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Exjefe técnico del béisbol cubano habla del descalabro en los Panamericanos

béisbol cubano Valdés
Miguel Valdés extécnico del béisbol cubano. Foto el Nuevo Herlad

MIAMI, Estados Unidos.- “No hay justificación para lo que sucedió”, asegura Miguel Valdés, quien fuera el zar del béisbol de la isla durante décadas, al conocer la sexta posición obtenida en esa disciplina en los panamericanos de Lima.

De acuerdo a declaraciones ofrecidas por Valdés a el Nuevo Herlad: “Todos sabemos que Cuba no es lo que era antes, pero ¿perder contra Colombia? ¿Desplomarse como sucedió en ese partido final contra Dominicana? Es algo muy doloroso de ver y entender”, aseguró.

Actualmente radicado en Miami, Valdés fue jefe técnico de la selección nacional de béisbol cubana en su época dorada, cuando el seleccionado de la isla solía ganar cuanto torneo le pusieran por delante.

“Justificaciones pueden encontrarse muchas, pero, aunque se vayan muchos peloteros, no hay razón para caer o al menos discutir una medalla en ese tipo de torneo, con ese nivel de béisbol”, aseguró Valdés al Herald. “En vez de buscar justificaciones, debieran encontrar soluciones”.

“Me enorgullece decir que en mi hoja de servicios poseo 13 títulos mundiales consecutivos, dos oros olímpicos, seis centroamericanos y siete panamericanos’’, afirma Valdés na sus 70 años

“Y todo se hacía con una base investigativa, con datos científicos. Salíamos por campos, ciudades y montañas a buscar talento. Así encontramos a Antonio Muñoz”.

Valdés, que llegó a Estados Unidos al cruzar la frontera junto con el lanzador de Pinar del Río, José Ariel Contreras, hasta hace un par de años fungió como coordinador de pitcheo de las Ligas Menores de los Mets.

De acuerdo a la nota del Herald, Valdés partió este lunes a México para encabezar un proyecto de desarrollo de béisbol con fuerte respaldo del gobierno de ese país. “En México me han pedido que ayude a instituir un sistema de academias, con un centro nacional para desarrollar peloteros”, explicó.

“No quiero hablar mucho hasta que se consolide, pero es algo que me provoca mucha alegría y deseos de trabajar”.

Respecto a la situación de la pelota en la isla Valdés dice: “Me cuentan ahora que el fútbol es el deporte nacional, que los muchachos solo hablan de eso en vez del béisbol. Eso me da tristeza y me pregunto qué ha pasado. El cubano siempre será pelotero de alma, pero se lo han hecho olvidar. Tenemos que sentirnos orgullosos de nuestros representantes en Grandes Ligas, pero si no los ponen en televisión, si no se habla de ellos, entonces eso está mal”.

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Circo sin pan

Foto-galería del autor

LA HABANA, Cuba.- Lo más recordado del verano de 1991, en Cuba, tal vez sean los XI Juegos Panamericanos, celebrados en La Habana entre el 2 y el 18 de agosto de ese año. No sé si “celebración” sea el vocablo más acertado cuando el suceso involucró tanta angustia para el pueblo cubano.

Casi medio millón de personas trabajaron sin descanso en las obras de construcción de las instalaciones deportivas que habrían de acoger a los deportistas de 39 naciones. A pesar de la crisis económica y política, el país se movilizó en pleno durante largos meses, porque había que regalarle a Fidel Castro el espectáculo soñado para celebrar su cumpleaños 65.

No importaba que el socialismo se estuviera desmoronando o que, como consecuencia del corte de suministros de alimentos y combustible provenientes de Rusia, en las cocinas de los trabajadores no existiera ni un pedazo de pan viejo para llevarse a la boca. El gobernante, fanático de los deportes, deseaba un poco de circo y no vaciló en malgastar las finanzas del país, en ruinas, en una pelea de gladiadores donde el pueblo sería el verdadero objeto de sacrificio.

Miles de horas de trabajo obligatorio, no remunerado en ocasiones; millones de brazos de mujeres, niños, hombres y ancianos levantando estadios, hoteles y otras edificaciones que, al pasar los pocos días de fiesta, no servirían para nada más; millones de dólares dilapidados en cientos de kilómetros cuadrados de abandono y desolación; numerosas familias, por más de una década, padeciendo hambre y enfermedades a causa de la desnutrición para satisfacer el antojo de uno solo.

Transcurridos 23 años, cuando muchos cubanos atraviesan el túnel de la Bahía camino hacia la zona este de la capital y observan lo que fueran campos deportivos, plazas, monumentos e inmuebles hoy cayéndose a pedazos, solo dan gracias, en primer lugar, al cielo por estar vivos a pesar de tanta locura y, en segundo, al Comité Olímpico Internacional por no haber permitido, en años más recientes, que celebraran una olimpiada en Cuba, porque habría arrojado en sus hogares más penurias que esas que cualquiera alcanza a ver donde quiera que torne la vista.

En su discurso en la inauguración de la Villa Panamericana, en julio de 1991, quizás Fidel Castro solo dijo una verdad innegable cuando señaló: “Por eso decimos que habrá dos épocas en la historia de nuestra arquitectura: antes de los Panamericanos y después de los Panamericanos”. Las desolaciones que ha captado nuestra cámara, irónicamente, no le dejan mentir.

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Medallas sobre miserias

PUERTO PADRE, Cuba, noviembre (173.203.82.38) – Las aguas negras corren por las calles ahuecadas de la ciudad. Ya los Juegos Panamericanos son historia y, apartada la mirada del televisor, se nos ocurre comparar nuestras calles con las de Guadalajara.

Pasada una década del siglo XXI, surge una pregunta: ¿Cómo con tantos huecos en las calles se lograron tantas medallas? Abandonada la tierra fértil de la nación, desmantelados los centrales azucareros, incluso incapaces de producir lo que consumimos, otra vez los cubanos acabamos de ganar el segundo lugar de los Juegos Panamericanos.

Poco más de 6 mil deportistas de 42 países se reunieron en Guadalajara. Pero si con 300 millones de habitantes y un desarrollo tecnológico incomparable, Estados Unidos alcanzó el primer lugar con 92 medallas de oro, Cuba, con apenas 12 millones de habitantes, donde apenas hay que comer, consiguió 58 medallas de oro. 12 más que Brasil, 16  más que México, 29 más que Canadá, 34 más que Colombia, y 37 más que Argentina.

Cómo Cuba obtiene mejores resultados deportivos con recursos económicos limitados y una población pequeña con relación a países como Brasil, pareciera un enigma, si ya en 1945, en ocasión de las celebraciones de la victoria sobre el fascismo, en la Plaza Roja de Moscú, Stalin no hubiera revelado la fórmula al general Eisenhower

Según Stalin, los fusiles, las coreografías y las prácticas deportivas son los tres elementos principales para mantener a las masas en perenne estado de euforia y movilización.

El totalitarismo en Cuba tuvo suficientes ingredientes, y resulta obvio, por eso, que surjan más campeones en nuestra isla, como medio de escalar podios internacionales.

Al anunciarse los juegos Panamericanos, los organizadores proclamaron: Bienvenidos a los juegos de la unidad, la solidaridad y la paz

Y al concluir el certamen el pasado domingo, al dar las gracias al pueblo y las autoridades de Guadalajara por su hospitalidad, el presidente de la organización deportiva panamericana, Mario Vázquez Raña, dijo: “Ustedes fortalecieron los juegos para todos”.

De principio a fin erraban las autoridades deportivas al afirmar que entre los atletas cubanos no había uno solo que pensara diferente al régimen.

Para esta delegación, como ha sucedido con todas, Cuba congregó a sus deportistas como si estuvieran forzados a remar en una galera. Quien piense que son exageraciones, pregúntese qué ciudadano cubano, qué atleta puede viajar por su cuenta o a dónde le plazca. O si concluidos sus compromisos en el equipo patrio, cuál de ellos puede irse a jugar en otro país y con el equipo que mejor le convenga.

En Cuba el gobierno invierte en el deporte y los deportistas como cualquier propietario rural en un rebaño, sólo que este es un propietario con intereses políticos más allá de sus linderos, y mientras más trofeos obtengan sus ejemplares, mayor credibilidad tendrá su modelo político.

Bajo este concepto, entre los deportistas cubanos no se encontrará a ningún opositor. Lo que hace de las instituciones deportivas cubanas embajadas del régimen, algo así como unidades del Ministerio del Interior.

El artículo 52 de la Constitución dice que en Cuba todos tienen derecho a la educación física, al deporte y la recreación, pero esto es papel mojado. En Guadalajara los deportistas cubanos ganaron cuatro medallas de oro en canotaje, tres en remo y una en tiro; pero contraviniendo la Declaración Universal de Derechos Humanos, y  a la propia Constitución, en Cuba existen regulaciones legales estrechas, y mientras se mantengan vigentes, antes de que un disidente cubano monte una canoa, empuñe un remo, o toque una escopeta, primero ascenderá a la luna un chimpancé en una nave espacial. Entre calles ahuecadas y corrientes de aguas negras, así funciona el deporte en Cuba.