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Béisbol cubano: glorias pasadas y futuro incierto

LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -La temporada nacional de béisbol se ha reiniciado luego de cerrarse las imaginarias cortinas del Tercer Clásico Mundial. Al apreciar, a través de las trasmisiones televisivas, los encuentros que con una nueva estructura pretenden concentrar y aumentar la calidad del béisbol nacional, no puedo menos que sentir pena por atletas y aficionados de nuestro deporte, reafirmando que el sistema de control totalitario convierte en desastre todo lo que toca.

A pesar de estar en competencia los mejores equipos de la actualidad, reforzados con los atletas de mejor desempeño de los conjuntos que quedaron en la llamada segunda división, no crecen la motivación y el entusiasmo por parte de los amantes de la pelota. Lamentablemente, seguimos asistiendo al triste espectáculo de los estadios medio vacíos, con el agravante de que en las condiciones actuales es muy difícil subir el techo de este deporte nacional, luego de la frustración que significó el paso por el recién concluido Clásico Mundial.

El Tercer Clásico Mundial de béisbol y las ilusiones de Cuba por reeditar glorias pasadas, ya son historia. En esta nueva cita, que cerró con todo éxito y la muy merecida victoria del impresionante conjunto de República Dominicana, más el oficio y la exacta maestría de los jugadores holandesas, sacaron a la selección antillana de la lucha por los primeros lugares en el máximo escenario de la pelota internacional.

Aquella mañana del lunes 11 de marzo, La Habana fue un hervidero de polémicas y análisis en torno a la actuación y el resultado que sembraron la decepción en los aficionados cubanos, quienes, muy a su pesar, ya se van acostumbrando a ver frustradas las aspiraciones del seleccionado nacional en los grandes eventos mundiales.

Si el team Cuba hubiera logrado vencer a Holanda y pasado a la  ronda semifinal del Clásico, la euforia chauvinista que nos caracteriza impediría darnos cuenta de los errores y deficiencias técnicas de nuestros jugadores, y de los deslices tácticos y estratégicos de la dirección del equipo.

A pesar de haber tenido una mejor preparación, logrado mayor fogueo competitivo previo al evento y concedido oportunidad a varios talentosos jugadores jóvenes, en aquel partido decisivo se manifestaron evidentes deficiencias en la mecánica de juego y en la concentración de los atletas en situaciones claves.

El caso es que unas veces los intransitables lanzadores japoneses y otras  ─como en la Copa Mundial Panamá 2011─ los peloteros holandeses que ya se tornan invencibles para la otrora poderosa escuadra cubana,  dejan en el camino a la representación tricolor, ganadora de veinticinco campeonatos mundiales, pero incapaz en los últimos años de saborear la miel de la victoria.

Ahora, especialistas, dirigentes y aficionados vuelven a enumerar y analizar las deficiencias y carencias del plantel, compuesto por los peloteros de mayor rendimiento del país. Funcionarios y comentaristas repiten hasta el cansancio que es necesario encontrar fórmulas que aumenten la capacidad de nuestros atletas para enfrentar rivales cada vez mejor preparados, por estar fogueados en los circuitos profesionales de América, Asia y Europa.

Sin embargo, al disfrutar del excelente beisbol que mostró esta edición del Clásico, amén de reconocer el innegable talento de los peloteros cubanos, resulta fácil apreciar algunos elementos esenciales que los distancian de los jugadores profesionales, ya sean las grandes estrellas o los que pulen día a día su oficio en los terrenos de cualquier rincón del planeta.

El somatotipo de los atletas, el pensamiento táctico, la concentración en momentos cruciales del juego, habilidades técnicas determinantes como el toque de bola o el corrido de las bases, constituyen lagunas que eventualmente colocan en desventaja a los jugadores cubanos frente a sus cada vez mejor preparados adversarios.

Sin embargo, por mucho que autoridades y entrenadores se esmeren para aumentar la calidad de la pelota cubana, los resultados no van a mejorar hasta que profundos cambios de mentalidad y estructura rompan ese sistema que no se corresponde con las tendencias actuales del dinámico y complejo deporte.

Es preciso terminar definitivamente con los retrógrados esquemas que apartan a nuestros peloteros de los escenarios competitivos, donde se desarrollan los jugadores de otros países, que luego, en los eventos internacionales, se convierten en obstáculos infranqueables para nuestras aspiraciones de victoria. Varias naciones sin tradición en el centenario deporte han avanzado considerablemente, gracias a esa interrelación competitiva que se concreta en los circuitos profesionales. Los rivales de Cuba, aunque no se desenvuelvan en las Ligas Mayores de Estados Unidos o Japón, muestran el oficio y la calidad de juego que demandan el béisbol moderno.

Resulta impostergable que nuestros talentosos y entregados peloteros puedan jugar ya en las ligas profesionales, donde su calidad se verá de seguro estimulada y debidamente recompensada. Por muchos cambios e innovaciones que se impongan al torneo élite de la pelota cubana, las carencias técnicas y materiales de las categorías inferiores y la falta de roce internacional de los atletas del llamado alto rendimiento, seguirán pasando una alta cuenta a las posibilidades reales de la selección nacional en su esfuerzo por regresar a los planos estelares. Porque para los cubanos, en la pelota, solo un resultado es admisible, y alcanzar segundos o terceros lugares significa simplemente perder.

Hay que desideologizar el deporte y renunciar a ese control medieval sobre el destino de las personas. Cuba es el único país que no puede contar con el concurso de sus estrellas profesionales para enfrentar el reto del Clásico Mundial. Muy distinta seria la historia si  Kendry Morales, Aroldis Chapman, Yoeni Céspedes, Alexeí Ramírez, Yunel Escobar, Dayan Viciedo, Yunieski Maya, Livan Hernández y otros pudieran vestir la franela del equipo Cuba, sin ser objeto de la tan despreciable manipulación política que hemos sufrido por más de medio siglo.

Las manifestaciones recientes de funcionarios y voceros hacen pensar en una toma de conciencia sobre la gravedad del asunto. De momento, el béisbol profesional dejó de ser un tabú en la tierra que contribuyó a extender este deporte por el mundo. Ahora un programa semanal de televisión nos asoma a lo más encumbrado y moderno de este deporte en la arena internacional.

Si la pelota cubana no cambia y se adapta a los nuevos tiempos, si prevalece la vanidad totalitaria de quienes desde el poder se apropiaron también de nuestro pasatiempo nacional, el béisbol cubano se hundirá sin remedio en el oscuro abismo de sucesivas derrotas, con el único y dudoso consuelo de aferrarse al recuerdo de glorias pasadas.