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Lula quiere una moneda única para América Latina: “No tenemos que depender del dólar”

MIAMI, Estados Unidos. — El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva sugirió la creación de una moneda única latinoamericana que suplante al dólar en las transacciones regionales.

En un reciente discurso en el Congreso Electoral del Partido Socialismo y Libertad, el político aseguró que la nueva moneda ayudaría a estrechar los vínculos entre Brasil y América Latina, uno de sus objetivos en caso de volver a ser electo presidente.

“Vamos a restablecer nuestra relación con América Latina. Y si Dios quiere, crearemos una moneda en América Latina”, expresó Lula el pasado fin de semana ante cientos de militantes de izquierda.

“No tenemos que depender del dólar”

Según el diario argentino Página 12, la nueva moneda, diseñada por el economista brasileño Gabriel Galípolo, llevaría por nombre Sur y sería emitida por un Banco Central Sudamericano con una capitalización inicial realizada por los países miembros, proporcional a sus respectivas participaciones en el comercio regional.

El proyecto indica que las naciones “recibirían una dotación inicial de Sur, según reglas claras acordadas, y serían libres de adoptarlo a nivel nacional o mantener sus monedas”. En ese sentido, “los tipos de cambio entre las monedas nacionales y Sur serían flotantes”.

Cabe señalar que, en el pasado, Galípolo fue presidente del Banco Fator y ya colaboró con Lula durante su período presidencial (2002-2010).

Luiz Inácio Lula da Silva señaló que el proyecto de Sur permitiría favorecer el comercio entre los países de la región sin necesidad de apelar a la moneda de Estados Unidos.

“No tenemos que depender del dólar”, dijo el exgobernante.

Aunque Lula no ha presentado oficialmente su candidatura a la presidencia de Brasil, aparece como favorito en las encuestas para imponerse al actual mandatario Jair Bolsonaro, quien buscará la reelección.

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Lula y el PT moderan discurso de apoyo a las dictaduras de cara a las elecciones

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MADRID, España.- El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores (PT) “moderarán” la retórica que apoya a Venezuela, Nicaragua y Cuba, reconociendo que es una responsabilidad en las elecciones de Brasil, escribió en su cuenta de Twitter el periodista Brian Winter.

“Pero no hay cambio actual en su posición”, agregó Winter, haciendo alusión al artículo “PT debe moderar discurso sobre dictaduras aliadas en campaña de Lula para evitar daños”, publicado por la revista Folha de Sao Paulo. 

 

Según el texto de Folha de Sao Paulo, el PT debería moderar el discurso de apoyo a los regímenes autoritarios de izquierda en América Latina durante la campaña presidencial de este año, para la que Lula da Silva es candidato.

“La idea es evitar ataques de la oposición, que en campaña debe explorar la vinculación del partido con dictaduras ideológicamente alineadas, como Venezuela y Cuba… La idea es que no haya una condena pública a los gobiernos aliados, y la estrategia será esquivar el tema”, señaló la revista.

La evaluación del PT es que este tema no es central en las elecciones, pero puede ser dañino cuando es explotado por los opositores, agrega la publicación. 

El excanciller Celso Amorim, quien coordinó la política exterior brasileña durante todo el gobierno de Lula y es designado como uno de los principales asesores del expresidente en la materia en la campaña de este año, dijo a Folha “estar en contra de los regímenes dictatoriales pero que también predica el diálogo”. 

“Yo no estoy a favor de eso [las dictaduras], y el mismo presidente Lula ha dicho que no está a favor de las elecciones indefinidas y las prisiones políticas. Les digo, francamente, que estoy totalmente en contra de las prisiones políticas”, agregó. 

No obstante, señala el artículo, “el potencial de conflicto en torno a la defensa de los regímenes autoritarios ya estaba demostrado meses antes de la carrera electoral. Cuando el dictador Daniel Ortega fue reelegido en unas elecciones ficticias en Nicaragua en noviembre, la Secretaría de Relaciones Internacionales del PT publicó una nota felicitándolo por su victoria en una elección calificada como una gran manifestación popular y democrática”.

“Nicaragua, Venezuela y Cuba tienen un historial de persecución a la oposición, represión de manifestaciones, amenaza a la libertad de prensa y cooptación de instituciones… También hay una grave crisis económica y escasez de productos básicos”, agrega la publicación brasileña.

Según explica el medio informativo, la discusión en torno a las dictaduras alineadas con el PT reapareció el pasado fin de semana, cuando circuló en redes sociales un extracto de una entrevista con la expresidenta Dilma Rousseff concedida en agosto al portal Opera Mundi, en la que atribuye el éxito de Hugo Chávez en Venezuela a una alianza con el Ejército. “El chavismo le hizo una apuesta al Ejército. Fundamentalmente. Salvo que seamos ingenuos”, dijo el PT. “Donde haya un ejército, nunca creas que las movilizaciones paramilitares ocurren sin su complicidad”, agregó la expresidenta. La valoración llamó la atención porque chocaba con la posición de figuras importantes del partido, aliado histórico del chavismo.

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Un foro para fomentar el totalitarismo

Foro Sao Paulo, 15 de junio de 2018. Dilma Rousseff junto a miembre de delegación pidiendo la liberación de Lula (fotospublicas.com)

LA HABANA, Cuba.- Cualquiera pudo haber pensado en 1990 que la iniciativa lanzada por Fidel Castro y Luis Inacio Lula Da Silva, en el sentido de reorganizar a las fuerzas de izquierda en la región, era simplemente una acción defensiva, y sin mayor trascendencia en el devenir democrático de América Latina.

Surgía de esa manera el Foro de Sao Paulo ( el nombre debido a la ciudad que sirvió de sede a su primera reunión), en momentos en que la izquierda soportaba el descrédito que le ocasionó la caída del comunismo en la Unión Soviética y en el resto de sus vasallos de Europa oriental. Además, muchos partidos políticos que hasta la fecha habían abrazado la ideología marxista-leninista, cambiaban de signo y se inclinaban hacia la socialdemocracia.

Sin embargo, otro era el panorama hacia el año 2007, cuando la ciudad de San Salvador fue sede de la XIII edición del Foro de Sao Paulo. El propio Lula gobernaba en Brasil; Evo Morales era el presidente de Bolivia; mientras que Rafael Correa y Néstor Kirchner regían los destinos de Ecuador y Argentina, respectivamente. Es decir, que la izquierda de orientación chavista —el chavismo, por demás, se afianzaba en Venezuela— había ganado importantes posiciones en el subcontinente, y sus partidarios imaginaban que una nueva era, al calor de lo que denominaban “socialismo del siglo XXI”,  se presentaba para América Latina.

En ese contexto los reunidos en San Salvador rubricaron el documento final de la cita, titulado “La nueva etapa de la lucha por la integración latinoamericana y caribeña”, el cual expresaba en uno de sus párrafos: “Los triunfos electorales comprometen a los partidos de la izquierda latinoamericana a actuar acorde con las expectativas depositadas en ellos por los pueblos, so pena de que sus gobiernos sean solo un breve lapso tras el cual se recicle la dominación neoliberal”.

El Foro de Sao Paulo enseñaba su verdadero rostro. No era un simple ente aglutinador de partidos y organizaciones de izquierda que se reunían para intercambiar experiencias y trazar estrategias de actuación dentro de los marcos institucionales de sus respectivas sociedades. Todo lo contrario: exhortaba a los gobernantes de izquierda que habían accedido al gobierno de sus países, a que destruyeran las instituciones democráticas y se perpetuaran en el poder. Que trataran de imitar a la Cuba de Castro, y que decretaran algo así como el fin de la Historia. Algo que tanto le habían criticado, hipócritamente, a Francis Fukuyama.

Aunque la situación política en América Latina ha cambiado con respecto a 2007, para bien de la democracia y mal para la izquierda chavista, ese mismo espíritu totalitario será el que reine en la edición XXIV del Foro de Sao Paulo que por estos días se reúne en La Habana.

Se anuncian, simultáneamente con los debates principales del Foro —que incluye una sesión especial sobre el pensamiento de Fidel Castro—, encuentros de mujeres, de jóvenes y de parlamentarios. Por supuesto, todos comprometidos con la tarea central que, según los organizadores cubanos, tienen ante sí los que asistan a La Habana: “Detener la actual ofensiva contrarrevolucionaria de la derecha internacional y regional contra las fuerzas progresistas de América Latina”.

Sería conveniente preguntarles a los aguerridos muchachones del Foro de Sao Paulo por la sangre de venezolanos y nicaragüenses que han hecho derramar los “progresistas” Nicolás Maduro y Daniel Ortega.




Justicia brasileña ratifica y aumenta condena contra Lula

El expresidente Lula da Silva (AP)

PORTO ALEGRE, Brasil.- La Justicia brasileña ratificó este miércoles la condena por corrupción pasiva y lavado de dinero contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) en una causa relacionada con el escándalo por los desvíos en la petrolera estatal Petrobras.

Los tres magistrados de un tribunal de segunda instancia de Porto Alegre votaron por unanimidad a favor de elevar a doce años y un mes la pena de Lula frente a los nueve años y medio que le había impuesto el juez de primera instancia.

La decisión, adoptada por unanimidad (3-0) por un tribunal de segunda instancia de Porto Alegre, abre la puerta a la inhabilitación política de Lula y deja en manos de la Justicia electoral su posible candidatura presidencial por el Partido de los Trabajadores (PT).

Los tres miembros de la sala octava del Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región fueron unánimes al concluir que quedó comprobado que Lula recibió el derecho a disfrutar de un lujoso apartamento en la playa de Guarujá como soborno de la constructora OAS por el favorecimiento en contratos con Petrobras.

Además de elevar la pena, los tres coincidieron en que Lula tendrá que cumplir la pena en régimen cerrado y que podrán ordenar su detención cuando la defensa no cuente con más recursos para intentar modificar la condena en segunda instancia.

Lula es el favorito en todas las encuestas de intención de voto para las presidenciales de octubre próximo y el Partido de los Trabajadores asegura que no tiene planes para presentar a otro candidato y que insistirá en la candidatura del expresidente hasta la última instancia.

(EFE)




La mala costumbre de perdonarle todo al castrismo

(EFE)
(EFE)

LA HABANA, Cuba.- De tiempo en tiempo, algún publicista latinoamericano —a menudo de izquierdas, aunque a veces no— invoca la supuesta “excepcionalidad” de Cuba para justificar las andanzas del castrismo. Ese es el método que utilizan para admitir que un régimen militar, dinástico y de partido único, se siente en plano de igualdad junto a gobiernos civiles, democráticos y pluralistas.

Esta actitud se va convirtiendo en un tema recurrente de la politología de Nuestra América. Ella sirve para admitirlo todo, para perdonar cualquier crimen, para tolerar cualquier cosa que se les pueda ocurrir a los jerarcas de La Habana. ¿Acaso no contemplamos, hace unas horas, a los delegados a la Cumbre de la CELAC guardando un minuto de silencio en honor del hombre que envió subversivos a todos sus países y que ni siquiera representó a Cuba en alguna de esas reuniones?

Ese tema de la supuesta “excepcionalidad” puede aplicarse ahora al escándalo vinculado a la transnacional brasileña Odebrecht. En su sitio oficial, la gran compañía se ufana de tener proyectos de colaboración en docena y media de Estados; de ellos, once son de Latinoamérica. Además del mismo gigante sudamericano, figuran allí Argentina, Colombia, Cuba, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela.

Gil Alessi escribe en el prestigioso diario madrileño El País: “Algunos de los países en que Odebrecht pagó sobornos en América Latina son…”. Sigue una relación en la que figuran todos y cada uno de los antes enumerados,… salvo Cuba. Aunque el colega no ha pretendido hacer una relación exhaustiva (sólo dice mencionar “algunos”), tenemos que insistir: ¿Estará funcionando aquí otra vez la hipotética “excepcionalidad”?

En el resto de Nuestra América se suceden los arrestos de ex funcionarios de alto rango que aceptaron las generosas dádivas del gigante empresarial sudamericano. Días atrás tocó el turno a Gabriel García, antiguo viceministro de Transporte de Colombia; se le acusa de recibir la friolera de seis millones y medio de dólares. Hace apenas unas horas, Miguel Ángel Navarro Portugal, peruano, fue detenido “cuando estaba subiendo a un taxi para fugarse”.

Con anterioridad han sido muchos los cuestionamientos sobre los vínculos con Odebrecht. En Ecuador, el presidente Correa suspendió los contratos y envió una delegación a Brasil para averiguar todo lo posible sobre los potenciales vínculos entre los sobornadores y los altos jefes de la flamante “Revolución Ciudadana” que el mismo jefe de Estado encabeza.

El culebrón no tiene para cuándo acabar. Según escribió Gustavo Gorriti para el mismo diario español ya mencionado, “cerca de 80 altos ejecutivos de la corporación se han comprometido a decir todo lo que saben, en respuesta a las preguntas que se les haga”. Es el acuerdo que han alcanzado con los acusadores públicos.

No en balde el referido colega, con respecto al desenlace de este escándalo de corrupción, lo define con una frase feliz: “Una delación sinfónica”. Y precisa: “Con una partitura acordada, pero cuya performance recién empieza”. Sin embargo, como reza el refrán, “quien hizo la ley, puso la trampa”. Según el convenio con los investigadores, “los delatores se obligan a responder preguntas, no a revelar lo no preguntado”. Aquí se imponen nuevas interrogantes: ¿Se abstendrán los policías y fiscales brasileños de inquirir sobre Cuba? ¿Imperará de nuevo la “excepcionalidad”?

En donde sí no ha funcionado esta última es en los informes de la prestigiosa “Transparencia Internacional”. Según CubaNet, esa entidad, consagrada a monitorear el peculado en el mundo, bajó a Cuba cuatro puestos: nuestro país ocupa ahora el número 60. Nos queda el consuelo de que la fiel aliada bolivariana —Venezuela— está clasificada en el 158, y su presidente Maduro recibió la dudosa distinción de ser escogido como “Persona del Año”; o sea, como quien en todo el planeta más ayudó al crimen organizado y a la corrupción.

Mientras tanto, el ex director ejecutivo de Odebrecht —ahora condenado a casi veinte años de prisión— confesó que el otrora presidente brasileño, Luiz Inácio da Silva, recibió más de dos millones de dólares en sobornos. Esta escandalosa revelación no ha impedido que la inefable Dilma Rousseff exhorte a su mentor a aspirar de nuevo a la primera magistratura, ya que, según ella, triunfaría de calle en los comicios.

Y ya que hablamos del locuaz Lula, surgen de nuevo las preguntas: ¿Cómo explicar su visita a Cuba —en particular al Mariel— poco después de haber abandonado la jefatura del Estado? ¿Se debió a las nostalgias izquierdistas de su época de obrero metalúrgico, o tuvo como objetivo supervisar un negocio en el cual estaba interesado de modo directo?

En el ínterin, Cuba sigue siendo excepcional en este asunto, y ninguno de sus dirigentes se ha visto mezclado (al menos, de manera pública y hasta ahora) en el escándalo iniciado en Brasil, en el cual se han visto involucrados decenas de altos funcionarios de Nuestra América.




Un nuevo caso de corrupción salpica al hijo de Lula

El expresidente de Brasil, Lula Da Silva (foto de EL PAÍS)
El expresidente de Brasil, Lula Da Silva (foto de EL PAÍS)

EL PAÍS – Si el caso Petrobras destapó la corrupción en el sector de la construcción en Brasil, la Operación Zelotes amenaza con hacer lo mismo en el sector automotriz, uno de los principales del país. La policía investiga desde 2014 a empresas que sobornaban a inspectores de Hacienda para librarse de multas, una estrategia con la que podrían haber evadido 4.831 millones de dólares de las arcas públicas. Las denuncias salpican incluso al hijo del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, Luis Claudio.

Con la guerra política desatada en el país, el nombre de un familiar del expresidente y líder del Partido de los Trabajadores en la Operación Zelotes alimenta aún más la furia de los brasileños contra el Gobierno de Dilma Rousseff, también del PT, implicado en otras denuncias de corrupción y con la popularidad por los suelos.

La operación arrancó con una denuncia anónima a la policía federal. Según el soplo, varias empresas corrompían a funcionarios públicos para intervenir en decisiones del Consejo Administrativo de Recursos Fiscales (CARF), una especie de tribunal del Ministerio de Hacienda para multar al sector privado por irregularidades en el pago de impuestos.

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