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Esposa de un detenido el 11J: “Aquí están haciendo lo que se les pega la gana”

Yanelkys testimonio

LA HABANA, Cuba.- Luego de 14 días esperando para ver el expediente penal de Yoendri Fornari Pérez, el primero de agosto Yanelkys Verdecia Rivero pudo al fin confirmar que las pruebas por las que acusan a su esposo del delito de “desorden público” son falsas.

“Cuando (el abogado) nos lee formalmente las pruebas se nos informa que mi esposo fue detenido en los corredores del néctar, que vestía un pantalón de camuflaje y un pulóver a rayas, y que gritaba consignas en contra de la revolución, y que además de eso se resistió al arresto. Y por si eso no fuera poco, que era una persona de muy mala reputación en el barrio. Todo lo contrario a lo sucedido, mi esposo vestía un short negro y un pulóver blanco, y fue detenido en la calle Maso, con una lejanía y diferencia extrema”, explica.

Fornari Pérez regresaba de casa de su padre, como suele hacer los fines de semana, por la calle Maso, en Manzanillo, provincia Granma, cuando vio el desfile de gente manifestándose. En el video de su detención, grabado por una vecina, se ve cómo dos policías lo toman cada uno por un brazo. En el momento en que lo montan en la patrulla 526, los vecinos gritan: “¡Mira cómo le hacen, mira, si son descarados! ¡Abusador!” Yoendri iba sin nasobuco, porque se le cayó mientras lo detenían, y así lo trasladaron hasta la estación.

“Uno no sabe que eso existe hasta que pasa por estos momentos”, dice Yanelkys refiriéndose a las irregularidades constantes en el proceso penal de su esposo. “Todos los procedimientos los están violando, aquí están haciendo lo que se les pega la gana”.

Solo para ver el expediente Yanelkys confiesa que fue “una guerra constante”. “No lo dejaban ver, y no es que no lo dejaban ver, es que ponían excusas, que si estaba para Bayamo, que si lo estaba revisando Fiscalía, que si estaba aquí, que si estaba allá. Entonces todos los abogados, porque para todos los detenidos es el mismo expediente, presentaron una queja y al momento les avisaron que ya estaba disponible para revisar”. Fue cuando notó que a Fornari Pérez lo describían como si fuera otra persona.

“Todas esas pruebas que tienen son pruebas hechas a su favor. Son personas que escogen al azar para que sirvan de testigos, personas del MININT (Ministerio del Interior). Fíjate que las pruebas que según ellos tienen no se las enseñan a los acusados. Dicen que tienen videos, y el abogado pidió que se lo enseñaran y no quisieron. Y cuando tú les reclamas ellos no saben ni qué decir porque no tienen argumentos”, afirma Yanelkys.

Hasta el momento ni ella ni su suegra han podido ver a Yoendri, desde la mañana del domingo 11 cuando salió de la casa a visitar a su padre. Primero no lo dejaban ver, y luego lo trasladaron para Bayamo, a una hora y media en carro desde Manzanillo. Para su familia es imposible verlo, pues con las restricciones de movilidad por la COVID-19, en la provincia está suspendida la transportación estatal y particular.

“Su cumpleaños fue el 22 de julio, y hablamos para que nos lo dejaran ver, y no quisieron, no nos dejaron verlo”, dice Yanelkys en un audio por Whatsapp. Hace un silencio y rompe a llorar. “Pasó su cumpleaños ahí solito como un perro, maltratado como un perro, como lo peor de Dios”.

Yoendri llama un día sí y otro no. Le cuenta a su esposa y a su madre que está con otras cuatro personas, en un espacio pequeño donde no se puede mover mucho. Estuvo hace unos días con diarreas, y no le administraron ningún medicamento, solo unas sales de rehidratación. Finalmente le dejaron pasar unas pastillas, y mejoró.

“Yo tengo muy mala espina en todo esto. Es como que el proceso lo están tratando de retener. No hay transparencia, no hay legalidad, nada. No confío en nadie, no confío en nadie -repite Yanelkys-. Estos procesos están borrosos, no siento que avancen. Sí te asesoran legalmente, te llaman de Fiscalía, pero nadie te habla claro, aun teniendo pruebas (de la inocencia de Yoendri) nadie te habla claro”.

En estos momentos la familia espera respuesta por un cambio de medida cautelar, que debe llegar la semana próxima. Yanelkys confía en la palabra de Dios, y espera que Yoendri pueda salir de esta. Espera verlo en casa, como esperó la noche del domingo 11, confiada, porque según los testigos su esposo solo estaba grabando.

Durante toda la conversación Yanelkys insiste, Yoendri no es un delincuente, nunca ha estado preso, no tiene antecedentes penales, ni mala reputación, como dice su expediente; a pesar de que en las investigaciones los vecinos alegaron de su buen comportamiento. Insiste, su esposo es un joven de 33 años que se gana la vida criando puercos, nada más.

En su foto de Whatsapp, Yanelkys tiene una imagen de una almohada blanca con un letrero que dice: “No hay almohada tan suave como la conciencia limpia”.

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‘Memorias de 100 y Aldabó’ será compartido de forma gratuita

(mercadolibre.com)

MIAMI, Estados Unidos.- El libro Memorias de 100 y Aldabó será compartido gratuitamente “para que todo el mundo sepa de primera mano lo que es el régimen castrista y lo que es 100 y Aldabó”, ha indicado su autor, el cubano Andy P. Villa.

“Ahora que se cumplió el noveno aniversario de mi detención allí me vino la idea de compartir el libro gratuitamente”, ha dicho Villa.

La introducción al testimonio de Villa dice: “Si eres de los que ha oído hablar de la crueldad del régimen castrista, de lo infernal de sus cárceles y de sus métodos de tortura física y psicológica, pero no conoces los detalles, este libro es para ti”.

“Pero si eres de los que aún cree en el mito de la Revolución Cubana, tienes a su líder como un ídolo y como un paradigma de revolucionario, y eres de los que piensa que ese sistema tiene grandes logros sociales, instituciones al servicio del pueblo y respeta los derechos humanos, este libro no es para ti, pues quedarás decepcionado al terminar de leerlo”, agrega.

Memorias de 100 y Aldabó se compone de un capítulo de ficción y otros 22 ajustados fielmente a la realidad.

El texto constituye “un testimonio de mi paso por la prisión del DTI (Departamento Técnico de Investigaciones) Nacional del Ministerio del Interior de Cuba (MININT), renombrado recientemente como: DIVICO (División de Investigación Criminal y Operaciones), conocida popularmente como: ‘100 y Aldabó’ por la dirección donde se ubica”.




“Así perdí a mi hijo”

Delia Otero (Foto: María Matienzo)

LA HABANA, Cuba.- Reidel García Otero, recluso de Valle Grande, murió el 23 de enero a los 30 años de edad. A Delia Otero González, su madre, le dijeron todo el tiempo que “solo tenía catarro”.

“No voy a permitir que nadie me diga que mi hijo estaba enfermo porque mis dos niños son sanos”, afirma la madre no solo de Reidel sino de su hermano gemelo quien también después de los sucesos ha bajado de peso considerablemente. “No son ni de tener problemas de salud ni de tomar medicamentos y nunca han esta ingresados”.

Reidel García Otero estudió contabilidad en la escuela “Amistad cubano-soviética” y trabajaba desde los 18 años en la carpintería militar que todos conocen como “la Gaspar de la Yuri”. Allí varios carpinteros cometieron el delito de hacer trabajos “por fuera”, cuenta la madre de Reidel. “Mi hijo aceptó que había trabajado como ayudante en tres casas en Viñales y entregó las cosas que compramos aquí en la casa con el dinero que ganó, y como era el contador ellos querían que explicara más, pero mi hijo les decía que le preguntara a los demás si querían saber más”.

Luego de una semana en la prisión de Reloj Club lo trasladaron a Valle Grande en octubre del año pasado, con el fin de mantenerlo bajo custodia mientras se desarrollaba la investigación que culminaría en un juicio donde los acusados no tendrían derecho a abogados porque la empresa donde se cometió el supuesto delito es militar.

“Cuando supe que estaba en Valle Grande fui a ver a una de las fiscales”, cuenta Delia, quien suplicó por la suerte de Reidel. “Le conté lo que son para mí mis hijos, lo que me había costado tenerlos”, pero la fiscal le contestó “simple y llanamente que eso no era una decisión de ella y que de todas maneras él estaba donde tenía que estar”. Nadie quiso escuchar que los jóvenes como él llegan a esos extremos porque los salarios no les alcanza para nada.

Cuando empezaron las visitas descubrió que con el régimen carcelario de “baja seguridad” al que supuestamente responde la prisión de Valle Grande, solo pueden coger sol dos veces al día, que es un lugar “muy húmedo y frío”, pero el día 10 de enero “él estaba en perfectas condiciones”.

Delia Otero, quien siempre intentaba parecer fuerte, el lunes 15 se levantó con un mal presentimiento.

Reidel y su hermano gemelo de niños (Foto: María Matienzo)

“Hoy Reidel no va a llamar”, le comentó a su esposo, y así fue. Comenzó una pesadilla pero nunca pensó que fuera a tener el final que tuvo.

El martes fue a fiscalía pensando que solo lo habían trasladado por el proceso de investigación.

“Hubo un viaje (una vez) que no me llamó y logré que me dijeran que lo habían llevado para 100 y Aldabó”. Comparte el terror que le generó que su hijo estuviera en “ese lugar” por los cuentos de torturas. “Allí estuvieron cuatro días en celdas de castigo hasta que regresaron el domingo y enseguida me llamó”, pero en esta ocasión ni en la misma fiscalía sabían decirle, por lo que fue directamente a la prisión.

En Valle Grande entonces ve a “Mercedes en Atención a la Población y me dice que va a averiguar”, añade Otero.

Cuenta que Mercedes regresa con la reeducadora, Neivis, y le aseguran que estaba bien, “que lo que tiene es catarro, me dice además que allí todos tenían catarro porque el lugar es muy frío y me da una notica de mi hijo”, en la notica Reidel pedía que le llevara vitamina C, Cogrip, duralgina y jarabe, todos medicamentos necesarios para combatir un estado gripal, y se fue más tranquila.

La vitamina C no la encontraron en las farmacias y tuvieron que comprarla en divisa, por lo que no le dio tiempo regresar ese mismo día.

Al día siguiente le llevaron los medicamentos con las indicaciones de cómo tomarlos, pero no le aceptan el jarabe porque no estaba sellado. El jueves, cuando fueron a llevarle el jarabe, descubrieron que las medicinas nunca llegaron a su hijo y la justificación fue que los encargados de llevar los medicamentos eran los médicos y hacía dos días que no pasaban.

El viernes recibió una llamada del padre del otro preso con la alarma de que su hijo estaba muy mal.

“No atiné a nada, me puse lo primero que encontré”. Delia revive el desespero que padeció aquel día: “Cuando llego intentó localizar al jefe de la unidad porque yo necesitaba ver a mi hijo, pero quien estaba era un capitán y me manda a decir que estaba en una reunión de cuadros, después iba a almorzar y después tenía otra reunión”. Ella decidió que se quedaría allí hasta que le dejaran ver a su hijo.

Reidel en una cama del hospital Covadonga, donde falleció (Cortesía)

En esa espera también ve a una doctora de la prisión y la llama con la esperanza de que supiera sobre el estado de su hijo y que le hiciera llegar un abrigo. La doctora la tranquiliza diciéndole que Reidel lo que tenía era solo catarro, después descubrió que esa misma doctora fue quien lo llevó para el hospital.

Pero Delia no se explica cómo la doctora le dijo que su hijo tenía solo catarro y minutos después la oficial de Atención a la Población le informó que a su hijo se lo habían llevado para la conocida Covadonga, hospital Salvador Allende.

“Quiere decir que estando yo ahí parada mi hijo salió en una ambulancia”, y cuando llegan al hospital reconocen a la doctora que les había brindado la información falsa y que tampoco pudo decirle sobre el estado de su hijo ni dónde lo tenían en ese momento.

La recepcionista fue quien el anunció que había llegado “muy malito”, y que lo tenían en la sala de observaciones, en cuidados especiales. “Lo primero que le veo son los pies y el doctor Silvio me dijo que mi hijo llegado con 15 de presión, con los pies cianóticos, con un paro respiratorio”.

Delia todavía está esperando la explicación, por parte de la prisión, de por qué su hijo llegó así al hospital. “Todo el tiempo estuvo en coma, entubado y ventilado, con shock séptico, extremadamente crítico, pero en las condiciones en que llegó ni siquiera podían trasladarlo a terapia intensiva”.

Luego en terapia estuvo Reidel cinco días, hasta el 23 de enero a las 2 y 35 cuando falleció, después de cinco paros respiratorios, ya con sus pies, manos y orejas necrosados.

Según la madre, el angiólogo le dijo que si se hubiese salvado “habría que haberle amputado sus piernas, y que su afectación cerebral era muy grande”.

“Cuando supe del quinto paro le pedí a Dios que se le llevara, que estaba llevando una muerte muy triste, muy dolorosa, y él no se merecía eso”, dice Delia.

La madre está muy agradecida con los médicos de la Covadonga porque intentaron sacar de la muerte a su hijo. “No se explicaron cómo un muchacho tan joven pudo llegar en esas condiciones”. Asimismo se pregunta qué hicieron los médicos de la prisión de Valle Grande porque “nadie se puede morir de una neumonía, si lo hubiera auscultado, si se hubieran preocupado, pero así perdí yo a mi hijo”.

Método para Reidel (Foto: María Matienzo)

Tampoco sabe por qué el doctor de prisión, Jorge Mario González Fleites, con el número de identificación médica M173339, le recetó Metocarbamol, un relajante muscular, y vitaminas B11 y B12, días alternos, si su hijo solo tenía catarro.

En la 4ta Unidad de Policía, a donde pertenece el hospital, practicaron la autopsia, del cual aún no están los resultados. “Nadie me puede decir que mi hijo tenía alguna enfermedad crónica porque mi hijo es un muchacho sano”.

El cuerpo fue cremado por lo que tendrá que confiar en la ética de los forenses que la practicaron.

Aun no puede acusar formalmente, pero ya envió cartas al Ministerio del Interior, al Consejo de Estado, a la Federación de Mujeres Cubanas, a la sede de las Naciones Unidas en Cuba, a la CNN, y a 15 y K que “es donde está (el Departamento de) Prisiones”.

También escribió al Ministerio de Salud Pública porque “alguien tiene que hacerse responsable por esto, porque es increíble que ese niño haya llegado el 19 y que tres días después, porque le presentamos una queja a Servicios Médicos del MINIT es que empiezan a interesarse por el caso”.

“¿Cómo te puede caber en la mente que tú seas responsable de toda esa gente que está allí, que lo lleves en las condiciones en que llevaron a mi hijo y que no haya una representación máxima allí presente para meterme un tiro o para decirme que ellos son responsables y que tiene que saber?”, se pregunta.

Delia Otero supo de dos casos más en la misma situación de su hijo y en los que después “no pasó nada”. Sin embargo ella siente que tiene la obligación de contar la historia de su hijo a quien quiera escucharla para que otras madres sepan.

Delia no espera ni siquiera justicia, solo que la escuchen: “Tengo un dolor muy grande. Yo me hubiese arrancado mi vida con mis manos para dársela a mi hijo”.

Los medicamentos que nunca llegaron a Reidel (Foto: María Matienzo)




La denuncia de un ex preso político cubano

Ernesto Díaz Rodríguez (Facts About Cuban Exiles)

LA HABANA, Cuba.- La inmensa mayoría de los cubanos que vivimos dentro de nuestra isla, (esta cárcel gigante con rejas de agua), carecemos de información fidedigna, sobre cómo fue y es aun el presidio político en Cuba.

Leí, gracias a una amiga, hace pocos días, el libro Rehenes de Castro, del ex preso político y “plantado” Ernesto Díaz Rodríguez, publicado por Linden Lane Press, Miami, en 1995.

Esta impresionante obra narra, con lujo de detalles, los horrores vividos por el autor, junto a otros muchos opositores, dentro de las distintas prisiones por las que transitó durante 22 años.

El texto hilvana aquellos acontecimientos que más lo impactaron durante su largo encierro, que culminó con su excarcelación, el 23 de marzo de 1991.

Ernesto Díaz nació el 11 de noviembre de 1939 en el poblado de Cojímar, en La Habana. Fue un simple pescador. Desencantado del rumbo que tomó el proceso revolucionario, emigró a los Estados Unidos en una pequeña embarcación.

En ese país se integró al grupo de acción por la libertad de Cuba Alpha 66, donde llegó a ser uno de sus principales dirigentes. Realizó varias incursiones clandestinas al país, hasta ser detenido en una de ellas, en Pinar del Río, y sentenciado en dos condenas a 40 años de cárcel.

La primera frase del texto es un indicio del resto de su exposición. Así comienza: “La historia del presidio político en Cuba está escrita con sangre”. Y agrega, algunas líneas después: “Por eso, denunciar la verdad de este ‘Gulag’ caribeño es una obligación, para mí impostergable”.

Subraya, en numerosas ocasiones, la aplicación de los métodos empleados por los militares, carceleros y oficiales de la Seguridad del Estado contra los presos. Las intimidaciones, ofensas, maltratos físicos y psicológicos, las brutales golpizas con palos y cadenas, pateaduras, el encierro en celdas de castigo tapiadas, donde les suprimen los cuidados de la salud, las medicinas y el racionamiento de la alimentación, se encuentran entre las mayores atrocidades cometidas.

Como respuestas de los presos a las crueldades y arbitrariedades cometidas contra ellos, para reclamar sus derechos, se encontraban las huelgas de hambre. Ernesto Díaz, junto a Eloy Gutiérrez Menoyo, Julio Ruiz Pitaluga, Sergio Montes de Oca Gil y otros, organizaron en varias ocasiones este tipo de lucha. Una efectuada en la prisión de Boniato, por varios meses, casi los conduce a la muerte.

Uno de los muchos ejemplos del trato inhumano por los esbirros del régimen comunista podemos extraerlo de un párrafo de la página 55. Expone aquí cómo eran los pabellones de castigo en el “Combinado del Este”, que la Dirección Penal nombró “disciplinaria” y los detenidos con ironía le llamaron “los Derechos Humanos”.

Es horrenda la descripción de dichas celdas: “Cada calabozo tenía 2,33 metros de largo. Su ancho era de 1,40 metros, y su altura de 2,43 metros”.

Foto de Ernesto Díaz Rodríguez durante una huelga de hambre en cárceles cubanas y que aparece en su libro testimonio (Cortesía)

Añade también que no tenían luz y agua, excepto cuando los carceleros la ponían unos quince minutos al día como máximo.

La cama era una plancha de hormigón áspera, que dañaba la piel e impedía dormir más de media hora sin cambiar de posición. No tenían almohada, que sustituían por sus zapatos sin cordones.

La ropa permitida era nada más que un calzoncillo, por lo cual estaban casi desnudos. En invierno, el frío los helaba y en verano el calor era insoportable porque casi no tenían ni oxígeno para su ventilación.

Un hecho escalofriante que narra Ernesto Díaz es cómo el único médico “plantado” del presidio, el Dr. Alberto Fibla, homenajeaba cada 30 de agosto, en cualquier lugar en que se encontrara, a los 475 compañeros de la causa Nº 455/62 vilmente fusilados en la fortaleza militar de La Cabaña. La pregunta más espeluznante, sin respuesta, es: ¿Cuántas víctimas en total fueron ultimadas?

Resulta imposible reseñar, en tan corto espacio, todo este trascendental testimonio, recogido por este hombre, mientras se encontraba en el presidio. Más que un libro es un documento para los anales de la patria, que aún está por reescribirse.

Ernesto Díaz Rodríguez es también un poeta y narrador. Gran parte de su obra está dedicada a los niños. Cuenta con varios títulos publicados, entre los que se encuentran La campana del alba, Mar de mi infancia y El carrusel, entre otros.

Actualmente, Ernesto Díaz es el dirigente principal de Alpha 66, organización no gubernamental dedicada hoy a la lucha por los derechos humanos.

Durante la próxima Feria del Libro de Miami aparecerá una reedición bilingüe de este libro fundamental. Esto permitirá que muchas personas que no dominan nuestra lengua,conozcan la verdadera historia de Cuba bajo el castrismo.

Por todo lo que hizo y hace, valga decir: ¡Gracias, Ernesto!

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Torturas y vejaciones: testimonios desde una prisión cubana

Sabino Serrano Combinado del Este

BAYAMO, Cuba.- Primero seis, luego dos, y otras tres cartas más engrosan el mazo epistolar, remitido desde Las Mangas, (prisiones municipal y provincial de Granma), conocidas respectivamente como la vieja y la nueva, e informan sobre abusos cometidos por las autoridades en ambas instituciones carcelarias. Algunas citan incluso nombres y cargos de sus protagonistas.

Los remitentes serán protegidos con el anonimato. Arriesgarse a descorrer el grueso velo de corrupción que impera en prisión les puede acarrear severas consecuencias. Las críticas condiciones en que se desenvuelven, los hacen vulnerables a la violencia.

Más allá de la mala calidad de los alimentos que reciben, requisas constantes, deficiente entrega de aseo y vestimenta, el hacinamiento y las pésimas condiciones de vida, declaraciones espeluznantes refieren sobre habituales castigos, golpizas y torturas para los “desobedientes”. “Casi siempre hay alguien en las celdas de castigo y algunos encadenados a las rejas”, refiere una misiva.

También relatan sobre la reclusión junto a personas con enfermedades contagiosas, vendas para fomento en los mismos jarros donde reciben alimentos, falta de higiene en general, ácaros y chinches, comidas en mal estado, brotes diarreicos desatendidos, negación de medicamentos y requisa de los propios.

Los reclusos viven a diario un clima de presiones y agresiones. Amenazas y manipulación de procesos penales y cambios de medida, negación de “pabellón” y visitas, justificadas por cambio de celdas o ausencia en listado, son medios utilizados diariamente por las autoridades penales, buscando colaboración, sumisión o “favores”. Los discordantes son chantajeados, castigados por negarse, o victimas de otro “favor”.

Los “favores” solicitados, pueden variar: desde espiar a otro recluso, hasta propinarle una golpiza de escarmiento, incluyendo robo de pertenencias, plantarles evidencia incriminatoria o armas blancas, difamación, falso testimonio, o cualquier otro tipo de intimidación, abuso o daño personal.

La negación de asistencia médica a reclusos es práctica extendida. Las solicitudes son atendidas de mala gana o negadas por completo. Las dietas médicas también son dadas o negadas a conveniencia.

Relata una carta que un recluso, llamad Miguel Ponce Guerra, requiere una dieta especializada por síndrome de mala absorción intestinal. Pero esta le fue suspendida por un oficial, como castigo a su negativa a golpear a un recluso.

Una entrevista posterior a Niurquis Aleaga Velásquez, esposa de Miguel, aclara la inutilidad de sus reclamaciones. “A él no le han repuesto la dieta, y a mí ni en Atención a Ciudadanía me han hecho caso”, dice, mientras narra su historial reclamatorio ante varias instancias.

“Dondequiera que he reclamado me atiende algún militar, dice que van a solucionarlo, pero nada…, acusar un militar es por gusto. Ellos se tapan sus errores unos a otros”, sentencia Niurquis.

Otra carta narra la desesperada solución de Eddy Llorente Téllez, quien el pasado 9 de octubre fue informado por familiares que su padre se encontraba ingresado en estado crítico, por cáncer terminal. Al serle negado un conduce solicitado para visitarle en el hospital, Eddy se tragó una aguja de coser.

Camión utilizado para trasladar reclusos (Foto: Roberto Rodríguez)

Las autoagresiones son habituales en prisión y ocasionalmente causan víctimas fatales.

Varios escritos refieren las extrañas circunstancias que rodean la muerte del recluso santiaguero Ibrahim Doromán Planas el pasado 28 de septiembre en la prisión provincial. Según las fuentes, Ibrahim presentaba problemas de salud y el día anterior había solicitado ir al puesto médico de la prisión. Horas después le regresaron a la celda, magullado y sangrante.

A la mañana siguiente Ibrahim amaneció muerto. Inmediatamente les fue suspendido el uso del teléfono al resto del destacamento. Días después, comenzó a fluir la información.

Un recluso cercano al fallecido alega en su carta que Doromán le refirió haber sido salvajemente golpeado y pateado por varios guardias que cuestionaron la veracidad de su dolencia. La magnitud de los golpes le hizo defecarse y orinarse en la vestimenta.

La causa de la muerte quedó en la especulación.

Las autoridades penitenciarias ejercen un enorme control de la información interna del penal y ofrecen información a cuentagotas para la imagen pública e investigaciones informales, mucho más cuando la autoridad puede estar vinculada a posibles hechos de corrupción y violaciones.

Quienes no aceptan la versión oficial de los hechos, y cuestionan o reclaman por ser conocedores de otras acciones o hechos violatorios que esas versiones enmascaran, han sido acusados por atreverse a contradecir datos oficiales y difamar sobre la implicación directa de algunas autoridades.

Al ambiente de inseguridad e incertidumbre se suma el control totalitario impuesto por las autoridades, que reprimen y censuran selectivamente, en medio de la más completa impunidad, intentando silenciar a quienes están tocando fibras sensibles; y de paso amedrentar al resto, obligándoles a vestir la camisa de fuerza del silencio y la autocensura.

A opinión de los remitentes, el mundo tiene que saber la realidad que se vive en las prisiones cubanas y el Gobierno debe emprender alguna acción verdaderamente enérgica para ponerle fin a las tantas violaciones de derechos y abuso de poder que les caracterizan.




Ailer Mena: ‘Ellos han visto que no pueden con nosotros’

Ailer Mena, directora de Estado de Sats (Captura de pantalla/Archivo)

LA HABANA, Cuba.- Aunque a Ailer Mena le interesa visibilizar la violencia que en  hay en particular contra las mujeres opositoras en Cuba, ella  junto a Antonio Rodiles y Claudio Fuentes, miembros de Estado de Sats han decidido producir una serie llamada “Vamos por ti y por tu familia”. El primer capítulo ya está en Internet.

A propósito Ailer cuenta a Cubanet:

“La serie se llama ‘Vamos por ti y por tu familia’. La decidimos hacer porque hay una arremetida de la Seguridad del Estado contra los activistas que conforman el Foro por los Derechos y la Libertades (ForoDyL). Estamos hablando de Estado de Sats, las Damas de Blanco y otros grupos opositores que están participando en la campaña #TodosMarchamos, pero esta arremetida está enfocada contra la familia”.

Ailer habla sobre lo que ella cree que son las causas de dicha arremetida: “Ellos han visto que no pueden con nosotros desde lo personal con las amenazas y los golpes, y entonces van por la parte, que de alguna manera, es más vulnerable, la familia”.

Explica cuál ha sido el modus operandi de los “testaferros” y los argumentos que piensan esgrimir en la serie. “Están todos los testimonios de las mujeres, de los esposos que son amenazados, los hijos sacados de las escuelas, les han fabricado causas por delitos comunes o los han implicado. Hay un sinnúmero de testimonios, citaciones… o sea, es un acoso constante contra la familia y siempre está la sugerencia que no es más que una amenaza con el “dile a esa persona que se quite o que no salga más o va a pasarle tal cosa”.

Y agrega: “En cada capítulo habrá testimonios de dos o tres activistas, que siempre irán acompañados de fotos, de evidencia visual. Muestras de la violencia sobre las mujeres opositoras y especialmente sobre las Damas de Blanco y las activistas que pertenecen al Foro, que en definitiva son la gente que ahora mismo, y hay que decirlo, se están enfrentando directamente a la dictadura en las calles”.

Esta serie de entrevistas es una oportunidad para que Ailer Mena cuente qué ha pasado con Estado de Sats.

“El centro de Estado de Sats tenía que ver con los eventos que se hacían aquí en el espacio, con los debates, las exposiciones, los conciertos. Después del restablecimiento incondicional y de nuestro posicionamiento crítico, contra nosotros la represión aumentó y entonces no permiten hacer prácticamente ninguna actividad aquí. No dejan que la gente se acerque ni quiera si anunciamos alguna actividad. Y como la premisa de nosotros siempre ha sido no parar, hacer lo que se puede hacer, entonces hemos continuado desarrollando la parte audiovisual por lo que nos identificamos también desde el inicio. ‘Vamos por ti y por tu familia’ es parte del trabajo de Estado de Sats como una productora de audiovisuales.”

Por último, Ailer cuenta sobre el primer capítulo y el próximo ya en producción. En el primero los protagonistas fueron Claudio Fuentes, Antonio Rodiles y ella misma.

“En el primero tratamos lo que pasó en nuestra casa. Estando fuera de Cuba la Seguridad entró secretamente, violó una caja fuerte en la que nosotros teníamos información privada y la ha estado usando en las redes sociales para desacreditarnos, para mostrar el supuesto mercenarismo del que siempre nos están acusando, pero no les bastó y nos echaron ácido en las computadoras, en los discos duros”.

Lo mismo que sucedió unos meses antes en la sede de las Damas de Blanco, uno de los domingos de Todos Marchamos. El método resultó muy similar: una persona de confianza que les facilita el acceso a las casas de los opositores y el ácido en los equipos.

El segundo capítulo en producción es sobre la Dama de Blanco Yaliuska Gómez.

“Es una Dama que vive en un barrio marginal en Marianao y es una de las mujeres que más ha sufrido la parte racista que tiene el régimen. Ha sido sumamente golpeada, una oreja mordida, con ella han hecho una serie de cosas bastante duras y varias veces fue amenazada con que sus hijos iban a tener problemas”, adelanta la activista.

“Finalmente le sacaron a su hija de la escuela de deporte donde estudiaba y a su hijo con 16 años recién cumplidos le construyeron un delito y lo metieron preso en Batabanó. El caso es que hubo una pelea en el barrio, uno resultó lesionado y ahora es él el acusado. En un principio todos los muchachos dieron el testimonio de que el chiquito había entrado solo a apartar, y dos días después esos mismos muchachos cambiaron el testimonio. Entonces te das cuenta que ahí está la mano de la Seguridad del Estado”, concluye Ailer y espera que el próximo capítulo sea un arma eficaz para liberar al hijo de Yaliuska Gómez.




Otro libro prohibido en Cuba

Portada del libro. Imagen tomada de la web iplperu.org
Portada del libro. Imagen tomada de la web iplperu.org

LA HABANA, Cuba – Por estos días se ha hablado de las presentaciones de algunos libros. La primacía, como era de esperar, le corresponde al texto Raúl Castro, un hombre en Revolución, de la autoría del escritor ruso Nicolai Leonov.

Sin embargo, es muy probable que el cubano de a pie desconozca que en los últimos tiempos otro libro, también relacionado con el acontecer de la isla, ha sido presentado en varios países. Se trata del texto Mi verdad, una especie de memoria de la neurocirujana Hilda Molina, esa valiente mujer que desafió a Fidel Castro. Y, como es lógico suponer, un libro que el castrismo no permite que sea leído por los cubanos.

Fidel Castro nunca le perdonó a la doctora Molina que entregara todas sus medallas y condecoraciones, y que renunciara a su condición de diputada a la Asamblea Nacional de Poder Popular como protesta por la decisión gubernamental de destinar los servicios del Centro de Restauración Neurológica –que la propia Molina había fundado– solo para pacientes extranjeros.

De igual forma, Castro se ofuscó cuando el hijo de la doctora Molina –también neurocirujano– decidió no regresar a Cuba y fijar su residencia en Argentina luego de asistir a un evento científico en Japón. En ese momento el Máximo Líder del régimen juró no permitir jamás que madre e hijo se encontraran, y en consecuencia desoyó durante más de una década las solicitudes de la neurocirujana, quien contaba con el respaldo de buena parte de la comunidad internacional incluyendo a varios jefes de Estado, para poder viajar a Argentina y ver a su hijo.

Pero las anteriores no serían las únicas razones que avivaron la furia del hoy ex presidente. La doctora Hilda Molina cuenta en su libro una faceta menos divulgada de este forcejeo, vinculada con el complejo de “macho irresistible” que parece haber acompañado a Castro durante toda su vida. Porque el Comandante, durante sus frecuentes visitas al Centro de Restauración Neurológica y las muchas conversaciones que sostuvo en privado con la neurocirujana, no solo se interesaba por las cuestiones profesionales.

Un día, a pesar de no recibir ningún indicio de aceptación de sus insinuaciones, Castro le comentó a la doctora en un tono íntimo: “Y tú, como siempre, de lo único que sabes hablar conmigo es de trabajo”.

Como es sabido, a ella se le permitió salir de Cuba en el año 2009, únicamente cuando ya Fidel Castro había abandonado el poder.

El libro Mi verdad contiene además las vivencias de la doctora Molina durante el cumplimiento de una misión médica en Argelia en el año 1983. Allí la neurocirujana pudo constatar el ambiente de corrupción fomentado por los directivos de la brigada médica cubana, con hechos de alcoholismo, pornografía, y el acoso sexual que sufría el personal femenino de la brigada médica. A ello se añade la conocida explotación monetaria que afrontan los galenos cubanos cuando salen al exterior, pues el Estado de la Isla se apropia de una porción muy grande del salario que perciben.

Ante este texto, se está en presencia de un valioso testimonio que desmiente la imagen oficialista de ubicar a Cuba como una potencia médica. Pero sobre todo, en el componente ético de la propuesta se demuestra una vez más lo retorcido de un sistema y su dictador.