“Aquí mataron a mi hijo Yohandi”


LA HABANA, Cuba, – Una vez al mes, Hilda Borgiano Moreno se traslada como le sea posible y cargando lo que pueda conseguir desde su casa en el municipio Rodas, en la provincia de Cienfuegos (centro del país), hasta el Combinado del Este, para ver por un rato a su hijo Oscar Rodríguez, recluido en esa prisión.
-Mi hijo está aquí desde el 5 de junio de 2013. Lo detuvieron sentado en el muro del Malecón, alegando la policía que era el autor de un robo, pero no hay ni pruebas ni testigos, además de que mi hijo niega la acusación. Aún no hay esperanza de juicio.
-Anterior a su arresto, uno de los agentes del carro patrullero 38, de la estación policial de la calle Zanja (municipio Centro Habana), donde quiera que lo encontrara, lo abordaba y le decía que trabajara para ellos. Su respuesta siempre fue que él no era chivato (delator).
-Como no lograban su objetivo, el policía, molesto, le dijo: “Si no trabajas para nosotros, te vamos a partir los co…¨.
Pero la encarcelación de este hijo, no es el sufrimiento mayor que lacera a esta madre. Entre lágrimas, comienza a narrar una historia muy dolorosa.
-Aquí mataron a mi hijo Yohandi. Tenía 32 años, vivía en La Habana Vieja. Lo sancionaron a 3 años de cárcel, decían que él era el jefe de una banda llamada Sangre por la Vida. Lo tenían en una prisión que hay en San José (provincia Mayabeque) donde están los que tienen el VIH; él estaba enfermo de SIDA, pero era un hombre robusto y fuerte.
-En esa prisión comenzó a quejarse de fuertes dolores de cabeza, y nunca le dieron atención médica. Entonces los demás presos comenzaron a reclamar que lo pasaran para la enfermería de El Combinado. Después de mucha lucha lograron ese objetivo.
-Pero no recibió el tratamiento adecuado, pues ni exámenes le hiucieron para ver por qué tenía esos dolores de cabeza. Deciden entonces dejarlo en esa enfermería porque su situación seguía agravándose.
-Su hermano Oscar pide que le permitan estar con él para poder atenderlo, pues ya estaba presentando parálisis en algunas partes del cuerpo, y él quería aunque fuera bañarlo, pues nadie quería hacerlo debido a su enfermedad. Le negaron la petición.

De acuerdo con el testimonio de esta madre, cuando el joven se encontraba en estado de suma gravedad, fue que le avisaron. Ella llegó al Combinado del Este, en compañía de su medio hermano, Marcos Echeverría, sobre las 9 de la noche.
-Las autoridades del penal me dijeron que debía buscar en qué sacarlo de ahí y trasladarlo a un hospital civil. Les respondí que a esa hora eso era muy difícil, que éramos de otra provincia y que el Combinado era un lugar muy apartado.
-Entonces, como a las doce de la noche, trajeron una ambulancia. Cuando llegamos a la celda de la mal llamada Sala de Terapia, encontramos una situación horrible. Mi hijo tenía a su alrededor seis bandejas con comida podrida, estaba lleno de orina y de caca.
-No le deban ni medicinas ni alimentos, nadie quería tocarlo. Nadie le había llevado en días siquiera un poquito de agua a la boca.
-En ese estado, mi hermano y yo lo trasladamos al hospital “Miguel Enríquez”, donde no querían recibirlo. Tras mucho insistir, lo pusieron en una sala denominada de Terapia Aislada.
-Dos días después, lo trasladan para el IPK (Instituto de Medicina Tropical). El médico que lo recibió nos dijo que su estado era crítico.
-En esas circunstancias nos hacen llegar la llamada “extrapenal”; es decir, que le otorgaban la libertad a mi hijo. Aquello fue una burla, pues sabían que en el Combinado del Este es donde en verdad habían dejado morir a mi hijo.
-En 19 días se consumió. Falleció el 19 de marzo de este año en el IPK, de una infección generalizada debido a una bacteria desconocida, alojada en la cabeza. Ese fue el diagnóstico.
-Ahora tengo que estar muy preocupada por mi hijo Oscar. No se imagina usted las veces que después de estar aquí, he tenido que volver para Cienfuegos con todos los bultos, pues no me lo han dejado ver, pero ¿a quién me voy a quejar? ¿Quién me escuchará?
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