Iberostar y Meliá, ¿detrás de la construcción del Centro Fidel Castro Ruz?

LA HABANA, Cuba. – El 25 de noviembre último fue inaugurado en La Habana el lujoso Centro Fidel Castro Ruz. La obra, comenzada en 2016 y ejecutada sin interrupciones en sus fases constructivas más complejas en medio de la pandemia y de la peor crisis económica que ha atravesado el país en los últimos 20 años, es a todas luces otro más de los excesos de un régimen que no escatima en gastos cuando se trata de asuntos relacionados con la propaganda política y la manipulación ideológica.
A pesar de parecer agobiados por la falta de recursos financieros, la paralización del turismo, el colapso del sistema de salud a causa de los rebrotes de la COVID-19, el embargo de los Estados Unidos y el fracaso de la llamada “Tarea Ordenamiento”, las principales figuras de la dictadura no desistieron de un proyecto cuyo costo han mantenido en secreto probablemente para no avivar aún más el descontento popular, que en los últimos meses ha estado varias veces a punto de alcanzar su nivel más crítico.
Aunque las cifras no se han hecho públicas por ninguna vía, la magnitud de la obra, la complejidad del proceso de restauración y remodelación, así como la exquisitez en los detalles del acabado final, la decoración con elementos en su mayoría importados, así como el empleo de alta tecnología en los sistemas de informatización, climatización y ambientación general, pueden brindar una idea de cuánto pudo haber invertido la dictadura cubana en este nuevo elefante blanco nacido en medio de la peor oleada de apagones, desabastecimientos y deterioro de buena parte del fondo habitacional, una dura cotidianidad que han sufrido los habitantes de la Isla por mucho tiempo.
El régimen ha esquivado responder cualquier pregunta de la prensa extranjera acreditada en La Habana, así como ha instruido a sus medios de propaganda de no tocar el asunto bajo ninguna circunstancia, pero el tema de los fondos empleados y su origen continúa intrigando a todos y dando mucho de qué hablar tanto en las redes sociales como en las calles cubanas donde una mayoría de la población califica como “absurdo” y “abuso” eso que el Partido Comunista insiste en llamar una “institución necesaria”, aun en contra de la voluntad final de Fidel Castro sobre el empleo de su imagen y nombre en la identificación oficial de lugares y edificios públicos.
Algunos medios de prensa independientes, basados en la información obtenida de fuentes vinculadas directa o indirectamente al proceso constructivo del Centro Fidel Castro y a las empresas constructoras y restauradoras que asumieron la ejecución, han dado cuenta del probable empleo del financiamiento recibido para “obras sociales” por parte del Fondo Saudita para el Desarrollo que —según lo regularmente publicado por la prensa oficialista, así como también lo ha reconocido la Cancillería del régimen en sus comunicados, accesibles en su sitio web—, ha contribuido al proceso de restauración de La Habana Vieja en los últimos 20 años con poco más de 300 millones de dólares que, en su totalidad, han tenido como destinatario final la Oficina del Historiador, principal responsable de las obras del Centro Fidel Castro.
Centro Fidel Castro Ruz habría sido financiado por Arabia Saudita
Por su parte, en cuanto al tema de los fondos invertidos, tanto el jefe de la Oficina de Preservación de Patrimonio del Palacio de la Revolución, Alberto Alvariño Atiénzar, como el director de la nueva institución, René González Barrios, se han limitado a recalcar que no se emplearon recursos propios sino que apelaron a contribuciones y donativos recibidos desde el exterior, aunque se han cuidado de no identificar a ninguno de esos contribuyentes anónimos.
No obstante, fuentes cercanas a alguno de estos financistas de la dictadura han declarado a CubaNet que no solo ha sido el Fondo Saudita el principal proveedor de financiamiento para el Centro Fidel Castro sino que al menos una veintena de empresas extranjeras y organizaciones de solidaridad con el régimen, principalmente con sede en Estados Unidos y Europa, pero en especial españolas vinculadas al turismo, habrían contribuido con sumas considerables y grandes “favores” no solo a la construcción de la obra sino a la compra e importación de insumos, incluso desde Estados Unidos.
Cerca de 24 millones habrían sido aportados por Iberostar y Meliá
Un alto directivo extranjero, vinculado a la cadena hotelera Iberostar, aseguró a CubaNet bajo condición de anonimato que tan solo la firma española habría aportado al proyecto unos 12 millones de euros, una suma ligeramente superior a la proporcionada por Meliá, y muchísimo mayor que la cooperación financiera de la francesa Accor, que, de acuerdo con información obtenida por este medio, apenas llegó a los 2 millones, aunque en forma de suministros e intermediación con algunos proveedores, una vieja estrategia empleada por la dictadura para evadir el embargo estadounidense.
“A inicios de 2017, Marrero (se refiere a Manuel Marrero Cruz, actual primer ministro cubano) se reunió con nosotros para pedirnos ayuda con la obra. Eusebio (Leal) y el propio Marrero nos armaron una visita al lugar y nos hablaron del proyecto; dijeron que sería de un gran atractivo porque muchos de los turistas vienen por el mito de Fidel (…). Nosotros no quedamos muy convencidos, aquella casa estaba totalmente en ruinas y no tenía relación alguna con la vida de Fidel, incluso sugerimos que se podía hacer en Punto Cero. ¿Quién no pagaría por recorrer Punto Cero? Eso sería como la Disneylandia de Cuba, hay gente que pagaría por pasar una noche allí. (…) Eusebio tenía otras ideas, creo que su verdadero objetivo era restaurar la casona, lo demás no le importaba mucho (…). (Pero) Marrero nos dijo que pensaría lo de Punto Cero, que lo hablaría con Raúl (…). Pasó un año y nada. En marzo de 2018 el propio Raúl fue quien conversó con nosotros y ahí sí nos pidió directamente que contribuyéramos con el financiamiento y que eso lo tendrían en cuenta a la hora de tomar otras decisiones, es decir, era una cuestión de o me dan dinero o esto empieza a trabarse aquí”, asegura el directivo de Iberostar.
Consultado al respecto, un funcionario cubano vinculado a la cadena hotelera Meliá no solo confirma que se efectuaron tales reuniones del primer semestre de 2018 para solicitar financiamiento a los empresarios extranjeros sino que, además, dada la seriedad del asunto, en que se ponían en riesgo varios proyectos de inversión hotelera, se vieron en la necesidad de crear grupos de trabajo, al interior de empresas como Iberostar y Meliá, destinados exclusivamente a la administración de las contribuciones al Centro Fidel Castro.
“Se asumió como si fuese un hotel más. En el caso de Meliá fue en abril de 2018 que se creó una comisión previa, de modo extraoficial, porque las presiones eran muchas y había que comenzar a destrabar proyectos que sí nos interesaban (…). Gabriel (Gabriel Escarrer, presidente de Meliá Internacional) viajó a La Habana en mayo (…) para la Feria (de Turismo de La Habana); estuvo un par de días que los dedicó a reunirse con Raúl (Castro) para el asunto del financiamiento. Entonces dio luz verde a la comisión. Fluxá (Miguel Fluxá, presidente de Iberostar) también había viajado de urgencia (a La Habana), eso fue como en abril, y Gabriel temía que eso lo perjudicara, por eso voló a La Habana en visita relámpago (…), Fluxá puso de un tirón 5 millones de euros y se brindó para traer él mismo lo que hiciera falta, con eso preparó el terreno para los vuelos de Word2Fly a La Habana, y todo lo demás”, afirma el funcionario.

La contribución de Miguel Fluxá en persona
El 24 de septiembre del año en curso, el propio Miguel Fluxá Roselló, presidente de Iberostar, viajó a La Habana para estar presente en el acto del vuelo inaugural de la ruta Madrid-Habana de la aerolínea Word2Fly, propiedad de la compañía mallorquina. Según información ofrecida por un funcionario del Ministerio de Turismo, así como un directivo de la cadena hotelera Iberostar, entre la carga que arribó en ese primer vuelo, así como en otros anteriores y posteriores, fueron trasladados a Cuba numerosos insumos destinados al equipamiento tecnológico del Centro Fidel Castro.
“En ese primer vuelo de Word2Fly se trajeron varios equipos y materiales especiales para la conservación de papel; eran para la biblioteca”, asegura el funcionario de Iberostar entrevistado por CubaNet bajo condición de anonimato. “Fluxá en persona asumió el compromiso de comprar alguna tecnología que necesitaban aquí, fundamentalmente para los archivos y la biblioteca (…). Si no me equivoco los mandó a comprar en Estados Unidos. Primero se iban a traer por una agencia de allá que ya había sido utilizada antes de los cierres pero después no se pudo seguir por el problema de los vuelos desde Estados Unidos a La Habana, entonces se llevaron a España y se trajeron en septiembre”.
“Creo que (en el Gobierno) no iban a desaprovechar una oportunidad como esa”, dijo en conversación con este medio un funcionario del Ministerio de Turismo cubano estrechamente relacionado con Iberostar y las contribuciones de la empresa española al Centro Fidel Castro. “No había vuelos a La Habana y de momento llegó Fluxá con lo de Word2Fly. Eso cambió muchas cosas, permitió que se pudieran comprar equipos donde no se podía. No es la primera vez que Fluxá tiende una mano, es amigo de Raúl y los dos se tiran cabos constantemente. (…) Fluxá aquí en Cuba hace lo que le da su gana, literalmente lo que le da su gana”.
El aporte de los Grupos de Solidaridad con Cuba
Otras fuentes estrechamente vinculadas al Instituto de Amistad con los Pueblos (ICAP) —actualmente presidido por el espía Fernando González Llort— y consultadas por CubaNet al respecto, aseguran que, además de lo presuntamente aportado por el Fondo Saudita y las empresas extranjeras, buena parte del financiamiento del Centro Fidel Castro provino de recaudaciones realizadas por personas y grupos simpatizantes de la dictadura, afiliados a los llamados “Grupos de Solidaridad con Cuba”, organizados en el exterior y dirigidos desde La Habana a través de las sedes diplomáticas cubanas.
“Entre 2019 y 2020 el ICAP recaudó unos 23 millones de dólares de las contribuciones de los Grupos (de Solidaridad)”, afirma una funcionaria de la institución oficialista. “En esa cifra no se tienen en cuenta otros donativos personales, lo que se mandó específicamente para la COVID (…) pero el dinero que se gestionó (en los Grupos de Solidaridad) desde el ICAP desde el principio fue destinado a la construcción del Centro (Fidel Castro). (…) Desde el 2018 se está aportando entre el 40 y el 70 por ciento de los ingresos a la construcción del Centro, no tengo la cifra del inicio, pero en los últimos dos años, que es cuando más se ha aportado, serían unos 15 millones, quizás un poco más por lo que nos llega de contribuyentes individuales no asociados a los los grupos o a las embajadas”.
La sede del Centro Fidel Castro es un palacete del Vedado de finales del siglo XIX, que fuera propiedad de la familia Hidalgo de Conill hasta que le fue expropiado en enero de 1959, cuando pasó a convertirse en oficinas del Ministerio del Interior. Ocupa el número 707 de la calle 11, esquina a la Avenida Paseo. Los terrenos donde fue construida en 1894 pertenecieron al conde de Pozos Dulces, quien los vendió a la familia Hidalgo de Conill.
Inscrito como “institución pública”, el Centro Fidel Castro tiene como propósito fundamental, de acuerdo con lo publicado en la prensa oficialista, “estudiar y difundir el pensamiento, la obra, la vida y el ejemplo” del fundador de la dictadura más longeva que ha existido.
Su creación fue respaldada en la decisión de la Asamblea Nacional del Poder Popular de aprobar, en diciembre de 2016, la Ley No. 123 “Sobre el uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz”, donde se autorizó “por excepción”, el empleo de su nombre para denominar una institución gubernamental.
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