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Muere el general de Brigada Enrique Acevedo González

Enrique Acevedo, Cuba

MIAMI, Estados Unidos. — El general de Brigada de la Reserva Enrique Acevedo González, excombatiente del Ejército Rebelde, falleció este jueves en La Habana a los 79 años, informó el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR).

Una nota difundida por ese organismo destaca que Acevedo se incorporó a la guerrilla con apenas 14 años. Primero combatió bajo las órdenes de Ernesto Che Guevara y luego pasaría a los mandos liderados por Fidel Castro.

Fundador del Partido Comunista de Cuba (PCC), a lo largo de su carrera Acevedo ocupó diferentes puestos en la cadena de mando de las FAR: fue jefe de Compañía de Infantería, jefe de Estado Mayor y jefe de División de Infantería en los ejércitos Central y Occidental, jefe de Estado Mayor Provincial de Ciudad de La Habana, jefe de Sección de Preparación Combativa en el Ejército Occidental, entre otros.

El MINFAR añade que Acevedo combatió a las guerrillas anticastristas en el Escambray y que cumplió “dos misiones internacionalistas en la República de Angola”.

Enrique Acevedo fue autor de la novela Descamisado (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2000), entre otros libros, y fue miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

La nota precisa que su cadáver será expuesto este viernes a las 11 de la mañana en la funeraria de Calzada y K, ubicada en el barrio habanero del Vedado, para luego ser inhumado en el panteón de las FAR en la Necrópolis de Colón en una ceremonia con honores militares.

Enrique Acevedo es hermano del General de División de la Reserva Rogelio Acevedo, excombatiente de la Sierra Maestra, de Angola y quien por más de 20 años fuera presidente del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba (IACC).

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Muere en La Habana el general de brigada Manuel de Jesús Rey Soberón

Rey Soberón

LA HABANA, Cuba.- El General de Brigada de la Reserva Manuel de Jesús Rey Soberón falleció este viernes 15 de octubre producto a la COVID-19, según dio a conocer el oficialista Noticiero Nacional de la Televisión Cubana NTV.

De acuerdo a la nota, su cadáver será cremado y las cenizas depositadas en el panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en el cementerio Colón de La Habana, provincia donde murió.

Soberón ingresó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias en el año 1968 como soldado, en la Base Aérea de San Antonio de los Baños, y por sus resultados fue seleccionado para diversos cursos de superación graduándose como oficial.

“En su trayectoria militar ocupó varias responsabilidades entre las que se destacan Técnico de Radios y equipos Radiotécnicos, Jefe de grupo Radioelectrónico, Ingeniero de equipos Radioelectrónicos de Brigada, Jefe de Dirección del MINFAR, Director del Colegio de Defensa Nacional, entre otros”, señala el mensaje.

Además, fue militante del Partido Comunista de Cuba, cumplió misión internacionalista y le fueron otorgadas diferentes condecoraciones.

Más de una docena de militares cubanos, en activo o en la reserva, han fallecido en Cuba en los últimos meses debido al coronavirus u otras causas no reveladas por el gobierno cubano.

Los casos más recientes fueron el General de Brigada Diego Cobas Sanz y el coronel de la reserva José Ramón Silva Berroa, a finales septiembre y principio de octubre respectivamente.

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Invertir en Cuba: ¿inocencia o estupidez?

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Raúl Castro junto al primer ministro Manuel Marrero y generales del las FAR (Reuters)

LA HABANA, Cuba. – Invertir una abultada suma de dinero en la adquisición de cuatro fincas, varias decenas de reses y aperos de labranza fue para un cubanoamericano repatriado, que fijó su residencia en la ciudad de Cienfuegos, la razón de que llegara la policía con una orden de registro y otra para el decomiso de todo cuanto había dentro de los límites de lo que creyó eran sus legítimas posesiones.

Con tal acción, que no es la primera y mucho menos la última, se reafirma la naturaleza colectivista del modelo escogido por Fidel Castro para supuestamente convertir a Cuba en un ejemplo a seguir en cuanto a desarrollo económico y libertades.

La realidad es que el sistema continúa sobre los estrambóticos fundamentos de dinamizar la producción de ideología y sus derivados, y alcanzar mayores niveles de eficiencia e igualdad en la repartición de la pobreza, con el acompañamiento de la entrega a granel de esperanzas en un futuro mejor.

Bajo esas premisas es que las ruinas están presentes por doquier, tanto como la escasez y el racionamiento.

El odio al éxito de las gestiones productivas no estatales no es un cliché, se trata de un punto de vista con carácter de ley (a veces de jure y otras de facto) que explica en buena medida el estancamiento que padece la economía nacional.

Lamentablemente sigue sin haber margen para la coexistencia de los diferentes tipos de propiedad, aunque en la Carta Magna aprobada el pasado año, hay una mención directa del asunto, pero hasta el momento sin indicios de ninguna concesión real, incluido el imprescindible otorgamiento de personalidad jurídica a las personas que deseen crear empresas pequeñas y medianas.

Tal contradicción en lo que se planteó y lo que sucede en la práctica invita a pensar en la probable y muy lógica existencia de serias discrepancias en la cúpula de poder en torno a la necesidad de terminar con los lastres del centralismo y quienes favorecen la continuidad de esos controles que solo sirven para fomentar la corrupción, mantener intactos los ciclos de improductividad, así como la insostenible política de subsidios que ha evitado el colapso de la economía interna, pero con una nula incidencia en la solución de las tragedias asociadas a la supervivencia.

Se intuye claramente que la vieja guardia, con Raúl Castro al frente, es la que dicta las pautas de todo cuanto sucede fronteras adentro.

Anclados en el más rancio conservadurismo, los llamados líderes históricos, evitan a toda costa la instauración de la economía de mercado. Se oponen a cualquier gesto de apertura que vaya más allá de lo que supondría una traición al legado de Fidel, siempre enfocado en sus diatribas contra la democracia representativa y la libre empresa.

El despojo al cubanoamericano, que podría estar ahora en un calabozo a la espera de ser llevado a los tribunales por enriquecimiento ilícito o cualquiera de esas figuras delictivas que usan, con regularidad, para criminalizar a los emprendedores, envía un mensaje en letra de molde y tinta a prueba de borrones, a quienes pretenden invertir, sean cubanos o extranjeros, en algún espacio del territorio insular.

Las inversiones en la Isla tienen a menudo un final amargo. Son las reglas de un juego que los ingenuos no acaban de entender. Se creen el cuento de algún funcionario que le vende la idea de un acuerdo justo y con los debidos márgenes de protección.

Es increíble que todavía haya personas que caigan en la trampa con tantos ejemplos de por medio. Como bien dice el aforismo, “nadie escarmienta en cabeza ajena”.

O sea que otros, enfrentarán la misma experiencia, como paso previo al arrepentimiento. Invertir en Cuba no es un acto inocente, es una soberana estupidez.

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FINCIMEX: los dólares son para los militares

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LA HABANA, Cuba. – En la gasolinera y mercado Tángana, en el Vedado, a los dependientes les resulta fácil identificar a un militar de alto rango aunque no lleve puesto el uniforme.

No porque sus compras sean usualmente voluminosas, algo inusual para la mayoría de los cubanos, sino porque al pagar usará una Tarjeta de RED en apariencia ordinaria, en pesos cubanos (CUP), pero que al introducirla en el POS (terminal) admitirá una operación que no es permitida a otras tarjetas similares emitidas por FINCIMEX S.A.

Esta tarjeta es identificada por el sistema como extraordinaria, por tanto su tasa de cambio frente al peso cubano convertible (CUC) y al dólar estadounidense (USD) no es la establecida por el Banco Central de Cuba de 1 por 25 sino un canje artificial de 1 por 1, similar al de las empresas estatales y organismos de la Administración Central del Estado.

Como resultado, este militar de alto rango que recibe su salario mensual en CUP como cualquier empleado estatal en Cuba, al realizar una transacción comercial en alguno de los comercios, casas de cambio, cajeros automáticos y gasolineras de la isla autorizados para tales casos, ve incrementado significativamente el poder adquisitivo de su sueldo que solo nominalmente es tan bajo como el de un médico —entre los mil y tres mil CUP—  pero en la práctica es otro muchísimo mayor.

De acuerdo con fuentes consultadas por CubaNet, pertenecientes al nivel central de la corporación CIMEX S.A. y al Grupo de Administración Empresarial de las Fuerzas Armadas (GAESA) —a quien está incorporado CIMEX así como su intermediaria financiera FINCIMEX—, para estas tarjetas no existen las mismas dificultades por las que atraviesan los propietarios de tarjetas de débito, en especial las habilitadas para remesas del exterior o las usadas por los transportistas privados para la adquisición del combustible.

De tales tarjetas emitidas exclusivamente para algunos oficiales de alto rango del Ministerio del Interior (MININT) y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), no para todos, han circulado alrededor de unas 2700 en todo el país desde el año 2002 cuando fueron creadas hasta la actualidad, aunque en ese lapso de tiempo han sido objeto de modificaciones que las han fortalecido en alcance operacional. 

Dos economías como universos paralelos

El 14 de septiembre de 2018, el diario Granma publicó en sus páginas centrales la respuesta de FINCIMEX S.A. a la queja de un ciudadano nombrado Luis Felipe Taylor Rodríguez.

Refiere la nota que esta persona de Santiago de Cuba realizó una operación con su tarjeta magnética en una sucursal de CADECA pero se le pidió esperar treinta días para recibir el efectivo solicitado, en ese caso 700 pesos (CUP).

Se suponía que la operación debía ser instantánea al tratarse de una tarjeta de débito, sin embargo sucedió lo que con frecuencia pasa tanto en la red comercial como en FINCIMEX, la única agencia financiera intermediaria de Cuba.

La falta de efectivo en las cajas, los problemas de conectividad o la ejecución de directivas internas para limitar las extracciones diarias entorpecieron la gestión.

Mucho más reciente, al entrar en vigor la Resolución No. 73/2020 del Banco Central de Cuba, mediante la cual se inició la apertura de tiendas para la venta exclusivamente en dólares norteamericanos, mediante tarjetas AIS creadas por FINCIMEX, se evidenció en redes sociales el malestar popular contra la iniciativa del gobierno por ser considerada discriminatoria, en tanto favorecía solo a quienes recibían remesas desde el exterior, restando valor a los salarios estatales, ya de por sí considerados entre los más bajos del mundo al promediar los 30 dólares mensuales.

Las situaciones descritas parecen pertenecer a dos universos económicos paralelos pero lamentablemente se trata del mismo. En lo alto de la pirámide social que se alza sobre los tipos de moneda que hoy circulan en Cuba existe un grupo exclusivo de cubanos protegido por el sistema y sus instituciones, integrado por altos oficiales de las FAR y el MININT, y que por tanto jamás se ha visto perjudicado por las dificultades y diferencias que el sistema genera.

Al ser FINCIMEX parte del sistema económico de las Fuerzas Armadas, aunque sus mecanismos de intermediación financiera están articulados con el del Banco Central de Cuba, se rige por disposiciones internas propias del Grupo de Administración Empresarial de las FAR (GAESA) y no por las leyes y regulaciones emitidas por otra institución de gobierno que no sea de las FAR, así tampoco por el sistema de auditorías de la Contraloría General de la República.

Tales excepcionalidades e inmunidades usan como pretexto la “seguridad nacional” y, en otras cosas, les permite a los militares apoderarse de una parte de los ingresos por concepto de remesas desde el exterior a partir de un sistema de impuestos y comisiones en la actividad intermediaria que realizan con carácter de monopolio.

Remesas y combustible

Aunque se torna difícil ofrecer datos exactos por la falta de transparencia como práctica habitual de las instituciones cubanas, reforzada por al carácter militar de los sectores estratégicos de la economía y las finanzas en la isla, sí es posible hacerse una idea de cómo funcionan los mecanismos que le permiten a FINCIMEX emitir y respaldar las tarjetas sin que estas resulten en pérdidas económicas.

Incluso es posible ir más allá y calcular un aproximado de cuánto dinero obtiene como ganancia la entidad, en perjuicio de los otros clientes “no especiales”, obligados a trocar los dólares por monedas sin ningún tipo de respaldo como el CUC y el CUP, a usar una única agencia intermediaria para las transacciones, con tasas elevadas, además con el gravamen del 10 por ciento a la moneda estadounidense, instituido por el Banco Central de Cuba y derogado hace apenas unos días debido a la crisis que la pandemia ha agudizado.

“Por cada dólar remesado (FINCIMEX) tiene ingresos propios de 0.07 centavos (…), esto de ingresos de la entidad sin contar lo que aporta al sistema de las FAR, además de otros impuestos y comisiones que recibe de los bancos a los cuales sirve de intermediario (…), de único intermediario, hay que aclarar (…), al ingreso total habría que sustraer ese 0.07, además del 0.024 que sí se declara como ganancia (…), ese 0.024 supuestamente es la ganancia total que se usa en cada entidad territorial para gastos internos, salarios, etcétera (…), el 0.07, que también son unos cuantos cientos de miles al año, es el que justifica la existencia de esas Tarjetas de RED especiales (…), sí tienen respaldo pero en las remesas, así como algunas tarjetas de combustible pero este último es un mecanismo no tan complejo pero sí diferente, no sale del mismo dinero (…), más bien vinculado en parte con la Reserva Estatal”, afirma un funcionario de FINCIMEX consultado bajo condición de anonimato.

De acuerdo con documentos oficiales de la propia entidad, citados total o parcialmente, y dispersos en tesis de grado, algunas de ellas accesibles en internet o publicadas en repositorios de las propias universidades, tan solo en 2004, por cada dólar remesado FINCIMEX obtuvo 0.20 centavos de ganancia, una cantidad que ya para 2006 (no se poseen datos publicados más recientes) se había incrementado a 0.32 centavos, de los cuales cerca del 50 por ciento pertenecía por entero a GAESA, como parte del cobro de comisiones, y el resto al Banco Central de Cuba.

Un detalle a tener en cuenta es que, a diferencia de estas emisiones especiales de FINCIMEX para altos oficiales, las demás tarjetas de débitos que se emiten con el fin de remesas están expresadas en CUC, independientemente de que el remitente haga el depósito en otro tipo de divisa.

El remitente de la remesa, que está en el extranjero, deberá tener en cuenta el gasto de la tarifa que cobra la agencia más un 1.1134, agregado al 8 por ciento que se le aplicaba al monto de la remesa por el gravamen establecido en la Resolución No. 80 del 4 de Noviembre del 2004, del Banco Central de Cuba, y el 3 por ciento de la convertibilidad de la divisa en que fue impuesta la remesa, producto de la Resolución No. 9 del 1 de abril del 2005 también del Banco Central de Cuba.

Los márgenes de ganancias, de acuerdo con las mismas fuentes, tan solo en una provincia como Villa Clara se corresponden con el monto de 435 097.92 dólares al año, en 2007, mientras que en todo el país ese mismo año se obtuvieron más de 6 millones de dólares por el mismo concepto, sin contar otras ganancias obtenidas por ventas institucionales, seguidas de las ventas a la población y el expendio de combustible. Ganancias que, de acuerdo con fuentes internas de FINCIMEX, se han incrementado en un promedio de más de 150 mil dólares anuales desde el año 1999, cuando comenzaron a gestionarse las remesas, hasta la actualidad.

“Por cada dólar que se recibe en Cuba a través de FINCIMEX, entre comisiones a intermediaros y bancos, el emisor de remesas hoy pierde en realidad más de 0.50 centavos por encima, sin contar que ese dólar se lo queda completo el Banco Central de Cuba y el sistema de las FAR (…), lo que recibe la gente es el CUC sin respaldo, como un papel sin valor más allá de las fronteras (…), eso sin contar lo que debe pagar otra intermediaria financiera como Western Union para estar en Cuba”, explica un funcionario de FINCIMEX consultado al respecto.

Datos sobre los pagos de Western Union a FINCIMEX  por la actividad de solo una de las decenas de sucursales que la empresa norteamericana opera en la isla, pueden arrojar luz sobre cuánto en total obtiene GAESA por tales acuerdos.

Anualmente, por cada sucursal territorial, Western Union continúa desembolsando a favor del Sistema Empresarial de las FAR alrededor de 4 mil dólares, lo que representaría quizás alrededor de 100 mil dólares en total anual solo por el permiso de operación.

De acuerdo con informes publicados de la empresa militar cubana, citados en tesis de grado y otras investigaciones académicas, solo en Camagüey Western Union pagó como tributación en 2005 un total de 4 155.08 dólares, desglosados de la siguiente forma: 68.05, por la utilización del inmueble; 1 021.24, por los servicios recibidos de FINCIMEX; 982.79, pagados a la agencia empleadora por la utilización de la fuerza de trabajo; 550, de contribución a la Seguridad Social, más 1 533 de otras tributaciones.

El acuerdo entre ambas empresas se ha mantenido vigente, de modo que con la ampliación de los servicios desde 2005 hasta la actualidad, la cantidad tributada probablemente haya aumentado. 

Hoy pueden comprar todo

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FINCIMEX (Foto: Cubadebate)

“Las primeras tarjetas eran para combustible y productos de primera necesidad”, afirma  un ex militar que estuvo entre los primeros beneficiados cuando en 2002 las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior inauguraron la iniciativa.

Las tarjetas “se les dio a algunos Primeros Oficiales, como estimulación (…). No se podía usar en todos los servicentros y tampoco podías comprar ropa, solo comida pero no hacía tanta falta como ahora porque todo eso se compraba en lo que era Comercio Militar, en las unidades (…), cuando me retiré me la quitaron”, asegura este oficial retirado.

De acuerdo con la información ofrecida por varios trabajadores de tiendas y establecimientos donde actualmente se aceptan estas tarjetas, cada año se ha ido ampliando el espectro de adquisiciones aunque, para el combustible, FINCIMEX ha emitido otras tarjetas igual de extraordinarias, similares a la de los transportistas privados pero con una cantidad límite asignada por mes, que no siempre es la misma aunque con la ventaja de que se adquiere en el mercado de divisas pero se paga en moneda nacional.

“Comida, piezas de autos, ropa, zapatos, electrodomésticos, de todo pueden comprar (…) Se pasa la tarjeta normalmente, como cualquier otra tarjeta de red (…), la operación es automática pero, por ejemplo, si pasas esa misma tarjeta por cualquier tienda, las del FOCSA o Carlos III, el sistema no la acepta, o te hace el cambio de 1 por 25”, afirma una dependienta de la tienda La Puntilla, donde en algunos departamentos sí son admitidas las tarjetas especiales.

“Hay cajeros automáticos que no las aceptan. Tampoco pueden hacer el canje directamente en las cajas de los bancos (…). En ninguno. Desde el año pasado es que pueden hacer operaciones en algunos lugares pero con límites. Según la tarjeta (…), las hay que permiten extraer hasta 100 CUC diarios. Hay otras que solo admiten dos o tres operaciones mensuales en cajeros, es según”, comenta un funcionario del Ministerio de Finanzas y Precios familiarizado con el proceso.

FINCIMEX S.A.

Al contrario de lo que se ha reiterado hasta la saciedad por el régimen cubano, no fue la desaparición del bloque de países comunistas de Europa del Este la que obligó a Fidel Castro a crear la intermediaria financiera FINCIMEX sino la estrategia de construir una estructura económica paralela a la impuesta por la URSS y de espaldas al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME).

En principio fue encargada exclusivamente de la tesorería de CIMEX, entre otras actividades asociadas, así como presuntamente del lavado de dinero mediante la compra-venta de oro y joyas, bajo la justificación de “conceder créditos a la producción nacional” pero esto es algo que hacían los soviéticos.

FINCIMEX surgió en realidad como parte de un conglomerado de empresas en paraísos fiscales cuyas ganancias beneficiarían a una cúpula de oficiales del Ministerio del Interior, primero, y de las Fuerzas Armadas poco después, durante los años 90, cuando los servicios de inteligencia estadounidenses destaparon los vínculos del gobierno cubano con el narcotráfico en la región del Caribe, con destino a los Estados Unidos.

A partir de la desaparición de la URSS, en la década de los 90, FINCIMEX comenzó un proceso de crecimiento y transformación acelerado. En octubre de 1992 le fue transferido el único Centro de Procesamiento de Tarjetas de Créditos del país. En marzo de 1995 comenzó a emitir las primeras tarjetas de combustible de CUPET-CIMEX y ya en junio de ese mismo año asume los cobros derivados de los gastos de emigración.

En 1999 inicia las operaciones como agente de Western Union. Un año antes se le había autorizado a realizar actividades de intermediación financiera mediante licencia del Banco Central de Cuba, amparada luego por la Resolución No.109/1999, para gestionar y administrar las remesas de ayuda familiar desde el extranjero hacia Cuba.

Fundada en Panamá en 1984 e incorporada décadas después a GAESA, cuando Fidel Castro traspasó el poder a su hermano Raúl —hasta entonces Ministro de las Fuerzas Armadas—, FINCIMEX S.A. es la única intermediaria financiera del régimen y por tanto monopoliza las operaciones de cuentas corrientes de la corporación en bancos extranjeros, el cobro de las tarjetas de crédito internacionales y las remesas, el control oficial del recibo y entrega de ayudas a familiares procedentes del exterior, realizado a través de American International Service (A.I.S), así como otros servicios de representación y operaciones de tarjetas como VISA, MasterCard, Cabal, y el control y procesamiento de las Tarjetas Prepagadas de Combustible.

Mediante los servicios de FINCIMEX  operan otras empresas cubanas de importancia, también pertenecientes a GAESA, entre ellas vale destacar Melfi Marine S.A., la única transportista de todas las necesidades de CIMEX y de más del 90 por ciento de las representaciones de empresas extranjeras radicadas en Cuba, así como de los organismos de la Administración Central del Estado. De ahí que prácticamente el total de lo que se importa y exporta en la isla estará bajo el control de los militares, siendo estos los mayores beneficiarios.

Otras fuentes: 

Revista Universidad y Ciencia. Páginas 17-32. Publicación de 30 agosto 2015. Vol. 4, no. 3, agosto-noviembre 2015. ISSN: 2227-2690 RNPS: 2450

Tesis de la Universidad Central “Marta Abreu” de las Villas. Facultad de Ciencias Empresariales. “Análisis de los estados financieros en el Complejo Riviera”, de la corporación CIMEX, Yordanka Bernal Espinosa, 2006-2007 y “Análisis de Factores para determinar la eficiencia y eficacia de los servicios financieros en la actividad de remesas en Fincimex S.A. Villa Clara”, Milas Milián Llanes y Berta Valdés Díaz, 2007

Monografía sobre “Indicadores que permiten medir la efectividad en los Servicios de Intermediación Financiera en el sistema de remesas en la Financiera Cimex S.A.”, Rodolfo Morell Llano, 2006, tesis de licenciatura, Universidad de Camagüey, fundamentalmente, en https://repositorio.uho.edu.cu/jspui/

https://www.eleconomista.cubaweb.cu/2002/nro151/151_259.html

http://revistas.unica.cu/index.php/uciencia

https://webtarjetas.cimex.com.cu/

https://www.gestiopolis.com/sistema-financiero-e-instituciones-financieras-no-bancarias-cuba-acercamiento-teorico/

(Read this story in English here)

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De secretos y Generales

(Foto tomada de internet)
(Foto tomada de internet)

LA HABANA, Cuba.- En 1996 fue publicado el libro “Secretos de Generales”, escrito por el fallecido periodista Luis Báez. Según explicó el propio autor en una nota, constituyó un homenaje al 40 aniversario del Ejército Rebelde. Contiene entrevistas a cuarenta y uno de estos altos oficiales, todos –en aquel entonces– de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y dentro de los cuales hay una sola mujer, Delsa Esther Puebla Viltre, más conocida como Teté Puebla.

El prólogo lo escribió Raúl Castro, quien por aquella época fungía como ministro del ramo; y como era de esperar está dedicado al “Artífice del Moncada”, Fidel Castro.

Fue un libro bastante polémico y no se tienen noticias de que la editorial Si-Mar S.A. haya publicado otras ediciones.

Algunos de los protagonistas ya fallecieron y otros están defenestrados. El primero de todos, general de cuerpo ejército –único con este rango– Abelardo Colomé Ibarra (“Furry”), renunció a su cargo de ministro del Interior (MININT) por problemas irreversibles de salud. Como reconocimiento a su historial revolucionario, le fue otorgada la Orden por el Servicio a la Patria de Primer Grado.

Para sustituir a Colomé Ibarra y a propuesta de su Presidente, el Consejo de Estado dispuso designar al general de división Carlos Fernández Gondín, que ocupaba el cargo de vice ministro primero de ese organismo y que también es miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). Pero Fernández Gondín no está dentro de los entrevistados en el libro; tampoco quien lo sustituyó, el vice almirante Julio César Garandilla Bermejo, quien con antelación era jefe de la Dirección de Contrainteligencia Militar de las FAR y que la voz popular considera un hombre de toda confianza de Raúl Castro. Bermejo ocupa cargos en el Comité Central y en la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Como ha venido sucediendo desde 1989, en que se radicaron las Causas No.2 y 3, por corrupción y narcotráfico, contra un grupo de altos oficiales de las FAR y el MININT, se determinó inundar este segundo organismo con oficiales del primero, dándole un papel preponderante –desde entonces– a las Fuerzas Armadas. Tanto fue así que en aquella época se corrió el comentario de que se crearía el Ministerio de Defensa, con la fusión de ambas instituciones, algo que no prosperó.

Volviendo al tema del libro, habría que decir que pasados 20 años, dos generaciones de cubanos de los que vivimos en la Isla, no se recuerdan nombres que fueron muy conocidos en esa época, como Sixto Batista Santana –que estuvo al frente de los Comités de Defensa de la Revolución– o los hermanos Enrique y Rogelio Acevedo González, este último destituido de su cargo de presidente de la Aeronáutica Civil. Incluso personas más viejas, vinculadas a la política, no son capaces de decir si estos generales están vivos o muertos y, de encontrarse aún entre nosotros, se desconoce si mantienen sus grados o si están ocupados en alguna labor en específico.

El secretismo es algo que ha caracterizado el comportamiento del régimen durante todo el tiempo en que ha tenido el poder, es por eso que aunque la propuesta del libro se basa en poseer información “desclasificada”, las memorias “terroristas” que relatan la mayoría de los generales ha hecho que no forme parte de la historia que quiere contar en este momento “un régimen de paz y unidad”.

No obstante, en la actualidad no hay que llegar a General y bien se puede controlar el Poder desde las sombras.

Tal es el caso del coronel Alejandro Castro Espín, hijo del General-Presidente, que dirige el muy poderoso Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, una institución funcional que no tiene estructura legal y en estos momentos le están subordinados el MINFAR, el MININT; así como los Ministerios de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior e Inversión Extranjera; además juega un papel decisivo con relación al resto de los organismos estatales, cuando de seguridad nacional se trata.

Algunos analistas se han podido percatar que el proceso de restablecimiento y normalización de las  relaciones diplomáticas Cuba-Estados Unidos ha sido diseñado, ejecutado y controlado por el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, teniendo como cara pública al vice jefe de esta institución, el Dr. Abel Enrique Márquez Santamaría, abogado y máster en relaciones internacionales.

Fue también ese “team” el que gestó y ejecutó el intercambio humanitario de prisioneros que alcanzó a los cubanos Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, quienes cumplían penas en cárceles en Estados Unidos, a cambio del norteamericano Alan Gross y el cubano Rolando Sarraff, ambos sujetos a cumplimiento de sanciones impuestas por espionaje y otros delitos conexos.

Basándose en la “confidencialidad”, tampoco hay referencias de los constantes encuentros bilaterales Cuba-Estados Unidos previstos en la agenda concertada para el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas que han dado vías a la “Comisión Bilateral”, con una amplia agenda de temas, susceptibles de incorporar los que sean procedentes y propuestos por las partes.

Las estructuras de poder están fuera del alcance del derecho ciudadano, quienes manejan las cuerdas detrás de las bambalinas –tanto de las relaciones internacionales como de la seguridad nacional y la economía– no han sido desclasificados como los generales del libro de Báez; aunque no lleguen a tener altos rangos militares, sí tienen en sus manos el destino del país.




Militares en la economía, un caso de secuestro

De frente, el actual Ministro de las FAR Leopoldo Cintra Frías (izq) y su predecesor, el fallecido Julio Casas Regueiro (der)
De frente, el actual Ministro de las FAR Leopoldo Cintra Frías (izq) y su predecesor, el fallecido Julio Casas Regueiro (der)

LA HABANA, Cuba. -Aunque fuera de Cuba algunos se arriesgan a suponer que entre un 70 u 80 por ciento de la economía cubana está en manos de los militares, nadie que no tenga acceso a los informes secretos del Estado sabe con exactitud cuántas empresas, con sede en territorio nacional y disfrazadas de civiles, tributan directamente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y al Ministerio del Interior (MININT), ni cuántas de las compañías registradas fuera de la isla por ciudadanos extranjeros vinculados a los gobernantes cubanos, ya sea por lazos afectivos o familiares, son la fachada de una amplia red financiera para satisfacer los antojos y los excesos de una “dinastía de izquierda” que se niega a traspasar el poder.

Para los cubanos que saben del día a día y de cómo funcionan las cosas dentro de nuestras fronteras, hablar de porcentajes resulta risible cuando se sabe que la totalidad de los ministerios y de las empresas estatales están dirigidas por militares, exmilitares, o personas que han recibido entrenamiento en las escuelas de preparación para los “cuadros de dirección” del Partido Comunista e incluso en las academias de inteligencia de la antigua URSS.

Por ejemplo, empresas consideradas insignias como Habanos S.A. o ministerios estratégicos como Turismo o Azúcar, Transporte o Industria Básica, siempre han sido presididos o co-presididos por militares de alto y mediano rango, mucho más entrenados para acatar órdenes del mando superior que para generar ideas.

De igual modo sucede con las telecomunicaciones y el acceso a internet, dos monstruos de la modernidad temidos por la dirigencia cubana que nunca ha dudado en señalar al libre acceso a la información como a su más poderoso enemigo. En consecuencia, es fácil deducir que cualquier corporación extranjera relacionada con estos campos que decida invertir en Cuba deberá estar dispuesta a liberar sus informaciones y datos privados cada vez que las autoridades cubanas, bajo el pretexto de la “Seguridad del Estado”, lo decidan y, además, deberá tolerar el ser espiada o aceptará formar parte de acciones de espionaje a escalas no imaginadas. Este procedimiento no es necesario que se filtre de algún documento confidencial, es simplemente una práctica a la que el gobierno cubano jamás renunciará.

A ese mismo sector de inversiones altamente controlado, pertenece todo cuanto implique trabajos de cartografía o exploración territorial, como es el caso de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, que desde los inicios ha sido un proyecto dirigido directamente por los militares.

GAESA, un verdadero pulpo en la economía cubana. Edificio sede (foto del autor)
GAESA, un verdadero pulpo en la economía cubana. Edificio sede (foto del autor)

Según nos revela un exfuncionario estatal que ha decidido mantenerse en el anonimato por cuestiones de seguridad, la mayor parte de las fuerzas de dirección y de mano de obra especializada contratadas en la construcción del megapuerto provienen de unidades militares, o son oficiales retirados o en activo, de modo que cualquier negociación entre una empresa extranjera interesada en invertir en el lugar pasa por la supervisión del Alto Mando de las FAR.

“Toda la información es tratada como secreto militar y los principales dirigentes del proyecto son militares. ¿Quién de los que trabaja allí no sabe que no se trata de una obra ciento por ciento civil? Nada en Cuba lo es. (…) Los militares siempre han sido mucho más corruptos que los civiles, lo que pasa es que ellos operan con licencia del propio gobierno, les dan cordel, como decimos los cubanos, para cuando estalle un escándalo cortar cabezas con facilidad y sin ensuciarse. Esa ha sido siempre la estrategia del gobierno que sabe oler la pólvora a mil kilómetros y ponerse a salvo. ¿No fue lo que hizo con Ochoa cuando la causa 1. Es lo mismo que ha hecho siempre, con todos esos empresarios mexicanos, italianos, chilenos, canadienses que primero fueron amigos íntimos y hasta más que amigos y más tarde encarcelados y sancionados por corruptos. (…) Yo me fui del Mariel porque vi muchas cosas turbias y hay que saber cuándo uno es el lado más débil de la soga”, confiesa este exfuncionario que además fue miembro de las Fuerzas Armadas.

Para ningún cubano es un secreto que la única vía para aspirar a ocupar un cargo de director general, gerente, presidente, vicepresidente de cualquier firma comercial es requisito indispensable estar o haber estado vinculado directa o indirectamente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Las más recientes discusiones y proyectos de leyes analizados en el Senado y el Congreso de los Estados Unidos y que prohibirían comerciar con entidades de la isla dirigidas por oficiales o ex oficiales, han desatado un plan de desmovilización en las Fuerzas Armadas de Cuba y un proceso de “blanqueamiento” de los expedientes de aquellos que dominan las cúpulas de los más importantes ministerios y empresas cubanas, según ha revelado una fuente anónima vinculada al proceso.

Teniendo esto en cuenta, la política de los Estados Unidos no forzará a un repliegue de los militares en las empresas sino a un proceso de enmascaramiento mucho más sutil. Los mandos militares de la isla no renunciarán a la estrategia que los ha llevado al secuestro total de la economía nacional.

Aunque no fidedignos por los cientos de datos que ocultan, los balances de los resultados que las propias empresas revelan en las noticias aparecidas durante todo el año 2014 y lo que va del 2015 en diarios como Granma o Juventud Rebelde, permiten calcular que las Fuerzas Armadas funcionan como un gran monopolio que tiene en sus manos cerca del 90 por ciento de las importaciones y exportaciones, las transacciones en divisas al por mayor y más del 70 por ciento de las ganancias relacionadas con el turismo y de los servicios asociados con este.

Para los militares son las grandes empresas mientras que los cubanos solo pueden aspirar a una economía de subsistencia (foto del autor)
Para los militares son las grandes empresas mientras que los cubanos solo pueden aspirar a una economía de subsistencia (foto del autor)

Los principales grupos empresariales se encuentran en manos de altos oficiales y sus máximas estructuras de dirección responden directamente a familiares de Raúl Castro, como el intocable General Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, al frente de GAESA (Grupo de Administración Empresarial, S.A.), un verdadero pulpo que se ha propuesto absorber el ciento por ciento de las empresas nacionales que más capitales ingresan.

A GAESA pertenecen operadoras de turismo como Gaviota S.A. y Cubanacán, más todas sus dependencias; importadoras-exportadoras como Tecnotex, protagonista de numerosos escándalos de corrupción; Almacenes Universal y absolutamente todas las Zonas Francas del país, incluyendo las que serán abiertas en el Mariel. El poder del yerno de Raúl Castro se extiende a todos los sectores, de modo que directa o indirectamente, cualquier negociación con una empresa cubana, por pequeña que sea, lo involucra.

Los avances en la flexibilización del embargo y la posible normalización de los intercambios comerciales entre los Estados Unidos y Cuba, han disparado las alarmas entre aquellos que conocen bien el carácter militar de la economía cubana, diseñada no para lograr la prosperidad y el bienestar de los cubanos sino para fortalecer los mecanismos de control absoluto del gobierno sobre los ciudadanos y consolidar un esquema financiero donde todos los ingresos de la nación son administrados como verdaderas cuentas personales que les garantizarían a los dirigentes y a sus familiares un mecanismo de conservación o de escape en caso de emergencia política.




Vacío dentro del régimen

LA HABANA, Cuba, septiembre, 173.203.82.38 – Tras la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, el nivel de vida de los cubanos se despeñó hasta el fondo. El “periodo especial” se impuso bajo condiciones de subsistencia y el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) no escapó a la debacle.

En su sede del edificio Sierra Maestra, las paredes estaban despintadas, la fetidez en los baños se prolongaba por falta de detergentes. Los oficiales, a causa de la deficiente alimentación, salían a comer en los establecimientos cuentapropistas. Escaseaban las piezas para mantener la técnica de combate. Los militares sufrían las mismas penurias que los ciudadanos, y se corría el peligro de una rebelión.

Los problemas llegaron al despacho de Raúl Castro. El General comprendió que el elefante blanco bajo su mando debía convertirse en una institución productiva que prescindiera del presupuesto estatal, y precisaba el concurso de un estratega. Los requerimientos apuntaban al entonces General de División Julio Casas Regueiro quien, de inmediato, trazó la táctica a seguir.

Se crearon las infraestructuras necesarias, fundaron cadenas de tiendas, asumieron administraciones de hoteles, reinvirtieron en otras esferas productivas y la invasión del MINFAR al terreno económico se coronó con éxito. Al disponer de financiamiento, se restablecieron las prebendas otorgadas a los oficiales, se reiniciaron las construcciones de viviendas, las ventas de electrodomésticos a precios subsidiados, se incrementaron los salarios, se invirtió en transporte, restituyeron los estímulos y, por consiguiente, la casta militar regresó a su antiguo estatus.

Julio Casas Regueiro no integró la nómina del generalato súper estrella del MINFAR. Sin embargo, encabezó la batalla más peligrosa a la que se enfrentó el brazo armado del régimen, una institución discapacitada para la guerra moderna, pero adiestrada en  los cánones de la beligerancia irregular. Su iniciativa como oficial enérgico, exigente y honesto, y su espíritu de trabajo y no de protagonismo, hacen que su desaparición produzca un vacío en el gabinete del octogenario Presidente.

Casas Regueiro era para Raúl la garantía de que los despilfarros y los escándalos por corrupción no abrieran brechas en las filas del MINFAR y socavaran la moral de las tropas.

Aunque algunos aseveran que las honras fúnebres dispensadas al General de Cuerpo de Ejército fueron exageradas, no hay dudas de que este hombre fue uno de los principales puntales del régimen.