Familia roba embarcación en puerto de Mariel para escapar de Cuba
written by CubaNet | lunes, 26 de septiembre, 2022 7:10 am
MADRID, España.- En días recientes una familia cubana robó una embarcación del puerto de Mariel, en la provincia de Artemisa, para escapar de Cuba y llegar a Estados Unidos.
Juan Daniel Calvo, residente en Estados Unidos y hermano de uno de los implicados, declaró al periodista Mario J. Pentón que habían salido de la Isla en la madrugada del pasado 23 de septiembre.
“Yo perdí contacto con él porque él no me escribió más. No sé qué fue lo que pasó y no se sabe nada hasta ahora. El gobierno de Cuba no dice nada y los guardacostas de los Estados Unidos tampoco”, señaló Calvo.
Además, indicó que en la pequeña embarcación, que tenía la función de asesorar las entradas y salidas de buques de gran porte en el Mariel, iban niños y personas mayores.
Calvo declaró que están circulando “bolas” al respecto: “Se comenta que los guardacostas cubanos le cayeron atrás a la lancha y entonces no sé qué pasó ahí. Otros comentarios indican que el práctico ya se encuentra nuevamente en el Puerto del Mariel, es decir, que devolvieron la embarcación a su lugar habitual. En esta última versión se dice que todos los que intentaron irse están presos en Villa Marista”.
Según su testimonio, él considera que fueron rescatados por la Guardia Costera de Estados Unidos y esta devolvió la embarcación.
“En cualquier caso, tememos por la vida de mi hermano. No es la primera vez que esto sucede en Cuba, ya sabemos que en otros años anteriores ha sucedido algo parecido como esto, donde el Gobierno cubano ha tomado la violencia para castigar a las personas que hagan estas cosas”, expresó.
Mario J. Pentón también llamó a la Guardia Costera a no repatriar a estas personas, por temor a lo que pueda ocurrirles en Cuba.
En el año 2003 un grupo de cubanos trataron de desviar la lancha Baraguá, que trasladaba pasajeros entre los municipios Regla y La Habana Vieja, para llegar a las costas de Florida. El intento fue frustrado por el régimen que tras un juicio sumarísimo, sin derecho a apelaciones ni defensa, ejecutó a tres de estas personas.
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Siete centavos para Yemayá
written by Miriam Celaya | lunes, 26 de septiembre, 2022 7:10 am
LA HABANA, Cuba.- Yemayá, orisha del panteón Yorubá, es la señora de la maternidad, protectora de los marinos y del hogar y reina de las aguas del mar. Sincretizada en la virgen de Regla, de herencia católica y santa patrona del pueblo del mismo nombre, fundado a finales del siglo XVII alrededor de la Ermita consagrada a su culto, ella es tan venerada entre sus fieles como la propia virgen de la Caridad (Oshún), la santa patrona de Cuba.
Uno de los más conocidos ritos capitalinos, nacido del sincretismo religioso predominante en Cuba, consiste en arrojar monedas al mar en la rada habanera, como ofrenda de fe a Yemayá, a cambio de obtener la gracia de esta divinidad en cuestiones de amor, de prosperidad familiar, de trabajo, de salud e incluso para rogarle protección en caso de algún viaje… Que no por casualidad suelen invocarla los balseros antes de lanzarse a la incierta travesía del Estrecho de la Florida, con destino a EE UU.
Santuario de la Virgen de Regla. Foto del autor
El origen de la ceremonia de las monedas se pierde en la bruma de los tiempos, pero ha devenido costumbre popular practicada tanto por fieles como por ateos, por nacionales y por visitantes extranjeros, como si nuestra contaminada bahía fuera una suerte de versión caribeña de la famosa fuente de Trevi romana -aunque sin el rebuscado glamur del barroco italiano-, en un escenario natural flanqueado por las viejas fortalezas coloniales, la ciudad antigua con sus muelles e iglesias, y los poblados de Regla y Casablanca.
Yemayá tiene, además, su propia leyenda urbana. Según cuenta el folklore local, en algunas noches claras se ha podido ver fugazmente la figura difusa de la mismísima diosa, emergida en pie sobre la superficie de las habitualmente tranquilas aguas de la bahía, algo que la superstición popular interpreta como una señal de protección por parte de la santa patrona de La Habana, o como un presagio o advertencia que nos alerta sobre alguna desgracia.
Nuevo embarcadero de Regla. Foto del autor
Sin embargo, nada presagió la pandemia de COVID-19 que desde más de un año atrás asuela con particular saña la capital cubana y que en 2020 impidió la celebración de la Santa-Orisha, con la tradicional peregrinación de fieles que cada 7 de septiembre cruza la bahía o se traslada por tierra hasta el margen opuesto a la ciudad, para unirse en procesión por las calles de Regla, echar ofrendas al mar y congregarse en el Santuario para escuchar la misa que sella el culto público de la jornada.
Con la llegada de la pandemia se suspendió el jubileo por la virgen, pero muchos meses antes se había perdido otro ícono de La Habana, la “lanchita de Regla”, más que solo un medio de transporte, una tradición popular estrechamente vinculada con la bahía y con los habaneros que pueblan las zonas del litoral interior y especialmente con los reglanos.
Muelle del embarcadero, Habana Vieja. Foto del autor
Contrario al clamor de indignación que levantó en las redes sociales el brutal “remozamiento” que dio al traste con los grafitis de La Bodeguita del Medio, uno de los más conspicuos rincones de la vida bohemia habanera, la desaparición de la lanchita -tal como se la conoce entre los habaneros- ha pasado bajo el radar sin que la opinión pública haya reparado suficientemente en ello.
Santuario de Regla. Foto del autor
En su lugar se estableció un sistema de transporte por ómnibus -rápidamente bautizado por los reglanos como “la guagua-lancha”- con una ruta que discurre por el anillo del puerto desde el embarcadero de Regla hasta el de Muelle de Luz, donde en 2016, después de tres años de labores constructivas, se había inaugurado a todo trapo y con gran cobertura de prensa el flamante nuevo embarcadero de La Habana Vieja, una moderna estructura encristalada, con servicio de cafetería, cajeros automáticos, teléfonos, baños, mirador y sala de espera con asientos.
La guagua-lancha enlaza por tierra los dos embarcaderos. Foto del autor
Con la suspensión de la travesía marítima, el agradable paseo que tomaba solo cinco minutos para cruzar de una rivera a otra mientras se disfrutaban junto a la brisa marina las magníficas vistas que ofrecen la ciudad y la propia bahía, los pasajeros se han visto forzados a invertir entre 30 y 35 minutos en el recorrido por ómnibus, rodeando la rada, con todo el retraso y la incomodidad que ello implica.
Así, de un plumazo, so pretexto de evitar la propagación de la pandemia de COVID-19 y (dizque) para realizar “reparaciones capitales” a las tres lanchas que realizaban dicha travesía, en marzo de 2020 quedó abruptamente suspendido el servicio del llamado “ferry habanero”, que se reinició brevemente tras 10 largos meses de espera, el 25 de enero de 2021, solo para desaparecer pocos días después, sin que hasta el momento se haya anunciado una fecha para su retorno.
Ruinas del viejo embarcadero de Regla. Foto del autor
Según testimonios de clientes habituales de la lanchita, algunos funcionarios del gobierno municipal de Regla alegan que hubo nuevas roturas en los motores de las lanchas La Coubre y 300 Aniversario, este último nombre toda una burla a los tres siglos de existencia del transporte marítimo entre La Habana Vieja y Regla, ahora inexistente. El problema, dicen los susodichos funcionarios, es que la reparación se dificulta debido al “Bloqueo” que impide la adquisición de las piezas imprescindibles para el debido funcionamiento de los motores.
Vista de La Habana, desde Regla. Foto del autor
Los más suspicaces, por su parte, atribuyen la suspensión de la lanchita a una cuestión mucho más complicada: el temor de las autoridades ante el creciente malestar social derivado de la crisis económica insoluble, la pobreza generalizada y el fracaso total del sistema político, que pudiera desembocar eventualmente en otra crisis migratoria que implique el secuestro y desvío a EEUU de estas embarcaciones, tal como ya ha ocurrido anteriormente en julio y agosto de 1994 -previo al Maleconazo ocurrido el día 5 de agosto- y en abril de 2003, suceso este último que terminó con la captura de los secuestradores y el fusilamiento de los tres responsables principales del delito.
Ruinas del antiguo embarcadero, Regla. Foto del autor
Una sospecha que parece reafirmarse ante la absurda prohibición de circular por la acera del Malecón, otra de las tradiciones habaneras que han quedado sepultadas por decisión política del gobierno, solapada bajo el pretexto de una pandemia que -más allá de tantas interdicciones y despliegues policiales-, sigue arreciando sin control sobre la ciudad indefensa.
Por el momento, todo indica que tampoco este año la capital sitiada podrá celebrar la fecha de su santa patrona. Ni siquiera es probable que en breve o mediano plazo se vayan a restablecer los tan gratos viajes por mar, en el transporte de pasajeros. Definitivamente, las buenas noticias están en peligro de extinción en Cuba.
Nuevo embarcadero, Habana Vieja, vista frontal. Foto del autor
Quizás el último recurso que les quede a los más optimistas sea regresar a la tradición prístina, esa que ningún poder político puede prohibir, cuando en tiempos más amables los habaneros lanzaban a la bahía siete centavos para Yemayá, invocaban su protección… y cruzaban los dedos.
Vista parcial del nuevo embarcadero, Habana Vieja. Foto del autor
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“Hasta que mis hijos salgan de prisión no voy a parar”
written by Camila Acosta | lunes, 26 de septiembre, 2022 7:10 am
Julia Estrella Aramburo Taboas (centro), madre de Harold Alcalá Aramburo (derecha) y tía de Maykel Delgado Aramburo (izquierda)
LA HABANA, Cuba.- Julia Estrella Aramburo Taboas, madre y tía de dos de los condenados a cadena perpetua por el intento de salida ilegal en la lanchita de Regla, pide indulto para ambos. La petición fue presentada este martes a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba.
En abril de 2003, Harold Alcalá Aramburo y Maykel Delgado Aramburo participaron en un intento ilegal de salida del país. Junto a unos amigos, robaron la embarcación conocida como la lanchita de Regla, siendo atrapados a 30 millas de las costas de Cuba, cuando se habían quedado sin combustible.
Fueron juzgados en la Causa No.17/ 2003, por el delito de Actos de Terrorismo, según la sentencia No. 11/2003 del Tribunal Provincial de La Habana, y condenados a privación perpetua de libertad. El resto de las sanciones fueron: Ramón Henry Grillo y Yoanny Thomas González, cadena perpetua; Lorenzo Enrique Copello, Bárbaro Leodan Sevilla y Jorge Luis Martínez, a pena de muerte; Wilmer Ledea Pérez, a 30 años; Dania Rojas Góngora, Yolanda Pando Rizo y Ana Rosa Ladea Ríos, a 2, 3 y 5 años de privación de libertad, respectivamente.
Julia Estrella asegura además que en una de las ocasiones en que se dirigió a la Dirección de Cárceles y Prisiones, en La Habana, le dijeron que ellos —los condenados— “son los presos de Castro”.
En las sanciones les fueron aplicados los artículos 10 y 11-c de la Ley Contra Actos de Terrorismo, en donde se refieren a aquellos cometidos con artefactos explosivos, agentes químicos, biológicos u otras sustancias. No obstante, según explica el abogado Edilio Hernández —quien elaborara la solicitud de indulto— no eran aplicables pues ninguno de esos artefactos fueron usados por los acusados, “demostrándose un inadecuado uso del arbitrio judicial; habida cuenta de que los delitos principales, la toma de rehenes (de diez a veinte años) y el secuestro de embarcación (de diez a treinta años), no incluían como marco sancionador estas penas máximas aplicadas, debido a la ausencia de heridos ni muertos en los hechos”.
Aunque Aramburo Taboas, quien pertenece a la organización Damas de Blanco-Activistas de Cuba Independiente y Democrática (CID), reconoce que “los medios y métodos empleados para alcanzar la salida del país en aquel momento fueron erróneos, ilegales, peligrosos y punibles”, señala así mismo que se les impuso una pena excesiva.
Harold —de 38 años— y Maykel —de 46— son primos, pero Aramburo Taboas, madre del primero, los considera a los dos como sus hijos, pues su hermana, la madre de Maykel, falleció en 2006.
Ambos han permanecido en el Establecimiento Penitenciario Combinado del Este, en La Habana, en el Área Especial 47, popularmente conocida como el corredor de la muerte; “sin condiciones para cumplir una prisión perpetua de libertad, pues se supone que esas celdas son de castigo, no para extinción de sanción, sobre todo porque han mantenido un buen comportamiento durante su estancia en prisión”, señala el documento presentado.
La madre expuso a CubaNet que las celdas son tapiadas, sin ventilación, con poca iluminación, solamente un hueco por donde les pasan el alimento; las condiciones higiénicas son pésimas, la única llave para beber agua está situada junto a la letrina, pues tampoco tienen taza sanitaria ni lavabos; comen sentados en el piso, y no los sacan a coger sol diariamente, como establece el reglamento.
Aramburo Taboas cuenta que en prisión se les ha deteriorado enormemente la salud, y en disímiles ocasiones les han negado la atención médica. Estuvo un año exigiendo que internaran a Maykel en un hospital; cuando lo hicieron, tuvo que pedir que lo sacaran por las deplorables condiciones de la sala: “No había agua, el baño estaba extremadamente sucio, la comida mal elaborada y el arroz incluso con mal olor”.
“Además de los daños físicos, morales y psíquicos por la conciencia de perder su libertad, la principal condición del ser humano, después de la vida —declara la madre en la instancia— estos sancionados sufren en silencio el síndrome de culpabilidad por la afectación proporcionada a un núcleo familiar ligado para toda la vida en este agónico proceso, sobre todo para mí, pues estoy gravemente enferma del corazón. Y mi hermana y mi madre fallecieron en estos años de agónico proceso”.
Los otros dos hijos de Aramburo Taboas han padecido igualmente la situación. El menor, Josuamé Carrera, se vio obligado a exiliarse en el exterior por presiones de la Seguridad del Estado, y Andy Aramburo fue expulsado de su centro laboral, y tampoco le han permitido trabajar en otro lugar.
La petición de indulto se ampara en el artículo 128, inciso u, de la Constitución de la República de Cuba, el cual establece que el Presidente tiene la facultad de “conceder indultos y solicitar a la Asamblea Nacional del Poder Popular la concesión de amnistías”; así como “en un acto de humanidad y perdón”, según se indica en el escrito.
La presente constituye la segunda petición; la primera la solicitó igualmente la madre en octubre pasado, sin que recibiera respuesta alguna.
“Ha sido terrible, pero hasta que mis hijos no salgan no voy a parar”, asegura Julia Estrella Aramburo Taboas.
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