un espectáculo en el que los ciudadanos podían ver los productos que desde hacía meses había sido casi imposible encontrar. Los nuevos comercios, en parte, cumplieron con las expectativas creadas. En ellos casi siempre es posible adquirir cárnicos, jabón, perfumes o pastas alimenticias.
“Al principio estaban mejor surtidas”, dijo Julio Rodríguez, de 56 años, un santaclareño que hacía cola desde temprano en la céntrica tienda Praga para comprar refrescos y aderezo, los productos más asequibles en venta. “Yo vengo casi todos los días y no siento que la oferta sea tan amplia para lo que prometieron. Siempre hay colas, porque la gente está tratando de garantizar las confituras, la cerveza y la carne para el fin de año”.
Pero si quienes disponen de dólares no están del todo satisfechos, quienes no reciben remesas y solo viven de sus salarios en moneda nacional permanecen mucho más tensos: cada vez disponen de menos opciones para comprar.
Cuando las autoridades anunciaron en julio que serían cuatro las tiendas en MLC en toda la provincia de Villa Clara, lo que omitieron es que ese número se multiplicaría poco después.
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