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El viacrucis de la obesidad en Cuba

La discriminación hacia las personas obesas se hace cada vez más frecuente en la Isla

La discriminación hacia las personas obesas se hace cada vez más frecuente en la Isla (Foto Facebook)

¿“Discriminada yo? Claro que sí, todos los días, en cada lugar que visito, ya sea por necesidad o placer, siempre soy la gorda. En las tiendas nunca hay ropa de mi talla y no puedo ir a un teatro porque no hay asientos especiales para personas obesas. Las guaguas son mi peor pesadilla: evito más montarme en una guagua que cualquier otra cosa en este mundo. Yo no estoy gorda por placer, yo no disfruto ser el centro de atención, yo estoy enferma, sin embargo, en la sociedad de hoy en día, ni el estado ni las personas me tienen en cuenta. Hoy en Cuba es menos discriminado un delincuente por que no aparenta serlo que yo, una ama de casa, profesora de primaria”, comenta entre lágrimas Lourdes, una habanera de 48 años de edad con una enfermedad de tipo genética causante de sus casi 320 libras de peso.

Y es que la sociedad cubana no solo envejece exponencialmente sino que la obesidad también gana terreno. Según los últimos datos que revelara el gobierno de la Isla sobre el tema el 42 % de la población cubana está catalogada con sobrepeso. Sin embargo, a Lourdes lo que más le preocupa no son las estadísticas, lo que más le preocupa es la “indolencia”.

 

La tarifa de los gordos

Debido al cierre de calles principales y a la escasez de gasolina y petróleo en el mercado negro de La Habana producto del paso del tornado, algunos taxistas de la capital incrementaron los precios del pasaje y se ha creado una tarifa diferenciada para pasajeros con sobrepeso.

Robe, un botero que cubre el trayecto Vedado-Víbora, comenta que, aunque no es una práctica generalizada, “son muchos los que ya están adoptando esta nueva forma de cobro”.

El pasaje normal Vedado-Víbora, dependiendo de la hora y del día, puede costar entre 10 y 25 pesos por persona, pero “la tarifa de los gordos” siempre es entre los 20 y hasta 50 pesos en dependencia del espacio que ocupen.

“La Palma y La Víbora fueron dos de los primeras piqueras que comenzaron a implementar esto, no sé si en otros lugares se hace, pero en estos, si eres muy gordo, vas a tener que pagar más, de lo contrario te va a tocar irte a pie o montarte en una guagua”, comenta Robe como si de ganado se tratara.

En China no hay gordos

XL, 2XL, 3XL son tallas que difícilmente se pueden encontrar en una tienda en Cuba, y es que, pese a las altas cifras de obesidad en la Isla, el estado se empeña en comprar un mayor número de tallas “convencionales”.

En la sección de confecciones de Ultra, una joven, sudorosa por el mal funcionamiento del aire acondicionado, nos explica que de cada 1000 jeans que sacan a la venta en la tienda, poco más de 60 son de tallas superior a XL. Ella explica que no es un problema exclusivo de esa tienda y que en centros comerciales como Carlos III o La Época pasa lo mismo.

“Es que el estado no las compra, pero ni me preguntes porque que ya eso se va de mis manos”, comenta la joven.

Algo parecido sucede con los vendedores en las afueras de las tiendas, si, tienen una variedad de productos impresionantes, pero es evidente la ausencia de tallas grandes y es que las restricciones aduaneras en conjunto con el límite de peso que imponen las aerolíneas impiden que los comerciantes puedan ocupar espacio en prendas grandes cuando pueden utilizar el mismo espacio de una camisa 2XL en 4 camisas talla S.

Sin muchas opciones donde comprar ropa, con una tarifa diferenciada y ya acostumbrada a escuchar a los choferes de guagua decirle “la gordita que camine para el fondo”, Lourdes lamenta como “una sociedad que tenía mucho para dar, hoy sea carcomida por el odio, el desinterés y la burla hacia los que somos distintos. “Soy negra y soy gorda, hoy en Cuba yo valgo poco”, concluye.




Obesidad, otro indicador del deterioro en Cuba

La obesidad en Cuba es un problema creciente (Foto: Alba León Infante/El Toque)

LA HABANA.- Según medios oficiales, cerca del 43% de la población cubana padece sobrepeso u obesidad, lo cual dice mucho del estilo de vida en un país donde la alimentación es cara y de mala calidad. Aunque desde 2011 no se publican cifras al respecto, los grupos de mayor riesgo son los niños y adolescentes, que ven afectado su rendimiento físico e intelectual; además de sufrir daños emocionales a causa de las burlas y el bullying que se ha disparado, sobre todo, en las escuelas secundarias.

La Organización Mundial de la Salud reveló en 2016 que existe un total aproximado de 41 millones de niños menores de cinco años con sobrepeso u obesidad, casi el doble detectado en 2011, y la mayoría en países en vías de desarrollo. La temprana aparición de esta enfermedad demanda una respuesta inmediata y eficaz para evitar que en la etapa de preadolescencia los niños sean declarados diabéticos tipo 2, hipertensos, o padezcan trastornos ortopédicos severos.

Esta realidad ya se aprecia en Cuba, donde los especialistas alertan sobre la necesidad de modificar la alimentación y elevar el consumo de cereales integrales, queso fresco, carnes blancas, vegetales y frutas. Sin embargo, ninguno explica que para adquirir estos productos —si aparecen— es necesario invertir más del salario promedio mensual, que ronda los 30 CUC.

Las bolsas de pan integral y cajas de cereales con bajo contenido de azúcar no cuestan menos de 2 CUC (50 pesos) en mercados estatales o establecimientos privados. En los agromercados cubanos el abastecimiento y la calidad de las frutas no es regular, y tras el paso del huracán Irma se han encarecido incluso aquellas que, por su abundancia en cualquier temporada, solían ser más baratas, como la guayaba y el plátano fruta.

Las neveras de las tiendas están repletas de productos dañinos —hamburguesas, salchichas, picadillos grasientos— que aportan más calorías que valor nutritivo. Las especies de pescado que se comercializan en la red estatal —tilapia, carpa, tenca— no es del agrado de la población por su mal sabor, y ningún médico las recomienda como base de una dieta sana.

No es de extrañar que en los últimos años en Cuba se haya elevado el número de niños en edad preescolar declarados obesos o con sobrepeso, hecho que aumenta las probabilidades de padecer enfermedades crónicas en la adultez y, por consiguiente, la utilización de los servicios de salud. En esta problemática inciden la tendencia al sedentarismo, la escasez de opciones para conformar una dieta balanceada, el bajo poder adquisitivo de la población y la ignorancia acerca de los parámetros para mantener una adecuada cultura alimentaria.

Los niños y adolescentes cubanos están habituados a paliar el hambre con chucherías —hamburguesas, fritangas, panes, pizzas—, por lo general acompañadas de refrescos enlatados. La antigua creencia de que “gordura es hermosura” goza cada vez de menos popularidad, pues los peligros inherentes al sobrepeso son difundidos por los medios oficiales y la cultura de masas se ha ocupado de establecer un modelo de belleza diametralmente opuesto a las libras de más.

El problema tiene su raíz en un contexto donde se han unido el limitado rango de opciones para tener una alimentación adecuada, los nuevos pasatiempos juveniles —ajenos al ejercicio físico— y la falta de una estrategia para motivar la práctica de deportes y juegos al aire libre. La mayor parte de las áreas deportivas han desaparecido y las pocas que existen son colonizadas a diario por adultos que juegan durante horas, sin pensar en la necesidad de poner la cancha también a disposición de los infantes.

Los parques se han destinado a colas de ómnibus y puntos wifi, haciendo muy difícil que los niños jueguen pelota, fútbol, o monten bicicleta sin molestar a las personas que, obligadas a carenar allí para conectarse a Internet, olvidan el propósito fundamental de esos lugares. La imposibilidad de conciliar los intereses de niños y adultos en cuanto al uso de los parques ha inclinado la balanza en perjuicio de los primeros, cuyos padres prefieren tenerlos en casa, delante de una tableta o la TV, para evitar cualquier conflicto a causa de un pelotazo accidental.

En 2017, con el objetivo de estimular el interés de la comunidad por realizar actividades físicas, varios equipos para hacer ejercicios fueron emplazados en parques y solares yermos de la capital. Los “autores intelectuales” del proyecto no ponderaron que el sol calcinante imposibilita la interacción con los aparatos hasta pasadas las 7 de la noche, razón por la cual son poco utilizados y generalmente por adultos.

La obesidad constituye una epidemia mundial que, en el caso de Cuba, se suma a otros nefastos indicadores sociales como el envejecimiento poblacional, la pésima calidad de vida, la falta de vigilancia en la alimentación desde edades tempranas y el deterioro del sistema de salud.

Por más que la propaganda estatal reitere que el acceso a la atención médica está garantizado, la población seguirá siendo en extremo vulnerable porque lo básico, entiéndase opciones variadas y asequibles para conformar una dieta saludable, no existe.




Obesidad, un problema de peso en Cuba

9885-fotografia-gCUBA. – La vida sedentaria y una dieta basada en alimentos con alto contenido de carbohidratos subsidiados por el gobierno, están incrementando los índices de obesidad en la población cubana, señaló una experta.

Las estadísticas muestran que más de cuatro de cada diez personas cubanas son clasificadas con sobrepeso. En el 2007, sólo era tres de cada diez.

La doctora María Elena Díaz del Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos (INHA) de Cuba, explicó que los vegetales y frutas pueden ser inaccesibles para un porcentaje de la población cubana por sus elevados precios. En contraste, los alimentos subsidiados por el Estado en la canasta básica, cuentan con una alta cantidad de grasas, azúcares y carbohidratos.

El gobierno cubano cuenta con un sistema de racionamiento en donde a la gente se le permite comprar cada mes con un precio subsidiado, 7 libras de arroz (3.2 kilogramos), 10 onzas (0.3 kg) de frijoles, media libra de aceite (0.2 kg), tres libras o 1.4 kg de azúcar blanca, una libra (0.45 kg) de azúcar parda, cinco huevos, media libra de pollo y un paquete de espaguetis.

El precio total de estos productos añadidos no superan los 30 pesos cubanos (poco más que un dólar americano). Por su parte, los productos alimenticios más saludables comprados fuera del sistema de racionamiento son más costosos, y también satisfacen menos.

Alejandro del Río, de 45 años, se encuentra molesto sobre el aviso médico que recibió sobre una dieta especial para atender su elevado colesterol.

“Vegetales, pescado, poca sal y comer sin grasa me ha dicho el médico”, dijo. “Imagínese usted, ¡ese hombre está loco! Para hacer una dieta como esa hay que ser millonario en Cuba”.

Del Río tiene un salario mensual de 456 pesos cubanos, equivalente a 18 dólares aproximadamente.

El paquete subsidiado por el gobierno, dijo Del Río, solamente alcanza para alimentarse durante 15 días del mes que supondría debería cubrir. Su salario – justo abajo del promedio nacional de 500 pesos al mes – significa que sólo puede comprar a precios comerciales arroz, frijoles y huevos.

En el mercado abierto, una libra de arroz tiene un precio de cinco pesos cubanos, 30 huevos tienen un costo de 33 pesos, la libra de frijoles negros cuesta 12 pesos. Los vegetales son comparativamente costosos, con repollo y coliflor a 12 pesos cada uno, un puñado de zanahorias 10 pesos, y berros o acelgas, cinco pesos el paquete.

En general, el pescado puede ser comprado solamente con la otra moneda en Cuba, el “peso convertible”, el cual está vinculado al valor del dólar estadounidense. Cinco libras de pescado – poco más de dos kilogramos – cuestan 10 pesos convertibles; es decir, 10 dólares.

“¿Quiénes tienen la culpa? ¿Es nuestra culpa por no poseer una cultura alimenticia correcta, o es de los manjares malignos que nos ofrece el sistema a bajos costos?”, se pregunta Michel González quien pronto tendrá que comenzar a utilizar una silla de ruedas debido a su peso.

Las frutas y verduras no son únicamente relativamente costosas; no siempre se encuentran a la venta en el mercado.

“En Cuba, los vegetales tan solo se encuentran disponibles en temporada”, explicó Alexia Giménez, residente de La Habana. Tomates, col, lechuga y zanahorias no están disponibles todo el año, solo en cortos períodos. “En ocasiones, voy a buscar vegetales y no hay alguno. Así pasa con las frutas, mango, la fruta bomba [papaya] y guayabas.”

obesidadEl problema de peso está empeorando. En el 2007, un estudio publicado en el diario oficialista Juventud Rebelde, declaró que el 30% de los hombres y el 31% de las mujeres en Cuba presentaban sobrepeso por  causas arraigadas al sistema de racionamiento.

En el 2012, Jorge Pablo Alfonso Guerra, presidente de la Sociedad Cubana de Nefrología, afirmó que el 43 por ciento de la población de Cuba padecía de sobrepeso u obesidad. Esto significa que en un periodo de cinco años, el índice se incrementó al menos 12 puntos porcentuales.

Los expertos dicen que la tendencia continuará en el 2015.

La doctora Díaz, señaló que la obesidad es un factor de riesgo para padecer enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y cardiopatías, y es un factor que incide en los decesos por enfermedades cardiovasculares, cerebro vasculares y cáncer.

El médico Alejandro, dijo que la medida clínica usada para calcular si alguien tiene sobrepeso u obesidad es el “índice de masa corporal”, reconocido por la Organización Mundial de la Salud.

También existe un impacto psicológico. Milena Suarez de 27 años, quien sufre obesidad dijo que le es difícil encontrar pareja. Sus amistades pueden ser también crueles.

“A veces me siento discriminada o fuera del grupo”, dijo. “Yo sé que se burlan de mi a mis espaldas”.

(María del C. Quintana Hechavarría)

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN AWPR




Obesos y desnutridos

LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -El 16 de noviembre apareció en las páginas del periódico Juventud Rebelde un artículo de la periodista Maité María Jiménez con motivo de la celebración del XVI Congreso Latinoamericano de Nutrición, Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, que sesionó recientemente en el Palacio de las Convenciones.

En dicho artículo, la doctora Mercedes Esquivel, investigadora titular del Departamento de Desarrollo y Crecimiento Humano de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, declaró que “el incremento del sobrepeso es una tendencia negativa que se observa en el patrón de crecimiento y desarrollo de los niños cubanos, determinado en gran medida por las incidencias del medio en que se desenvuelven”.

Entre los malos hábitos alimentarios de los niños cubanos inciden varios factores. En primer lugar, los bajos ingresos de la familia cubana no permiten que haya variedad en la mesa. Los años de escasez de vegetales, frutas y cereales, han provocado que los más jóvenes no tengan hábito de comer estos alimentos. Además, no todas las familias tienen pesos convertibles para comprar leche, queso, carnes, cereales o granos a precios exorbitantes en las tiendas en divisa.

Si bien es cierto que en las escuelas primarias se les vende almuerzo a los hijos de las trabajadoras por el precio de 7 pesos al mes, este es insuficiente y está mal elaborado. El menú, escrito en una pizarra, apenas varía, por lo que maestros y directores con frecuencia recomiendan a los padres que “refuercen” el almuerzo de sus hijos.

Lo que usualmente constituye la merienda de los niños es pan con croquetas, con pasta para bocaditos o con perritos, acompañado de refrescos, ya sean instantáneos o gaseados (de pipa).

Alrededor de los doce años de edad, cuando comienzan la enseñanza secundaria básica, ya no tienen horario de almuerzo y no se les permite salir. En lugar de esto, en las escuelas les dan un pan con frita (una especie de torta de harina con condimentos) y un vaso de yogurt de soya.

Durante más de cincuenta años en la libreta de racionamiento no se ha tenido en cuenta a este sector tan sensible de la población. Al cumplir tres años de edad se les suspende a los niños la cuota de trece compotas mensuales, vendidas mediante la libreta de racionamiento -sin embargo, en las tiendas que venden en divisas se venden diminutas compotas Gerber (71 g) al precio aproximado de 80 centavos de dólar-. De igual modo, a los siete años, se les quita la cuota de leche de vaca y en su lugar se les vende doce bolsas mensuales de yogurt de soya, hasta que cumplen los catorce años.

Son muchas las protestas de los padres por el retraso o la ausencia del suministro, a veces sin explicación, de este yogurt de soya. En verano, incluso, el problema se agrava, pues los camiones que lo transportan no son refrigerados y el yogurt a menudo se echa a perder.

En los últimos tiempos se dejó de vender la ración de una libra de pollo mensual y media libra de “picadillo condimentado” para los niños, y en su lugar se les oferta una libra de picadillo de res (con muy poca o ninguna carne y mucho pellejo), y media libra de mortadela, y muchos padres han protestado porque los niños pequeños se niegan a comerlos.

En este momento, para colmo de males, la libra de frijoles ha alcanzado precios de hasta 18 y 20 pesos cubanos, precio exorbitante para los cubanos, que equivale a aproximadamente el salario de un día. Por este motivo, están quedando atrás los días en que, junto el típico arroz con frijoles era parte indispensable de la dieta de los cubanos.

Cada día, más cubanos comprendemos que ya la gordura no es hermosura ni sinónimo de salud. Lamentablemente, por mucha conciencia que tengan los padres cubanos respecto a la alimentación correcta de sus hijos, en el medio en que vivimos, comer no es tarea fácil y mantener una dieta saludable es prácticamente una misión imposible.