Malas compañías

LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -La República Popular Democrática de Corea (RPDC) realizó otra prueba nuclear subterránea, el pasado 12 de febrero, en contravención de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, y como un acto de legítima defensa, según el noticiero nocturno de la televisión cubana. El periódico Granma, en un breve espacio de la sección Hilo Directo, destacó que “Sudcorea estudia atacar con drones a la RPDC”, pero no explicó ni condenó la actuación de los amigos norcoreanos. Sin embargo, prácticamente justificó la acción al publicar, el día 13, una nota atribuida a la agencia KCNA, con la siguiente cita del comunicado oficial de la RPDC: “La prueba forma parte de las medidas para proteger nuestra seguridad nacional y soberanía contra la hostilidad temeraria de Estados Unidos, que viola los derechos de nuestra república”.
Cuando el Consejo de Seguridad ha adoptado resoluciones condenatorias para la RPDC, y en esta oportunidad efectuó una reunión de emergencia, que acordó trabajar en medidas adicionales, sus cinco miembros permanentes tienen que haberla aprobado. Rusia no se opuso, tampoco China, que mantiene una relación histórica con la RPDC. Recuérdese que las autoridades de ambas naciones sostienen estrechas relaciones con el gobierno cubano. No obstante, la política isleña se mantiene incólume respecto a la RPDC, que ha realizado ensayos nucleares en 2006 y 2009, desarrolla cohetes de mediano y largo alcance, fuerza la tensión en el Sudeste Asiático y amenaza la paz mundial.
La dinastía se inició en 1948, por Kim Il Sung (1912-1994), y fue continuada por su hijo Kim Song Il (1942-12/2011), quien la legó también a su, hijo King Jong Un, joven de unos 24 años, sin trayectoria política ni militar, que estudio varios años en Suiza. Considerada una férrea dictadura comunista, ha mantenido el país cerrado, impidió el desarrollo –mientras Corea del Sur florecía como una de las principales economías del mundo-, provocó la muerte de al menos un millón de personas tan solo durante la hambruna de los años 1990, y actualmente depende de la ayuda alimentaria del extranjero, incluida de Estados Unidos.
Sin embargo, la RPDC posee un ejército de 1,2 millón de efectivos, que mantiene la tensión en la península dividida desde la Guerra de Corea, cuando, en 1950, el norte invadió el sur y, en 1953, se firmó el armisticio que confirmó la división del país en el paralelo 38, establecido desde 1948.
El desconocido Kim Jong Un podía comenzar reformas modernizadoras o continuar el camino confrontacional de su padre. Al parecer, para consolidar el apoyo de la jerarquía militar y la burocracia partidista, ha escogido las peligrosas muestras de fuerza. En febrero de 2012, se mostraba dispuesto a un acuerdo con Estados Unidos, a cambio de recibir alimentos, pero poco después anunció el lanzamiento de un satélite, que en realidad pudo tratarse de un ensayo de cohetes de largo alcance, con posibilidades de llegar al territorio norteamericano, al tiempo que violó las sanciones de la ONU.
A fines de año reiteró el ejerció, que también disparó las alarmas de Sudcorea, Japón y muchos otros países. Su aliada China parece incapaz de contener la complicada corte norcoreana. Las inmensas novedades del joven Kim van desde pasearse con su joven esposa vestida con caras marcas occidentales, o posar a caballo, hasta el reciente ensayo nuclear subterráneo.
En este período, las autoridades de Cuba han intercambiado delegaciones y celebraciones de acontecimientos históricos con los “hermanos norcoreanos”. Tal proceder se enmarca en los compromisos y la estrecha colaboración con Gadafi en Libia, y aun con Al Asad en Siria y Ahmadinejad en Irán.
No puede olvidarse que el gobierno isleño suscribió el Tratado de Tlatelolco solo después de que las esperanzas de su desarrollo atómico se esfumaron con los cambios en la Unión Soviética, que imposibilitaron la terminación de la central electro-nuclear de Cienfuegos. Menos aún puede obviarse el emplazamiento de los misiles soviéticos, con la disposición de Fidel Castro a lanzarlos, en octubre de 1962, y provocar un holocausto mundial.
La inmensa crisis existente en nuestro país estimula suponer que la próxima visita del presidente cubano a Teherán tenga carácter económico fundamentalmente. Aunque el Movimiento de Países No Alineados continúa declinando, La Habana contribuyó a propiciar una plataforma internacional a los ayatolas. Sin embargo, no debe esperarse que la presidencia pro tempore de Raúl Castro en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), pueda coadyuvar a ampliar la presencia iraní en la zona, más allá de lo alcanzado con los países miembros de la Alianza Bolivariana (ALBA) y del controversial acuerdo de Cristina Fernández de Kirchner.
Más vale seguir los derroteros de Rusia y China respecto a Corea del Norte, hacer un adecuado papel en el desempeño al frente de CELAC y normalizar las relaciones con los países de la Unión Europea, e incluso progresivamente con Estados Unidos. Lamentablemente, el ejemplo de sabiduría y humildad del Papa Benedicto XVI no se sigue en La Habana, como no se apreció cuando actuaron de forma similar Julius Nyerere y Nelson Mandela. Pero el tiempo es finito.