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Hachiko: una historia real de lealtad incondicional

Hachiko

LA HABANA, Cuba. – Hace algunos años se hizo muy popular el filme Siempre a tu lado, protagonizado por Richard Gere, que narra la historia del perro Hachiko y su larga espera por el regreso de su dueño, en la misma terminal donde lo despedía cada mañana y lo recibía en las tardes.

La película le dio la vuelta al mundo. Fue un éxito de taquilla que, desde entonces, figura entre los largometrajes de culto para los amantes de los animales, por ser el que mejor resalta la fidelidad inherente a los perros. 

Aunque Hollywood añadió algunos detalles al relato con el fin de hacerlo más ameno y trágico para la sensibilidad occidental, lo cierto es que no se trata de pura ficción. Hachiko existió, y su historia de fidelidad a toda prueba es verdadera.

El perro, de la raza japonesa Akita Inu, nació en noviembre de 1923. Siendo apenas un cachorro fue adoptado por Hidesaburō Ueno, profesor de Agronomía en la Universidad de Tokio. Entre ambos surgió una relación de amistad muy especial que se prolongó con carácter mutuo hasta 1925, y a lo largo de casi una década por parte de Hachiko.

Monumento dedicado a Hachiko (Foto: babiegals/IG)

Cada día, el can acompañaba a su dueño a la estación de Shibuya, donde el profesor tomaba el metro para desplazarse hasta la Universidad. Cada tarde, cuando regresaba, Hachiko lo estaba esperando justo donde lo había dejado en la mañana. Aquella rutina se repitió sin interrupciones hasta la tarde del 21 de mayo de 1925, cuando Hidesaburō sufrió un accidente cerebrovascular que puso fin a su vida. 

El profesor no regresó, pero en la estación lo esperaría Hachiko durante los siguientes nueve años, convirtiéndose en un triste y conmovedor ejemplo de la lealtad atribuida a los perros. 

La espera del noble animal, que no se movía de su sitio pese a la inclemencia de los elementos, llamó la atención de los transeúntes. Varios colaboraron con su alimentación y atención médica. Su historia se propagó y creció tanto su fama que en 1934 inauguraron una escultura en su honor, en las afueras de la estación de Shibuya. 

Poco tiempo después, el 8 de marzo de 1935, a los pies del monumento, Hachiko cerró los ojos para siempre.