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Representación de Martí en Dos Ríos genera burlas y memes en redes sociales

Representación de José Martí

MIAMI, Estados Unidos. — Como suele ocurrir en fechas históricas señaladas en Cuba, el aniversario de la muerte de José Martí el pasado 19 de mayo trajo consigo una nueva representación de la figura del Apóstol, encarnada por un joven durante un acto cultural celebrado en la localidad de Dos Ríos, provincia de Granma.

Aunque no es primera vez que a nivel local se realizan representaciones de José Martí, en esta ocasión el suceso tuvo mayor destaque en redes sociales, generando burlas entre cubanos dentro y fuera de la Isla.

Las imágenes de la representación del Apóstol fueron compartidas por funcionarios de esa localidad, que exaltaron la puesta en escena de la ceremonia, a la que acudieron autoridades del municipio de Jiguaní.

Las fotos muestran a “Martí” montado en un caballo blanco, también caminando entre la multitud y siendo sostenido por otros jóvenes mientras dramatizaban su caída en combate.

“Hermoso y Digno homenaje al más universal de todos los cubanos. Al  maestro, al gran pensador. Protagonizado por los niños se rememoró hoy la caída en combate de José Martí  en Dos Ríos el 19 de Mayo de 1895. La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”, señaló en Facebook la dirección de Salud de Jiguaní.

(Foto: Screenshot/Facebook)

El pasado año, jóvenes de la provincia de Santiago de Cuba protagonizaron en el Callejón del Muro una representación de la muerte de Frank País que también generó un sinfín de reacciones en redes sociales.

El performance incluía a un joven acostado boca abajo en el suelo simulando la imagen del luchador clandestino tras ser asesinado. Las imágenes se hicieron virales en Internet, dando pie al #FrankPaísChallenge.

Aquel acto homenaje a Frank País contó con la presencia del vicepresidente del régimen cubano, Ramiro Valdés.

En Twitter la etiqueta #FrankPaísChallenge se volvió popular y fue aprovechada por numerosos usuarios para dejar en ridículo a las autoridades cubanas.




José Martí, en el punto más alto de Cuba

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MADRID, España.- En 1953, con motivo del Centenario del natalicio de José Martí, se organizaron en Cuba diversas actividades para celebrar esa histórica fecha. Fue en dicho contexto que la joven maestra Emérita Segredo Carreño, integrante de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano, propuso colocar un busto de Martí en el lugar más alto de Cuba: el Pico Turquino, con sus 1.974 metros sobre el nivel de mar, en la provincia de Santiago de Cuba. La idea de colocar una escultura del Héroe Nacional en aquella cúspide fue acogida con entusiasmo.

Gonzalo de Quesada y Miranda, director de la Fragua Martiana y presidente de la Asociación, apoyó la iniciativa. Contactó personalmente con la escultora Jilma Madera y le pidió que hiciera un busto idéntico al que había sido inaugurado en dicha institución, el 28 de enero de 1952, también de su autoría. La realización del proyecto recibió cooperación técnica del Instituto Nacional de Arqueología (INA) y del doctor Manuel Sánchez Silveira, delegado del INA en Oriente y padre de Celia Sánchez Manduley. El respetado médico se encargó de trasladar el busto hasta la Sierra Maestra y demás detalles logísticos concernientes a su emplazamiento.

El 17 de mayo de 1953 Jilma Madera y otros miembros del grupo martiano viajaron en ómnibus hasta Santiago de Cuba, adonde llegaron al día siguiente. Muy temprano en la mañana del 19 de mayo, aniversario de la muerte de Martí en Dos Ríos, le rindieron homenaje con una guardia de honor en el Mausoleo que acoge sus restos en el cementerio de Santa Ifigenia. Esa misma tarde salieron desde la bahía de Santiago en una goleta y llegaron a la localidad de Ocujal del Turquino bajo un aguacero cerrado.

En la mañana del día 20 iniciaron el peligroso ascenso hasta Altos de Babiney, ubicado a 1.127,7 metros de altura. Continuaron hasta Altos de Caldero, a 1.209 metros de altura, y luego alcanzaron la Cueva del Aura, que los campesinos llamaban “Campamento Martí”, localizado a más de 1.400 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí pasaron la noche  y al amanecer continuaron ascendiendo.

Empleando unas parihuelas, por entre la tupida maleza del lugar, doce hombres trasladaron al Turquino el cemento, el agua y la escultura, que pesaba 163 libras. Jilma Madera, el doctor Manuel Sánchez, su hija Celia y las hermanas Emérita y Cila Segrero alcanzaron la cumbre a media mañana, bajo un sol que alumbraba sin calentar demasiado.

Allí, en el punto más alto de Cuba, fue terminada la base de dos metros añadida al monumento y fue colocada la tarja que inmortalizó esta frase de José Martí: “Escasos, como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entraña de nación, o de humanidad”.

El mediodía del 21 de mayo de 1953, con ofrendas florales enviadas por los grupos martianos de Santiago de Cuba y la bandera solemnemente izada en una rama, fue develado el busto del más universal de los cubanos.




José Martí: los misterios alrededor de su muerte

Muerte de José Martí, Cuba 19 de mayo

MIAMI, Estados Unidos. — La muerte de José Martí el 19 de mayo de 1895 es considerado uno de los sucesos más trágicos de la historia de la nación cubana, no solo por el golpe moral que supuso su desaparición física para las fuerzas independentistas, sino también porque su ausencia terminó condicionando sucesos posteriores en la historia de Cuba.

Muchas son las preguntas que rondan los sucesos de aquel fatídico domingo en que perdió la vida el Apóstol: ¿Por qué salió Martí casi solo al combate? ¿Era consciente del riesgo que corría? ¿Lo envió Gómez al campo de batalla? Veamos.

La historia confirma que en la mañana de aquel 19 de mayo el coronel español José Ximénez de Sandoval al mando de una tropa de más de 600 soldados tomó prisionero a un campesino colaborador del ejército independentista cerca de Dos Ríos, en la actual provincia de Granma, el cual confesó que en la región se encontraban Máximo Gómez y José Martí. Ante esa posibilidad, el militar decidió ir tras los jefes insurrectos.

Poco después del mediodía, un teniente mambí llega corriendo al campamento donde se encontraban Gómez, Martí y Bartolomé Masó y advierte sobre disparos en dirección a Dos Ríos.

Historiadores coinciden en que Gómez ordena montar a caballo para entablar combate en un sitio alejado de Dos Ríos, donde se le facilite maniobrar a la caballería. No lo logra y tiene que emprender la acción en ese lugar, a unos cuatro kilómetros de Vuelta Grande.

Durante el transcurso del combate, Martí se separó del grueso de las fuerzas cubanas, acompañado solamente por su ayudante, Ángel de la Guardia. Fue entonces cuando el Apóstol cabalgó, sin saberlo, hacia un grupo de españoles ocultos en la maleza y fue alcanzado por tres disparos que le provocaron heridas mortales.

La autopsia realizada a Martí indica que una bala le penetró por el pecho, al nivel del puño del esternón, que quedó fracturado; otra ingresó por el cuello y le destrozó en su trayectoria de salida el lado izquierdo del labio superior, y otra más lo alcanzó en un muslo.

Gómez, desesperado por la funesta noticia, fue al lugar del suceso con el objetivo de recuperar a Martí, vivo o muerto. Sin embargo, una barrera de fuego impidió al Generalísimo llegar hasta el cuerpo del Apóstol.

Finalmente, el cuerpo de José Martí fue hallado por los españoles, que llegaron al lugar guiados por el cubano Antonio Oliva, un práctico conocido por el sobrenombre de “El Mulato”, quien alardeó de haber rematado a Martí con su tercerola, hecho improbable según el militar español Enrique Ubieta y que tampoco consta en los análisis forenses que se le practicaron posteriormente.

Contrario a lo que muestran algunas recreaciones pictóricas de la caída en combate de Martí, donde aparece con traje negro, al momento de morir el Apóstol vestía pantalón claro, chaqueta negra, sombrero de castor y zapatos también negros.

Cabe señalar que por la documentación que portaba, los españoles sospecharon de inmediato que se hallaban ante el cadáver del “pretendido” presidente de la República o de la Cámara Insurrecta; el “cabecilla” Martí, y su reloj y su pañuelo llevaban las iniciales JM.

Tras varios enterramientos, el cuerpo de Martí fue finalmente sepultado el día 27 de mayo de 1895 en el nicho número 134 de la galería sur del Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.




El ascenso de Martí a mayor general, un suceso no tan conocido por los cubanos

José Martí, mayor general, Cuba

MIAMI, Estados Unidos. — La figura de José Martí es sumamente conocida por los cubanos. Sin embargo, los nacidos en la isla suelen asociar al Apóstol con la condición de líder civil, periodista, intelectual y organizador sumamente dotado, desconociendo en muchos casos que, antes de morir, también fue ascendido al grado de mayor general del Ejército Libertador.

El suceso ocurrió el 15 de abril de 1895. El ascenso al grado de mayor general se produjo a propuesta de Máximo Gómez, conocedor del rol decisivo que debía jugar Martí para el éxito de la contienda.

Sobre ese día, el propio Martí escribiría en su Diario de Campaña: “Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que, aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército Libertador, por él su jefe electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General. Lo abrazo. Me abrazan todos. —A la noche, carne de puerco con aceite de coco, y es buena”.

El nombramiento de Martí como Mayor General, tuvo lugar en el intrincado lugar de las sierras de Imías conocido como Vega Batea, junto al Rancho de Tavera, señalizado hoy entre los campamentos de la llamada Ruta Martiana, distinguida como Monumento Nacional.

El Apóstol caería varias semanas después, el 19 de mayo de 1895, en el primer combate en que participó, en las cercanías de la localidad de Dos Ríos.

Si bien Martí no había participado en combates, sí dominaba los principios del arte militar y de la política asociada a los conflictos, para lo cual estudió las guerras napoleónicas, la guerra civil en Estados Unidos, así como la Guerra de los Diez Años y las causas de su fracaso.




José Martí y el presidio político: horrores que siguen vigentes 

José Martí

LA HABANA, Cuba. – En abril de 1870 José Martí, con solo 17 años, se convirtió en el preso número 113 de la primera brigada de hombres blancos que realizaba trabajos forzados en las canteras de San Lázaro. Rapado y encadenado de la cintura al tobillo, el hijo amado de doña Leonor Pérez conoció los rigores y abusos del régimen colonial. Todos los horrores vividos durante aquellos meses de castigo, quedaron plasmados en su obra El presidio político en Cuba, publicada en España, el 13 de abril de 1871.

En ella Martí describió, vívidamente, la rutina despiadada en que transcurría la vida de los presos, las largas caminatas bajo un sol calcinante, las quemaduras provocadas por la cal de las canteras, los muertos por causa de castigos violentos, hambre y epidemias. Impresionado por la magnitud de los crímenes que debió presenciar, nombró a las víctimas cuyo martirio presenció de cerca, y particularmente desgarrador fue el relato de la visita de su padre, Mariano Martí, quien mucho sufrió al ver el pie llagado de su hijo por el roce del grillete, y el maltrato que estaba sufriendo en aquel sitio infernal.

A pesar de las consecuencias que el independentismo de Martí representó para el hogar familiar, Leonor y Mariano lo apoyaron durante ese difícil período que marcaría al joven para siempre; no solo por los abusos físicos que se cometían, sino por la grave lesión a la moral y la condición humana.

En la Cuba del siglo XXI, el presidio político sigue siendo igualmente brutal e injusto. Menores de edad son llevados a prisión por reclamar derechos; las fuerzas del orden aplican golpizas preventivas o de escarmiento, según el caso, para evitar manifestaciones contrarias a la dictadura comunista.

También en las cárceles cubanas de hoy los presos sufren torturas, hambre y violaciones flagrantes a su condición de seres humanos. Se enferman y sus carceleros les niegan atención médica, les prohíben informar a sus familiares y, si están muy deteriorados físicamente, cancelan las visitas reglamentarias para que sus seres queridos no puedan comprobar personalmente el alcance de los castigos y el ensañamiento.

Los horrores que en 1871 describiera el Apóstol, continúan vigentes bajo otro yugo que tampoco tiene piedad, que no discrimina entre hombres y mujeres a la hora de ejercer su brutalidad, y que, además, se vale de todos los métodos posibles de hostigamiento para que las denuncias no salgan a la luz. 




Partido Revolucionario Cubano: el vehículo para una Cuba Libre

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MIAMI, Estados Unidos. — El 10 de abril de 1892 quedó instituido, de conformidad con la necesidad de unir a los cubanos, dentro y fuera de la isla, en pos de la causa independentista, el Partido Revolucionario Cubano, organización política que dirigió los preparativos de la guerra decisiva que habría de librar a la isla del yugo español.

Fundado por José Martí para asegurar la independencia de Cuba y ayudar a conseguir la de Puerto Rico —últimos territorios en América bajo dominio español—, el Partido tuvo desde sus inicios un carácter profundamente democrático, que brindó amplia participación al exilio cubano en sus principales núcleos: Cayo Hueso, Tampa y Nueva York. En igualdad de condiciones fueron elegidos el Delegado (José Martí), un Tesorero (Benjamín Guerra) y un Secretario (Gonzalo de Quesada), hombres de honor a toda prueba.

La naciente organización política tuvo como objetivo fundamental el surgimiento de una Cuba para todos, inclusiva y soberana. En el acta constaba que “El PRC no se proponía perpetuar en la República Cubana (…) el espíritu autoritario y la composición burocrática de la Colonia, sino fundar un pueblo nuevo, capaz de vencer por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”.

Sus bases fueron conformadas con un espíritu de concordia, moderación y compromiso, poniendo por encima de todo interés individual la causa de la libertad y el derecho de todos los cubanos a una vida digna.

Los estatutos secretos establecieron una organización sencilla que permitía la fundación de cuantos clubes se estimaran convenientes, dedicados a la recaudación de fondos que provenían, principalmente, de la contribución honrada y voluntaria de sus miembros.

Las elecciones se celebraban anualmente y el propio Martí visitaba los clubes para informar de todo lo que no fuera estrictamente confidencial. Su principal medio de difusión fue el periódico Patria, que contribuyó en gran medida a consolidar la unidad de los cubanos, asegurando un flujo constante de información sobre Cuba y la necesidad de alcanzar la libertad, además de divulgar las actividades del exilio.

Hoy, cuando se intenta forzar una supuesta continuidad entre el partido creado por José Martí, de profunda vocación democrática, y el Partido Comunista de Cuba (PCC), que ha conducido a la nación por el camino del totalitarismo y la ruina económica, conviene recordar el propósito de aquella acción fundacional de abril de 1892, que hizo posible, al fin, la anhelada independencia y demostró que Martí fue, por mucho, el político más completo del siglo XIX americano.




Vindicación de Cuba: el día que Martí salió en defensa de los cubanos

MIAMI, Estados Unidos. — El 25 de marzo de 1889 salió a la luz en el periódico The Evening Post, de New York, Vindicación de Cuba, una carta pública escrita por José Martí y divulgada bajo este título en el periódico The Evening Post.

Se trata de una encendida defensa de los cubanos por parte de un Martí que, en plena madurez política, se encargó de desmontar las calumniosas imputaciones que aparecieron en el artículo ¿Queremos a Cuba?, publicado en el periódico The Manufacturer, de Filadelfia, y reproducidas por el propio The Evening Post.

En él artículo de marras se rechazaba la idea de la anexión de Cuba a los Estados Unidos en base a los defectos del pueblo cubano. Se alegaba, además, que los cubanos no se sabían valer, que eran ociosos, de moral deficiente, incapaces por naturaleza y de poca experiencia para cumplir con las obligaciones de la ciudadanía en una república grande y libre.

¿Queremos a Cuba? pasó a la historia como un verdadero ultraje a los cubanos, quienes fueron calificados como afeminados, perezosos, inútiles verbosos, enemigos del trabajo recio, falta de fuerza viril y de respeto propio.

El texto tuvo una rápida contestación por parte de Martí, quien título su defensa de los cubanos Vindicación de Cuba, una carta en la que Martí pone en evidencia las virtudes del pueblo cubano y su ideal de independencia.

En su respuesta Martí describió a los cubanos como hombres que han peleado como gigantes para ser libres, tras haber sufrido impacientes bajo la tiranía y que habían tenido que batallar contra un opresor que los privó de medios para vivir.

El Apóstol sostuvo, además, que los mestizos y jóvenes de ciudad son generalmente de cuerpo delicado, locuaces y corteses, pero que eso no les impidió levantarse en un día contra un gobierno cruel, obedecer como soldados, dormir en el fango, comer raíces, pelear diez años sin paga, vencer al enemigo con una rama de árbol e incluso morir.




Manifiesto de Montecristi: el programa de la Guerra Necesaria

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MIAMI, Estados Unidos. — El 25 de marzo de 1895 José Martí y Máximo Gómez firmaron en República Dominicana el Manifiesto de Montecristi, documento donde se exponen ideas sobre la organización de la llamada Guerra Necesaria (1895-1898).

El manuscrito, considerado como el programa de la Revolución del 95, hacía hincapié en las razones que justificaban y exigían la libertad y el fin del dominio español en la isla.

En uno de sus fragmentos, el Manifiesto señalaba que “la guerra de independencia de Cuba, (…) es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo”.

El documento destacaba, además, la necesidad de una guerra “generosa y breve”. Asimismo, hacía hincapié en que la contienda no era contra el español, sino contra el régimen colonial.

El Manifiesto de Montecristi intenta recoger la comunidad de criterios y los estrechos lazos de las dos generaciones participantes en la guerra del 95, mientras evidenciaba el estrecho vínculo alcanzado entre José Martí y Máximo Gómez.

Los próceres de la independencia declararon en ese momento que el pueblo cubano enfrentaría la contienda con mayor conciencia de la situación que enfrentaba la isla.

“Cuba vuelve a la guerra con un pueblo democrático y culto, conocedor celoso de su derecho y del ajeno; o de cultura mucho mayor, en lo más humilde de él, que las masas llaneras o indias con que, a la voz de los héroes primados de la emancipación, se mudaron de hatos en naciones las silenciosas colonias de América”.

El texto también dejaba claro que la Guerra Necesaria tenía como objetivo convertir a Cuba en un proyecto viable de país que no terminase gobernado por tiranos.

“Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de si propias nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía”.




El Manifiesto de Montecristi desmiente al Martí enarbolado por el castrismo

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LA HABANA, Cuba.- Este 25 de marzo arribamos al 128 aniversario de que viera la luz el Manifiesto de Montecristi: Un documento firmado por José Martí y Máximo Gómez cuando ya era inminente que ambos partieran para Cuba con vistas a incorporarse a la Guerra Necesaria que había comenzado el 24 de febrero.

El objetivo principal del Manifiesto era dar a conocer a la opinión pública las características de la contienda organizada por el Partido Revolucionario Cubano (PRC); una contienda que se anuncia desprovista de ánimos de venganza, y no dirigida contra el pueblo español, sino contra el poder colonial que oprime a Cuba.

No parece casual el hecho de que el Manifiesto de Montecristi sea un documento no muy utilizado por los actuales gobernantes cubanos en su pretensión de apropiarse del legado del Apóstol. Y es que la visión que se ofrece del PRC, así como la forma que se proyecta para la República cubana que surja de la contienda independentista, no son del agrado del castrismo.

Aquí se establece que la guerra no debe conducir al triunfo de un partido cubano sobre otro. En ese sentido se reitera lo indicado por Martí en las bases del PRC, que señalaba la no intención de que Cuba fuera presa de un partido político victorioso.

Evidentemente, se trata de un planteamiento distanciado por completo de la misión que el castrismo le ha encomendado a su partido único, que por decreto lo han convertido en el rector y amo de la sociedad cubana. Por supuesto, queda sin fundamento el recurrente argumento de la maquinaria del poder que proclama al gobernante Partido Comunista de Cuba como heredero del partido fundado por Martí.

Se conoce del celo con que siempre Martí vislumbró la pureza de la República que saliera de la guerra de independencia. De ello podía dar fe el propio Máximo Gómez, cuando en 1884 recibió la respuesta de Martí de que una república no se gestionaba como se manda un campamento. También la defensa de los valores civilistas y republicanos, según el criterio de muchos especialistas, que Martí habría esgrimido en la reunión del ingenio La Mejorana. Un encuentro celebrado a inicios de mayo de ese año 1895, en el que se vieron las caras los tres grandes líderes de la causa cubana: Martí, Gómez y Maceo.

Entonces resulta interesante y concluyente el siguiente párrafo incluido en el Manifiesto: “Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de sí propia nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía”.

En primer término notamos que la expresión “de sí propia nacidas” niega el copismo de otras realidades que pudiera acometer la naciente República. Claro que el Apóstol jamás hubiese aceptado la sovietización de la vida cubana, puesta en práctica por el castrismo, fundamentalmente, durante el decenio 1975-1985.

Por otra parte, Martí alerta acerca del peligro que correría la República si el entusiasmo revolucionario se transformara en una tiranía. Obviamente, no hay nada que se le parezca más que lo sucedido en Cuba tras el arribo al poder de las huestes de Fidel Castro en enero de 1959. Un caudillismo que, salvando las distancias, Martí también indicaba como un lastre en muchas de las naciones latinoamericanas que habían obtenido la independencia de España.

Todo el contenido del Manifiesto de Montecristi muestra la estrategia martiana de concebir a su partido y a la guerra que preconiza como un medio, y nunca como un fin. Un medio para acceder a la República democrática que quería para Cuba. En nada semejante a lo que el castrismo ha hecho de nuestra patria.




La prensa libre contra la prensa esclava

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LA HABANA, Cuba. — José Martí, espantado de todo, cerraría los ojos nuevamente. Su buque insignia para la independencia de Cuba, el periódico Patria, haría aguas aplastado por la mastodóntica prensa oficial, llena de insolencias, mentiras, media verdades y otras sutilezas propias de un sistema que él mismo habría calificado como “la esclavitud de los hombres”.

131 años después de fundado el periódico Patria, la prensa en Cuba está en medio de una nueva batalla de David contra Goliat: la de la prensa libre contra la prensa esclava.

La prensa esclava está de hinojos ante el Partido Comunista de Cuba (PCC), aunque la pague el erario público. Tiene todos los recursos a su alcance, salarios, imprentas, estaciones de radio y televisión. Posee edificios, autos, camiones, etc.

Los periodistas esclavos son graduados en las universidades cubanas, que son solo para los revolucionarios, y sus más destacados alumnos van a prestigiosas becas en países democráticos, además de recibir otras bondades propias de la élite gobernante.

La prensa oficialista, la esclava, tiene detrás al Estado todopoderoso y su omnipresente censura.

En cambio, la prensa libre, como la martiana, es independiente. Es perseguida por la Seguridad del Estado. Posee poco. Un magro pago por publicaciones. Quizás una laptop, un teléfono y, los más afortunados, una cámara. Eso sí, un calabozo le espera en cualquier estación de policía.

Los de la prensa libre rozan con su piel los edificios caídos, los barrios marginales, los platos vacíos, las enfermedades no reconocidas por el Estado. La mayoría de estos reporteros son empíricos o vienen de otras ramas del saber. Así, con la imponderable ayuda del exilio, se convirtieron en la voz de la verdad.

La oficialista Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) celebra a todo trapo el aniversario del periódico Patria, y se desgarra las vestiduras clamando por una prensa novedosa, que salga de la trinchera, a codearse con las personas en la calle. ¡Fariseos!

Bajo la azotaina del ideólogo del PCC Rogelio Polanco Fuentes, debaten y comparten, entre suculentas meriendas y almuerzos, las experiencias sobre los modelos de gestión editorial y económica. ¿Estarán a tono con las transformaciones económicas del Gobierno de la continuidad? Parece que sí.

En una versión de la “piñata” en el terreno periodístico, aparece la empresa productora Ideas Multimedios, presidida por Randy Alonso. La misma representa a Cubadebate, la Mesa Redonda, el sitio Fidel, soldado de las ideas y los programas Con Filo y Cuadrando la Caja.

¿Habrá algo más parecido a RT, Telesur o CCTV para penetrar el mercado informativo global, adaptarse a las nuevas tecnologías y proyectar mentiras y medias verdades? ¿Estudió el crapuloso Randy Alonso el flamante libro ¿Cómo convertirse en oligarca a la rusa?, que circula por las oficinas del Gobierno, o solo es el corre ve y dile de alguien más poderoso?

Rodeado de bocaditos y ron peleón, el presidente de la carcunda UPEC, Ricardo Ronquillo, reubica la dimensión comunicacional marxista-leninista para el mundo contemporáneo, idea mecanismos de autorregulación para ejercer el control social y reconquistar la credibilidad. Solo ellos saben lo mal que están, como diría mi amigo Leonardo Calvo.

La peor idea de los sicofantes es mantener al periodismo como recurso estratégico del régimen, y controlarlo a través del proyecto de Ley de la Comunicación Social, con el que ya amenazan a los periodistas independientes.

¿Están solos los muchachos de Ronquillo? Imposible. Un conjunto de corifeos, adalides, gurúes de la izquierda perversa, como Pascual Serrano, Atilio Borón o Ignacio Ramonet aportan su prosapia y hacen un aquelarre para combatir lo que llaman “colonialismo cultural”, “control de los medios en las democracias” y otras sandeces para llenar parlamentos de ineptos y falsas igualdades. Pero, sobre todo, ofician como rancheadores para mantener a los esclavos en su sitio, mientras ellos gozan la libertad y la democracia en sus países.

El día de la prensa cubana es el de la prensa libre y martiana. Porque la verdad no está en los burós de los funcionarios castristas. La verdad está afuera, en la calle. Y hay que ir a buscarla.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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