Sacarle el jugo a la fruta

LA HABANA, Cuba.- “No sé dónde meten el dinero, porque la economía decreció en 0,9”, me dijo un amigo cuando le comenté sobre los más de 3 millones de dólares que el gobierno ganó por la exportación de frutas frescas. “Bueno, al menos ya sabemos lo que hacen con la fruta”, replicó su esposa, que se hallaba presente.
El periódico Juventud Rebelde del martes 21 de marzo publicó que entre el 17 y el 19 del propio mes se celebró el 7º Encuentro Nacional de Cooperativas de Frutales, que reunió a más de 200 productores líderes del renglón en Cuba. Según se informa, desde el 13 de junio de 2008 comenzaron a crearse esas cooperativas por órdenes de Raúl Castro, y hasta la fecha existen 206 unidades productoras entre Cooperativas de Créditos y Servicios (163), Cooperativas de Producción Agropecuaria (28) y Unidades Básicas de Producción Cooperativa (15). Entre todas dan empleo a más de 4000 trabajadores, y cuentan además con tecnología y financiamiento.
Al cierre de 2016, estas cooperativas abarcaban 14 127 hectáreas con plantaciones de frutales (el 16 % de esas áreas en el país), y sus producciones alcanzaron 104 867 toneladas (el 19 % del total de frutales cosechados en el país). Esos volúmenes permitieron el ingreso de 3 252 000 dólares, al exportar 56 524 toneladas. En correspondencia con estas cooperativas se han creado mini industrias privadas, las cuales fabrican dulces y conservas de frutas y vegetales, que son ofertadas a la población a elevados precios. Estas mini industrias reportan grandes ganancias al Estado por concepto de impuestos.
Ahora bien, según el periódico Granma, Gustavo Rodríguez Rollero, ministro de Agricultura, llamó a sumar voluntades para lograr el incremento y la consolidación de exportaciones de frutas frescas y vegetales. “Hay que estudiar cuidadosamente todas las variantes de exportación y sus formas, incluida la posibilidad de aprovechar la llegada de los cruceros, porque cada vez que pongamos un producto dentro de un crucero, es una exportación que hacemos dentro del propio país”. Esto nos da la idea de hasta qué punto la prioridad de nuestros dirigentes es la exportación, y no la mesa del pueblo.
Por consiguiente, en los agros estatales casi no se ofertan frutas y vegetales, y cuando aparecen, su pésima calidad es insultante: los plátanos raquíticos, las guayabas pasadas y llenas de magulladuras, las coles y acelgas comidas de bichos. Otras veces, se ponen a la venta producciones que no tienen calidad para exportar, como ha sucedido con las naranjas, limones y toronjas, muy ácidas y casi sin zumo.
Es cierto que los agricultores privados venden frutas y vegetales de buena calidad, pero sus precios son elevados y no están al alcance de la mayoría. Además, desde que pueden venderles directamente a las empresas del turismo, la variedad ha disminuido.
El jugo de naranja y la pulpa de mamey son traídos desde Matanzas por vendedores ilegales, que con frecuencia sufren el decomiso por la policía. Uno de ellos, al contarme su percance más reciente, comentó que no tenía que ir a juicio. Como sospecha a dónde irá a parar su mercancía decomisada, sentenció: “Los policías también tienen que comer”.
En la década de los setentas, casi todos los campos de frutales que abastecían a la población fueron exterminados. Por solo citar un ejemplo, mencionaré el cordón de La Habana: miles de frutales talados para sembrar café, caña, pasto, etcétera. Hoy vemos cómo sin el más mínimo recato la prensa oficialista publica el 7º Encuentro de Productores de Frutales, y cómo estos productos son exportados sin importar el hambre del pueblo. Es por eso que tantos se preguntan si los frutos y vegetales frescos también escasean en la mesa de nuestros dirigentes.