MIAMI, Estados Unidos.- La aerolínea estadounidense American Airlines redujo a la mitad esta semana el precio de sus pasajes a Cuba, de acuerdo a un reporte de la cadena Univisión.

Los precios de los vuelos, que hace apenas una semana estaban entre 900 y 1 000 dólares, este miércoles se encontraban sobre los 400 dólares entre Miami y La Habana.

“El beneficio es bastante, a mí por lo menos me costó 630, si baja a 400 será una gran ayuda”, dijo al canal de noticias un pasajero cubano.

El costo de los pasajes a la Isla continúa elevado para algunos clientes que los comparan con las tarifas pre-pandemia, cuando el trayecto rondaba los 200 dólares.

A los altos precios se suma que la aerolínea informó la pasada semana que reducía la capacidad de equipaje a dos piezas por pasajero. Aunque, aseguró Univisión, American Airlines ahora se está replanteando la polémica medida.

Los cubanos que viajan a la isla se beneficiaban de la posibilidad de viajar con varias maletas para poder llevar a sus familiares todo tipo de productos que no se encuentran fácilmente en Cuba, como medicamentos, comida, aseo, etc.

Actualmente American Airlines realiza cuatro vuelos diarios a la Isla, aunque, de acuerdo al reporte de Univisión, las naves Boeing 787 con capacidad para 240 personas están yendo casi vacías.

A los vuelos de las compañías estadounidenses se suma ahora la aerolínea de Islandia, Icelandair, a la que Estados Unidos autorizó para realizar 170 vuelos chárters a Cuba desde el 1 de febrero hasta el 31 de mayo.

Icelandair tendrá rutas a La Habana desde Miami, con 136 vuelos, desde Orlando, con 17 vuelos, y desde Houston, también con 17 vuelos.

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MIAMI, Estados Unidos.- En Caracas, el sistema de transporte masivo del Metro pondrá fin desde la próxima semana a los viajes gratis después de más de un año, aprovechando una nueva tarifa tras la reconversión monetaria que entró en vigencia el 20 de agosto con una nueva familia de billetes, informó la agencia de noticias DPA.

El transporte subterráneo había dejado de cobrar el pasaje desde hace meses, debido a la falta de boletos, que son fabricados con material importado, por lo que liberó los torniquetes de entrada para todos los pasajeros. Sin embargo, a partir de ahora el Metro cobrará 50 centavos de bolívar por boleto, la mitad de la tarifa vigente para los autobuses superficiales, lo que equivale a 0,8 centavos de dólar al cambio oficial.

Para hacer cumplir la nueva normativa, agentes de la fuerza pública fueron desplegados en todas las estaciones para mantener el orden ante el fin de los pasajes gratis.

Esta nueva tarifa entra en vigencia en medio de dudas, ya que mientras en algunas estaciones vendían una cantidad limitada de boletos, en otras decían que no había llegado el material, por lo que al menos este lunes seguirá gratis antes de que se normalice la venta.

El cobro de los boletos se realiza como parte de las medidas económicas dictadas por Nicolás Maduro para reflotar la agobiada economía, medidas que arrancaron el 20 de agosto con la reconversión que suprimió cinco ceros al bolívar fuerte, dando origen al bolívar soberano.

El sistema subterráneo, que transporta casi dos millones de pasajeros al día, puso en marcha una campaña para reeducar a los usuarios sobre el pago, tanto en el uso de los trenes como en su flota de autobuses La fecha indicada para el cambio es este lunes 10 de septiembre.

Los funcionarios dijeron que por el momento no se venderán los boletos subsidiados para estudiantes, mientras que las personas mayores de 60 años seguirán ingresando gratis.

Algunos usuarios consideran que era necesario restablecer el cobro, a fin de que el sistema obtenga ingresos para sus operaciones y mantenimiento.

“Hacía falta porque ese dinero lo pueden usar para el mantenimiento de los trenes, de las escaleras mecánicas y para la limpieza de las estaciones”, dijo Rafael Zambrano. “Lo uso a diario para movilizarme. Cobrar el pasaje servirá para que mejore el servicio”, añadió.

Durante su etapa de viajes gratis, el servicio presentó un severo deterioro. Las casetas de venta cerradas, retrasos en el sistema, trenes sin aire acondicionado, vagones repletos de pasajeros y escaleras mecánicas paralizadas eran algunas características del día a día.

Su etapa como sistema gratuito hizo que los caraqueños prefirieran usarlo, ya que el transporte privado comenzó a funcionar con escasas unidades por la falta de repuestos, cauchos, baterías y aceites.

En sus primeros años de funcionamiento, un pasaje de metro era casi el doble de uno en autobús, pero con los años la situación se invirtió. Ahora el transporte privado superficial cobra un bolívar, equivalente a 16 centavos de dólar.

La jefa de la Comisión de Administración y Servicios de la Asamblea Nacional (Congreso), la diputada opositora Nora Bracho, presentó un informe sobre el deterioro del metro como transporte gratuito.

“El metro trabaja mal, es inseguro. Los trenes no funcionan correctamente, las escaleras (mecánicas) están rotas, no hay mantenimiento. Algunos vagones funcionan con las puertas abiertas”, dijo.

El Metro de Caracas fue inaugurado en 1983 como un modelo de transporte masivo luego de una década de estudios para los que se contó con el apoyo del Banco Mundial. Tiene cinco líneas y el sistema incluye autobuses con rutas fijas y funiculares hacia las cimas de barrios populares.

La línea uno, que moviliza más gente, enlaza el oeste con el este de la ciudad en un recorrido de más de 20 kilómetros de longitud.

A la línea uno, que tiene 22 estaciones, se sumaron otras cuatro. Desde 1987 hasta 2010 se invirtieron más de 5.000 millones de dólares para construirlas. La empresa brasileña Odebrecht estaba a cargo de la ampliación, que dejó inconclusa la quinta línea, al estallar el escándalo de corrupción.

En 2010 el Gobierno aprobó una inversión de 30 millones de dólares para repotenciar los trenes, reparar túneles, el sistema de tracción y frenado, el suministro eléctrico, vías férreas, ventilación en vagones y estaciones, además del servicio de escaleras mecánicas.

El plan debía adaptar la tecnología francesa a la flota de trenes españoles que fue comprada a la empresa Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), en medio de denuncias de corrupción.