Ironías de la Historia: De enero de 1959 a enero de 2013
LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Catorce días después del 54 aniversario del triunfo de la llamada revolución, entró en vigor la Ley Migratoria que flexibiliza la salida de los cubanos hacia el exterior en busca de un futuro mejor. Quienes tenemos más edad, recordamos las escenas de júbilo de los primeros días de enero, cuando la ciudadanía se volcaba a las calles en apoyo de una revolución que prometía un futuro feliz con mejores condiciones sociales, libertad, equidad, independencia y soberanía para nuestra sufrida isla.
Hasta muchas familias residentes en el extranjero, fundamentalmente en Estados Unidos, optaron por regresar a la Patria, dejando atrás sus progresos en otras tierras, pensando que con sus sacrificios ayudarían a la sociedad que estábamos convencidos que lograríamos construir. Hoy, a más de medio siglo de ese momento de júbilo, la esperanza de los ciudadanos renace en Cuba, pero motivada por la posibilidad de abandonar en masa la tierra que los vio nacer, asfixiados por un clima de frustración y desesperanza; ahora más, ante el miedo de que lo peor todavía está por llegar, ante la amenaza de que la subvención de Venezuela, como pasó con la soviética, pueda terminar o disminuya con la desaparición del caudillo venezolano Hugo Chávez.
En estas dramáticas circunstancias, el gobierno ha optado por reabrir una válvula de escape, en esta ocasión legal, para disminuir las crecientes tensiones sociales, que incluye al personal de la salud, que desde hace tiempo muestra su disgusto por la situación existente en el sector. Un ejemplo de ello fue la carta suscrita en 2012 por un numeroso grupo de médicos, incluidos muchos profesores, que prestan servicios en el Hospital Calixto García, donde señalan la lamentable situación asistencial, condiciones laborables pésimas y el precario nivel de vida que enfrentan por los bajos salarios.
Por supuesto podrían existir otras causas para este giro en la política migratoria. El gobierno ha sido incapaz de llevar acabo la reestructuración de la fuerza laboral de las empresas estatales y reubicar a 1,3 millón de empleados sobrantes. El trabajo por cuenta propia, con las limitaciones y prohibiciones impuestas, no ha podido absorber esa enorme cantidad de personas, que constituye el 23,0% de la fuerza de trabajo ocupada. Sin esa reestructuración, resulta imposible la reorganización de los centros laborales y el incremento de la producción, así como elevar las paupérrimas tasas de productividad, lo cual impide un sano crecimiento de la economía, fortalecer la moneda nacional y por lo menos detener el continuado deterioro del salario real. Objetivos que, si pudieran alcanzarse, permitirían la eliminación paulatina de la dualidad monetaria y sus dañinos efectos.
A la vez, la salida masiva de más cubanos al exterior podría también incrementar los ya altos niveles de remesas, actualmente calculados en 2 mil millones de dólares anuales por algunos especialistas, a lo que se agregan más 2 mil millones en productos enviados a las familias cubanas desde el exterior. Esas remesas ya se han convertido en un sostén primordial para la economía cubana, y de ser ciertas las cifras, actualmente en cuanto a ingreso neto sobrepasan a las exportaciones de bienes y hasta los ingresos netos por turismo, actividad que como se sabe está lastrada por una elevada ineficiencia y una gran dependencia de las importaciones. Así, el gobierno parece querer implantar el modelo de dependencia al recibo de remesas, imperante en varios países de Centro América y el Caribe.
También hay que recordar que luego de las medidas tomadas por el presidente Barack Obama se estima que están llegando alrededor de 600 000 visitantes cubano-americanos anualmente, habiéndose convertido en uno de los principales flujos de visitantes, con una dinámica que posiblemente superará a la principal fuente actual de turistas: Canadá. Esto sin tener en consideración que Obama en su segundo mandato podría flexibilizar más los viajes de los norteamericanos a Cuba, hoy limitados a visitas culturales, deportivas, y de carácter religioso o académico.
El estado parasitario cubano, ante el temor de que pudieran cortarse el cordón umbilical que alimenta la economía cubana desde Venezuela, posiblemente está optando por convertir Cuba –y de hecho ya está sucediendo- en una economía subsidiada desde Estados Unidos a través de las remesas y otras dádivas. No resulta una mera especulación que las consignas de mayor independencia y soberanía, enarboladas al principio de la revolución, se conviertan en mayor dependencia respecto a Estados Unidos, en momentos de regresión social en todos los sentidos, incluida la identidad nacional, debido a tantos años de crisis y desesperación colectiva. Quizás el presidente John Quincy Adams desde su tumba sonría al constatar que sus soñados objetivos y su teoría de la fruta madura están más cerca que nunca de lograrse, asombrado de que la ayuda proceda de donde menos se esperaba. Esta afirmación podría calificarse como exagerada, pero de hecho ya cerca de dos millones de cubanos residen en ese país. Cantidad que se incrementará por la Ley Migratoria que si bien dará cierto grado de libertad a los cubanos, también tendrá efectos colaterales nocivos, al acelerar el proceso de descapitalización humana y profundizar la seria crisis demográfica que sufre Cuba.
Por supuesto, no todos los cubanos que deseen marcharse podrán hacerlo, debido a no poseer los recursos financieros, equivalentes a muchos meses de trabajo, en un país donde el salario medio mensual no llega al equivalente de 20 dólares. Asimismo, quienes consigan pasaportes tendrán que superar las trabas para obtener visados.
No obstante, si se tiene en cuenta que, a pesar de los innumerables obstáculos impuestos por el gobierno para salir del país, el Saldo Migratorio Externo en el período 2002-2011 fue de -347 419 personas, según cifras oficiales, ahora con la flexibilización de los mecanismos de emigración, los cubanos desesperados por evadirse sabrán salvar las dificultades.
El círculo se cierra. De un ambiente de esperanza en el futuro existente en 1959, en enero de 2013 los cubanos votan con los pies y demuestran el fracaso de un proceso que prometió todo, pero ha convertido Cuba en una nación pordiosera y parásita, cada vez más a merced de la influencia extranjera.