La FEU en el socialismo, una vergüenza para Julio Antonio Mella
written by CubaNet | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
LA HABANA, Cuba.- Este 20 de diciembre hicieron cien años de la fundación de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), por Julio Antonio Mella, al calor de las reformas universitarias que sacudían a América Latina. Su principal aspiración era impulsar la autonomía universitaria, expulsar a profesores corruptos y lograr una mayor participación del estudiantado en la Dirección de la Universidad y ante todas las entidades jurídicas y legislativas para evitar las expulsiones y maltratos arbitrarios de que eran objeto los estudiantes.
Estos nobles propósitos que contribuyeron al empoderamiento de la juventud universitaria, fortaleciendo su compromiso con los problemas más acuciantes de su tiempo, se han ido desvirtuando a lo largo de seis décadas de dictadura, durante los cuales la autonomía universitaria, imprescindible para defender con justicia los derechos de estudiantes y profesores, se ha transformado en sujeción incondicional al Partido Comunista de Cuba.
A cien años de aquel sueño logrado por uno de los más admirables jóvenes que ha dado Cuba, la FEU celebra su décimo congreso bajo el peso vergonzante del servilismo, de haber aceptado la expulsión arbitraria de profesores y estudiantes cuyo único “delito” fue cuestionar la pésima gestión del gobierno y preocuparse por el futuro de una nación que yace en la ruina.
De aquellos objetivos fundacionales no queda nada. A golpe de seducción, promesas y represión Fidel Castro corrompió la organización que había apoyado la lucha revolucionaria contra Batista, siempre en defensa de la democracia y creyendo que el elocuente barbudo actuaría como garante en la restauración de los derechos conculcados tras el golpe de estado de 1952.
La FEU celebra hoy su Congreso en medio de una grave crisis que amenaza la supervivencia de la nación. Sin embargo, continúa con la cabeza gacha, mancillando así la memoria de jóvenes como Mella y José Antonio Echeverría; este último dotado de un liderazgo que arrojaba sombra sobre las ambiciones de Fidel Castro, quien se aseguró que la organización no conociera jamás un adalid similar.
Nada queda de la Federación Estudiantil Universitaria que se opuso a otras dictaduras y sintió en lo más vivo las injusticias que padecía el pueblo cubano. Desde los espacios que hoy acogen el décimo congreso se alza la misma retórica escuchada durante las recientes sesiones del Parlamento; un discurso vetusto y cobarde que solo sirve para contagiar a las nuevas generaciones con la vileza de los “históricos” y la continuidad.
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Tina Modotti y el comunismo cubano
written by René Gómez Manzano | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
MIAMI, Estados Unidos. ─ Un ameno trabajo de la colega Tania Díaz Castro sobre la señora Tina Modotti, publicado el pasado lunes en las mismas páginas de este diario digital, hace que me sienta obligado a escribir una vez más sobre tan controvertido personaje.
Doña Tania califica a la mencionada fémina de “inigualable mujer” y afirma que “desafió a la sociedad con temas como el amor libre, los convencionalismos y la moralidad”. También la califica como “artista librepensadora que combatió la hipocresía, los prejuicios humanos y la maldad”.
Confieso que no puedo ocultar mi asombro ante un pronunciamiento como este último, ¡y hecho nada menos que por una víctima de la protervia comunista! Como se sabe, la señora Díaz Castro tuvo una participación destacada en el surgimiento de la primera organización política nacida en la etapa actual de lucha pacífica contra el totalitarismo: el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC), razón por la cual sufrió arbitrario encarcelamiento.
Como en aquella época aún no se me había prohibido el ejercicio de la abogacía, tuve la ocasión de suscribir el correspondiente convenio de servicios jurídicos para su defensa. Pero, en definitiva, no tuve que actuar en juicio. La activista fue puesta en libertad. A raíz de ello, cesó su actuación en el PPDHC; más adelante, se centró en trabajar como periodista independiente, gracias a lo cual hemos podido disfrutar, a lo largo de los años, de textos excelentes de su autoría.
Pero retornemos a Tina Modotti, que es el tema que nos ocupa. Al respecto hay que decir, ante todo, que la referida señora era comunista. Y deseo recalcar que, con esto, no le estoy dirigiendo un insulto gratuito: la propia interesada reconoció siempre poseer esa condición y militó con gran orgullo en el partido que llevaba ese nombre repulsivo.
Para colmo de males, lo hizo en la época del ascenso y consolidación en el poder del genocida que pasó a la historia por su alias delincuencial: Stalin. Este asesino se arrogó la jefatura de la secta a nivel planetario. Más adelante veremos que la militancia de la “artista librepensadora” la condujo a participar en al menos uno de los crímenes ordenados por el georgiano asentado en el majestuoso Kremlin moscovita.
Antes de proseguir, quisiera dejar sentado que no me anima el menor propósito de atacar personalmente a la Modotti. Varios de los calificativos que le atribuye mi colega pueden ser acertados. También lo son otros que doña Tania no le asigna al personaje en cuestión, pero que yo no vacilo en otorgarle, como los de hermosa mujer y excelente fotógrafa. Lo que provoca mi rechazo no es su persona, sino la doctrina perversa que abrazó y por la cual trabajó. Y esto nos lleva directamente a los vínculos que estableció Tina con nuestro compatriota Julio Antonio Mella durante el exilio de ambos en México.
En otro artículo publicado en diciembre de 2020 en CubaNet aclaré una confusión de otro colega, que en una crónica pintaba a dicha señora como compañera en la vida del fundador de la FEU, olvidando a su esposa legítima, la cubana Oliva Zaldívar Freyre, con la cual Mella incluso tuvo hijos.
Se trata de otra mentira más de los comunistas. Como todo indica que esta última señora, a diferencia de la Modotti, no comulgaba con el marxismo leninista, entonces la propaganda roja exaltó a una simple amante de ocasión (que es lo que era esta última) a la condición de mujer del también fundador del Partido Comunista de Cuba.
Secta política esta —por cierto— que lo expulsó después de sus filas por “indisciplina”. Esto, y las inconformidades del levantisco criollo con el régimen brutal implantado por aquellas fechas en la Unión Soviética, lo llevaron a ganarse la enemistad del genocida alias Stalin y del fatídico Komintern, aparato que regía los destinos de los rojos a nivel mundial.
La colega Díaz Castro echa de menos, en el libro que dio pie a su artículo, algún “intento de investigación sobre la muerte de Mella” y puntualiza algo que el aludido texto no contiene: “ni siquiera la sugerencia de los presuntos culpables”. Creo que en esto también yerra la colega: a menudo los escritos del comunismo valen más por lo que callan que por lo que dicen.
Creo que ese es el caso con Mucho más que un cuerpo desnudo, la obrita publicada por la Editorial Pablo de la Torriente Brau. El mero hecho de que su autora, Reina de la Caridad Torres Pérez, escribiendo para una casa de publicaciones comunista, en un país sometido al marxismo leninista, haya callado al respecto, es digno de aplauso.
De ese modo inteligente, la escritora, por omisión, eludió hacerse eco de la versión facilona y mentirosa (que ella, claro, no hubiera podido contradecir impunemente) echada a rodar por los comunistas el mismo día del asesinato de Julio Antonio Mella: que el crimen se produjo a manos de sicarios al servicio del régimen autoritario del general Gerardo Machado.
La verdad es mucho más turbia y nauseabunda: todo indica que el artero homicidio fue perpetrado por agentes comunistas, cumpliendo instrucciones del alto mando del rojerío internacional. Es que el joven líder cubano resultaba demasiado revoltoso, indisciplinado e impredecible para los gustos de Stalin y sus incondicionales.
En ese contexto, correspondió a Tina Modotti, como fiel militante comunista, conducir con un pretexto cualquiera a su amante Mella hasta una esquina apartada de la capital mexicana, señalada de antemano por los complotados, donde lo aguardaban los sicarios para consumar en ese sitio sus macabros planes.
¡Razón de sobra (esa sola) para que, suponiendo que nos haya quedado un resto de simpatía por la señora Modotti tras enterarnos de su condición de comunista, la perdamos por su carácter de asesina!
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Lo que pocos dicen de Tina Modotti
written by Luis Cino | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
LA HABANA, Cuba. — A los libros sobre la vida de la fotógrafa italiana Tina Modotti, entre los que descolla Tinísima, de la mexicana Elena Poniatowska, se ha sumado recientemente Mucho más que un cuerpo desnudo, de la cubana Reina de la Caridad Torres Pérez, publicado en La Habana por la Editorial Pablo de la Torriente Brau.
En todos esos libros se alaba la belleza y el talento artístico de Modotti, se habla de su dedicación a la causa comunista y de su relación amorosa con Julio Antonio Mella, pero eluden tocar el tema de las sospechas acerca de su implicación en el asesinato en México, el 10 de enero de 1929, del líder estudiantil cubano.
Según parecen indicar las investigaciones de historiadores de la izquierda mexicana, los asesinos de Mella no fueron sicarios del dictador Gerardo Machado, como sostiene la historiografía oficial cubana, sino pistoleros al servicio de Stalin y el Komintern.
Tras el VI Congreso del Komintern (Moscú/I928), el Partido Comunista mexicano, enfrascado en una “reorientación ideológica”, había ordenado a Mella, entonces exiliado en ese país, que renunciara a sus planes de embarcarse en una expedición de Veracruz a Cuba para derrocar al régimen de Machado.
Cuando Mella se negó y dijo que continuaría con sus preparativos, amenazaron con expulsarlo del partido por su desobediencia. Airado, presentó su dimisión. Luego la retiró y abandonó el plan. Pero había incurrido en un pecado que los estalinistas no perdonaban: vincularse con el trotskismo. Lo acusaron de trotskista. El principal de sus acusadores fue Vittorio Vidali, un italiano que era amante de su compatriota Tina Modotti antes de que esta iniciara su relación con Mella. Esto ha hecho sospechar a algunos que el asesinato de Mella pudo ser un crimen pasional.
Modotti y Mella, muy jóvenes, bellos y desafiantes de la moral tradicional, como indica la foto que se hicieron tomar desnudos en una azotea de Ciudad México en 1928, no resultaban muy dados a la fidelidad conyugal. Se dice que Tina Modotti, además de con Vidali y con Mella, también se fue a la cama con sus camaradas comunistas Javier Guerrero, el pintor Diego Rivera y su esposa, la también pintora Frida Kahlo.
La policía mexicana acusó a Tina Modotti de estar involucrada con Vidali en el asesinato de Mella, pero no hubo pruebas definitivas que lo confirmaran.
En 1930, por sus actividades subversivas, la Modotti fue deportada a Europa por las autoridades mexicanas. En el mismo barco viajó Vittorio Vidali con documentos de identidad falsificados.
Ambos reaparecieron varios años después en la Guerra Civil española: Tina como asistente y enfermera de Dolores Ibáburri (la Pasionaria) y Vidali como comisario político del Quinto Regimiento y perseguidor de trotskistas durante la sangrienta purga de Barcelona, en 1937.
Tina Modotti murió en México en enero de 1942 a causa de un ataque cardíaco. Tenía 42 años. Vittorio Vidali murió en Italia, en 1983.
Cuando yo era niño, varias veces escuché a mis abuelos paternos y a su amiga Maria Luisa Laffita comentar acerca de las sospechas sobre las implicaciones de Tina Modotti y Vidali en el asesinato de Mella. Y no eran habladurías: María Luisa Laffita conocía bien a Modotti, porque junto a ella y la actriz María Valero fungió también como asistente de la Pasionaria durante la guerra en España.
Siempre se comentó que Mario Vizcaíno, el esposo de María Luisa, quien era miembro del grupo armado La Joven Cuba, fue quien ultimó en La Habana —a mediados de los años 30— a José Griñat, el asesino de Mella.
No había dudas de que Griñat era el asesino, lo que nunca se supo fue si actuó al servicio de Machado, de los estalinistas mexicanos o del celoso y despechado Vittorio Vidali.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Algo más sobre Tina Modotti
written by Tania Díaz Castro | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
LA HABANA, Cuba. – Mucho más que un cuerpo desnudo se titula el nuevo libro sobre Tina Modotti, esa inigualable mujer del siglo pasado, escrito por Reina de la Caridad Torres Pérez (Ciego de Ávila, 1974) y publicado por la Editorial Pablo de la Torriente Brau.
Así vuelve a entrar a nuestras casas Tina, la mujer que se atrevió a criticar al mundo y, como bien señala Reina de la Caridad, “a participar en la transformación de este”.
Tina nació en Italia en 1896. Su vida se desarrolló en la primera mitad del siglo XX, una época en la que ella desafió a la sociedad con temas como el amor libre, los convencionalismos y la moralidad.
Llegó a México en 1923; dos años después ingresó en el Partido Comunista y conoció a Julio Antonio Mella, “aquel torrente de hombre”, como bien lo describe Reina de la Caridad. Tina lo condujo por los caminos del arte.
Leí el pequeño libro de Reina, acompañado de fotografías muy originales y atrevidas hechas por Tina, y me dio mucha satisfacción saber que siempre habrá alguien que conozca la vida de esta artista librepensadora que combatió la hipocresía, los prejuicios humanos y la maldad.
Sentí satisfacción, repito, pero también cierta desilusión al final, porque no encontré en estas 60 páginas ningún intento de investigación sobre la muerte de Mella, ni siquiera la sugerencia de los presuntos culpables.
Reina de la Caridad hubiera enriquecido su breve, pero emotivo trabajo, con algunas buenas pinceladas de lo que ocurrió a Mella como miembro del Partido Comunista, el que juzgó a Mella de manera equívoca.
El asesinato de Mella sigue siendo un caso abierto después de tantos años. Nada dice Reina acerca de las duras críticas que hizo Mella de la URSS, donde se producían detenciones de comunistas, interrogatorios, desapariciones y asesinatos por las purgas de Stalin.
Se trata, sin duda alguna, de una historia que la autora de Mucho más que un cuerpo desnudo no pudo afrontar.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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La gran distancia entre Mella y Luis Manuel Otero
written by René Gómez Manzano | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
Luis Manuel Otero Alcántara (Foto de archivo)
LA HABANA, Cuba. – Este lunes tuve ocasión de leer en este mismo diario digital una amena crónica de Jorge Ángel Pérez. Tomando como punto de partida la contemplación de un anciano sentado en una acera habanera, el colega, en un pasaje particularmente feliz de su escrito, se pone a especular sobre las razones de esa postura: tal vez el derrumbe de su humilde vivienda (un suceso que, “gracias al socialismo”, se hace cada vez más corriente en nuestra capital) o el apagón de turno.
Primero, el periodista se imagina a sí mismo sentado junto al anciano sin esperanzas, pero sin saber qué podrían decirse el uno al otro. Después, continuando por el sendero de las ensoñaciones —“elucubrando”, como él mismo dice— pasa a hablar sobre Julio Antonio Mella.
El pretexto para ello es el admirable desafío que, frente al castrismo, significó la huelga de hambre (y también, en parte, de sed) escenificada por miembros del Movimiento San Isidro en su sede de Damas 955. Como Mella también recurrió a ese medio para luchar contra el gobierno autoritario de Gerardo Machado, don Jorge Ángel considera apropiado comparar uno y otro reto. Pero las distancias entre ambos son siderales.
El colega Pérez se abandona a un encendido elogio de la hermosura física del señor Mella: “Otro de los hombres bellos de esta isla”, afirma. Acto seguido insiste en elogiar “su belleza física”, y sin evadir las repeticiones, piensa “en su espíritu, que quizás también fue bello”. Se lo imagina asimismo en San Isidro, “con la espalda desnuda, ladeada la cara, no sé si hambriento, pero sí hermoso”.
Lo único que considero criticable en esta apasionada exaltación es que ella esté dirigida a un connotado amante del color rojo, a un marxista-leninista confeso. Y esto a pesar de que el mismo Jorge Ángel Pérez se encarga de dejar bien clara una cosa: “No soy comunista; no me gustan los comunistas”.
Para hacer una comparación, no se me ocurriría elogiar —digamos— la belleza de Camila Vallejo. Y no porque no lo mereciera. Es sólo que me pregunto: ¿Por qué voy a exaltar, aunque sea en un aspecto no político, a una promotora de la funesta ideología que ha sumido a mi Patria en el desastre calamitoso de hoy!
Más allá del aspecto físico de Mella, me parece demasiado aventurado suponerlo luchando contra un régimen que enarbola la misma doctrina macabra que él abrazó con fervor. Tampoco “mirando incrédulo a Fernando Rojas” o “indagando por la salud de Luis Manuel”. Para volver al mismo ejemplo que ya puse, no me cabe en la cabeza pensar (¡y mucho menos decir!) semejantes cosas de Camila Vallejo.
La crónica mencionada ha despertado mi interés por otra razón. En sus elucubraciones, Jorge Ángel Pérez ve a su admirado Mella de brazos con Tina Modotti. Este planteamiento me ha obligado a pensar en la efectividad que, a veces, tiene la propaganda de los comunistas. Esos señores, cual dignos émulos del doctor Goebbels, repiten una mentira el número de veces que resulte suficiente para convertirla en una verdad.
Incluso una persona generalmente bien informada, como el colega Pérez (que, además, ejerce una profesión que le impone el deber de documentarse de manera adecuada para poder orientar con acierto a sus lectores), se ha dejado confundir en este punto por los infundios comunistas.
Aunque algunos no lo sepan, el señor Mella estaba legalmente casado. Una simple búsqueda en Wikipedia permite saber que su esposa era nuestra compatriota Oliva Zaldívar Freyre. Tenían hijos comunes, una de las cuales, Natasha Mella Zaldívar, estaba exiliada y falleció ya anciana en Miami.
La aventurera italiana Tina Modotti era —pues— una amante de ocasión. Sin embargo, su condición de comunista confesa y la constante propaganda de sus correligionarios, que la exaltan al tiempo que ignoran de modo olímpico a la esposa legítima, ha conducido a muchos a creer que la señora o señorita Modotti era la compañera en la vida del también fundador de la FEU.
A mayor abundamiento, Mella no fue asesinado por sicarios al servicio del dictador Machado (versión facilona que también promueve la propaganda roja), sino por sus mismos “camaradas”: Con sus actos un poco “liberales”, el joven que fundó el primer partido comunista cubano (de cuyas filas fue expulsado después por “indisciplina”), resultaba demasiado turbulento para el gusto del Kremlin.
Fue por órdenes de la Internacional Comunista (el fatídico Komintern) y del tenebroso NKVD (o, para ser más personal, del genocida alias Stalin) que se llevó a cabo el asesinato. Para mayor burla, los rumores insistentes indican que la querida de Mella, la misma Tina Modotti, fue quien, con un pretexto cualquiera, lo condujo hasta el lugar en el que aguardaban los sicarios marxistas-leninistas para ultimarlo.
¡Menudo personaje es la Modotti para, como dice don Jorge Ángel, imaginársela “colgada de su brazo” (el de Mella) o “quizá colgado él de un brazo de ella”!
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Casi un siglo de comunismo cubano
written by Tania Díaz Castro | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
Los medios oficiales “han olvidado” lo concerniente a la controversial fundación del primer partido comunista cubano (Foto: ACN)
LA HABANA, Cuba. – El 15 de agosto pasado, vaya noticia, salieron cinco parrafitos sin firma en el periódico Juventud Rebelde. En esa nota, que recordaba la fundación del primer partido comunista de Cuba hace casi un siglo, el 16 de agosto de 1925, el nombre de Fidel Castro brillaba por su ausencia.
A este paso, es lógico pensar que, dentro de unos años más, aparezcan solo dos parrafitos recordándonos lo mismo, puesto que todo lo concerniente a aquella fecha tan controversial se ha olvidado. Recordemos que en 1925 ya se conocía la intransigencia de Stalin con su política de oportunismo, los conflictos internos de su partido, sus campos de concentración y sus millones de muertos.
Lo primero que descubrimos en esta nota de Juventud Rebelde son errores. El señor José Miguel Pérez y Pérez no fue el secretario general de aquel primer partido, sino un miembro más del grupo. Tampoco fue un partido que tuviera relación con el que fundara a finales del siglo XIX José Martí, que de comunista no tenía nada.
Otra falsedad en la que cae la nota es decir que el líder comunista Julio A. Mella había sido orientado por la dirección de su Partido a marcharse de Cuba y refugiarse en México, por temor a ser asesinado a manos de Machado. En realidad Mella marchó porque había sido separado del Partido, tras una huelga de hambre que hizo por iniciativa suya. Ya en México, según versiones más creíbles, fueron los propios comunistas de otros países, siempre en pugnas internas, quienes asesinaron a Mella.
A los pocos días de constituido, este primer partido comunista cubano comenzó a vivir en la más absoluta clandestinidad. Miguel Pérez fue considerado como “extranjero indeseable” y detenido por orden de Gerardo Machado, quien fue electo presidente por esos días y se mantuvo como enemigo de ideologías extranjerizantes. Luego, fue expulsado de Cuba hacia España, su país natal. Su historia terminó mal: acusado de organizar la resistencia contra el fascismo, fue condenado a muerte y ejecutado en 1936.
El partido comunista cubano no posee una historia digna de contar. Cuando los Estados Unidos le dan un ultimátum a Machado para que se marche de la Isla, el dictador, desesperado, les ofrece a los comunistas legalizar el partido a cambio de su apoyo, y los comunistas cometen el grave error de ceder, aun cuando la mayoría del pueblo quería la renuncia de Machado. El dictador huyó el 12 de agosto de 1933.
Durante el primer gobierno de Fulgencio Batista, en el cual este se pronunciaba por “una revolución verdadera” y los periodistas de la prensa libre eran reprimidos con aceite de ricino, el periódico Hoy de los comunistas fue legalizado, así como su Partido.
Es de destacar que, mientras Finlandia era invadida por la URSS, los comunistas Juan Marinello y Carlos R. Rodríguez se desempeñaban como ministros de Batista y Blas Roca estaba fundando la Revista Fundamentos. Por esa época aumenta el salario mínimo a 45 pesos cubanos al mes, Cuba compra oro por 22 millones de dólares para garantizar la moneda nacional, Batista establece relaciones diplomáticas con la URSS y es agasajado en Estados Unidos por el presidente Roosevelt.
Por último, bajo el triunfo revolucionario del castrismo, por los años 60 del siglo pasado, con sus miles de fusilados y presos políticos y una economía destruida, prácticamente desaparecieron los comunistas uno a uno en la llamada “microfracción”. Muchos de ellos salvaron sus vidas porque se exiliaron en Estados Unidos.
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La muerte de Mella en la historiografía castrista
written by Orlando Freire Santana | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
Busto de Julio Antonio Mella frente a la Universidad de La Habana (Captura Youtube)
LA HABANA, Cuba. – Este 10 de enero arribamos al 90 aniversario de la muerte en México de Julio Antonio Mella, ese joven impetuoso que creó la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), fundó el Partido Comunista de Cuba (PCC), perteneció al Partido Comunista mexicano y que, finalmente, fue expulsado de todas esas organizaciones.
Mella fue un tenaz adversario de los gobiernos republicanos de Alfredo Zayas y Gerardo Machado. Lo mismo organizaba revueltas estudiantiles que se enrolaba en huelgas protagonizadas por la clase obrera. Pero él no solo sería mal mirado por los gobernantes antes mencionados, sino también por los jerarcas de la Internacional Comunista (Komintern) que lideraba Joseph Stalin. La razón: la negativa de Mella de someterse a la disciplina que Moscú les exigía a sus vasallos.
Resultó notoria la desavenencia surgida cuando Mella esbozó una estrategia de alianza con fuerzas nacionalistas, no marxistas -en especial con la agrupación partidista dirigida por Carlos Mendieta-, para enfrentarse a Machado. Semejante línea de acción entraba en contradicción con la política sectaria de “clase contra clase” que impulsaba Stalin y que establecía que los comunistas no podían hacer compromisos con otras corrientes ideológicas.
Lo anterior era suficiente para que el Komintern deseara deshacerse de un líder que desobedecía sus directivas. No olvidar que años más tarde harían algo parecido con León Trotsky.
Mella fue ultimado por varios disparos en una oscura calle de la capital mexicana cuando caminaba junto a su amante, la bella fotógrafa italiana Tina Modotti. Alrededor de ese hecho se han manejado varias hipótesis. Una de ellas, la más difundida por la historiografía cubana después de 1959, apunta a que el líder comunista fue asesinado por agentes al servicio de Gerardo Machado. Otra versión no descarta la posibilidad de un crimen pasional cometido por un amante despechado de la artista italiana. Y, por supuesto, tampoco faltan las incriminaciones al propio Stalin.
En el año 2017 vio la luz el libro “Mella: una vida en torbellino” (Editorial Capiro, Santa Clara, Cuba) de la autoría de Rolando Rodríguez, un historiador que se jacta de haber mantenido una estrecha amistad con Fidel Castro, al extremo de haber fundado, por orden expresa del máximo líder, el Instituto Cubano del Libro en 1967.
Libro de Rolando Rodríguez (Foto del autor)
El señor Rodríguez, como es lógico suponer, reafirma la culpabilidad de Machado en el asesinato de Mella, y si deja abierta alguna otra variante acerca de la responsabilidad intelectual en el referido magnicidio, no apunta hacia el crimen pasional ni a la acción de los agentes del Komintern.
Veamos lo que escribe al respecto en la página 263 del citado texto: “Pero del asesinato de Mella no resultaba posible liberar de sospechas al imperialismo estadounidense. No solo era poco dudoso que Washington no estuviese al corriente del plan para hacerlo desaparecer para siempre de las calles del planeta, sino que, incluso, era improbable que estuviese fuera de los resortes manejados para propiciar el hecho. Mella se había convertido en un enemigo continental del imperialismo estadounidense”.
No hay dudas de que Fidel Castro, de haber podido leer este libro, se hubiese sentido orgulloso de su historiador preferido.
Ciro Bianchi no sabe dónde está Mella
written by Rachel Valdés | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
Luis Manuel Otero Alcántara, en su performance ‘¿Dónde está Mella?’ (Archivo)
LA HABANA, Cuba.- “Diálogo a distancia” es el segundo texto del periodista Ciro Bianchi publicado en el mes de mayo que se vincula al líder estudiantil Julio Antonio Mella, y a su pesar, al busto del mismo que fuera eliminado del Hotel Manzana de Gómez luego de su restauración y reciente apertura.
Aparecido el día 28 en el periódico Juventud Rebelde, el artículo trata de limpiar el estado de opinión que sobre su imagen se cierne tras el desafortunado comentario que escribiera el pasado 7 con asunto similar.
En aquel, tras nombrar una larga lista de esculturas honoríficas ligadas al joven revolucionario, llega a lo que parece ser, el motivo oculto de su texto: tratar de responder a la interrogante “¿Dónde está Mella?” que ha estado haciendo en las redes sociales y medios independientes digitales, el artista cubano Luis Manuel Otero Alcántara, tras observar la desaparición del busto dentro del inmueble, actualmente administrado por la compañía Kempinski.
Calificando a la escultura “desde lo artístico como una mala pieza” y justificando su colocación en la galería central de la Manzana, como un “empeño, sin duda bien intencionado, de directivos de las varias escuelas que funcionaron en el edificio tras el triunfo de la Revolución”; Ciro Bianchi arremete contra la “preocupación de algunos” afirmando que Mella “no está olvidado ni muerto”, pero dejando de lado la cuestión primerísima: el paradero de la obra.
En el nuevo artículo, la estrategia que utiliza para desacreditar la pieza es otra. Ahora, la escultura tiene un cercano parecido al busto del “adúltero” y exdueño de la Manzana, Andrés Gómez Mena, que se encontraba con anterioridad al de Mella en aquel lugar.
El quiste de sebo que en vida tuviese aquel magnate y que fuese reproducido en su efigie, “curiosamente” encuentra un punto de similitud en la escultura de Mella, la cual tenía —o tiene— una “protuberancia en la frente que, por efecto de la luz, que le venía de arriba, parecía acentuarse según desde donde se le mirara”.
Haciendo hincapié en que “Diálogo a distancia” responde a los comentarios de investigadores del Instituto de Literatura y lingüística —y a otros— que cuestionaron abiertamente en la web algunos de sus datos, Ciro no puede evitar terminar con lo que ha generado más expectativa, el destino del busto; y haciendo uso de una pueril técnica oficialista de evasión revela su “profunda” pesquisa: la escultura “espera tal vez por un nuevo destino”.
A Mella lo quitaron por feo
written by Ernesto Pérez Chang | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
Luis Manuel Otero Alcántara, en su performance ‘¿Dónde está Mella?’ (Archivo)
LA HABANA, Cuba.- Según lo que se afirma en el artículo publicado en la edición dominical del periódico Juventud Rebelde, a propósito de la pregunta “¿Dónde está Mella?”, lanzada por el artista Luis Manuel Otero Alcántara en su más reciente performance, el busto de Julio Antonio Mella fue retirado del actual Gran Hotel Manzana de Gómez porque “era, desde lo artístico, una mala pieza”.
No ha sorprendido demasiado la respuesta oficialista en un contexto donde los cuestionamientos que provienen de actitudes disidentes u opositoras, y que ponen al descubierto la incoherencia discursiva del actual proyecto socio-económico cubano, suelen recibir ese tipo de justificaciones que causan más risa que enojo.
Ha sido una respuesta similar, en cuanto a los niveles de absurdo y desfachatez, a aquella que ofreció la prensa financiada por el gobierno cubano cuando se le pidió que fabricara una respuesta a la pregunta sobre la contratación de obreros de la India y Pakistán para la terminación de ese mismo hotel que no ha dejado de ser foco de polémicas.
Para muchos, el Gran Manzana de Gómez, propiedad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y administrado por una de las más lujosas cadenas hoteleras de Europa, es el ejemplo del camino por donde ha comenzado a enrumbar esa revolución que prometió convertir los cuarteles en escuelas y que ha terminado transformando estas últimas en regios monumentos al glamour y al modo de vida capitalista.
Tanto es así que el viejo y disciplinado columnista de Juventud Rebelde apela a un argumento estético para intentar zanjar la cuestión. Sin embargo, en su malaventurado esfuerzo activa otras polémicas y deja sin respuestas un cúmulo de preguntas que durante décadas han gravitado sobre las cabezas de los cubanos.
Por ejemplo, si el busto de Mella, colocado en el cruce de galerías de la Manzana de Gómez por el interés de estudiantes y profesores de las escuelas que ocuparon el inmueble hasta hace solo unos años, fue retirado por “feo”, ¿entonces se pudiera esperar una acción similar contra todas esas fotos de los principales dirigentes, murales sindicales, pancartas partidistas, estatuas y bustos horribles que colman nuestros entornos pero que, según el propio discurso oficial, no son colocados en los espacios públicos por decreto sino por voluntad popular?
¿Habría de esperarse una arremetida contra esos millones de bustos de Martí, Maceo y demás próceres de la independencia cubana mal esculpidos, que hoy permanecen desatendidos o emplazados en los lugares más inapropiados, en edificaciones que para nada, como diría el cronista dominical de Juventud Rebelde, están ligadas a sus vidas o a su trayectoria política?
También valdría hacernos la pregunta sobre aquello que pesa más en la balanza ideológica de ese socialismo que sueña con fortalecerse a costa de una bacanal de inversiones foráneas que, dada la oportunidad, no descarta solicitudes de créditos millonarios al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional.
Al parecer la opulencia de Armani, Zara, Mango, Chanel, según lo que se infiere de lo sucedido en el Manzana, ha terminado por imponerse al otrora “potencial ideológico” de un proyecto social que parece empeñado en simular una indiscutible derrota.
¿Lo feo y lo pobre, el espontáneo espíritu popular y sus tradiciones han de terminar relegados frente al avance de esa nueva mentalidad que va colocando precios en moneda dura, dicen que en virtud de una sociedad futura donde la única igualdad será la del ciudadano de a pie contemplando su imagen frente al espejo o la vidriera de una tienda recaudadora de divisas?
El Mercado de Cuatro Caminos, la plaza de los pobres, en pocos meses será transformada en un espléndido centro comercial.
Miles de cuarterías que son ruido intolerable en el concierto turístico de Cuba pasarán a ser hoteles de altos estándares mientras que algunos de sus pobres, hambrientos y mal vestidos inquilinos tal vez, con algo de suerte, serán reubicados en esos espantosos edificios del plan de preuniversitarios en el campo, ahora rehabilitados como viviendas, igual de espantosas.
Y como colofón de esa vorágine de cambios, al Capitolio, tan capitalista y tan semejante al de Washington, regresará una Asamblea Nacional para rodearse no de solares insalubres y centros escolares y mercados donde prolifera la chusma creada por la política “antiburguesa” de tantos años, sino de esa gente bien vestida y perfumada que, desde las cálidas aguas de la piscina del Manzana o del Saratoga, para nada preguntará por el destino de una fea estatua.
Luis Manuel Otero Alcántara, el artista que lanzó una sencilla pregunta, la de cualquier vecino del lugar, dice no sentirse respondido, a pesar de que el periódico del domingo fue, sin dudas, un intento por declarar “sin lugar” un gesto tan problemático.
“Ese busto, más que ser lindo o ser feo, representaba un héroe, y a los héroes cada cual lo representa como quiera. (…) Fue puesto allí por voluntad popular y solo la voluntad popular podía removerlo. La respuesta es tonta, ingenua, risible”, opinó Otero Alcántara.
Sin embargo, nadie, teniendo en cuenta el voluntarismo de los funcionarios y dirigentes estatales y la falta de consulta popular tanto para retirar una estatua como para contratar mano de obra foránea, estará en desacuerdo con el verso de Pablo de la Torriente Brau acuñado en la primera plana del Juventud Rebelde de este 7 de mayo: “No hay freno posible a la voluntad que crea”, por supuesto que no, mucho menos si trata de la voluntad de los empresarios cubanos y extranjeros que construyeron y administrarán el hotel Manzana. Para ellos no hay freno posible.
written by Tania Díaz Castro | miércoles, 21 de diciembre, 2022 8:59 am
LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Por los años sesenta se comentaba en el corrillo de los poetas habaneros, más en serio que en broma, el episodio idílico que vivió de adolescente José Lezama Lima, uno de los escritores más importantes de Cuba, con Nicanor Mac Partland, conocido como Julio Antonio Mella.
Mella fue un destacado líder comunista en la década del veinte, que, como consecuencia de su carácter rebelde, nada apegado a la línea oficial de su partido, fue víctima de intrigas, calumnias, prejuicios raciales, envidia y odio.
Estas razones, más lo que dicen los documentos secretos del Kremlin, relacionados con Mella, que fueron desclasificados a partir del derrumbe del campo socialista, han servido para que los historiadores de hoy admitan que quien mandó a asesinar a Mella no fue el dictador cubano Gerardo Machado, como se sigue diciendo en Cuba, sino el propio José Stalin, culpable de millones de muertes.
Lezama contó que cuando él tenía catorce años, Mella le inspiró una gran admiración, una fascinación que nunca pudo olvidar, un gran asombro por su arrojo y valentía, ingredientes que sin duda dan paso al amor en un corazón adolescente.
Un día que visité sola a Lezama, tres años antes de su muerte, sin la compañía de Ciro Bianchi, su fiel entrevistador, que me había llevado a su casa con anterioridad, le pregunté sobre Mella.
Me miró a los ojos, tal vez un poco sorprendido con la pregunta, y exclamó: “Fue el símbolo sexual más carismático de aquellos momentos, con su perfil voluptuoso de Apolo habanero”.
Me hubiera gustado escuchar de sus propios labios todo lo concerniente a su historia con Mella, pero no me atreví a preguntarle más.
En muchas ocasiones, Lezama había narrado en entrevistas los recuerdos que tenía de Mella. Y a sus más íntimos, había dicho que nunca pudo olvidar a aquel muchacho alto, de extraordinaria belleza física, musculoso, de carácter jovial, tan valiente como un dios homérico. Incluso, comentaba los trabajos periodísticos que Mella publicó en las revistas universitarias, escritos en un lenguaje claro y dinámico, firmados como Lord Mac Partland.
Contó en las entrevistas cómo a los 14 años, con una acentuada curiosidad en su pubertad, vio a Mella por primera vez al frente de una manifestación estudiantil, por la calle San Lázaro, y escuchó sus gritos contra el dictador Gerardo Machado. Lo vio como un relámpago, empujando a sus compañeros para que avanzaran con valor. Por último, escondido Lezama en una cigarrería, vio al joven convertido en arquero diestro, cuando lanzó una soga al cuello de la estatua en bronce de Alfredo Zayas, y tiró con fuerza, para derribarla, mientras todos huían despavoridos y dejándolo solo a merced de la policía.
Lezama vio a Mella muchas veces más en la Universidad, muy de cerca. Se encontró con su mirada, para él, de dios protector de mancebos. En la Sociedad de Torcedores de La Habana, cerca de la casa donde vivía, el poeta vio a Mella por última vez. Como le ocurriera al Titán de Bronce, Antonio Maceo, Lezama recordaba que también a Mella se le hinchaban las venas del cuello en los discursos, ¨…con su gran fuego comunicante, exaltado y vehemente¨.
Al poco tiempo, Mella marchó a México. El poeta tenía entonces quince años. Nunca más lo vio. Seguramente le hubiera gustado haber sido su oráculo y profetizar todo lo por venir, alertarlo del peligro que corría cuando criticó a la sociedad de Stalin y los métodos de la Internacional.
Supo que Mella, uno de los ídolos más vivos y perennes de su juventud, había sido asesinado en una calle de México, con apenas 29 años. Tiempo después, es muy posible que Lezama lo haya visto de nuevo en un periódico, como lo vi yo, todo vestido de negro, negro también su sombrero de alas anchas de fieltro, y con su misma mirada, viril y seductora, de conspirador misterioso.