Martin Amis y el existir visto desde Cuba

LAS TUNAS, Cuba. — La noticia le dio vuelta al mundo. En la madrugada del pasado sábado, mientras dormía en su casa de Lake Worth, Florida, falleció Martin Amis, a los 73 años, víctima de un cáncer de esófago que padecía desde hacía algún tiempo. Nacido en Inglaterra, Amis se estableció en Estados Unidos desde 2011, específicamente en Brooklyn, Nueva York.
Adelanto que no es mi propósito reseñar ni la vida ni la obra del muy distinguido escritor británico, lo que por estos días, y a profundidad, prolijamente, ya ha sido hecho por biógrafos y críticos literarios de diversas partes del mundo. También el día de su muerte, como para confirmar Amis que no necesitaba más encomios que el de su propia obra, en el 76º Festival de Cannes, una de sus novelas, La zona de interés, llevada al cine por su compatriota el director Jonathan Glazer, recibió el aplauso en la proyección de gala, como augurio para llevarse la Palma de oro.
Traigo a nuestros lectores al recién fallecido autor porque hace años, allá por los años 90 del pasado siglo, citado por Valerie Grover, Martin Amis dijo: “Sin su obra, la vida de un escritor es común y desordenada. Pero la vida no importa. La tarea de escribir exige tanto carácter, esfuerzo y energía emocional que la vida del autor queda relegada a un segundo plano. Un escritor jamás va a organizar su vida de manera brillante porque no es allí donde respira. Escritor es aquel que se siente más feliz cuando está solo.”
Imaginan ustedes… Confieso que aquel día lamenté que Valerie Grover, periodista brillante, no hubiera preguntado a Amis que si sus palabras estaban inspiradas en Aristóteles cuando dijo: “El hombre es un ser naturalmente sociable, y el que vive fuera de la sociedad por organización y no por efecto del azar, es un ser degradado o un ser superior a la especie humana.”
Y ahora me pregunto, a raíz de la muerte de Martin Amis y recordando sus palabras sobre “la tarea de escribir”, qué pensaran los maniqueos, sí, los celadores en las cuatro esquinas, los cancerberos del pensamiento, retranqueros de los opuestos (entienda usted: los comisarios del Partido Comunista de Cuba haciendo perseguir a todo y a todos ).
Sí, quiero preguntarles a los señores comisarios del PCC y a sus policías, los que hacen manadas de los escritores y de todos los artistas e intelectuales, uniformándoles el pensamiento cuales casacas cortadas por la misma tijera sobre idéntico patrón, ¿por qué si según el concepto aristotélico la persona “es un ser naturalmente sociable”, ustedes dividen a los cubanos llamando a unos “revolucionarios” y a otros “gusanos”?; ¿por qué han segregado a los cubanos y continúan apartándolos, haciéndolos vivir “fuera de la sociedad”, tachándolos como seres “degradados” porque no son “revolucionarios…?
Como bien dijo Martin Amis, refiriéndose a la tarea de escribir, que yo llamaría la tarea de existir, porque bien se sabe que poco importa si se es escritor, médico, cantante, panadero, abogado, campesino, barrendero o astronauta, “sin su obra”, que puede ser una calle limpia, una historia bien escrita o una sutura bien hecha, la vida de cualquier persona suele ser “común y desordenada”, porque el verdadero creador, ya sea de una canción, un pan, una novela o un flan de calabaza, respira en su obra y no en sí mismo. Pero esa condición, esencialmente humana, por ser ellos mismos dados a los moldes y no a la creación, no la entenderán los comunistas jamás. ¡Pobre Cuba!
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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