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Los niños cubanos no tienen Reyes Magos ni juguetes

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LA HABANA, Cuba.- Los niños en Cuba no tienen la ilusión del Día de los Reyes Magos y sus regalos. Esa tradición de origen cristiano fue eliminada por el régimen comunista en sus primeros años.

Yo, que fui un niño humilde, no hubo un Día de los Reyes Magos en que no me regalaran juguetes. Mis padres, con sacrificio, lograban comprarlos para que yo los encontrara al despertar ese día.

La alegría indescriptible del amanecer de cada 6 de enero era contagiosa para grandes y pequeños, cuando estos últimos decían: “mira lo que me trajeron los Reyes”.

Semanas antes del 6 de enero, los comercios de las principales calles habaneras exhibían en sus vidrieras y departamentos miles de juguetes de todos los tamaños, precios y calidad.

Los padres paseaban a los menores por dichos establecimientos para saber qué juguetes eran los que les gustaban a estos y poder sacar cuentas y congeniar con la economía hogareña.

Había  familias muy pobres que no tenían cómo comprar juguetes, pero iglesias, instituciones humanitarias y algunas personas adineradas se los donaban.

Es falso que todos los juguetes fueran caros. Algunos, los más pequeños y sencillos, podían costar menos de un peso. Los que llegaban a valer dos o tres pesos eran más grandes y mejores.

Lo más costoso eran las bicicletas, y se podían comprar a plazos.

En fin, de acuerdo a las posibilidades económicas de cada familia, había en las tiendas para escoger.

Un acontecimiento para mí inolvidable lo presencié de niño, maravillado, parado en la esquina de las calles Reina y Amistad: varias empresas comerciales unidas trajeron tres camellos, montados por personas disfrazadas como Melchor, Gaspar y Baltasar que paseaban por la ciudad.

En La Habana las jugueterías más famosas eran Los Reyes Magos y La Casa Blanca.

La mayor era Los Reyes Magos, que se encontraba en Galiano 315 entre Neptuno y San José, la cual tenía casi 50 metros de longitud, con un extenso salón final y mezzanine. Estaba abarrotada de juguetes todo el año. Hoy es el atelier Gaya que alquila vestidos y trajes para bodas y fiestas.

La Casa Blanca estaba ubicada en Amistad entre Dragones y Reina. Esta tienda ofertaba con exclusividad los fuertes apaches del Oeste. Los padres interesados en comprarlos iban con bastante antelación a reservar el pedido, pues este juguete se agotaba, y no alcanzaban para todas las peticiones. Ahora, donde estaba la tienda, hay una casa y varios negocios particulares.

En la larga conversación de Frei Betto con Fidel Castro recogida en el libro Fidel y la religión, el Comandante aseguraba que durante tres años consecutivos el Día de los Reyes Magos su padre le regaló una cornetica.

Me pregunto: ¿No tendría dinero suficiente el rico hacendado Ángel Castro para comprarle algo mejor, o sería otra de las mentiras del Comandante, en este caso, para desvirtuar el significado de los Reyes Magos? Porque a Fidel Castro le desagradaba esa tradición, como todo lo que tuviese que ver con la religión.

El 6 de enero de 1960,  frente a los estudios de CMQ Radio y Televisión, se apareció Fidel con Raúl Castro y Juan Almeida, para hablar de la Reforma Agraria y la Reforma Urbana. El mensaje estaba claro: los Reyes Magos eran ellos.

En lugar del Día de los Reyes Magos, el régimen castrista estableció el “Día de los Niños”, que se celebraría el 26 de Julio.

Los tres juguetes que ofertaban para el Día de los Niños había que comprarlos mediante la Libreta de Productos Industriales. En los primeros años después de instituida la fecha, se efectuaba un sorteo, con el día, la hora y la tienda señalada donde comprarlos. Aquellos que alcanzaban un número bajo, lograban los mejores juguetes. Los demás tenían que conformarse con lo que quedara, que siempre era lo peor, sin opción para escoger.

A partir de la década de 1990, los juguetes se fueron haciendo más escasos, caros y en divisa, hasta que en los últimos años prácticamente desaparecieron.

Hoy, los niños en Cuba no tienen Día de los Reyes Magos ni tampoco juguetes.

Caminé en estos días por La Habana y no he visto juguetes a la venta en las tiendas estatales. Escasos particulares tienen algunas ofertas con precios prohibitivos que oscilan entre 1500 y 2500 pesos.

Los únicos pequeños que tendrán juguetes son los hijos y nietos de la privilegiada elite gobernante y quienes tengan familiares en el extranjero que se los envíen o dinero a sus padres para comprarlos.

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Día de Reyes en Cuba: sin juguetes y sin esperanza

LAS TUNAS, Cuba. ─ Hoy es Día de Reyes, una de esas fechas celebrada por muchas naciones que en Cuba pasó a ser otro día olvidado. Llamados Santos Reyes, Magos de Oriente, Sabios de Oriente o simplemente Reyes Magos, la festividad religiosa que trasciende credos llegó a ser en la Isla una verdadera fiesta para los niños, aun para los más desposeídos, que aguardaban con la esperanza de recibir un regalo.

En Cuba este 6 de enero será un día como cualquier otro, sin juguetes, sí, pero más que todo, sin alegría ni esperanzas en el porvenir.

Aunque los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar por los que conocemos a los tres reyes no aparecen en los escritos bíblicos y sólo el Evangelio de Mateo se refiere a “magos”, sin mencionar nombres ni atributos sino que ellos tres vinieron a conocer al niño (Jesús) que se encontraba con su madre (María) y postrándose lo adoraron y le ofrecieron regalos, “oro, incienso y mirra”, basta con ese escueto relato para comprender que el amor existe, porque la concepción en los seres humanos, a diferencia de los irracionales, es fruto de un acto de amor.

Luego… ¿Cómo fue posible que el castrocomunismo destruyera valores folclóricos, humanos, religiosos, éticos, establecidos en Cuba y en los cubanos por más de siglo y medio?

Fue en España, en la ciudad de Alcoy, provincia de Alicante (ahora se cumplen 156 años) cuando en 1866, dos años antes de comenzar la Guerra de los Diez años en Cuba, inició la tradición de comenzar la Epifanía con una fiesta infantil con regalos para los niños, como ya se hacía en otros países el día de Navidad, festividades que luego se extenderían por otros países de cultura hispana.

(Foto: CubaNet)

En Cuba, hasta que los comercios fueron expropiados y pasaron a manos del Estado, existía la costumbre de que la noche del 5 de enero las tiendas permanecieran abiertas horas extras para que así padres, abuelos, tíos o cualquier persona, pudieran adquirir juguetes para los niños de la casa, de los amigos o para donaciones a familias pobres o a instituciones de beneficencia, mientras los pequeños dormían, luego de haber escrito cartas con peticiones para los reyes y de haber situado bajo las camas hierba y agua para los camellos en los que se transportaban Melchor, Gaspar y Baltazar.

Era aquella tradición, como decía mi padre, “una mentira piadosa de un día para que la alegría nos durara muchos días”. Y, ciertamente, aquellas alegrías de los días 5 y 6 de enero a muchos nos ayudarían a comprender la catástrofe que a los cubanos estaba por llegarnos: la calamidad del descreimiento nacional; la desconfianza que corroe nuestra identidad cultural, la religiosidad, la familia, los amigos y la patria toda; el escepticismo que nos lacera a nosotros mismo, que es la mayor herejía que un ser humano puede cometer: la de desconfiar en su propia capacidad de obrar en el medio en que, por azar o por necesidad debe existir; dicho de otro modo: la herejía de hacer al ser humano un ser abúlico. Y eso es Cuba hoy: el país de la abulia.

(Foto: CubaNet)

Si a finales de los años sesenta, en los setenta y hasta el derrumbe de la URSS los cubanos todavía tuvieron la posibilidad de comprar con sus salarios o pensiones y a través de la cartilla de racionamiento tres juguetes para sus hijos, entre los que se encontraba el llamado “juguete básico”, ya entrado el siglo XXI esa posibilidad fue reducida sólo a quienes podían adquirir mercancías en las llamadas TRD (Tiendas Recaudadoras de Divisas). Pero esa línea divisoria entre quienes poseen divisas y quienes sólo poseen pesos cubanos devaluados hoy es imperceptible porque el desabastecimiento crónico afecta por igual a quienes poseen dinero y a quienes carecen de él.

La Navidad que comenzó el 24 de diciembre de 2021 con una Nochebuena sin la tradicional cena cubana, con los comercios desabastecidos y la economía familiar y nacional hundida en una espiral inflacionaria de consecuencias impredecibles, concluye este 6 de enero con el Día de Reyes en un inicio de 2022 sin juguetes para los niños y sin esperanzas para sus padres. Pobre país sin juguetes y sin futuro.

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Ermita de la Caridad celebra los Reyes Magos este domingo

Caridad del Cobre Biden

Reyes Magos
Ermita de la Caridad celebra los Reyes Magos este domingo. Foto tomada de internet

MIAMI, Estados Unidos.- El Santuario Nacional Ermita de la Caridad invita a la comunidad de Miami a celebrar miamense el Día del Niño 2020 este domingo 5 de enero, con motivo de la Fiesta de los Reyes Magos, en ese centro religioso, informó este miércoles Diario de las Américas.

“Esta especial celebración la llamamos de manera particular el ‘Día del Niño’, porque está pensada y diseñada para los más pequeños de casa”, cuando “celebramos por todo lo alto la solemnidad de la Epifanía [llegada de los Reyes Magos]”, dijo Javier Fernández, portavoz de la parroquia.

En sus declaraciones para Diario de las Américas Fernández aseguró que “[los católicos] tenemos el compromiso y la responsabilidad de mantener viva esta hermosa tradición hispana y regalar un momento de alegría a los niños en este tiempo especial de la Navidad”.

“Será un día cargado de actividades entre las 9:00 de la mañana y las 2:30 de la tarde, y esperamos una masiva participación de los niños y sus familias”, agregó.

Será “un lindo momento para comenzar un nuevo año y una nueva década”, dijo, además aseguró que en las actividades participarán “figuras deportivas de amplio reconocimiento a nivel nacional y que todos los niños que se sumen a esta actividad en la Ermita de la Caridad tendrán un juguete como presente de Navidad”.

Según la programación, este domingo 5 de enero, en la celebración de los Reyes Magos “los asistentes podrán encontrar diferentes atracciones para adultos y niños, camiones de comida, música en vivo, presentaciones teatrales, payasos y rifas de bicicletas. El acceso a la celebración será gratuito”, reza la nota.

Así mismo, se ofrecerá una misa especial ese día a las 11 de mañana “en la que serán bendecidos los niños de nuestra comunidad”.

“Los esperamos a todos este domingo para compartir juntos como la gran familia de Dios que somos”, dijo Fernández.

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“Este año no pude comprarle juguetes a mi hija”

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Bebé que llora en su cuna 65.95 CUC (foto del autor)

SANTIAGO DE CUBA. – Eiglen preparó con esmero una pequeña nota y la dejó bajo su almohada durante días, con el propósito de que en la visita de los Reyes Magos a su casa estos la leyeran y así pudiesen saber sus más preciados anhelos.

La pequeña niña, que apenas cumplió los seis años de edad y vive junto a su madre en el reparto Altamira de Santiago de Cuba, alistó además tres tazas con agua y un puñado de hierbas para los hambrientos camellos que cargan los juguetes de los niños.

Sin embargo, al amanecer del 6 de enero, la entusiasmada pequeña se levantó apresurada y tras mirar en sus zapatos, debajo de la cama y en toda la casa, descubrió que los reyes magos de los cuales había oído tantas historias, esta vez, no le habían traído nada. Desconcertada y con gran tristeza en sus ojos, le preguntó a su madre: “¿Me he portado mal?”, a lo que la madre respondió distraída y ajena: “no mi cielo, seguramente los magos no encontraron la dirección. No te preocupes, el año que viene seguro que sí te van a traer de todo”.

Miles de padres cubanos salen cada 5 de enero a las calles en busca de juguetes, dulces y regalos para sus hijos, que esperan con fervor el Día de los Reyes Magos. Es entonces cuando las jugueterías del país cobran vida con el rebullicio de padres, abuelos y tíos, que buscan entre los anaqueles de las tiendas algo que dejarle entre los zapatos o debajo de la cama a sus hijos cuando despierten el 6 de enero.

Sin embargo, las redes de Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) dejan un sabor amargo a esos que solo intentan complacer a los más pequeños de casa.

“Hoy he salido a comprar cosas para mi pequeño. Me dijo una vecina que habían sacado juguetes a 1 dólar, pero cuando llegué, la matazón de gente era demasiada. Los merolicos estaban cargando con todo, ahora busco aquí en la candonga, a ver si tan siquiera le compro un muñeco de trapo y un carrito, porque no hay más nada”, refiere Magalis mientras camina el Callejón del Carmen, lugar en donde confluyen la mayoría de los trabajadores por cuenta propia y revendedores de la urbe.

En Cuba, la tradición de los Reyes Magos se basa en que cada niño escriba una carta, pidiendo en ella lo que más desea, la ponga en la almohada o en el árbol de navidad y espere que su pedido llegue el 6 de enero. Además, los más pequeños dejan hierba y vasos con agua para los camellos que, según la leyenda, trasportan a los reyes por el mundo.

Pero a los verdaderos magos, esos que se esconden tras la puerta para ver cuando su hijo abre el obsequio, les toca la parte más dura: buscar el dinero y luego sortear las colas, los precios y muchas veces las pocas opciones de las tiendas.

Elena Mesa, madre de la niña que encabeza este reportaje, le confiesa a CubaNet que este último año sus ingresos económicos no fueron favorables y que lastimosamente no tuvo los recursos para comprar el juego de cocina y la barbie que pidió su hija.

“Me duele en el alma pero no pude comprárselos esta vez. El año pasado tuve dinero y le compré dos muñecas, pero ahora sí estoy en baja, solo le remendaré algunos juguetes que tiene rotos y así se sentirá más contenta”.

La madre, soltera de apenas 25 años de edad, trabaja como auxiliar de limpieza en una Escuela Primaria del reparto 30 de Noviembre. Cuenta que su salario, de alrededor de 350 pesos al mes (unos 14 CUC), no le alcanza para pagar ni la mitad de los gastos.

“¿Qué son 350 pesos en este país? En el champú y el acondicionador se va la mitad de mi sueldo. El precio de la comida cada vez sube más. Aquí hay que vivir inventando, para más o menos sobrevivir”, lamenta.

Santiago de Cuba recientemente inauguró una pequeña tienda de juguetes llamada “FerroCaribe”, muy cerca de la Alameda santiaguera. Este centro se adhiere a otro ya existente en el Parque de los Sueños. La tienda “Tren de los Sueños” fue instalada dentro de un vagón reciclado de la red ferroviaria. Ambas están abarrotadas de todo tipo de muñecos y juegos.

Sin embargo, para entrar, como refieren algunos, “hay que tener las pastillas de la presión a la mano”, ya que juguetes como un dinosaurio que camina y ruge los puedes encontrar en los 45.00 CUC, un pequeño bebé que llora en su cuna en los 66.00 CUC y muñecas barbie en los 35.50 CUC, siendo estos algunos de los más baratos de estas jugueterías en la urbe santiaguera. Precios que discriminan a la gran mayoría de cubanos que viven de sus paupérrimos salarios (el salario medio en la isla es de 30 CUC al mes).

“Tengo una vecina que tiene casi toda su familia en Estados Unidos. Para este tiempo le mandan cada paquete de juguetes que uno se queda con la boca abierta, por eso en esta fecha mi hijo no sale de la casa porque no quiero que se sienta menos. Yo no tengo tantas posibilidades y solo me alcanza para comprarle muñecos confeccionados que venden en las tiendas de moneda nacional y alguna que otra cosa que yo le invento”, reseña una madre santiaguera que se encontraba en la parada situada frente a la juguetería FerroCaribe.

El Día de los Reyes Magos, para muchos niños en Cuba, fue una jornada de tristeza, pues esta vez, como en muchas otras ocasiones, los reyes no pudieron llegar a sus casas.




Jugar en Cuba, alucinante privilegio

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Dos niños en una barriada de Cuba (EFE)

LA HABANA, Cuba. – Aunque ya pasaron muchos años no he olvidado aquella tarde. Aún vivía en Encrucijada, un pequeño pueblo en el centro de la isla; y ahora, mientras escribo, he vuelto a ver la multitud congregada en el centro de la villa, alrededor de aquella tribuna de cemento que se levantaba frente a la sede del gobierno municipal, y al que por entonces llamaban Junta Central de Planificación, o JUCEPLAN, por ese creciente delirio de nombrarlo todo con siglas.

En el centro de la tribuna se erguía un redondel; una especie de bombo que hacían girar sobre su eje. Dentro del bombo estábamos todos los niños del pueblo, o al menos el número que distinguía a cada una de las “libretas que racionaban los productos industriales” de la comarca en que vivíamos esos chiquillos que alguna vez fuimos. En aquel bombo se guardaban las suertes o las desgracias de todos los niños de Encrucijada. Y cada vez que se detenía el girante redondel se hacía un lóbrego silencio, mientras alguien metía la mano para sacar un papelito minúsculo y doblado.

Han pasado muchos años pero todavía recuerdo esa tarde en la que, después de conocer a los primeras cinco afortunadas familias, el “moderador” chilló ese número que nos advirtió que el azar nos traía la suerte, que en aquella rifa mi hermano y yo habíamos conseguido el número seis, y que solo los niños de cinco familias del pueblo estarían delante de nosotros. Jamás voy a olvidar la euforia que nos contagió aquella tarde que casi llegaba a la noche, y en la que no pensamos en los otros que seguirían esperando su suerte o su fatalidad.

No creo que pueda olvidar alguna vez ese instante en el que el azar estuvo a nuestro favor, y que nos permitió comprar aquella bicicleta, no “Niágara” como la que tuvo mi padre en su infancia, por todo el pueblo sintiéndonos los niños más dichosos de la tierra, o al menos del pueblo, pero ahora, y pasados tantos años, no puedo dejar de pensar en esos otros a los que el azar no privilegió, y tampoco cuando al año siguiente no tuvimos la misma suerte y nos conformamos con los restrojos.

Y ahora, mientras escribo, es también “Día de reyes”, y el silencio en mi barrio del Cerro es lúgubre. No he visto a ningún niño que estrene un juguete nuevo, no sentí la euforia de ninguno de mis “vecinitos”, y supongo que en otros sitios de la ciudad el panorama sea tan semejantemente desolador como ese que yo estuve contemplando. Sin dudas los padres de estos días se ven obligados a privilegiar otras cosas, como la alimentación, sin que les quede otro remedio que no sea posponer los juguetes…, los juegos de sus hijos.

Y bien sabemos cuánta importancia tiene el juego en la formación y el desarrollo de un niño, tanta que hasta la Organización de la Naciones Unidas lo reconociera con la Resolución 1385, coincidiendo con ese año en el que “triunfó” esa triste “revolución cubana”. Y es que el juego, y los juguetes son esenciales durante la infancia, Jugar es una forma de aprender, de explorar el mundo. Nunca es más sincero un niño que mientras juega. El juego desarrolla la imaginación, las posibilidades de indagar y reconocer, explorar.

Jugar es una manera de ser feliz y ayuda a la prosperidad del niño. El juego define y advierte, muchas veces, cuál será el futuro de ese niño, y ayuda a los padres a entender sus vocaciones; por eso resulta tan provechoso que en el Día de Reyes cada infante descubra un juguete nuevo junto a su cama, ese que creyeron los padres que sería el más útil para el desarrollo de su vástago o sencillamente el más deseado, pero en Cuba no es así, porque el día seis de enero en la historia comunista, no va más allá del desvió que hiciera Fidel Castro, durante esa mal llamada “Caravana de la libertad”, para llegar a Cienfuegos. Ese día en que los niños de esa ciudad pudieron pensar que aquellos barbudos eran una reencarnación de los reyes magos, sin saber que se convertirían en los acosadores de sus sueños, en los que entorpecerían sus juegos, sus deseos, quienes convertirían los juguetes en una ilusión desenfrenada y desatendida.

Un bebé necesita una maruga, precisa de un muñequito chillón para reconocer sonidos, para recibir estímulos, un niño necesita un bate para desarrollar sus aptitudes beisboleras, precisa de una bicicleta para vigorizar sus músculos. Hace falta una muñeca para jugar a “las casitas”. El proceso de maduración del niño es evaluado muchas veces mediante esos juegos en los que se enfrascan. No se puede vivir sin juegos y juguetes, lo que en Cuba resulta una ilusión, un desatino, sobre todo si se piensa en esos juegos electrónicos que aportan tanto al desarrollo cognitivo del infante.

Jugar en Cuba es un alucinante privilegio, una prerrogativa de la que solo disfrutan los que tienen mucho dinero en sus bolsillos. Y bastaría con entrar a una juguetería durante estas jornadas que fueron previas al Día de Reyes para comprobar como ese funesto gobierno empobrece a los padres y hace llorar a los niños. Yo tuve que someterme al bombo alguna vez, pero tengo la certeza de que los hijos de Fidel Castro o de ese Raúl con idéntico apellido, no pusieron en el azar sus expectativas, sus sueños. Y no dudo que esa sea una de las razones que hacen a los cubanos posponer cada día el nacimiento de un hijo si no tienen la certeza de que los dejarán satisfechos a la hora de jugar.

Y seguiremos siendo un país más viejo si nuestros niños no consiguen sus anhelos, esos que tienen que ver con un Tablet, una computadora o simplemente con una muñeca, un bate o una pelota, que los haga sentirse protagonistas de las mejores proezas. El azar no puede ser una solución, porque el niño que no juega no tendrá posibilidades de desarrollar sus aptitudes, y lo peor es que será infeliz, que llorará cuando no tenga su muñeca negra, blanca, verde, o de cualquier color. El gobierno cubano, ese que confina el juego de sus infantes, alguna vez será llevado a un tribunal con el auxilio de Sherlock Holmes, ese famoso detective al que hizo nacer Arthur Conan Doyle un “Día de reyes”, hace ya mucho, y quien quizá jugó muchas veces a ser un investigador famoso.




Seguridad de Estado impide celebrar Reyes Magos

Actividad del pasado año con motivo de los Reyes Magos, organizada por las Damas de Blanco (foto tomada de internet)
Actividad del pasado año con motivo de los Reyes Magos, organizada por las Damas de Blanco (foto tomada de internet)

LA HABANA, Cuba.- La policía política censuró una celebración planificada con motivo del día de los Reyes Magos para niños del municipio pinareño San Juan y Martínez, el pasado domingo. Al menos una decena de madres recibieron amenazas y a varios activistas pro derechos humanos se les impidió abandonar durante horas el domicilio donde se reunían.

María de Jesús Montiller Aragón, una de las madres intimidadas, comunicó vía telefónica que se enrumbaba a la actividad con sus dos hijos y tres sobrinos cuando fue interceptada por el Oficial de la Seguridad de Estado Orestes Ayala.

“Pidió que regresara a casa, que estaba prohibida la entrada a la actividad”, comentó Montilla.

Amplía que su negativa desató una fuerte discusión donde el oficial amenazó con abrir un expediente en la Fiscalía, “acusándome de usar a los niños para asuntos políticos, pudiéndomelos quitar”.

Montiller decidió ceder y volver a su domicilio. Dos horas más tarde recibió la visita “del Capitán Ernesto, de Menores”, quien continuó con la misma línea de amenazas.

“Lo mismo que me a mí, se lo hicieron a diez o doce madres más”, dijo.

La actividad recreativa fue organizada por activistas de la comunidad LGBTI que forman parte del proyecto “Luz de vida” y miembros de la Biblioteca Independiente Cuba Libre, con el objetivo de entregar juguetes y dulces los niños de la comunidad.

Disfrazados de payasos, los activistas consiguieron salir a la calle y entregar los juguetes.

Pero desde las cinco de la tarde fuerzas de la Seguridad de Estado y de la policía montaron un operativo que los dejó encerrados hasta pasadas las nueve de la noche, en el domicilio del activista Agustín Raúl Linares, de acuerdo a Leodan Suárez Quiñones, coordinador de la actividad.

Alega Suárez que en reiteradas ocasiones el Oficial Orestes Ayala amenazó con allanar la vivienda de Linares para incautar los juguetes, pero advertido de que “si no mostraba una orden fiscal tendría que entrar por la fuerza”, no llegó a materializar la acción.

“Solo hicimos lo que por parte de este gobierno no se hace; alegrar el vivir de cada niño basándonos en la Declaración de los Derechos del Niño donde se reconocen sus derechos como ser humano capaz de desarrollarse física, mental, social, moral y espiritualmente con libertad y dignidad”, expuso.

Junto a Suárez, estaban bajo asedio los activistas Lisandra Orraca Guerra, Irina Caridad León Valladares, Caridad Valladares Montiller, Michael Valladares Cala, Edel Padrón Cala, Agustín Raúl Linares Álvarez, Richard Borges Hernández y Enrique Borges Oliva.

Ana María López Canino, coordinadora nacional de Bibliotecas Independientes en Cuba, informó que en los últimos días han sucedido diversos incidentes de represión contra bibliotecarios y activistas que intentaron regalar juguetes.

Destacó que, anterior a este caso, el día 29 de diciembre en Artemisa los cuerpos represivos impidieron una actividad similar. La más reciente tuvo lugar en la mañana del 4 de enero, y tuvo como locación una biblioteca del poblado Mantilla, en la capital, aunque se desconocen más detalles de este hecho.




Nada que celebrar

LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -El incumplimiento de la zafra de 1970, donde el régimen prometía producir 10 millones de toneladas de azúcar, arrastró en su caída los tradicionales festejos que cada fin de año se celebraban en el país.

El 7 de diciembre de 1970, Fidel Castro los anuló por disposición de dedo y pidió mayores sacrificios a los trabajadores. Alguien tenía que pagar el fracaso del empecinamiento de los líderes de la revolución.

Y nadie mejor que un pueblo que no pudo lograr tan promocionado empeño. No importó que entre los meses de enero y junio se impusiera una movilización general del país para las labores de la zafra.

Fue un castigo para el pueblo. A partir de 1970, y de un solo plumazo, desaparecieron de nuestra tradición la Noche Buena, la Navidad, las fiestas de Fin de año, y el Día de los Reyes Magos.

Reunirse en familia y asar un puerco el 24 de diciembre se consideró un acto subversivo. Un signo de debilidad burguesa ante los retos de una revolución que pretendía borrón y cuenta aun para las tradiciones del país.

Celebrar la fecha del nacimiento de Cristo fue considerado desde entonces como comulgar con el enemigo, ya que la iglesia era el opio de los pueblos, según las enseñanzas de Lenin.

Hasta el tradicional cartel clavado en las puertas de la mayoría de las casas, y que rezaba: “Esta es tu casa, Jesús”, fue eliminado por miedo. Y como una manera de guardar las formas, lo sustituimos por otro cartel: “Esta es tu casa, Fidel”.

Melchor, Gaspar y Baltasar resultaron borrados de la ilusión infantil, ya que nuestro único “rey mago” era la revolución. Así que celebraríamos su fiesta el primer día de cada año.

Los villancicos y el arbolito de navidad eran sustituidos por marchas patrióticas y banderas del 26 de julio. Las uvas, las manzanas y los turrones de Gijón y de Alicante se convertían en empalagosos caramelos y raspaduras de azúcar.

El ambiente festivo y familiar de la Navidad cedió su lugar al jolgorio político y a las celebraciones colectivas. Nunca el país sintió tanta opresión espiritual en medio de alabanzas a la libertad.

Quienes, detrás de las puertas de sus casas, se atrevieron a celebrar algunas de las tradicionales festividades, fueron señalados, y no pocos terminaron excluidos de sus centros laborales y de otros derechos elementales, por infidelidad a las ideas revolucionarias.

Era menester ser ateo y olvidar todas esas manipulaciones engañosas tejidas por curas, burgueses y vendepatrias. Los niños debían ser pioneritos y cantar el tema Guerrillero y la Marcha del 26 de Julio.

Más de medio siglo después, otro fracaso, el de la revolución, nos devolvió las manzanas, a precios no aptos para el bolsillo del pueblo, e intenta en vano refrescarnos la memoria con olvidados villancicos. También nos devuelve el permiso para celebrar la Noche Buena, y hasta un remedo de Navidad sin promoción ni muchos artificios.

Pero no nos devuelven los Reyes Magos. Podría ser que ellos no regresen nunca. Tal vez porque no habría manera de explicar su ausencia de cincuenta años. O tal vez porque su magia nos resultaría hoy demasiado ingenua, comparada con la magia del pueblo para sobrevivir a lo largo de esos cincuenta años de su ausencia. Así que por ahora, continuamos sin nada que celebrar.

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Muñeca de trapo

LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Aunque el tercer domingo de julio es el día que el gobierno cubano instauró como Día de los Niños, no es hasta el 6 de enero, Día de los Reyes Magos, que las tiendas recaudadoras de divisas son surtidas de juguetes, y que gracias a la “ayudita” que en esos días llega del extranjero, algunas familias compran los más baratos.

La llamada ofensiva revolucionaria, que significó la expropiación de los pequeños negocios que, precariamente subsistían en el país, acabó también con los chinchales de carpinteros y artesanos que, tradicionalmente, fabricaban juguetes y alegraban a la grey infantil con sus creaciones. Los juguetes, buenos y variados, estaban al alcance de todos los bolsillos.

A la caída del bloque socialista, la fábrica de muñecas Lily cerró sus puertas por falta de materia prima, y aquellas populares muñecas rubias, trigueñas y morenas, con bellos ojos de cristal que se abrían y cerraban, y que se encontraban en cualquier tienda en moneda nacional y a precios accesibles, fueron sustituidas por otras, importadas, que cuestan treinta dólares en las tiendas de divisas.

Antes del Día de Reyes, mi vecina Mirtha recorrió durante tres días las tiendas de La Habana, en busca de una muñeca para su nieta. No tenía dólares, y salió a buscar el regalo que pagaría en pesos cubanos. Pero no encontró la muñeca ni otro juguete para sustituirla. Entonces fue a buscar una muñeca de trapo, y no salió de su asombro cuando le anunciaron que costaban 5 pesos convertibles (cuc), la tercera parte del salario mínimo de un trabajador. Llegó a mi casa a pedirme ayuda para hacer entre las dos una muñeca. Sacamos del escaparate varios recortes de tela de distintos colores, buscamos el relleno, preparamos hilos y agujas y pusimos manos a la obra, porque las soluciones de emergencia son algo para lo que somos buenos los cubanos

El resultado fue gratificante. Mirtha quedó satisfecha (yo también), porque su nieta no se iba a quedar sin muñeca el Día de Reyes.




Los Reyes Magos: la fuerza de la tradición

LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Entre los muchos daños que el régimen de los Castro ha infligido a la sociedad cubana, resalta la eliminación de muchas tradiciones que nos definían como nación. Esto se ha manifestado, por ejemplo, con el cambio de nombres a calles y entidades, así como la ignorancia de fechas que siempre fueron importantes para los cubanos.

La céntrica Avenida Carlos III, por ejemplo, fue rebautizada como Avenida Salvador Allende en 1973. Sin embargo, el pueblo le siguió llamando por su nombre tradicional, al igual que al centro comercial que se levante en la avenida.

A finales de la década del 60, y con el pretexto de no paralizar las labores de la zafra azucarera en el mes de diciembre, el gobierno anuló las fiestas de fin de año. Otro tanto ocurrió con el Día de Reyes, el 6 de enero. Para reemplazarlo, las autoridades habilitaron el tercer domingo de julio como “día de los niños”, y los días 25, 26 y 27 de julio,  fueron declarados feriados, para conmemorar el asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953.

Una muestra de que las prohibiciones en realidad obedecían a fines político-ideológicos, y no eran motivadas por coyunturas económicas, aconteció un seis de enero, hace años. Ese día, del desaparecido Centro Cultural de España partió una carroza que recorrió varias calles habaneras, repartiendo regalos a los niños. Las autoridades cubanas se sintieron insultadas y calificaron el hecho como una provocación contrarrevolucionaria que ofendía nuestra dignidad nacional.

No obstante, el cubano, desafiando la escasez y las imposiciones del gobierno, continuó celebrando a su manera, y a veces hasta clandestinamente, las tradiciones que nos identifican.  Una vez que los comunistas comprobaron que muy poco podían contra la fuerza de las tradiciones populares, su estrategia ha consistido en adecuarlas a sus intereses. El gobierno restableció la Navidad para congraciarse con el Papa Juan Pablo II cuando nos visitó en 1998, y no tanto como un reconocimiento de nuestras raíces cristianas. De igual modo se “orienta” a que festejemos la llegada del año nuevo, pero no por lo que significa, sino para festejar el triunfo de la revolución, el primero de enero de 1959.

Mi sobrino me contó que en su escuela, el 6 de enero, hace dos años, regalaron juguetes a los alumnos. Le pregunté si el obsequio se debía al Día de Reyes.

-No, tío –me dijo-; el regalo no fue por los reyes magos sino para celebrar la entrada de Fidel a La Habana, el ocho de enero de 1959.