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Donde se habla de viajes, viajeros y de un médico excepcional

viajes médico

LA HABANA, Cuba.- Para nosotros los cubanos, al menos para los de la isla, es muy lento el tiempo, es tremendamente calmoso el movimiento de los días. Para nosotros, para esa materia que somos, el movimiento es muy parecido al reposo, a la inacción, y esa inmovilidad nos vuelve particularmente quietos, desesperadamente sedentarios, tremendamente paralizados. Ese tiempo, esa entelequia de lo que está en potencia, como diría Platón, no se moviliza fácilmente ni se conmueve, al menos no con frecuencia; no como debiera…

Nuestro movimiento, al menos para la mayoría, y al menos en estos últimos tiempos, va de la inacción a la pereza, a la ataraxia, aunque en los últimos años, y con muy preocupante frecuencia, nuestros movimientos, nuestros andares, irremediablemente conducen, la mayoría de las veces, al exilio, al avión, a la balsa, e incluso al camino jamás explorado, a desandar grandes y peligrosas selvas, a cruzar ríos, a cruzar y cruzar, a caminar sin sosiego.

La mayoría de nuestros movimientos nos conducen al exilio, a un exilio que crece y crece, que duele, y duele mucho, incluso demasiado.

Nuestros movimientos suelen ser una especie de catarsis para conservar lo mejor, para desechar lo peor, para desandar. Nuestros movimientos no son muy cercanos al trabajo, ese que desde hace mucho más de sesenta años no reporta beneficios, y por eso nuestros movimientos están muy centrados en el viaje, y más que en el viaje en la escapada.

Nuestros movimientos comienzan, y transcurren también en la cabeza. Nuestros movimientos desandan la imaginación de una vida lejos de la casa de siempre. Nuestros movimientos comienzan, desde que somos pequeños, en la cabeza y, la mayoría de las veces, terminan en los Estados Unidos, aunque también en España, en cualquier sitio alejado de la isla. Europa está llena de cubanos, y Sudamérica, incluso África, incluso el fondo del mar bravo, incluso esos paisajes de peligrosas guerras europeas.

Y ya escuché muchas veces, con estupor, que cualquier sitio es mejor que Cuba, incluso la estrechez y el hacinamiento de una balsa, y también la selva de fieras y asesinos, y hasta la guerra en cualquier sitio. Muchos miran con mejores ojos las bombas que matan, los misiles y los cuerpos destrozados en las calles, que la vida cubana. Muchos ven mejor la lejanía y el desamor, que el hambre y la miseria. Son muchos los que suponen que es mejor morir lejísimo y muy distantes de la familia, que permanecer aquí, acompañados por la miseria y el comunismo autoritario. Muchos se van, muchos no llegan, pero siempre es mejor, aunque sea triste, aunque sea muy triste.

Es triste el país que se desangra a miles de revoluciones por minuto, y eso duele, y entristece. Y es que el viaje no es una metáfora, como dicen algunos. Nuestros viajes no son solo imágenes de noticiero, no son fotos de una familia a la que le faltan uno o dos, o muchos, miembros. El viaje, ese que tiene apariencia de que no habrá un retorno pronto, es doloroso y triste. Yo sé de tantos que se fueron, yo sé de tantos que no están, de tantos que no volverán nunca, y que nos dejan más solos.

Es así que nos vamos desangrando, despidiéndonos de tantos. Y lo peor es que entre esos que se van están muchos de los mejores muchachos y muchachas de la patria. Yo sé de un médico que vive en Tampa hace apenas un par de meses. No nos vimos nunca, pero no importaba, así diría Cortázar de otro médico, de uno que hizo la guerra en la Sierra Maestra, aunque fuera un médico.

¡No nos vimos nunca, pero no importaba!, diría yo a ese médico que está en Tampa, y hace muy pocos meses en Fomento. Ese médico me curó la sarna que me acosó hace muy poco. Nos separaban cientos de kilómetros, pero cada día pidió imágenes de las lesiones, y se las agenció para mandar los medicamentos que yo estuve precisando. Ahora Carlos se fue a Tampa. Carlos no está en la isla, en ese poblado en el que lo extrañan sus parientes, sus pacientes, sus amigos.

Carlos dejó un vacío enorme en su consulta. Y es que ese médico es un muchacho excepcional, un médico raro, tan raro que hasta discurría en internet para pedir colaboraciones, para advertir que algún paciente suyo necesitaba un medicamento que no existía en las farmacias. Carlos hacía lo que deberían hacer todos los médicos, pero no lo hacen. Y de él no podrán hablar ya los noticiarios, porque resulta que Carlos no viajó a África ni a las favelas del Brasil, a la pobre América que bien paga esos servicios al gobierno.

Nunca antes vi a un médico usando las redes para conseguir un medicamento que no aparecía ni en los centros espirituales. Y ese muchacho reaccionaba siempre como si fuera un padre o un hermano. El reaccionaba de modo diferente, muy diferente, a como hacen la mayoría de los médicos, esos de ¡toma la receta y resuelve como puedas! Carlos se fue. Carlos no está en su consultorio, y quizá por esa decisión lo habría puesto frente al pelotón de fusilamiento el médico argentino.

Carlos se fue a Tampa, y no sabemos cuánto tiempo tendrá que pasar para que levanten ese castigo, esa sanción que de seguro ya decretaron las autoridades contra él, pero el doctor Carlos Alberto Gutiérrez Sáez, el Carli, al que de seguro ya extrañan sus pacientes, seguirá siendo médico, aún cuando el régimen lo considere un desertor, aunque lo tilden de traidor, de maldita escoria. Carlos, el doctor, tendrá que revalidar su título en algún colegio médico del norte, pero mientras lo consigue, sus pacientes de acá usarán los espacios virtuales para consultarlo, porque como ya sabemos, de lo posible no puede resultar algo imposible.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Médico cubano Manuel Guerra llega a Estados Unidos

Manuel Guerra, Grupo Archipiélago, médico

MIAMI, Estados Unidos.- El médico cubano Manuel Guerra, conocido por su postura crítica con la dictadura, llegó este sábado a Estados Unidos, según informó en su cuenta de la red social de Facebook.

“A Dios gracias, llegamos… Noche fría, trayecto más que complejo y el desierto de Arizona que para colmo asedia nuestra integridad física, mas no nos importa; el aire que se respira tiene aroma a libertad…”, escribió en la red social.

Guerra llega a Estados Unidos una semana después de anunciar que se iba de Cuba por las presiones de la Seguridad del Estado, que lo amenazó con meterlo en la cárcel por su activismo.

cubanos Manuel Guerra exilio médico
Captura de pantalla

Manuel Guerra ganó notoriedad como opositor al régimen cubano por sus denuncias en redes sociales de los problemas en el sistema de salud cubano. Fue expulsado de su centro de trabajo, detenido y amenazado con ir a juicio.

El médico dijo que tomó la decisión de irse del país porque su propia madre le suplicó que lo hiciera, antes de terminar en prisión.

“Ver a mi madre desconsolada, arrodillada ante mí pidiéndome atenuara mi posición contra el gobierno, diciendo que me prefería lejos antes que preso, es una engorrosa imagen que no se borrará fácilmente de mis recuerdos…”, escribió el 12 de marzo.

“Nuestra Isla no está al borde del colapso por el dictador que nos avasalla, sino por el pueblo sumiso que obedece y ha concebido el irrespeto a sus derechos y la miseria que nos rodea, como parte de la cotidianidad del cubano. ¡Craso error!”, lamentó.

“Si tan solo una décima parte de nuestra población adoptara la posición de Saily González, Yahima Díaz, Daniel triana, Leo Fernández; de mis coterráneos Miguel y Zulema, o de mis dignos colegas: Alexander Raúl, Alexander Figueredo, Noeima, Yoan, entre otros muchos valerosos hermanxs de lucha, el futuro de nuestra tierra fuera majestuoso”, sentenció.

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Ni médico ni agente encubierto

agente Cuba, Delatores médico

LA HABANA, Cuba.- Cuando apareció el susodicho agente Fernando en el programa “Las razones de Cuba”, todo el tiempo estuve pendiente de sus rasgos faciales, su dicción, sus ademanes, sus pausas. Cualquier cosa menos sus argumentos me interesaban. Desde entonces no he dejado de preguntarme cómo nadie se dio cuenta de que ese tipo (médico) era un agente; de los peorcitos, claro está, pero un chivatón en resumidas cuentas, una clarísima señal de peligro.

Es alarmante la ingenuidad de los opositores cubanos. Menos de 48 horas después de la salida del closet de Fernando, el científico Oscar Casanella y el propio Yunior García colgaron en redes sociales sendas declaraciones sobre el agente. Refiriéndose a la presencia del médico en el curso impartido en Madrid, dice Yunior García en su post: “No creo haber sostenido con él ninguna conversación interesante. Más bien recuerdo que se pasó la mayor parte del tiempo en silencio y tomando fotos, algo que generó algunas bromas en el grupo”.

Precisamente porque la actitud de Fernando generó bromas y no suspicacia, el tipo siguió en sus labores de chivato hasta hace unos días, cuando la dictadura lo obligó a “quemarse” públicamente, y de un modo tan bochornoso que si el Dr. Carlos Leonardo tuviera vergüenza, se suicidaría.

Oscar Casanella lo sospechaba incluso desde mucho antes que Yunior entrara en escena; pero conociendo la tendencia patológica de las distintas generaciones de opositores a desconectarse entre sí, es comprensible que Yunior no supiera nada del infiltrado. A fin de cuentas el dramaturgo y el médico estaban vinculados a instituciones estatales y aun así participaron en el mismo curso sobre el papel de las fuerzas armadas en la transición a la democracia. Cualquiera diría que la Seguridad del Estado venía siguiendo los pasos del incómodo Yunior (un líder en potencia), y le permitió asistir al taller impartido por la Universidad Saint Louis para endilgarle al informante. Quizás desde entonces estaban preparando la bufonada que hace una semana vimos en televisión.

Aprender a detectar chivatos no significa ponerse paranoico. Todo individuo que tenga un comportamiento “raro” en esos cursos debería generar sospechas y no bromas. Algo simplemente no cuaja en esa clase de sujetos. Si se lo observa con atención, el Dr. Carlos Leonardo Vázquez posee ciertas señas que lo hacen similar a otras comadrejas, como Moisés Rodríguez y Carlos Serpa, los agentes descubiertos en el documental “Peones del Imperio” (2011).

El modus operandi se repite, y llama la atención el hecho de que todos los infiltrados tienen lo que mi esposa define como “un aura sucia”. No se puede pretender que los disidentes se vuelvan expertos en descifrar personalidades, pero hay que hacerle caso a la intuición, y quien la tenga medio lela debe agudizarla. Es necesario trazar perfiles, diseñar una metodología, saber observar y escuchar para que los comportamientos “raros” no pasen inadvertidos. Aunque sujetos como el Dr. Carlos Leonardo solo sean mequetrefes con ínfulas de James Bond, tampoco hay que hacerle fácil el trabajo a la Seguridad del Estado.

Estos tipos huelen a podrido con solo mirarlos, y se sabe que en cada curso o taller que se imparte en el exterior la policía política coloca al menos un informante. La insistencia del régimen en hacer siempre lo mismo y confiar en el resultado demuestra que la oposición cubana no se ha cuidado lo suficiente.

Esta vez, sin embargo, el tiro le salió por la culata. El agente Fernando tanto dijo que no dijo nada, pero su “destape” ha servido para confirmarle al mundo entero lo que se viene denunciando hace años ante todos los organismos internacionales que hacen oídos sordos cuando se trata de Cuba: la Revolución utiliza a sus médicos para cualquier finalidad, por indecente que sea; y las brigadas médicas cubanas tienen menos de gesto humanitario que de estrategia para diseminar la ideología comunista en los países donde son contratadas.

¿Cuántos, viendo al Dr. Carlos Leonardo Vázquez, habrán pensado en las quejas de los opositores sobre los tratos crueles que reciben en los hospitales? ¿Cuántos podrán afirmar ahora que el sistema cubano de salud no discrimina ni mata por orden de la Seguridad del Estado? Si una persona consagrada a salvar vidas consiente en servir a los propósitos de una dictadura, hay que darle al menos el beneficio de la duda al sufrimiento de la Dama de Blanco Xiomara Cruz, a la inoculación intencional del VIH denunciada por el biólogo Ariel Ruiz Urquiola, al cáncer mal atendido de la profesora Omara Ruiz Urquiola, a las torturas psicológicas que sufrió Luis Manuel Otero Alcántara durante su encierro por un mes en el hospital Calixto García.

Los profesionales cubanos de la salud, salvo muy honrosas excepciones, pisotean el juramento hipocrático en nombre de una ideología. Eso casi los equipara a los médicos nazis que cometieron toda clase de atrocidades al servicio de un régimen que, con todo lo perverso que fue, mató menos gente que el comunismo.

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Médico en cuarentena es obligado a hacer guardias por falta de personal disponible

médico cubanos COVID-19

LA HABANA, Cuba.- Desde Entronque de Herradura, municipio Consolación del Sur, en la occidental provincia de Pinar del Río, denuncia el opositor pacífico Eduardo Díaz Fleitas que el 17 de agosto el médico Mario Luis Borges Santos fue convocado a presentarse con urgencia en el policlínico de ese poblado para hacer guardias. Este centro de salud es el único policlínico en la localidad y presta servicio a más de 12 000 habitantes.

El activista y ex prisionero político del grupo de los 75 agrega que el doctor Borges Santos trabaja en el consultorio 68 del km 4 de la carretera de San Andrés. Al momento de ser citado se encontraba en cuarentena, pues 9 días antes su hijo menor Cristian Borges Valido, de 15 años, resultó positivo al SARS-CoV-2.

El sistema de salud castrista, típicamente ineficiente y en condiciones deplorables, colapsó definitivamente tras la llegada a la isla del SARS-CoV-2. Desde que comenzó la pandemia la casi totalidad de los centros de salud de todo el país (policlínicos, hospitales, consultas especializadas, laboratorios, clínicas estomatológicas, etcétera) cesaron sus funciones habituales para dedicarse a la COVID-19.

Apenas quedó funcionando una precaria atención de urgencia. Lo mismo ocurrió con los profesionales de la salud: mientras los médicos de la brigada Henry Reeve eran enviados a “colaborar” a otros países del hemisferio y el mundo, al interior del país los especialistas de casi todas las disciplinas fueron reubicados en funciones relativas a la pandemia. Esto se tradujo, en primer lugar, en una masiva desatención del resto de los enfermos, amén de sobrecarga y agotamiento del personal sanitario y la consiguiente disminución en la cantidad y calidad de consultas y diagnósticos.

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Cuba es un quirófano, una sala de emergencias

LA HABANA, Cuba.- Ay país mío, no dejas de sorprenderme; cuando creo que lo he visto todo, cuando supongo que no habrá otra sorpresa, que se agotaron los sustos, “te bajas tú con una nueva”, que siempre es peor que la anterior. Siempre sucede así, siempre consigues que me ponga a reclamarte, a injuriarte incluso. Cada vez, país mío, me haces levantar las manos, la voz, pretendiendo atenciones tuyas. Ay, país mío cuanto me obligas a reclamarte. Siempre es igual, cada vez que pretendo atenciones tuyas me haces levantar las manos, pero a veces te quedas sordo y no me escuchas. No me escuchas país, o quizá sí…

Sí, quizá me escuchas, pero no me entiendes, no me atiendes, me das la espalda, te haces el ciego, te haces el sordo y también el mudo. Será que eres un país ingrato, un país tremendamente desagradecido con tus hijos. Ya pariste tantos en estos últimos sesenta años, y sigues ahí, como si nada, como si no te enteraras de todo lo que piensan de ti tus hijos, de cuánto sufren. Y quizá no seas tú, patria amada, la que es esquiva, quizá son otros los ariscos, quizá el muy hosco es el gobierno que te rige hace más de sesenta años. Ay, país mío, cuanto me dueles. Tanto me dueles país, que hasta olvidé de dónde saque eso que me recuerda a algún verso. ¿Será que salió de mi cabeza y ya no lo recuerdo?

¿Será realmente un verso? ¿Será un delirio? Y no sé, islita triste, mi islita empobrecida, por qué hoy amanecí tan cursi. Debe ser que en algún momento el dolor se transforma en cursilería, en afectación, aunque no deje de ser dolor. Ay país mío; cruel, insoportable. ¿Por qué arrancas, país, a tus hijos tantas lágrimas? ¿Por qué eres tan presuntuoso y a la vez cobarde? Eres cruel, país mío, el más feroz de los países, a pesar de ser tan breve. Ay, país mío, cuánto me dueles, cuánta rabia eres capaz de sacarle a tus hijos. Y por qué será que a veces hasta sueño, despierto, que nací en otro lugar, en una isla apacible y tierna, en una especie de ínsula de Barataria, gobernada también por dementes, pero dementes buenos.

A veces aparece Sancho Panza en mis sueños, y yo lo abrazo, y hasta le propongo la regencia del país mío. Y es que Sancho es mucho mejor que todo lo que yo conozco; él es un loco, es cierto, él es un demente, pero es un loco tierno y hasta algo bonachón, mientras tú, país mío, y tú también, desgobierno atroz, no son otra cosa que oprobios que nos mantienen sumidos en la porquería, que ya ni siquiera sé si es más asquerosa que el oprobio en el que nos ahogas, en el que sucumbimos. ¿Qué somos, isla mía? ¿Qué somos? ¿Hacia dónde vamos?

No sé a dónde vamos, pero sin dudas debe ser hacia un lugar muy triste, al peor de los lugares. Ya lo sospechaba yo, pero, y para que no me quedara ni la más mínima duda, sucedió que quise comprarme unos zapatos, porque me hacían falta, y busqué en Facebook, y miré un anuncio, y encontré, y hasta me pareció que el precio era algo razonable, quizá hasta justo, pa´ como están los precios en la isla, y luego sabría que tenían mi número, el 43, y también que un mensajero podría traerlos…, y que entonces al precio de los zapatos se añadirían cincuenta pesos más, por la mensajería. Y yo acepté, para ahorrarme la odisea que significa viajar hasta ese Alamar, tan al este de la ciudad…

país médico
Zapatos que me trajo el joven médico mensajero. Fotos del autor

El viaje, el suplicio, sería para el mensajero, pero por él no tendría yo que preocuparme, porque no lo conozco, porque no es amigo ni pariente. Y fue larguísima la espera. “Ya debe estar llegando el mensajero. No se preocupe. ¡Él no le va a fallar! Así me dijo la dueña del negocio, y luego que el mensajero se había sentido mal, porque se había puesto una vacuna contra la COVID-19, y yo entendí, le dije que lo dejáramos para otro día, pero un rato después sonó el teléfono nuevamente, y era otra vez la muchacha diciendo que el joven mensajero se sentía mejor y que vendría sin falta. Y el mensajero demoró, demoró mucho, muchísimo, tanto que pasaron mil águilas por ese pedazo de cielo que está sobre mi casa.

El muchacho me contaría, muchas horas después, de su odisea; dijo que esos ómnibus en el que cruzan las bicicletas y los bicicleteros a través del túnel de la bahía, esos a los que los habitantes de la ciudad llamamos “ciclobús”, habían recesado hasta el día siguiente, que tuvo que hacer un camino largo, y volver un poco, mucho, hacia atrás, para conseguir luego la Vía Blanca, y se disculpó una y mil veces, y después más, y mostró los zapatos el muchacho, ese muchacho que también se desempeña en ese oficio de peletero.

Y yo quedé conforme con mis zapatos nuevos. Me los probé, caminé un poco por la casa, mientras el mensajero esperaba por los quinientos pesos para la dueña del negocio, por sus cincuenta pesos por la mensajería. Y yo le pregunté cómo era posible que siendo tan joven lo hubieran vacunado ya. Y su respuesta fue un bombazo, una de las revelaciones más descacharrantes que escuché en toda mi vida. El mensajero se había vacunado porque es médico, y más que médico, el muchacho resultó ser un “residente” de tercer año en la especialidad de cirugía. Y yo quise que la tierra me tragara, yo tuve unas ganas infinitas de llorar. Y sentí dolor, un dolor grande, y vergüenza, mucha vergüenza.

¿Y qué más puedo decirle ahora a usted, lectora, lector? ¿Qué más puedo decirle si sospecho que ya usted pensó, juzgó, y quizá hasta lloró, como hice yo, cuando se marchó el médico peletero? No recuerdo, y lo juro, que sintiera yo muchos disgustos, rabias, tan grandes, tan infinitas, como esa que reconocí ayer. No son tantas, y tan grandes, las veces que tuve la necesidad de gritar improperios hasta quedarme sin voz, de juzgar de malnacidos a esos que cada día, y en cada discurso, se ufanan creyendo que realmente son una “potencia médica”. Creo que desde que desaparecieron los medicamentos para combatir los males que acosaron al cuerpo moribundo de mi madre no sentí tanta rabia, tanto desprecio por los culpables.

Y no voy ahora a hablar de las necesidades que llevan a los cubanos a buscarse la vida vendiendo el cuerpo para comer luego, para poner algo en los estómagos de sus hijos, de sus padres viejos. No voy a dar detalles de las peripecias que hacemos para mantener “la vida”, una vida entrecomillada, una vida triste, pesarosa. No, no voy a hablar de las necesidades biológicas, de las fisiológicas, tampoco de las sociales. No me detendré en las necesidades individuales ni en las colectivas. Todos los cubanos sabemos mucho de esas cosas. Y no voy a escribir de las muchas miserias humanas ni de “La pirámide de Maslow”.

Tengo la certeza de que contar, al menos en algo, la historia de ese médico joven que en breve será cirujano es más que suficiente para entender las verdaderas esencias de este país. La historia de este joven es parecida a la de muchos otros; es semejante a la de algunos médicos prostitutos, a la de algunos médicos “internacionalistas”. Su historia no es solo la de las aulas de medicina, su historia no es, únicamente, la del quirófano. En la historia de ese muchacho médico, y casi cirujano, están además las muchas horas sobre una vieja bicicleta y su desempeño como peletero.

La historia de este muchacho es la historia del país y de su “revolución”. Yo solo quería contar estos detalles, ahora júzguela usted mismo, sin pedir ayuda a otros. Júzguela usted, apoyado en la historia de este médico mensajero que muy pronto será cirujano, una de las profesiones que más precisa de la precisión y el equilibrio de esa mano que guía al bisturí. Juzgue usted la historia de este muchacho que no trajo a mi casa su estetoscopio, que no viajó con su esfigmomanómetro,  que no mostró su bisturí, que vino únicamente a traerme, y a cobrar, los zapatos que yo había encargado. Y olvídese de Maslow, de su pirámide. Y desconfíe de las destrezas, de las precisiones, de un médico cirujano que podría andar en bicicleta desempeñando el oficio de mensajero, de peletero, de cubano pobre y necesitado.

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“Vamos a denunciar todos los abusos con nosotros los médicos en este país”

médico cubano

LA HABANA, Cuba.- Aunque han camuflado la sanción al Dr. Alexander Jesús Figueredo Izaguirre como administrativa, el médico especialista en Medicina General Integral (MGI) en Bayamo, Granma, considera que su expulsión obedece a cuestiones políticas, por ser considerado “contrarrevolucionario”.

Mediante la Resolución No. 82 del Ministerio de Salud Pública de Bayamo del 26 de abril de 2021, el médico fue sancionado a “separación del sector o actividad” por 5 años. Le dieron 10 días para apelar pero este martes 4 de mayo, antes de que se cumpliera ese plazo, recibió una citación para el día siguiente en la que se le aclaraba que debía comparecer ante la Dirección Provincial de Salud en Granma para ser entrevistado por parte de la Comisión que tiene a cargo la investigación del proceso de invalidación en el ejercicio de la profesión. Para Figueredo Izaguirre esto representa que elevarán su sanción al Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP), ahora con el agravante de invalidación de su título, sin antes haberle dado la posibilidad de apelar.

El doctor se hizo público en las redes sociales en febrero del presente año cuando denunció el fallecimiento de su abuelo debido a la escasez de medicamentos en el Hospital Celia Sánchez Manduley, de Manzanillo. Desde entonces, comenzó a hacer públicas las pésimas condiciones de los centros de salud y de aislamiento por la COVID-19 de su provincia.

“(…) debe ser reprimido con la severidad que el momento histórico requiere”

Según la sanción aplicada, al médico se le acusa de “difundir criterios y opiniones que menoscaban el prestigio y principios del sistema de salud cubano y sus profesionales, exponiendo irregularidades a su modo de ver existentes en el sector de la salud, las cuales no fue capaz de canalizar primeramente por los niveles correspondientes, en aras de una oportuna solución, no reconociendo las verdaderas causas que provocan estos desabastecimientos y el esfuerzo que hace el país en medio de una situación tan adversa ante el enfrentamiento a la epidemia COVID-19”.

La misma Resolución No. 82 del Ministerio de Salud Pública de Bayamo señala que cuando se encontraba Figueredo Izaguirre en su servicio de guardia médica el 6 de marzo último, “violando la disciplina de trabajo establecida, utilizó su espacio de tiempo de guardia para emitir criterios que por demás van en contra de la ética médica, los valores y preceptos que ha tenido en su formación como médico y que todo trabajador de la salud debe poseer, incumpliendo con sus tareas, funciones y obligaciones de trabajo”.

Por este y otros hechos, según el documento, “el inculpado ha causado un daño moral al sector de la salud, no ha tenido conciencia y ha pisoteado los valores éticos más elementales; ha utilizado su tiempo de trabajo para manipular y denigrar el sector de la medicina en Cuba, provocando un ambiente de rechazo entre colegas ya que los criterios emitidos han sido de manera desmedida ofensivos, no reconociendo que nuestro sector brinda a toda la población un servicio médico gratuito y eficiente a pesar del costo de los recursos. En todo momento se ha evidenciado un actuar de mala fe por parte del trabajador objeto del presente proceso, el cual debe ser reprimido con la severidad que el momento histórico requiere, en aras de no permitir que se creen precedentes negativos dentro de nuestros colectivos laborales”.

En otras palabras, se debe reprimir para así convertirlo en un caso ejemplarizante.

Respuesta de Alexander Jesús Figueredo Izaguirre: “Ustedes son unos falta de respeto”

Figueredo Izaguirre desmintió cada uno de los elementos imputados en la sanción mediante una transmisión en vivo en su perfil de Facebook. Señaló que en Cuba no hay ni medicamentos para aliviar el dolor de los pacientes, irregularidades en estadísticas por muertes de COVID-19, centros de aislamientos con miles de positivos que no se reportan: “Eso sí es fraude mundial, es violar la ética médica, los principios y por (decir) eso es que ustedes hoy me van a embargar mi título (…). Actuar de mala fe tienen ustedes, que ponen datos ahí en el televisor como que la gente es ignorante”.

A Figueredo Izaguirre no le constan medidas disciplinarias anteriores, solo llamados de atención por sus críticas publicaciones en redes sociales. Ha cumplido misión internacionalista en Venezuela y posee varios reconocimientos por su labor en Cuba. Por expresarse libremente y “decir la verdad” lo amenazan hoy con invalidar sus títulos, además de expulsarlo del servicio médico.

Aunque asegura que apelará porque no les va a dejar las cosas tan fáciles, declara que quemará sus títulos: “Yo no quiero títulos que ustedes me digan que me regalaron, ustedes a mí no me regalaron nada (…). Soy yo quien no quiere trabajar en este sistema de salud que se ha vuelto una porquería, que no da salud para los médicos ni para los pacientes (…). Ustedes son unos falta de respeto”.

Sobre los funcionarios del MINSAP, los defensores del régimen cubano que hoy lo condenan, afirma que solo lo hacen porque “tienen una casa, un carro que se los han dado para que sigan defendiendo esto y al final no saben ni para qué es la aspirina”.

Refiere igualmente que la ética médica no tiene nada que ver con cuestiones políticas, pero para los funcionarios del MINSAP los principios más elementales y ética médica que debe poseer un médico en Cuba es que “tiene que ser comunista, tiene que representar los intereses de ellos, seguir siendo esclavo de ellos, seguir trabajando para ellos, no para los pacientes (…); o sea, usted tiene que ser del PCC y comunista para no violar los principios éticos”, lo cual no está registrado en el juramento hipocrático. “No se trata de salvar vidas —añadió—, eso no vale, si hace eso usted es un mierda”, dijo entre molesto e irónico.

No es un hecho aislado

Además de Figueredo Izaguirre, en los últimos meses varios médicos cubanos han padecido una suerte similar o, como mínimo, han sido interpelados por la policía política por sus denuncias en redes sociales.

En septiembre de 2020 el Dr. Alexander Raúl Pupo Casas fue expulsado del servicio médico y de la residencia en Neurocirugía del Hospital Ernesto Guevara, en Las Tunas, por sus críticas publicaciones en redes sociales abogando por la libertad de expresión y denunciando las carencias del sistema de salud cubano.

Manuel Guerra, médico de Holguín, ha sido detenido y amenazado en varias ocasiones por la policía política. Entre los motivos se halla que en su perfil de Facebook el joven lanza interrogantes sobre el contexto actual; se pregunta, por ejemplo, cómo es posible que haya combustible para reprimir constantemente a los opositores y no para las ambulancias.

Johan Pérez Leyva, de Las Tunas, también denunció recientemente las amenazas de la Seguridad del Estado por criticar la escasez de medicamentos básicos en la provincia.

Casos como estos evidencian el peso que han adquirido en Cuba las redes sociales, las que se han convertido en ese espacio de debate, denuncias o manifestaciones de descontento social. El régimen ha convertido a estos profesionales de la salud en enemigos, en “contrarrevolucionarios pagados”, en “gusanos”, “desafectos” o disidentes políticos simplemente por pensar u opinar libremente, por evidenciar parte de esa realidad social que afecta a todos, por reconocer los problemas como primer paso para su solución.

A ellos también se dirigió el Dr. Figueredo Izaguirre en su transmisión en vivo por Facebook: “Vamos a unirnos, vamos a encadenarnos, vamos a subir todos los abusos que están haciendo con nosotros los médicos en este país”.

El doctor Figueredo Izaguirre aprovechó además para dirigir un mensaje a todos los que callan aún reconociendo la realidad cubana: “mírense en el espejo de todos los médicos que hoy hemos alzado la voz por ustedes mismos y por los pacientes, lo que estamos pasando, porque eso mañana les va a pasar a ustedes, o van a estar toda la vida engañados, reprimidos, con una coraza en su mente y con grilletes, o cuando vayan a una misión van a tener el privilegio de desertar; pero acuérdense de que van a dejar aquí a su familia, su familia va a estar aquí sufriendo porque ustedes van a estar desterrados por ocho años (…), y su familia va a seguir aquí sufriendo, callada, con miseria, con hambre, con necesidad, sin atención médica”.

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“No es contrarrevolución, reclamo mis derechos”, denuncia médico cubano

médico cubano Johan Pérez

médico cubano Johan Pérez
Collage CubaNet

MIAMI, Estados Unidos.- El médico cubano Johan Pérez denunció este miércoles en una transmisión en vivo en su cuenta de Facebook la situación que su familia tuvo que afrontar por la escasez de combustible para las ambulancias en Las Tunas, además de otros muchos problemas en los policlínicos y hospitales.

Según Pérez, su sobrina de apenas dos años estuvo horas esperando en un hospital y tuvo que ser, finalmente, trasladada en un camión. “Mi sobrina en Manatí, por un accidente que tuvo en la casa, no se percataron y se tomó un poco de cloro, estuvo desde las 8:30 a.m. en el hospital hasta las 11:00 a.m. Casi a las 12 del mediodía mi hermana tuvo que salir para la terminal, coger un camión y venir por su propia cuenta hasta el hospital, porque en Manatí no hay combustible para las ambulancias”, dijo.

“¿Qué potencia médica es esa, chico?”, reclamó el médico, quien agregó además que en los municipios solo mueven la ambulancia cuando hay tres casos mínimos. “¿Qué hacen el día entero en el carro del Poder Popular? ¿Qué hace el secretario del partido, el presidente del Gobierno que no se bajan de los carros? Todas esas guaguas que mueven para las reuniones en otros municipios llenos de ciberclarias y de comunistas. Y el pueblo ahí sufriendo en un hospital”, añadió.

Pérez cuestionó que el régimen cubano se vendiera ante la opinión pública como una potencia médica cuando “tú vas ahora mismo a los policlínicos y no hay jeringuillas, se está trabajando sin medicamentos, en la última guardia que hice todas las crisis de asma que hubo (fueron tratadas) con epinefrina porque no había aminofilina, hidrocortisona, prednisona, no hay esparadrapo”, expresó.

“No hay hilo para suturar heridas, tienes que mandar a los pacientes con una herida simple al hospital. A las embarazadas no se les está poniendo tratamiento para el flujo vaginal porque no hay, se están ingresando todas por algo tan simple que se puede tratar en un consultorio. ¿Qué potencia médica es esa que no están operando ahora mismo en los salones porque no hay anestesia, porque no hay guantes? Nada más se están operando las urgencias. Entonces, ¿de qué potencia médica me estás hablando?”, declaró.

“¿Qué potencia médica que tuve a mi mamá ‘ingresá’ (sic), que se complicó en una operación porque no había yodo para desinfectar una herida? Mi tía fue a parar a terapia intensiva con una oclusión intestinal por tumor de colon y estuvo quince veces en el hospital e hizo seis ingresos. Y le diagnosticaron una gastritis aguda porque desde el primer ingreso se hubiese podido diagnosticar el tumor de colon que tenía, pero no se le hizo el complementario porque había que discutir entre médicos para hacer rayos X”, lamentó el médico.

“Potencia médica que hace 11 años yo empecé a estudiar medicina y está el Pediátrico en construcción porque no hay materiales, y en ese tiempo hicieron el Boulevard de Las Tunas, repararon la Casa Azul, hicieron el Parque Temático, la Casa Insólita… Entonces, ¿hay materiales o no hay?”, prosiguió.

Según contó Pérez en los hospitales de Las Tunas hay “pudrición”, pero, “estoy seguro que cuando el secretario del partido va al hospital, el presidente del Gobierno va al hospital ahí hay medicamentos para ellos y transporte. No vengas a decir que igualdad, que no hay igualdad ninguna”.

“No es contrarrevolución lo que estoy haciendo, estoy reclamando mis derechos como ciudadano y como médico, para que después no vengan a decirme que si opositor, la gusanera… Todo eso a mí me resbala, pueden decirme lo que les dé la gana, pueden hacer lo que quieran. Estoy puesto y no me voy a quitar. ‘Patria y Vida’ es lo que hace falta, Patria o Muerte que se la busque él, ‘Patria y Vida’ es lo que le toca a mi pueblo. Es ‘Patria y Vida’ lo que quiero para mi familia y mi hijo”, concluyó.

Johan Pérez, médico residente de primer año en Medicina General Integral, fue sancionado el pasado 10 de febrero de 2021 con el descuento del 10% de su salario, además de ser citado para Instrucción Provincial, por una presunta ausencia injustificada a la guardia en el consultorio 38 del policlínico Gustavo Aldereguía.

En ese momento, contó Pérez en su cuenta de la red social de Facebook, “Ellos expusieron su parte y yo la mía, pero al final no voy a cambiar mis ideales políticos ni el trabajo que estoy realizando. No soy yo quien está equivocado y no hay manera de que me demuestren lo contrario. ¡Quiero una Cuba libre y sin dictadura!”.

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Autoridades citan e interrogan a joven médico de Las Tunas

SANTIAGO DE CUBA.- “Lo que hice no es algo que esté prohibido, al contrario, es nuestro sentido como médicos ayudar a las personas que lo necesitan”, así lo expresó el doctor Yoan Pérez Leyva mediante una transmisión en vivo en su perfil de Facebook, luego de recibir una reprimenda por denunciar un caso social.

El joven, de 29 años y residente en el municipio Manatí, Las Tunas, señaló este miércoles que fue víctima de un interrogatorio en el que participaron un agente del Departamento de la Seguridad del Estado (DSE), un oficial de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y la doctora Martha Vergara, directora del Policlínico Gustavo Aldereguía, área de salud a la que pertenece el consultorio número 38, ubicado en el reparto tunero de Buena Vista, donde trabaja Pérez Leyva.

Según el galeno, fue citado vía telefónica para presentarse a las 9:00 a.m. en la dirección del Policlínico por la funcionaria de dicha institución. Allí supuestamente sería analizado por faltar a una guardia el mes pasado, aunque en esa ocasión Yoan informó que tenía problemas personales.

Sin embargo, Pérez Leyva asegura que la citación no era para analizar su ausencia, sino que el verdadero motivo fue un video que publicó en la red social de Facebook en el que muestra las condiciones en las que sobrevive uno de sus pacientes, un anciano de 86 años que está postrado y jamás ha recibido asistencia social, aún cuando el joven ha solicitado la ayuda de la trabajadora social y del propio Policlínico.

A Yoan Pérez Leyva, como medida disciplinaria por “ausentarse a la guardia de forma injustificada”, pretenden quitarle el 10% de su sueldo.

“Cuando llegué me estaban esperando uno de la Seguridad, un policía, la directora Martha y la subdirectora. Ellas se prestaron para la encerrona. Me citaron incluso para hoy, dicen que para terminar de hablar en la unidad, no sé que pretenden. Allí tengo que ver a una instructora llamada Celia” dijo.

“Sobre el video les comenté que hice lo correcto, lo publiqué a petición de la propia familia. La persona necesita ayuda urgente y en más de una ocasión sus familiares han ido a quejarse al consultorio por el total abandono que sufre. Yo hablé del caso hasta con la dirección, pero en vez de investigar, nos analizaban (a médicos y enfermeros) por dichas quejas”, reveló.

Pérez Leyva no solo ha hecho pública la historia de este paciente, en conjunto con otros voluntarios, incluidos colegas de profesión, le ha brindado asistencia a varias personas enfermas y/o que viven en la miseria.

“Yo vengo haciendo este trabajo hace tiempo, pero de manera independiente, ayudamos a varios casos de los cuales tenemos constancia en imágenes, pero casi siempre evitamos subirlas a las redes sociales para proteger la privacidad de las familias, no es nuestro objetivo. Creamos una fundación que se llama Semillas de Esperanza para Cuba, captábamos casos sociales críticos y entre todos los ayudábamos”, señaló el joven.

Esta iniciativa, aunque tiene poco tiempo, ya ha conseguido ayuda para varias familias. Gracias a colaboraciones han podido entregarles sábanas, medicinas, alimentos, aseo personal y otros insumos de primera necesidad.

La labor altruista del Dr. Pérez Leyva y su persistencia en denunciar problemáticas sociales, que datan desde que estaba en la Facultad de Medicina, le han ganado calificativos como “antisocial”, y ha sido castigado por ello.

“En quinto año tuve varios problemas similares a este, a tal punto que me desfasaron, y tuve que acudir a Fiscalía e iniciar un proceso en contra de la rectora de la Universidad y de un profesor de Salud Pública”.

El hostigamiento continuó hasta después de graduado, cuando tuvo problemas con el Gobierno del municipio Manatí, donde se encontraba haciendo su servicio social. Todo porque trató de ayudar a unos pacientes que también vivían en la extrema pobreza.

El joven médico no pudo terminar la especialidad de Pediatría porque de manera inexplicable se perdió su expediente, y de nada sirvió que presentara avales de algunos de sus profesores.

A pesar de todo, Pérez Leyva siempre ha mantenido su fidelidad con los preceptos médicos y no ha cedido ante las presiones de las autoridades cubanas, y según sus palabras “esta no será la vez que lo haga”.

“No sé a qué hora me soltarán y tampoco se qué van a hacer conmigo. Lo que sea será en contra de mi voluntad, violando mis derechos como ciudadano y como médico”, alertó.

médico
Foto del autor

En septiembre de 2020, tras ser amenazado y hostigado debido a sus comentarios en redes sociales, el doctor holguinero Alexander Raúl Pupo Casas, de 30 años, fue expulsado del servicio médico y de la residencia en Neurología.

El galeno fue acusado de “violar la ética médica” solo por criticar el salario de los profesionales de la salud cubanos, las extensas colas y las tiendas en dólares, a las que no pueden acceder la mayoría de los cubanos, entre otros temas polémicos.

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“Sé hasta donde son capaces de llegar, pero no les temo”

médico Seguridad del Estado

médico Seguridad del Estado Manuel Guerra
Manuel Guerra. Foto Facebook

MIAMI, Estados Unidos.- El médico cubano Manuel Guerra, residente en Holguín, denunció este lunes en su cuenta de la red social Facebook que la Seguridad del Estado lo está investigando en su barrio y en el Hospital Municipal Nicodemus Regalado, donde trabaja.

“El pasado martes seis de octubre me incorporo a mi centro laboral (…) Apenas fue entrar por la puerta de dicho hospital, cuando se me pone al corriente, y preocupados por mi situación, me informan mis compañeros de trabajo que un agente de la Seguridad del Estado había estado indagando acerca de mi persona con pacientes, trabajadores del centro, incluso en la dirección”, escribió.

Guerra, que trabaja en la sala de Ginecología y Obstetricia de ese centro hospitalario, dijo que el agente de la Seguridad “intenta hacerlo todo (de) bajo perfil, pues no fue a citarme, no fue a hablar conmigo, no fue ni siquiera a conocerme, él solo se dirigió a realizar averiguaciones debido a mis recientes publicaciones en las redes sociales”.

El joven reconoció que siente “cierto grado de impotencia” porque: “¿Qué tienen que averiguar sobre mí? ¿Acaso me están haciendo un levantamiento para las filas del Partido? ¿Acaso me voy como mano de obra barata para alguna misión internacionalista? Definitivamente no tienen argumentos consistentes para estarme investigando, mi vida es más transparente que el agua”.

En su publicación, Manuel Guerra denunció, además, que seis ciudadanos del municipio Buenaventura, en la oriental provincia, fueron citados por “el simple hecho de ser conocidos”.

“Les preguntaron acerca de cómo me expresaba, y si les incitaba a hacer algo en contra de la dictadura vigente. ¿Hasta cuándo tenemos que pasar por esto? ¿Hasta cuándo van a violar nuestros derechos y nos vamos a quedar callados? El artículo 54 de nuestra actual Constitución expresa que ‘El Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión’”, manifestó.

Asimismo, aseguró que “parece que a alguien no le gustan mis publicaciones. Son arbitrarios, corruptos y abusivos”, y criticó que el pasado 10 de octubre tres agentes de la “corrupta Seguridad del Estado” estuvieran situados frente a su casa desde la 1:00 a.m.

“Tengan algo claro, no pienso dejarles pasar una sola. Lo que no me guste lo voy a denunciar, si ustedes no respetan su nefasta Constitución eso no es asunto mío, van a tener que desaparecerme para silenciarme. Ya en dos ocasiones he sido llamado por la dirección de mi centro laboral por mis críticas al corrupto Gobierno en las redes sociales, he sido víctima de insultos, incluso me han intentado desacreditar en el ámbito personal”, denunció Guerra.

“Sé hasta donde son capaces de llegar, pero no les temo (…) Tengo clara mi ideología. El actual sistema no funciona, tienen al país al borde del colapso. Han triturado nuestra economía. Aprueben la democracia. Exijo la libertad de nuestro pueblo. Nuestra tierra es demasiado heroica para permitir que se nos pise de esta vil manera. Hasta cuándo van a explotar a nuestro lastimado pueblo. El cambio es ya… Viva Cuba Libre”, sentenció.

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“Mi libertad no la negocio”, afirma médico cubano expulsado de su trabajo

médico cubano Pupo Casas

médico cubano
Dr. Alexander Raúl Pupo Casas. Foto Facebook

LA HABANA, Cuba.- “No me retractaré de nada de lo que digo, mi libertad no la negocio. Si para poder trabajar en una institución cubana, si para poder graduarme como especialista de neurocirugía tengo que decir mentiras pues me pondré a barrer calles, me pondré a trabajar en la tierra o no sé, pero no voy a hacerlo porque la mentira no. Repito: mi libertad no la negocio”, afirmó este domingo 27 de septiembre el Dr. Alexander Raúl Pupo Casas.

Mediante una trasmisión en vivo desde su perfil de Facebook, el joven de 30 años narró el acoso laboral y su expulsión por motivos políticos del servicio médico y de la residencia en Neurocirugía del Hospital Ernesto Guevara, en Las Tunas.

El 7 de septiembre de 2020, Pupo Casas recibió un llamado de atención de parte de varios funcionarios del hospital por sus publicaciones en redes sociales. Entre ellos estaba la Dra. Lisette Ponce de León, Jefa del Servicio de Neurocirugía del Hospital, quien le hizo firmar un acta de advertencia en la que decía que “si seguía publicando cosas en internet, lo que pienso en internet, podía tener problemas lo mismo en mi especialidad que en mi vida personal”, detalló el galeno.

La firmó, no sin antes dejar claro que eso no significaba que él fuera a dejar de publicar en redes sociales “porque me respeto mucho, lo que pienso lo digo y no me retracto. Además de que considero que las cosas que publico son reales (…) No se puede medir mi desempeño laboral por mi manera de pensar. Tener una idea política distinta no significas que seas buen o mal médico. Nada tiene que ver una cosa con la otra. Yo no comparto (las ideas del) el comunismo pero no me considero mal médico”.

El motivo de la reprimenda laboral eran las publicaciones del Dr. Pupo Casas en su perfil de Facebook, en las que manifestaba, entre otras cuestiones, su desacuerdo con las extensas colas para acceder a los alimentos y las tiendas en MLC o dólares, inaccesibles para la mayoría de los cubanos.

“Lo que está mal está mal ‒aseveró‒, y no pienso retractarme de nada de lo que he escrito en las redes sociales porque todo es verdad, es verdad que la Dra. Lisette Ponce de León me quiere expulsar por cuestiones políticas, no laborales. Es verdad que las tiendas en Cuba en MLC son una falta de respeto para el pueblo trabajador, para el pueblo que realmente está luchando y que no tiene apoyo del exterior. Para mí todas estas medidas nuevas y arbitrarias que se han tomado sin contar con el pueblo son una falta de respeto y un chantaje al cubano de a pie”.

Asimismo, el joven manifestó su discrepancia con el Decreto-Ley 370, porque viola el artículo 54 de la Constitución, referido a la libertad de expresión. Esta norma legal, también conocida como Ley Azote, sanciona a las personas por sus publicaciones en redes sociales “contrarias al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas”.

El 23 de septiembre último, la Dra. Ponce de León le notificó a Pupo Casas que sería sometido a una comisión disciplinaria y que ella solicitaba su expulsión definitiva del hospital.

Al día siguiente, fue retirado del servicio médico. Le dijeron que será reubicado mientras se realiza el proceso disciplinario, y varios funcionarios del hospital debaten a puertas cerradas con él sobre supuestas violaciones a la ética médica por sus publicaciones en redes sociales.

“Mis profesores y familia me enseñaron a decir la verdad y decir la verdad no es violar la ética médica ni es un delito. La verdad es la verdad sea donde sea”, manifestó Pupo Casas.

Esa tarde al llegar a la beca, en donde descansa, justo al frente del hospital, la directora del centro le comunicó que había “un error en los documentos de aceptación de la beca” y que por ese motivo debía abandonarla. Para ello le dio apenas una hora. Le dijo además que la persona que le había otorgado la beca sería juzgada en su momento.

El galeno fue desalojado de la residencia estudiantil en menos de una hora; tuvo que recoger sus cosas vigilado y escoltado por un guardia de seguridad “como si fuera un delincuente”.

“Lo que me pasó, el desalojo, yo pensé que eso solamente era posible verlo en películas, yo no pensé que en estos tiempos que estamos viviendo pudiera ocurrir un acto tan arbitrario como ese que se hizo hacia mi persona”, señaló.

Ese día durmió en casa de un amigo, pues su hogar está a más de 80 kilómetros, en la provincia de Holguín. El lugar, según se percató luego, estuvo vigilado por la Seguridad del Estado (SE) cubana.

Del mismo modo, la cacería de brujas hacia el médico ha alcanzado a sus amigos. Según cuenta, la SE comenzó a acosar a la señora, “anciana y enferma”, que le hizo el favor de ponerlo en su dirección particular en Las Tunas para que así él pudiera estudiar y trabajar en esa provincia.

“Ya no les basta con querer quitarme la carrera, querer quitarme lo que me gusta hacer, con humillarme, con tratar de armar una campaña difamatoria sobre mi vida personal (…) ahora quieren también ensañarse con mis amistades. Para mí, es una bajeza muy grande lo que están haciendo”, declaró.

Este lunes Pupo se incorpora a trabajar en la sala de pacientes infecciosos del mismo hospital, hasta que la comisión decida cuál será la sanción definitiva.

“Me preocupa muchísimo mi futuro laboral, o lo que pueda pasar conmigo o con mi familia a partir de ahora (…) Nadie me influencia, nadie me paga por publicar (…) Lo que publico es lo que veo, es lo que mis vecinos sufren (…) Yo no publico mentiras en las redes sociales, no difamo sobre alguna persona o institución y mis amigos nada tienen que ver con las cosas que yo pongo en las redes sociales”, añadió el joven.

Desde que se conociera la noticia del acoso laboral y expulsión, decenas de personas, organizaciones y colegas han manifestado su apoyo y solidaridad hacia el Dr. Pupo Casas.

Manuel Guerra, amigo y compañero de trabajo, refirió: “Ha sido doloroso para mi ver como desmoronan tus sueños hermano mío, ver como intentan amedrentar tu integridad y tus principios por el simple hecho de no pensar según lo establecido por una élite gubernamental, que en vez de preocuparse por el bienestar de su pueblo, enfoca su poderío en intentar silenciarlo (…) eres grande, y como colega en el ámbito médico y como patriota tienes mi incondicional apoyo. Necesitamos una democracia donde no existan este tipo de atrocidades. Necesitamos recuperar la dignidad de nuestro pueblo. No más injusticias. Viva Cuba libre”.

Asimismo, el Observatorio de Libertad Académica (OLA) denunció la expulsión de médico cubano por motivos políticos, exhortó a las autoridades cubanas a rectificar la decisión y recordó que toda sanción o expulsión por motivos políticos será documentada y denunciada ante los organismos internacionales correspondientes.

El colaborador de OLA, periodista y víctima de discriminación laboral por motivos políticos, José Raúl Gallego, expresó: “A cerrar filas. Que sepan que cada expulsión les va a costar. No solo a los que la ordenan, también a los que la ejecutan. Es el futuro de una persona lo que está en juego, no es algo menor. Aquí no vale el ´yo no sabía´ o el ´no puedo hacer más nada´. Si no te opones, al menos no colabores”.

También a inicios del mes en curso, José Carlos Santos Belaunzaran, de 23 años, fue expulsado de la carrera de medicina de la Facultad de Ciencias Médicas Manuel Piti Fajardo, de Artemisa, por sus críticas al gobierno.

Según el primer informe presentado por el OLA en agosto del presente año, la discriminación contra estudiantes y profesores en la educación superior en Cuba constituye una práctica sostenida y una política de Estado.

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