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El dólar sube y sube… hasta las nubes

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(foto: AFP)

LA HABANA, Cuba. – A 1.50 CUC se cotizaba el dólar estadounidense (USD) este fin de semana en el mercado negro en la isla, lo que supone unos 37,50 pesos cubanos (CUP) al cambio oficial establecido por el Banco Central de Cuba desde hace décadas. Un canje artificial e invariable pues no tiene respaldo real ni siquiera en volúmenes de producción.

Mientras el desabastecimiento se agudiza en la red de comercios en CUC y CUP, la apertura de tiendas estatales para la venta de alimentos sólo en moneda libremente convertible (MLC) ha provocado un frenesí especulativo con la moneda norteamericana que probablemente termine igualando la tasa de canje informal al récord alcanzado en los años 90 del siglo pasado, de 1 USD por 100 CUP o pesos cubanos, la moneda con que el régimen paga el salario a los trabajadores estatales, quizás entre los más bajos del mundo.

A unas horas de anunciadas las medidas el 16 de julio pasado, el dólar escaló de 1.10 CUC por unidad a entre 1.15 y 1.20, de acuerdo con la información extraída de los clasificados publicados en el sitio de compraventas Revolico.com, el más usado por los cubanos para el comercio ilegal de monedas y mercancías, un espacio que describe de modo mucho más real las dinámicas de oferta, demanda, precios y otros aspectos al interior de la economía cubana.

Sin embargo, la víspera del anuncio hecho por el propio Miguel Díaz-Canel, ya el USD había estado cotizándose a tales precios por causa de los rumores que circularon sobre la inminente dolarización del comercio de alimentos, aunque aún era posible adquirirlo a precios más bajos puesto que la eliminación del gravamen del 10 por ciento al dólar, establecida en 2004, tomó por sorpresa a casi todos.

Lo que está sucediendo ahora mismo en Cuba es que la mayoría de los bancos particulares, prestamistas, revendedores y canjeadores de divisas —todos clandestinos—, están comprando la mayor cantidad posible de USD —con lo cual se deshacen de los CUC en su poder—, y reteniendo los dólares a la espera de que la tasa aumente en breve, posiblemente hasta sobrepasar los 2 CUC por USD.

Por otra parte, en la calle no aplacan los rumores acerca de que la tenencia de USD por parte de la población vuelva a ser penalizada como lo fue anterior a la década de los 90, si la estrategia de captación a que está dirigido el nuevo conjunto de medidas no arrojara los resultados esperados por el régimen, algo que, para algunos expertos, tiene “todas las papeletas” para convertirse en un nuevo fracaso.

“Es una medida desesperada y es otra medida que fracasará, como fracasó la estrategia del CUC al poco tiempo de ser creado”, explica a CubaNet un joven profesor de la facultad de Economía de la Universidad de La Habana que, además, supone que las nuevas regulaciones tengan relación con el aumento de las presiones desde el exterior, más cuando los nuevos plazos de pago a los acreedores del Club de París expirarán en junio de 2021.

“Parece que esto tiene más relación con el ultimátum que dio el Club de París (…), la nueva prórroga es de un año, es decir, falta menos de un año. Se acordó el nuevo plazo y un mes después llega el paquetazo, así que blanco por fuera y amarillo por dentro (…). Viene el reclamo del Club de París y un mes después despertamos con un nuevo grito de sálvese el que pueda”, apunta el académico.

Otros especialistas consultados al respecto también coinciden en señalar que las medidas pudieran fracasar al no resolver el asunto de la inflación.

El gobierno está obligado a seguir imprimiendo CUP y CUC sin respaldo en nada, solo para que los trabajadores estatales reciban el salario y lo gasten no en la red de comercios estatales, desabastecidos, sino en el mercado negro, con lo cual el circulante será cada día mayor.

Las divisas continuarán sin salirse del circuito cerrado del mercado negro donde los bancos ilegales superan ampliamente en reservas a los bancos del gobierno, y estos continuarán emitiendo monedas sin respaldo para sustituir el dinero que desaparece en el intrincado laberinto de la economía informal.

“Los dólares no están llegando (a Cuba), y de los que llegan muy pocos pasan de la calle a los bancos del gobierno. Se quedan en la calle porque el mercado (estatal) está totalmente desabastecido”, nos explica Sahily Soulen, economista, graduada de la Universidad de La Habana, actualmente residente en Europa.

“Recuerdo que fui a Cuba el año pasado, y estando allá compré cosas para la familia, muebles, colchones, arreglé la cocina y el baño de mi mamá, compre comida (…) pero casi nada fue comprado en la tienda, todo fue en el mercado negro (…), si acaso gasté unos cien o doscientos CUC en la tienda, en todo el mes que estuve pero el grueso de los gastos lo hice en el mercado negro (…). ¿Crees que ese dinero llegó alguna vez al banco? Pues no. Se quedó en la calle (…). La gente está haciendo colas para abrir cuentas en MLC pero la gente también va a poner en las cuentas en MLC solo aquella cantidad que utilizará para comprarse una lavadora, un split o para la comida que no encuentra en el mercado negro pero el resto, que es mucho más, lo dejará debajo del colchón, o se irá a Miami o a Panamá en cuanto abran las fronteras”, dice Sahily.

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Cerrado con candado (foto del autor)

Bajo tales perspectivas no es difícil deducir que, para arrear los dólares hacia sus arcas, el régimen se verá obligado a liquidar el mercado de divisas informal por la fuerza.

Sin embargo, desarmar las estructuras existentes es algo en extremo difícil de lograr ya que, de ser demasiado radical, la ofensiva pudiera golpearlos como un bumerán no solo por la alta probabilidad de aumentar el descontento popular (al desaparecer el mercado informal los salarios rendirán mucho menos que ahora) sino porque buena parte de los mecanismos del mercado negro, nacidos del burocratismo y la corrupción, se internan profundamente en las estructuras institucionales del gobierno.

Por tanto, una ofensiva extrema pudiera provocar más descontento entre las propias fuerzas oficialistas, de modo que penalizar la tenencia de grandes cantidades de divisas sin justificar y limitar e impedir su extracción del país pudiera ser la solución más probable a corto plazo.

Lo cierto es que en estos momentos con mayor frecuencia que antes, se escucha hablar a las personas en la calle sobre la desconfianza que tienen en las instituciones bancarias y sobre el temor a perder el dinero que han logrado reunir con mucho esfuerzo, y en gran medida a costa del sacrificio de familiares que viven fuera de Cuba.

En tal sentido, muchos están a la espera de que las fronteras vuelvan a abrir para sacar su dinero de la isla o para usarlo en emigrar, lo cual hace pensar que muy pronto seremos testigos de otra gran oleada migratoria desde Cuba.

El CUC, cuya tenencia anteriormente fue símbolo de estatus social, se ha revelado en los últimos días como el gran “apestado” de la historia y pocos lo aceptan en las transacciones del mercado negro donde el dólar ha pasado a ser la medida de todas las cosas.

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El castrismo, una insaciable centrífuga que exprime al cubano

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(foto: Reuters)

LA HABANA, Cuba. – Desde 1959, la dictadura castrista ha ideado disímiles métodos, procedimientos y artimañas para exprimirnos a los cubanos hasta el último centavo. No importa si se tiene mucho o poco: todo le conviene a la insaciable centrífuga totalitaria.

Cuando Fidel Castro secuestró el poder, una de sus primeras arbitrariedades fue despojar a las personas de su patrimonio. Fingiendo una denuncia inverosímil (una de las más manidas, por ejemplo, era que había un “contrarrevolucionario” escondido) allanaban la vivienda para echar mano a los objetos de valor. Inflamaba al populacho vociferando que había que “siquitrillar” a los “explotadores.

Por cierto, esta práctica ha perdurado con los años, pues aún hoy propician arbitrarios registros para arrasar con todo lo que ven. Sus víctimas no son solamente los opositores –como le ocurrió hace poco a Librado Linares, a quien le robaron el móvil y el dinero que tenía en el bolsillo–, sino también comerciantes y emprendedores caídos en desgracia, pues las ambiguas leyes frenan cualquier iniciativa comercial.

Al mismo tiempo a los que iban a emigrar les confiscaban sus cuentas bancarias y sus bienes. Con esta finalidad se creó el Instituto de Recuperación de Valores del Estado (o simplemente Recuperación de Valores), una cuadrilla dedicada a inventariar y saquear de las residencias prendas, obras de arte, muebles, vajillas, hasta la ropa y los zapatos, nuevos o de uso. En fin, todo lo que sirviera para engrosar las arcas del nuevo gobierno. Desde entonces y hasta hace pocos años, los que iban a emigrar tenían prohibido disponer de sus bienes después del inventario.

En 1987 nos estafaron metales preciosos y reliquias en las Casas de Cambio del Oro y la Plata. Como estábamos hambreados y mal vestidos, a aquellos tasadores incondicionales al régimen y con mañas de psicólogos no les fue difícil convencernos de malbaratar nuestros relojes, platería y otras reliquias por unos cheques inventados. Aquel dinero de mentira –muy por debajo del valor real de la pieza– había que gastarlo íntegramente en la pacotilla que nos tocara cuando después de horas de cola lográramos entrar a la tienda. No se podía fragmentar, y no se podía saber de antemano qué artículos había ese día.

Según argumentaron, el objetivo de aquel trueque era “respaldar el peso cubano con oro”. Sin embargo, a pesar de las cantidades ingentes de metales preciosos que nos birló el gobierno, el peso cubano sigue tan débil como entonces.

En los noventas, cuando Fidel Castro declaró el Período Especial, autorizó las remesas familiares –hasta el momento los cubanos en el exilio (la llamada comunidad) le mandaban el dinero a sus familiares a escondidas–. Y para sacarnos los dólares, nos permitió el acceso a las tiendas que hasta entonces nos estaban vedadas, además de crear nuevos establecimientos.

En aquel entonces se les había cerrado la ubre rusa. Para recoger los dólares idearon el método de imprimir CUC (que el pueblo rápidamente bautizó como chavitos, por ser dinero de juguete). Hoy se ven en un trance semejante, pues se hace cada vez más evidente que la cornucopia venezolana ya no está disponible. Para poder comercializar  necesitan desesperadamente el dinero de los traidores que abandonaron el país y que ante la hambruna, ayudan a sus seres queridos, situación que es aprovechada por los parásitos comunistas para conseguir divisas con un nuevo y tenebroso método: vender electrodomésticos, comida, artículos de limpieza y de ferretería mediante tarjetas magnéticas que operan en moneda libremente convertible (MLC). Pero de lo que sí estamos convencidos una gran parte de los cubanos es de que ni con el dinero del enemigo el país saldrá adelante, porque el sistema comunista no funciona. Vivir para ver.

Ahora bien, en los primeros años de dictadura, los allanamientos y la rapiña eran perpetrados al unísono con fusilamientos masivos. De esa manera se aseguraba que el pueblo permaneciera embotado por el terror. Hoy, como los tiempos son otros, por orden de Raúl Castro, para que sirvan de escarmiento, los registros y confiscaciones a trabajadores privados escogidos como chivo expiatorio son exhibidos en el noticiero estelar.

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El principal peligro de la “nueva normalidad dolarizada”

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Así se encuentran muchos cubanos que no manejan dólares: mirando desde fuera de la tienda (foto Archivo)

LA HABANA, Cuba. – Como señalé hace un tiempo en estas mismas páginas, no son tres monedas las que circulan en Cuba sino cuatro: el peso cubano (CUP), el peso cubano convertible (CUC), la Carta de Liquidez (CL) y el dólar estadounidense (USD). También insistí en este mismo espacio sobre la posibilidad de que el USD terminara extendiéndose a toda la economía y, lo que fuera un experimento en una decena de tiendas en todo el país, terminara convertido en la norma.

Como todo rumor que se deja correr desde “arriba” con el propósito de sondear reacciones, la medida finalmente se volvió real. Y ha llegado para decirnos mucho sobre cuán catastrófico es el escenario económico y, por ende, cuán tensa es la situación política que enfrenta el régimen comunista, quizás mucho más en peligro de quebrar definitivamente que en los años 90 cuando la única opción de protesta era tomar las calles, y la fuente de “información” eran solo el periódico Granma y el NTV, ambos extensiones del departamento ideológico del Partido Comunista.

Se ha agudizado el descontento popular a pesar de que con la eliminación del gravamen al dólar, al igual que con la promesa de dos libras más de arroz, han buscado aliviar el dolor y la letalidad de la “puñalada trapera”.

Hoy la pluralidad de opiniones en las redes sociales más el crecimiento y diversificación de los medios de prensa independientes han complicado la ecuación. También el incremento de cubanos y cubanas que viven en el exilio —no importa si este es económico, político o de la índole que sea— y cargan sobre sus hombros la responsabilidad de no dejar morir de hambre a la familia que han dejado atrás.

Todos ellos suman millones de personas a los que se hace muy difícil convencer de que el mismo partido comunista que, debido a los constantes fracasos, los obligó a separarse de las familias y seres queridos, será el que conduzca a Cuba con éxito hacia la prosperidad. Ya el cuento para hacer dormir a los “niños” no es efectivo y el llanto en tono de perreta comienza a enloquecer a “papá”.

No es difícil intuir cuál será el próximo paso a dar por los “actores principales” del “sistema”. Sólo hay que recordar lo que sucedió en los años 90 con las “reformas” económicas y cómo se tradujeron estas en el orden político y cuáles fueron sus efectos más visibles.

Las transformaciones económicas de los años 90 no llegaron para ofrecer posibilidades de prosperidad para todos. Por el contrario, se enfatizaron aún más las diferencias de castas sociales establecidas desde los años 60, agregándose al problema el uso legal del dólar como privilegio.

Para frenar el descontento creciente y prevenir la posibilidad de un estallido, se lanzó una de las mayores ofensivas contra los grupos opositores, en especial contra la prensa independiente, y este es el punto que hoy no deberíamos desatender.

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(foto cortesía del autor)

Los años 90 comenzaron con reformas económicas pero también con terror. Hubo sangre de fusilamientos de generales “traidores” y cárcel a la disidencia. Así, se hizo evidente que tales transformaciones no fueron espontáneas, mucho menos nacidas de una voluntad de evolucionar políticamente sino de un afán de mantener un status quo “al precio que fuera necesario”.

En tal sentido, sería un error muy grave pensar que esas presiones que hoy reciben desde el interior y el exterior y que se han hecho más visibles en las redes sociales no serán respondidas con los mismos métodos de la década del 90, incluso con otras estrategias “nuevas”, cuya posibilidad de ser usadas fue “sugerida”.

Fijémonos en que el anuncio de la dolarización llegó precedido en el discurso de Miguel Díaz-Canel de un extensa diatriba contra la oposición, la prensa independiente y las opiniones de disenso en redes sociales.

Ese mismo día el vicepresidente Salvador Mesa concluyó su intervención televisiva advirtiendo que “ningún patriota” quedará desamparado con las nuevas medidas económicas pero sabemos quiénes son los cubanos y cubanas que caben en ese su concepto de “patriota”, más cuando el artículo 42 de la Nueva Constitución de la República, donde se habla de igualdades ante la ley, no incluye la libertad ideológica como un derecho.

Hace unos días se hizo oficial lo que solo circulaba en rumores. El dragón de cuatro cabezas, aunque maltrecho, continúa atemorizando a una sociedad que se ha despertado esta semana en medio de uno de los peores escenarios donde nadie en este planeta quisiera estar, es decir, atrapado en una Cuba donde la moneda con que te pagan el salario no sirve de mucho, y con un gobierno que cada día te recuerda que para sobrevivir deberás emigrar y, si aún mantuvieras lazos sentimentales y la pretensión de ayudar a los tuyos, convertirte en un emisor de remesas.

Ya no queda casi nadie dentro y fuera de Cuba que no se haya percatado de lo que es más que evidente. La economía cubana ha sido planificada como se planea un secuestro multitudinario y con la meticulosidad de un profesional del crimen. No está diseñada para crecer por sí misma liberando trabas, proscribiendo prejuicios políticos ni desbloqueando tozudeces ideológicas sino para parasitar una colonia de hormigas obreras.

Cada familia, para sobrevivir, está obligada a crear su propio emisor de remesas, ya sea lanzándose al mar en una balsa, casándose con un extranjero, contratándose como mano de obra barata o aceptando puestos en el gobierno que le permitan “respirar aire fresco”, es decir, entrar y salir de un país asfixiante, venenoso, mortal.

En estos últimos días han quedado algo más claras las reglas de ese juego terrorífico que han nombrado “nueva normalidad” y a la que habría que agregar varios otros adjetivos como “dolarizada”, “más vigilada”, “ más controlada” pero sobre todo, “más retrógrada”.

No solo han filtrado un audio donde se escucha a varios funcionarios del Instituto Cubano de Radio y Televisión ofreciendo pruebas de que la mentalidad del régimen comunista continúa anclada en el oscurantismo de los años 70, y que la manipulación ideológica seguirá estando por encima de las individualidades, el bienestar y la economía sino que también hemos asistido a la consagración del “poder absoluto del dólar” y, por tanto, a la obligatoriedad de emigrar, prostituirse, delinquir o aceptar contratos de trabajo abusivos si queremos comer.

Ya ni siquiera vestir, pasear, comprar una casa sino comer, y comer lo esencial para continuar con…, bueno, con “eso” que no sé si llamarlo “vida”.

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Tiendas en divisas: el régimen vuelve a reírse del pueblo

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Santa Clara. Cola para entrar a tienda en divisas (foto archivo)

LA HABANA, Cuba. – El fundador de la dinastía castrista inició el proceso que, tras varios decenios de calamidades, condujo a Cuba hasta el desastre en el que hoy está sumido nuestro pueblo. Por consiguiente, tenemos todo el derecho a pensar que su gestión como gobernante fue funesta. Pero hay algo en lo que pocos líderes mundiales pueden parangonarse con él: su habilidad para crear expresiones aladas.

“Desaparezca la filosofía del despojo y habrá desaparecido la filosofía de la guerra”, fue una de ellas. Lástima que suceda con esa frase lo mismo que con las exhortaciones que hasta hoy hacen sus herederos sobre la necesidad de usar el diálogo y la negociación para reducir las tensiones: Sólo las aplican —en principio, al menos— a las relaciones internacionales; a sus súbditos que piensan diferente sólo les ofrecen oídos sordos y represión.

Constatamos que la rapiña ha sido una constante en las políticas económicas del castrismo. Las llamadas “nacionalizaciones” de los años iniciales son una manifestación indubitada de esa vocación. Pero consideraciones generales como ésta que acabo de hacer podrían conducirnos a un árido debate teórico de carácter político, ideológico y aun filosófico con quienes todavía creen que las confiscaciones a favor del Estado pueden constituir una fuente de bienestar y prosperidad para todos.

Por eso, en este trabajo, me limitaré a recordar algunas de las rapacerías concretas perpetradas por el régimen cubano. Al hacerlo, jamás debemos perder de vista que muchos de esos actos de despojo —al menos en los años iniciales— tuvieron como premisa la credulidad del cubano de a pie, e incluso el apoyo incondicional que por entonces muchos brindaban a ese mismo régimen.

Comencemos por la quema de “El Encanto” en abril de 1961. Esta tienda habanera, considerada la más lujosa de toda Cuba, fue destruida por anticomunistas. De inmediato surgió desde el gobierno la iniciativa de erigir un nuevo comercio, más hermoso, con más pisos y mejor surtido que el incendiado.

Menudearon las colectas, y los trabajadores —de buena o mala gana— donaron días de haber. Se recaudaron millones de pesos. En lugar del imponente edificio prometido, se fabricó un modesto parque. Éste lleva el nombre oficial de “Fe del Valle”, trabajadora víctima de las llamas. Pero los capitalinos prefieren llamarlo “Parque de la Gran Estafa”…

Algo parecido sucedió con las imponentes recogidas de dinero para “La Industrialización”. Por sus características, esta campaña fue más larga y rentable que la antes mencionada. También inspiró mayores esperanzas en los cándidos: En definitiva, se suponía que el proceso prometido pusiera punto final en la Isla al flagelo del desempleo.

Hasta un ministerio se creó con ese fin. A su frente se puso al sanguinario guerrillero que admiraba a los hombres convertidos en “frías máquinas de matar”. Un señor laborioso al extremo, pero de resultados nulos. De nuevo el sarcasmo sirvió de válvula de escape a los cubanos. Sólo que, en esta ocasión, la ironía tuvo una expresión gestual y no verbal: Al hablar de la mentirosa “Industrialización”, nuestros compatriotas hacían el gesto de sacudirse de los hombros un imaginario hollín…

Después llegó el turno a la recogida de los metales preciosos. De inicio, la propaganda comunista se centró en los tontos útiles. Las convicciones revolucionarias de la mayoría fueron manipuladas para que los simpatizantes entregaran las alhajas familiares, cuya posesión siempre constituyó una tradición del cubano con capacidad económica para ello.

Una vez agotado ese generoso filón, tocó el turno a los que no se habían desprendido de sus joyas. Aquí estaban incluidos no pocos que se consideraban “revolucionarios, pero no verracos”. Para éstos se instaló una cadena de comercios de título rimbombante: “Casas de Cambio del Oro y la Plata”. En esta etapa, la entrega de los codiciados metales se traducía en el derecho a comprar artículos que son comunes en cualquier otro país. Pero el sistema económico socialista (de probadísima eficacia en ese terreno) los había hecho desaparecer de las tiendas, y ahora los vendía, literalmente, a precio de oro…

Una vez más el ingenio de Liborio Pérez, personificación del cubano, les dio a esas instituciones un nombre más ocurrente: “Casas de Hernán Cortés”. En efecto, los compatriotas nuestros que acudían a esos centros de expolio se asemejaban a los incautos indígenas americanos, que entregaban a los “descubridores” muchas pepitas de oro a cambio de baratijas…

Otro capítulo del latrocinio castrista resultó mucho más breve y reducido, pero no menos jugoso. Me refiero al que sufrieron los dueños de vehículos antiguos que mantuvieran sus piezas originales en buen estado. El furor que se despertó en todo el mundo por esos carros museables, fue bien aprovechado por el régimen, que emboscó a los pocos cubanos poseedores de esos verdaderos clásicos.

En este caso no fue menester recurrir a improvisados tasadores marrulleros. El trueque que se ofrecía era transparente: El dueño del vehículo lo entregaba, y a cambio recibía un “Lada” nuevo. La diferencia en los precios internacionales (que bien podía alcanzar los cientos de miles de dólares) se la embolsillaban limpiamente los castristas…

Estas remembranzas resultan oportunas ahora, cuando el régimen, despojándose de una nueva careta, acaba de abrir tiendas en las que ninguno de los dos pesos cubanos (ni el “nacional” ni el “convertible”) tendrá validez. En la nueva red comercial, sólo serán aceptados el dólar, el euro y algunas otras monedas que en verdad merecen el calificativo de libremente convertibles.

Artículos que se suponían desaparecidos (incluyendo distintos tipos de carnes) han resucitado como por arte de magia. Quien desee adquirirlos tendrá que desprenderse de las verdaderas divisas que posea. Los “chavitos” (sin excluir los que a modo de “estímulo” devengan algunos trabajadores privilegiados por el régimen), seguirán revelando toda su impotencia, y conservarán su validez sólo en los comercios signados por el desabastecimiento y las grandes colas.

Lo que jamás estará en falta será la retórica comunista. Recordemos la pregunta que se formuló hace unas horas el presidente designado Miguel Díaz-Canel: “¿Se puede cuestionar de apartheid económico a un país donde el gobierno todos los días se preocupa por cómo les llega la mayor parte de las cosas a todos por igual?”.

Algún cubano descreído podría contestarle: Muchas gracias por la preocupación, señor Presidente. Pero, en el ínterin, veré qué hago para conseguir algunos ejemplares de la “moneda del enemigo”.

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Cuba: abrirán tiendas para vender en divisas y autorizarán importaciones

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Cuba: abrirán tiendas para vender en divisas y autorizarán importaciones

MIAMI, Estados Unidos.- El régimen cubano autorizará la compra de electrodomésticos, partes y piezas de carros y otras mercancías en divisas convertibles, como parte de un nuevo paquete de medidas económicas anunciado este martes en el programa televisivo Mesa Redonda.

Este servicio “se habilitará en más de 70 tiendas mediante tarjetas magnéticas”, dijo en el programa oficialista Salvador Valdés Mesa, vicepresidente de la República, y agregó que ahora se “abre la posibilidad” en Cuba de que personas naturales importen determinados productos a través de empresas estatales.

Los establecimientos encargados de este tipo de comercialización en “moneda convertible” se distribuirán por todo el país y llegarán a ser 77, en los cuales los clientes deberán pagar con las mencionadas tarjetas magnéticas, asociadas a cuentas estatales fijadas en dólares.

Con estas medidas el gobierno de La Habana autoriza a los cubanos a importar los productos que ellos escojan y aprueben previamente, los que llegarán a la Isla a través de empresas estatales importadoras, pues según el vicepresidente, hay un crecimiento en la tendencia a la importación de mercancías sin carácter comercial por personas naturales, pero estas mercancías “entran en un marco de legalidad al país y luego de ser recepcionadas se comercializan de manera irregular”.

“El dinero que está saliendo para adquirir esos productos se estima en cifras significativas, y debemos captarlo como fuente de divisas para reaprovisionar nuestra industria, las cadenas de tiendas; en fin, nuestro mercado”, dijo Valdés Mesa.

Al respecto, Valdés Mesa también explicó que “con el propósito de asegurar a la población los productos básicos de alimentación, aseo personal y limpieza, y ante el déficit de moneda libremente convertible (MLC), se hizo necesario reducir las compras de equipos electrodomésticos de gama media y alta, lo cual propició, en alguna medida, la importación de esos artículos por personas naturales que viajan al exterior y lo traen al país”.

No faltó el momento en el que, en cadena nacional, el gobierno cubano volvió a culpar a Estados Unidos de la crisis por la que pasa la Isla, a causa de las nuevas sanciones y de la reducción de las remesas que entran al país.

“Los precios que se ofertarán serán competitivos con los existentes en el mercado minorista de los países de nuestra área geográfica. No serán precios fijos, pero tampoco serán recaudatorios”, dijo Valdés Mesa, quien anunció también que el gobierno de Cuba “permitirá además que las personas reciban remesas desde el exterior en sus tarjetas magnéticas habilitadas para adquirir productos en esas nuevas tiendas”.

Según las declaraciones de los altos directivos cubanos presentes en el programa, no hay ningún cambio en las regulaciones aduaneras, y “las medidas identificadas buscan respaldar la demanda interna, a partir de aprovechar las oportunidades que tiene el país”.

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