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“Uno solo puede vivir para alimentarse”: el drama de una familia santiaguera

Maribel, su esposo y una de sus hijas

MIAMI, Estados Unidos. – La santiaguera Maribel Mustelier López vive con su familia ―su esposo y sus dos hijos menores de edad, de 8 y 15 años― en los restos de una casa derrumbada por el devastador huracán Sandy, hace casi una década.

“Cuando el ciclón pasó hace ocho años nuestro hogar se derrumbó. (…) Ellos (las autoridades) nos dieron una planilla para nosotros poder obtener los materiales subsidiados, pero es que aún siguen siendo muy caros”, lamentó Mustelier López.

“Imagínense, una bolsa de cemento tiene un precio de entre 120 y 130 pesos (CUP) y ellos nos la dejan en 87.70”, detalló.

La santiaguera también denuncia que los materiales de la construcción no son ofertados regularmente a la población. “Ahora mismo te puedo decir que llevan dos años sin sacar mercancía. Tardan muchísimo y cuando nos avisan apenas tenemos dinero reunido para comprar una cantidad considerable. Solo podemos adquirir tres o cuatro bolsas (de cemento) para tan siquiera hacer un hoyo (zapata)”.

“Aquí vivimos del invento, aruñando por aquí y por allá para poder mal comer poder y sobrevivir, como decimos los cubanos”, continuó.

 

Por otra parte, Leonardo Hernández, su esposo, comenta: “Esta casa no aguanta otro huracán. Lo que se ve levantado ahora fue con la misma madera que rescaté cuando la casa se vino abajo. En las temporadas ciclónicas aquí entramos en pánico, sin contar que estos cuatro palos un día nos pueden caer arriba por cualquier vientecito un poco fuerte”.

En varias ocasiones la familia ha presentado quejas en la sede del Partido Provincial y en Vivienda por el déficit de materiales de construcción en el punto de venta. “En 2013, 2015 y 2016 estuve presentando quejas por el constante desabastecimiento en el punto. Mi madre me había ayudado con un dinero y yo quería comprarlo todo de materiales, pero cuando los funcionarios me avisaron ya había consumido el dinero en alimentos. Se demoraron mucho y mis hijos tenían que comer”.

Mustelier López también denuncia la precaria situación económica en que vive su familia, agravada por la escasez de alimentos y el alza de los precios. “Por ejemplo, ahora una botella de aceite está costando 75 CUP (tres dólares). Con semejante costo de la vida hoy en día, uno solo puede vivir para alimentarse. Construir en estos tiempos es imposible”.

“Yo estuve trabajando para el Estado; ganaba unos 300 CUP (12 dólares), pero eso era una miseria que no me alcanzaba para nada; cuando cobraba ya lo debía todo. Prefiero estar en la casa, tengo más cobertura para hacer mis cosas de manera independiente y poder ganarme la vida”, cuenta.

Su esposo es pescador, pero solo puede dedicarse a esa actividad cuando las autoridades se lo permiten. Mientras tanto, tiene que trabajar en la construcción o en cualquier otra actividad económica.

 

Según datos publicados en agosto de 2019 por el medio oficial Cubadebate, en la Isla “hay un déficit habitacional que asciende a más de 929 000 hogares, entre los que es necesario construir desde los cimientos y los que precisan rehabilitación”.

Las denuncias por la corrupción de los funcionarios de los puntos de venta de materiales de construcción y el abandono del Estado a familias en situaciones precarias aparecen a menudo en medios de prensa independientes.

Recientemente, una familia de La Habana tuvo que recurrir a una campaña de recaudación de fondos en GoFundme como única esperanza para obtener recursos, comprar una vivienda y salir del edificio donde viven, declarado “inhabitable” desde 1974.

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A seis años del huracán Sandy Santiago de Cuba todavía espera entre los escombros

SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Más de 171 380 viviendas quedaron destrozadas tras el paso del huracán Sandy por el oriente cubano en la madrugada del 25 de octubre del 2012. El fenómeno natural se cobró la vida de 11 personas y dejó desolación, tristeza y agonía para los santiagueros, quienes en ocasiones cuando se habla de ese día prefieren cambiar de tema, para no recordar los duros momentos vividos en aquella larga noche.

A seis años de la catástrofe que marcó la cotidianidad santiaguera, los más de 28 000 casos de derrumbes parciales y totales que aún quedan sin resolver, claman ante las oficinas de vivienda y planificación física, mientras esperan entre los escombros una respuesta concreta por parte de las autoridades de la provincia, para poner punto final a la angustia que les dejó Sandy.

Karina Fernández Sánchez trabaja de custodio en la Clínica de Maternidad Mariana Grajales, más conocida como Los Ángeles, y cuenta a CubaNet los amargos momentos que vive en su humilde vivienda decretada como inhabitable en la localidad de Venceremos, en una comunidad periurbana a las afueras del centro histórico santiaguero.

“Mucho antes de Sandy mi casa venía presentando problemas de goteras, pero desde que pasó ese huracán las condiciones son peores, la casa está completamente virada y aquí vivo con mis cuatro hijos. El mayor, que también trabaja de custodio, vive con Sida hace años, el segundo, de 14 años, tiene retraso mental y está en la Escuela Especial de Versalles, el otro tiene 8 años, y el más pequeño tiene solo 8 meses”.

“Estas no son condiciones para vivir con un enfermo de Sida, con un retrasado mental y con dos niños pequeños, las paredes de zinc y nylon las recogí tiradas en la calle después del paso de Sandy, y hasta ahora, vivo aquí. Cada vez que llueve se moja más adentro que afuera, cada vez que anuncian lluvia prefiero pasar ese momento en una parada cerca de aquí porque es de placa, porque mi casa es una chorrera”, sentenció.

Karina cuenta que nunca ha recibido ayuda gubernamental, y en varias ocasiones ha dormido frente al Partido Provincial requiriendo la atención de Lázaro Expósito, Secretario del PCC en Santiago de Cuba, “pero nunca me ha atendido y eso que trabajo cerca”, comentó. “Hace unos días vinieron a la casa y dijeron que nos van a mudar a la cañada, pero eso no lo creo, cuando pasó Sandy vino Expósito aquí y prometió lo mismo, y nos quedamos esperando por su promesa”.

Otra vecina de Calle La Torre que vive en la cañada antes mencionada criticó las supuestas promesas del dirigente comunista, “las palabras de Expósito se las llevó el viento. Vino aquí para que saliéramos a votar en esos días, pero más nada, dijeron que iban a dar colchones, lonas para los techos y un módulo de vasijas, pero nunca llegaron con la ayuda, esa es una raya más entre las promesas incumplidas del secretario”.

Recientemente el canal televisivo Tele Turquino hizo un resumen de los planteamientos emitidos por la población santiaguera, y una de las quejas más reiteradas fue la solución a los damnificados del huracán Sandy.

El secretario del PCC presente en el programa gubernamental, dijo que las soluciones para los afectados no serían a corto plazo, “las viviendas que se están edificando hay que hacerlas desde cero, este año se prevén entregar más de cinco mil de diferentes tipologías constructivas, pero seguiremos construyendo porque esta tarea terminará para el 2030”, selló.

Grisel Pupo es trabajadora de Vivienda en el Distrito#3 Antonio Maceo, jurisdicción que cuenta con muchas barriadas marginales de “llega y pon”. Ella apuntó a este diario que la institución donde trabaja tiene proyectado que esas comunidades de casas precarias sean reubicadas en edificios que se pretenden construir en otras localidades. “Son muchos los asentamientos periféricos de casas con paredes de zinc, tejas de fibrocemento y nylon, y pocas las viviendas que se están construyendo anualmente, es muy alta la necesidad contra las viviendas nuevas que están edificando”.

Milagros Corrales Tejeda que reside en Calle 1ra de Rojas en una vivienda que heredó de sus suegros hace más de 15 años, convive con sus dos hijos menores y su esposo que trabaja como leñador. “Desde que puse los pies aquí esta casa está en malas condiciones, con el ciclón se cayó completa y me pusieron como derrumbe total y hasta el sol de hoy no he recibido nada, nada de nada. El delegado se da sus vueltas por aquí, pero siempre con la misma mentira, porque vive en la misma miseria que yo, ¿Qué puede hacer un delegado cuando vive en las mismas condiciones que sus electores?”, se pregunta mientras prepara unos palos y mueve las cenizas para montar la olla en la candela, en su cocina de leña.

La furia destructiva de la tempestad aquella noche de octubre, que sacudió montañas, viviendas y emociones, haciendo añicos incluso hasta la fe de muchos, devastó postes eléctricos, torres de alta tensión, árboles centenarios, viviendas y más 50 000 kilómetros de red eléctrica, inmortalizando a Sandy como la catástrofe más devastadora ocurrida en la ciudad en 100 años.

 

“Hace rato tenía que haber pasado un ciclón como ese, esos vientos le quitaron la máscara a la ciudad”, dijo una señora en la comunidad de Bacardí, en las cercanías de la joven avenida Patria que conduce al Cementerio Santa Ifigenia. “En la avenida hay muchas casas nuevas y las que no, reparadas, porque ahí sí que no pueden ver los presidentes y turistas las casas destruidas cuando van de recorrido a la piedra”, susurra y mira a los lados para que nadie la escuche que está hablando de la piedra monumento que guarda las cenizas del dictador.

Para Pupo este desastre dejó al descubierto los graves problemas del fondo habitacional santiaguero y la imperiosa necesidad de transformación social y urbanística de la urbe. “Los problemas en Santiago no vienen de Sandy, vienen de antes, pero los jefes se habían olvidado de la segunda ciudad en importancia del país, solo tuvo que pasar lo peor para demostrarle al Partido, que, en materia de vivienda, Santiago de Cuba estaba en pañales”, criticó.

Muchos son los afectados que critican la morosidad partidista entorno a la recuperación total de las afectaciones del 2012, mientras permanecen viviendo en paupérrimas circunstancias. “La recuperación de las casas son para el 2030, pero se están haciendo hoteles por donde quiera, es una falta de respeto. Raúl Castro dijo que no quedaría nadie desamparado y tuviéramos confianza en la revolución, al final lo que sí hay es bastante robo-lución, aquí resuelve primero quien pague con dinero o pague con su cuerpo y a mí, ¡no me han dado nada, de nada!”, increpa Corrales Tejada, mientras pone un cardero con arroz en su rústico fogón.




A cinco años de Sandy, los santiagueros siguen esperando por la ayuda

SANTIAGO DE CUBA.- Consuelo, una anciana de 73 años de edad, vivía entre las paredes de zinc y pedazos de tejas de fibrocemento que pudo recoger cuando el desastroso huracán Sandy se llevó su humilde morada en la madrugada del 25 de octubre del 2012. Una noche que recuerda como la más larga e inolvidable que ha vivido.

No podía moverse de la casa de un vecino que la había albergado en el reparto Belmares, en el Distrito 3 Antonio Maceo de Santiago de Cuba, pues estaba postrada y solo sentía el rugir del viento que devoraba todo a su paso, como queriendo sacar las ventanas de aluminio de la casa que le dio cobija. Aun así soñaba con vivir en una casa confortable de las que se están construyendo para los afectados del huracán en las afueras de la ciudad, pero falleció de una neumonía bacteriana, dejando atrás las palabras de Raúl Castro de que ningún santiaguero quedaría desamparado.

Como ella, muchos son los que a cinco años de aquella catástrofe que dejó 11 muertos y más de 171 380 viviendas afectadas, entre derrumbes totales y parciales, mantienen su esperanza viva, aunque saben de antemano “que la tarea es dura y hasta el 2029”, como dejó por sentado Lázaro Expósito Canto, Primer Secretario del Partido Comunista en la provincia.

En un abrir y cerrar de ojos, casas que a la vista parecían indestructibles se convirtieron en parte de los más de los 4,3 millones de metros cúbicos de escombros que se recogieron en la ciudad en aquel entonces.

A cinco años de aquella larga madrugada, Gilberto Romero Sanders, Vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial (CAP), realizó un balance de las soluciones acometidas en la urbe, en el programa En línea Contigo del canal oficialista Tele Turquino.

Hasta este momento, en materia de vivienda se han resuelto 137 251 afectaciones que representan un 80% de lo dañado, aunque van quedando 34 129 casos, que es un número bastante alto, aunque representa el 20%, de ellos 10 900 son derrumbes totales y 3924 parciales, que estos afectados en cinco años más tienen un alto potencial para convertirse en derrumbes totales; faltan por recuperarse 1351 techos totales y 18 400 techos parciales, según cifras citadas en este programa televisivo al pueblo santiaguero.

Para el vicepresidente del CAP lo que falta por recuperarse es bastante. “Los casos de derrumbes totales verán tarde su solución, pues sus viviendas tienen que hacerse de cero, confortables, y viviendas que respondan a la problemática creada”, detalló el representante.

Según el programa de balance realizado en el “Salón de los Vitrales”, de la Plaza Antonio Maceo, las afectaciones en el sector estatal marchan al 96% de recuperación con 5980 instalaciones dañadas. Salud Pública, Educación, Justicia, AzCuba y Turismo resolvieron todas sus afectaciones. El Ministerio de la Agricultura tiene un 92% recuperado, de las 1587 infraestructuras le faltan 123, y a finales de año cierra Comercio, Cultura, Inder, Servicios Comunales, Transporte, así como otras sedes ministeriales de la provincia, precisaron trabajadores de estos sectores presentes en la reunión.

Madelaine Núñez, delegada de circunscripción en el Consejo Boniato, afirmó a CubaNet, que la realidad es más seria que las cifras dada en el balance, “queda mucho por hacer y más ahora que los materiales se los están llevando para los afectados de Irma, aún persisten los 73 barrios precarios e insalubres que tienen que ser erradicados por completo y en los puntos de ventas no están entrando nada, son muchas las personas subsidiadas y los bonificados que faltan por comprar sus materiales, y reubicar en sus nuevos apartamentos a los derrumbes totales”.

Carlos Delís Silva, es trabajador de Servicios Comunales y reside en el reparto Los Pinos y expresó que desde hace cinco años se encuentra en espera de la ayuda prometida, “la facilidad temporal que me dieron ya no aguanta más, mis niños tuve que mandarlos para la casa de mi hermana y aquí vivo con mi esposa, voy todos los meses a vivienda y me dicen que tengo que esperar, ¡esperar a qué me caiga la casa encima otra vez!”, exclama el obrero.

Expósito apuntó más adelante “En Línea Contigo” que todos los casos serán atendidos, “los porcientos son altos, seguiremos recuperando la vivienda, sin pausa, pero paso a paso y no habrá nadie sin solución ni respuesta, pero en el tiempo que haga falta”.

La recuperación en Songo-La Maya, municipio limítrofe con Guantánamo, va por un 82% según Orlando Oliva, Director Municipal de Vivienda: “Los 517 derrumbes totales del municipio serán atendidos y los primeros serán los que viven en las zonas rurales, con las viviendas de tipología 4 que se acaban de incluir, hogares completamente de madera con piso de cemento pulido que contarán con su baño propio y cocina”.

Directivos de viviendas en los municipios de Palma Soriano y Contramaestre alegan que el problema con los materiales los ha afectado desde inicios del 2017.

Leogdanis Segura, vicepresidente del Consejo de la Administración Municipal en Contramaestre, aseguró a este diario que de las 65 viviendas a construir este año, solo 15 se encuentran terminadas, “el déficit de materiales es grande y por eso no avanzamos más, pero aunque estamos atrasados en el plan, para finales de año con 16 edificaciones nuevas cerraremos para salir de algunos afectados por Sandy”.

Para muchos habitantes del reparto La Playita y San Pedrito por donde pasa la nueva avenida “Patria” que da acceso a la Necrópolis Santa Ifigenia, las restauraciones que se acometen son un “maquillaje”.

“Me desbarataron la casa en San Pedrito con la excusa de la nueva avenida, y ahora construyen edificios para militares en donde yo vivía. Lo que no querían es que viviéramos gente común y corriente cerca del cementerio donde está Fidel, por si se formaba cualquier cosa”, comentó un joven apuntando hacia un edificio cercano, donde dijo que quedaba su vivienda.

Nancy, trabajadora civil del Hospital Militar santiaguero, fue una de las pocas residentes de “La Playita” que pudo quedarse en el sitio que la vio nacer. “Directivos de Vivienda junto a miembros del Partido en la localidad miraron que era trabajadora del hospital militar y por eso me dejaron, pero otras personas desafectas y con malas conductas sociales, fueron las primeras en ser sacadas”. Apuntó además que las nuevas estructuras que se están edificando son para militares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y otras personas que no presentan “problemas ideológicos”, porque no admiten a los llamados “gusanos” en las cercanías del cementerio.

Más de 1820 días han pasado desde que Sandy dejara esta ciudad en ruinas. Pero aunque las principales arterias de la urbe están más bellas que antes de la catástrofe, los santiagueros que viven en las zonas periféricas se lamentan porque “de los afectados ya nadie se acuerda”, aumentando sus infortunios y ven más lejano que nunca, un lugar habitable donde residir.




Damnificados por Matthew y Sandy esperan aterrados la llegada de Irma a Cuba

Baracoenses tras el paso del huracán Matthew, en octubre de 2016. Miles perdieron sus casas y opinan que la respuesta gubernamental ha sido lenta (Foto: Alejandro Ernesto/EFE)

MIAMI, Estados Unidos.- Con el recuerdo del huracán Matthew aún fresco en la memoria, residentes en la región oriental de Cuba han dicho sentirse “aterrados” ante la amenaza del huracán Irma, informa Martí Noticias.

El poderoso fenómeno meteorológico podría afectar gran parte de la isla en los próximos días. Y ya, tanto Matthew en 2016, como Sandy en 2012, se encuentran entre los dos eventos más impactantes en los últimos años que afectaron a Guantánamo y Santiago de Cuba, aunque no eran ciclones tan poderosos como el que parece avecinarse.

Santiago y Guantánamo son las dos provincias cubanas que sentirán los primeros efectos de Irma en los próximos días, uno de los ciclones del Atlántico más poderosos de los que se tiene registro.

Francisco Luis Manzanet, residente en el barrio de Bahía de Mata, cerca de Baracoa, en Guantánamo, dijo que la gente debe “almacenar agua y asegurar sus techos”.

Sin embargo, reconoce que muchos de los que perdieron todo el pasado año, cuando Matthew azotó la región, “poco podrán hacer”.

Según Manzanet, esos damnificados aún viven en “facilidades temporales” que apenas resisten el viento y las lluvias intensas. “Algunas personas que quedaron sin casas, y están viviendo en cuevas”.

El pasado octubre, miles de viviendas quedaron sin servicio eléctrico, algunos por semanas y meses.

Antes, en 2012, el huracán Sandy había impactado Santiago de Cuba y generó cuantiosas pérdidas a su paso, tanto en la infraestructura habitacional como en el sistema de generación eléctrica y las comunicaciones. El médico Roberto Serrano, residente en la localidad santiaguera de Songo la Maya, dice que la población recuerda con pavor, no solo ese momento, sino lo que enfrentaron después que pasó el huracán.

“Aquel no era de categoría 5, así que no quiero ni imaginar lo que nos ocurrirá si entra en el territorio”, dijo Serrano.

Gran cantidad de las familias afectadas por Sandy “están viviendo ahora en condiciones que bordean la pobreza absoluta”, porque el Estado apenas les ha ayudado a enfrentar las penurias, recordó el médico santiaguero. Han pasado cinco años de aquel evento.

“Es de horror lo que vivimos por acá en el pasado”, recordó Serrano. Agregó que es difícil que la población tome precauciones con el agua potable y los alimentos, debido a que en la oriental provincia no hay condiciones para el abasto del preciado líquido de manera regular.

El aseguramiento a los afectados siempre es deficiente, y en muchos casos nulo, señaló también. “La gente se desespera porque no tiene alimentos, y lo poco que vende el Gobierno apenas alcanza“.




Cuba ha resuelto la cuarta parte de los derrumbes totales que dejó el huracán Sandy

Santiago de Cuba tras el paso del huracán Sandy en 2012. Cuando el evento tocó la isla caribeña poseía categoría 2 (Foto: Reuters)
Santiago de Cuba tras el paso del huracán Sandy en 2012. Cuando el evento tocó la isla caribeña poseía categoría 2 (Foto: Reuters)

MIAMI, Estados Unidos.- El gobierno cubano ha informado este lunes, a través del diario oficialista Granma, que ha resuelto el 26% de los derrumbes totales asociados al huracán Sandy, fenómeno meteorológico que asoló Santiago de Cuba hace cuatro años con vientos categoría 2 en la escala Saffir-Simpson.

El informe es publicado poco después del paso del poderoso huracán Matthew por Baracoa, donde su fuerza —de categorías 3 y 4— destruyó o afectó en alguna medida el 90% de los inmuebles. En otras comunidades provocó similares estragos.

Según declaraciones al órgano oficial del Partido Comunista por parte del vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial en Santiago de Cuba, aún se contabilizan 54 355 casos resueltos de 171 380 afectados por Sandy, que impactó durante la madrugada del 25 de octubre de 2012.

De los 117 025 casos resueltos, se cuenta “el 60% de los (derrumbes) parciales, el 82% de los techos totales y el 70 de las cubiertas parciales”, añade Granma, que reporta además el “agradecimiento” de los vecinos que han sido beneficiados con nuevas viviendas.

“Con el 90 % de las instalaciones estatales recuperadas, los organismos están encabezados por Educación con sus 1 044 centros renovados, en la Salud se rehabilitaron los 405 dañados y el Grupo AZCUBA sus 80. Comercio devolvió a la normalidad 1 353 unidades, Cultura 217, la Agricultura 1 507, la Industria Alimenticia 363, y el Turismo 68 instalaciones”, detalla el periódico.

Tras el paso de Sandy, la ciudad de Santiago de Cuba, segunda del país en número de habitantes, tuvo que recoger 4,3 millones de metros cúbicos de escombros y 2,6 millones de metros cúbicos de desechos forestales.




Muchas cifras y pocas tejas

Efectos del paso de huracán Sandy en el oriente cubano (foto tomada de Internet)
Efectos del paso de huracán Sandy en el oriente cubano (foto tomada de Internet)

LA HABANA, Cuba.- Con la habitual falta de profesionalidad que caracteriza a la prensa oficial cubana, y que se refleja escandalosamente el manejo de los datos, el Granma del lunes 31 de agosto acaba de publicar una nota abordando un tema tan sensible entre la población como el referente a los materiales de construcción.

La información hace referencia a una producción “superior a los tres millones de metros cuadrados de tejas en los últimos tres años” por la fábrica de fibrocemento de esa provincia oriental, lo que constituye “un importante aporte a la construcción de viviendas, sobre todo para resarcir daños del huracán Sandy”.

Añade la nota que dicha fábrica se especializa en la producción de artículos de fibrocemento, entre ellos tejas, láminas lisas y tanques de entre 50 y 500 galones de capacidad.

A partir de lo reseñado en el texto, y dejando de lado el controvertido punto de los daños que se ha demostrado ocasiona a la salud humana la utilización de asbesto en los materiales de construcción de las viviendas, resulta difícil valorar en qué medida la fábrica santiaguera habrá podido contribuir a la recuperación del fondo habitacional de la región oriental, devastado al paso de un huracán que cruzó por el territorio hace ya tres años.

De hecho, los daños materiales ocasionados por el meteoro, en particular sobre las numerosas viviendas en peor estado constructivo, no son una referencia en esta nota de prensa, por lo cual al lector se le hace absolutamente imposible hacerse una idea de los beneficios que se derivan de la producción de esta fábrica, y mucho menos del tiempo que deberá transcurrir para que ésta sea capaz de satisfacer la demanda de toda la población damnificada.

Es decir, ¿cuántos metros cuadrados de tejas serían necesarios para reparar las viviendas afectadas pendientes? ¿Es suficiente el ritmo de producción de un millón de metros cuadrados anuales que se ha operado hasta el momento? Seguramente no. Pero Granma no solo no lo dice, sino que abruma a los lectores con otras cifras igualmente inasibles e incontrastables, como es el caso de la producción de tanques (¡de fibrocemento!) que suelen utilizarse para almacenar agua para el consumo humano y animal; o el hecho de que un 70% de los trabajadores de esa planta –de una desconocida cifra total– esté “directamente vinculado a la producción”, lo que sugiere un escandaloso 30% restante vinculado a la burocracia o a tareas “no productivas”.

Pero estos detalles, al parecer, no tienen la menor importancia porque en definitiva en esa fábrica “se emplean los sistemas de perfeccionamiento empresarial y gestión de la calidad, este último certificado sobre las bases de las normas ISO 9000 del 2008” (¡¿ ?!), lo cual determina que “en lo que va de año” el salario medio por trabajador asciende a más de 1 100 pesos (¿mensuales?), poco menos de 46 dólares, lo cual –seguramente– justifica la inhalación de fibras de asbesto en sus pulmones durante el proceso productivo y, en consecuencia, el riesgo de contraer cáncer.

Resulta obvio que los periodistas comprometidos con el poder se están esforzando en aquello de la transparencia que les pidió el General-Presidente en el VI Congreso del PCC: sin dudas, cada día se transparenta más su mediocridad. Al menos queda claro que la cualidad esencial del periodismo oficial es el triunfalismo, siempre desde la premisa de asumir la más absoluta idiotez de los lectores. Aunque habría que reconocer que abrumar con cifras al lector es un buen recurso para lograr el extrañamiento de éste, en particular cuando ya le es suficientemente dificultoso encontrar una relación entre los salarios y el costo de la vida.

Como corolario, los cubanos detestan los números escritos tanto como adoran el papel moneda, en especial las divisas, por eso automáticamente toman distancia de todas las cifras que no se traducen en beneficios directos, palpables y cuantificables. ¡Bien por los compañeros de la prensa oficial! Han logrado lo impensable: fabricar rotativos especialmente útiles para envolver la basura que se genera en los hogares. De no ser por lo tóxico de las tintas de imprenta, seguramente los ecologistas les entregarían uno de esos premios que tanto abundan por ahí.

A este paso, quizás en otros 50 años podamos superar la crisis habitacional del oriente cubano. Y hasta es posible que el perfeccionamiento empresarial de esta fábrica santiaguera permita abastecer de materiales constructivos a todo el país. Ya sabemos que, al menos desde las páginas de la prensa, nuestro sistema socio-económico y político es maravilloso.




Cuba, la Navidad entre ruinas

LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 –Los cubanos llaman “Nochebuena” a la víspera del 25 de diciembre, cuando, según la tradición cristiana, nació Jesús de Nazaret. Sin embargo, para muchos compatriotas en la zona oriental de la isla, esa noche no sera muy buena, será triste. El huracán Sandy y sus devastadoras consecuencias han cambiado, para ellos, el rostro y el sentido de estas Navidades.

Aquellos que lo perdieron todo como resultado del meteoro, han sido víctimas de un fenómeno de la naturaleza. Pero los cubanos conllevamos la tragedia de ser damnificados como consecuencia de un huracán político que dura ya más de cinco décadas. Todos compartimos la incertidumbre de otra Navidad en ruinas.

En la víspera del año 1993, muchos hablábamos más abiertamente de celebrar las Navidades. Las modificaciones a la Constitución, aprobadas en el año que terminaba, eran una especie de salvoconducto para hacerlo. Treinta años antes, en muchos hogares de la Isla se sustituyó el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que adornaba la pared de la sala, por retratos de Lenin, Marx o Fidel Castro. La Navidad fue satanizada como una felonía pequeño-burguesa, tara de un pasado que sería superado.

Sin embargo, en 1992, la crisis arreciaba. Habían desaparecido, un año antes, los padrinos extranjeros que mantenían a flote, con sus enormes subsidios, la mala caricatura de comunismo de cuartel a la criolla. En 1998, el gobierno les devolvió oficialmente a los cubanos el día feriado del 25 de diciembre, por obra y gracia del Papa Juan Pablo II, o tal vez del paciente y pertinaz Espíritu Santo. Durante décadas había sido impuesto como noche de celebración el 31 de diciembre, no porque fuese  el fin de año, sino por ser la víspera del primero de enero, cuando era  celebrado un aniversario más del triunfo y ascenso al poder de Fidel Castro y sus acólitos, o sea de la instauración de la dictadura.

Entonces se esperaba la medianoche, mientras un largo show musical era transmitido por la televisión nacional. A las doce, era leído por un locutor en cabina el solmene y nada festivo comunicado del gobierno. Y luego, seguía la transmisión del show, hasta casi dos horas más tarde, mientras sonaba algún disparo al aire y muchos vecinos lanzaban cubos de agua a la calle, para que todo lo malo se fuera junto con el año que concluía.

Esa costumbre se ha mantenido. Aún se conserva, aunque diluido, el comunicado del gobierno en TV. Nada nuevo dirá tampoco este próximo 31 de diciembre. Pocos en la Isla le prestarán atención. En los barrios habaneros, al oír los disparos, muchos se enterarán de que ya acabó el viejo año. Se escuchará música a todo volumen en algunas casas. En otras, pesará la ausencia del hijo o el nieto que se fueron y que tal vez llamen desde largas distancias.

Los precios de la carne de puerco retarán una vez más el bolsillo del buen cubano. Lo que no se cocine en la noche del 25, servirá para la cena del 31. Las familias se reunirán con más decepción que ganas, pero intentarán hacer agradable la velada. Se hablará más de supervivencia que de futuro. El ron, amable o peleón, lloverá sobre las penas, mojándolas pero sin ahogarlas. Ya se sabe que las penas saben nadar.

La misa del Gallo reunirá nuevamente a toda la comunidad Gay en la Catedral de La Habana, cuando suenen las campanas de medianoche, entre el 24 y el 25. Los Santeros y Babalawos se prepararán para reunirse en dos concilios separados, y cada uno dará a conocer su predicción para el nuevo año. Sin embargo, nadie podrá realmente predecir cuándo cesarán las penurias de los que viven refugiados en un
techo precario en el oriente de Cuba. Nadie les dirá que fueron, son y serán engañados. Quienes intenten advertírselo, serán reprimidos por individuos que luego van a cenar alegremente con su familia, creyendo quizás que hicieron lo correcto.

En La Habana o en Santiago, el amanecer del primero de enero no será  de vítores y banderas al viento. Será de vómitos y botellas vacías. Mientras, la cólera acumulada y silenciada, seguirá compitiendo con el cólera, también silenciado por las autoridades de salud del régimen.




Sandy y el burocratismo

GUANTÁNAMO, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Dos semanas después del paso del huracán Sandy, la doctora pudo ver al delegado del poder popular e informarle de la situación del techo de su vivienda. El funcionario le respondió que debía permanecer en su casa porque un inspector iría a visitarla para certificar los daños. Esto provocó que la doctora se ausentara del trabajo.

Días después, el inspector comprobó la existencia de los daños en la vivienda y  dijo a nuestra amiga que debía ir a una oficina, situada en la calle Máximo Gómez y Carretera, en Guantánamo, al oriente de Cuba, para que le confeccionaran la “ficha técnica”: tres documentos que luego debió llevar a un funcionario de la Dirección Municipal de la Vivienda para que los firmara.

Pero dicho funcionario no estaba en su oficina, y la doctora tuvo que regresar por la tarde. Ya con los papeles firmados, al llegar al sitio donde debía comprar las tejas, la doctora supo que debía anotarse en una lista y asistir diariamente, a las 7 a. m.  y 7 p. m. para verificar su número en la cola. De no hacerlo así, perdería el turno y tendría que volver a anotarse.

En esta cola hay personas que venden los turnos o que se ofrecen para verificar el número a otros, a cambio de una remuneración. Y a ellas tuvo que acudir la doctora en no pocas ocasiones, durante los 21 días que duró su experiencia como “damnificada colera”. De lo contrario, habrían podido sancionarla en su centro de trabajo, por ausencias injustificadas.

También hay personas “voluntarias” a las que llaman “braceros”, que son las que se dedican a bajar los productos y entregárselos a los compradores. Pero luego, el comprador debe permitirles comprar algunos productos, en pago al trabajo “voluntario”, que realizan con la anuencia  de la entidad comercializadora. Esa es  una de las causas que propician que en el mercado negro se puedan adquirir a precios altísimos los mismos materiales que el gobierno vende a las personas damnificadas por el ciclón.

Pagándole unas veces a los coleros y otras ausentándose de su trabajo, la doctora fue acercándose a la mesa de compra. El día vigésimo primero, hallándose en el trabajo, recibió una llamada de un vecino, quien le comunicó que debía presentarse urgentemente en el punto de venta, pues iban a vender las tejas.

Hacia allá fue nuestra amiga, con la esperanza de adquirir sus tres tejas de cinc. Pero a las 10 y 30 de la mañana, la cola se paralizó, ¡por falta de talonarios de facturas! Pensando que si se iba podía perder la cola, la doctora permaneció allí hasta las 2 p. m., hora en que se reinició la venta. A las 2 y 20 p. m., justo cuando  era la segunda en la cola, el vendedor dijo que no podía continuar porque de nuevo se habían acabado las facturas. Entonces  alguien mencionó que éstas podían “resolverse” en la Empresa de Víveres, con una señora nombrada Greter.

Hacia allí fue nuestra amiga, pero Greter no estaba. Desesperada, le contó a la recepcionista de la empresa lo que le ocurría, y ésta le respondió que en todo Guantánamo no había modelos de facturas, pero al parecer se compadeció de ella, porque instantes después, le dijo que si ella tenía una memoria flash quizás podía ayudarla. La doctora llevaba consigo el artefacto, así que la recepcionista le indicó que fuera hasta la Empresa Provincial y viera a “Manolito”.

Al llegar, supo que Manolito, como todo buen funcionario cubano, estaba en esos momentos “reunido”. Sin embargo, nuestra amiga esperó y finalmente éste autorizó a que le copiaran en la memoria flash el modelo de la factura de compra, advirtiéndole que tenía que reproducirlo cinco veces para poder adquirir las tejas.

Cargada de energía positiva, la doctora fue en busca de un vendedor de hojas e imprimió sesenta modelos para ayudar a otras personas que habían permanecido en el punto de venta, cuidándole el turno. Cumplido el trámite, regresó al establecimiento, pero al entregar los documentos, el vendedor le dijo rotundamente: “Estos modelos no sirven porque no están foliados”.

Al borde de un ataque de nervios, la doctora se adentró en una fuerte discusión con el vendedor, quien sólo respondía: “Sin foliar no sirven”. Hasta que enfurecido por las recriminaciones, lanzó sobre ella los modelos de factura, así que nuestra amiga tuvo que regresar a la Empresa Municipal de Víveres y suplicar que se los foliaran.

De vuelta, el vendedor le dijo: “Se las voy a aceptar, pero conste que es por hacerle un favor, porque esto es una violación”. Fue entonces cuando alguien  recordó a la doctora que también debía comprar los tornillos para sujetar las tejas de cinc, pero al pedírselos al vendedor, éste le aclaró que en ese momento no tenían y que para comprarlos debería hacer de nuevo la cola.

Abrumada, la doctora alquiló un coche y trasladó las tejas hasta su casa. Allí me la encontré llorando. Una vez calmada, me contó la historia. Le pedí autorización para escribirla y me la concedió con esta condición: “Escríbela, pero no pongas mi nombre, porque ya me hice ciudadana española, a ver si vuelo de una vez y dejo atrás todo esto”.




Vacaciones en el infierno

LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Cuando terminamos de hablar, me preguntó si yo escribía para el periódico Granma. Le dije que escribo para Cubanet, pues soy independiente. Entonces volvió a preguntarme, precisando visiblemente preocupada: ¿Eres de los Derechos Humanos?

Ya había registrado en mi grabadora todo lo que esta mujer oriental me contó. Pero para dejarla tranquila, le aseguré que no iba a tener problema alguno, porque su narración era franca y fidedigna y además no publicaría su nombre, para no perjudicarla. Agarré de nuevo mi bastón y me despedí de ella.

María es el nombre que utilizaré para narrar su historia, aunque no es el verdadero. Tiene 50 años de edad y regresó a su casa, en Santa Fe, después de haber pasado unas vacaciones en “el infierno”. Así llama María al lomerío de la costa sur de Santiago de Cuba, de donde es originaria y donde aún vive parte de su familia. Allí se encontraba ella, la noche del 24 de octubre, cuando el ojo del huracán Sandy tocó tierra cubana, y -bien despierta- dice haber vivido esa noche la peor pesadilla que de su vida.

“Llevaba cinco años sin visitar Oriente, y, para ser sincera, lo vi mucho peor que en cualquiera de los tiempos pasados. Ni siquiera porque mi familia vive cerca del balneario de Mar Verde, al que van turistas extranjeros, se ve algún progreso en esa zona. Todas las casas están en muy mal estado y a la gente le falta hasta lo más imprescindible para sobrevivir. Yo llevé arroz, azúcar y sal, solo para pasar unos días con mis tíos”.

De Sandy, María dice que no quisiera acordarse. “Fue como vivir una película de terror en plena madrugada –me cuenta-. En medio de los feroces vientos y del rugido de las olas a lo largo de la costa, nos vimos a la intemperie, corriendo, empapados, en busca de un techo. Ni siquiera mirábamos para atrás, donde había desaparecido la casa de mis tíos”.

“Cierro los ojos, y las piernas me tiemblan cuando lo recuerdo -continúa narrando esta superviviente de Sandy-. Ni por la mente me pasó que pasaría unos días de vacaciones en el infierno, que no terminaron cuando el violento y rápido huracán se alejó. Al amanecer, el paisaje era espantoso. El balneario de Mar Verde quedó destruido y las endebles casas aledañas, simplemente desaparecieron. Los vecinos ni siquiera podían llorar, de lo asustados e impresionados que estaban. Lo que más me partía el alma eran los niños, hambrientos y casi desnudos, porque todos quedamos sólo con algo de ropa. Fue lo nunca visto”.

Me asegura María que en aquella zona donde vive su familia casi todas las casas tenían piso de tierra y techos de planchas de fibrocemento. Las casas estaban construidas con materiales que no pueden soportar ni los vientos plataneros.

“No se entiende –dice- por qué ahora están vendiéndole a la gente el mismo material endeble con que antes estaban hechos los techos de las casas. En Cuba sufrimos ciclones fuertes cada año, el gobierno lo sabe y no debería fomenter la constucción de ese tipo de casuchas endebles. Las casas que ahora está levantando la gente, con lo que puede conseguir, se caerán con el próximo ciclón”.

Dejo a María con sus tristes recuerdos y, cuando me alejo, descubro que también su casa, en Santa Fe, tiene el mismo techo de fibrocemento, agarrado con clavos. Mientras camino, pienso que la pobre podría revivir su pesadilla si el próximo ciclón entra por La Habana.




Los efectos de Sandy, por donde no pasó

PUERTO PADRE, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -La carencia de comestibles ya se hace sentir en esta ciudad. Luego de que el huracán Sandy provocara cuantiosos daños en Santiago de Cuba y otras regiones de las provincias orientales, los abastecimientos enviados a las zonas de desastre están provocando desabastecimiento aquí.

Fuera de la cartilla de racionamiento ya no es posible adquirir en el mercado paralelo arroz, azúcar, huevos, ni fideos por solo citar cuatro productos de alta demanda que, aunque a precios elevados, eran adquiridos por la población para completar el racionamiento.

En el mercado paralelo, una libra de arroz cuesta cinco pesos, seis pesos una de azúcar parda, ocho la libra de azúcar refino; 2.40 el paquete de fideos, y 1.50 la unidad de huevo, pero ya nada de eso es posible conseguir en estos momentos.

Por si fuera poco, una asignación adicional al racionamiento, de cinco huevos per cápita con valor de 90 centavos cada uno, recién hoy ha comenzado su distribución correspondiente al ya casi finalizado mes de noviembre.

El pan tiene malísima calidad; en la panadería en donde este cronista lo adquiere, la dependienta suele exponer en el mostrador un engrudo desalentador para que los clientes comprueben por sí mismos que si el pan sale malo, las deficiencias son atribuibles a la mala calidad de la materia prima y no a la negligencia o la corrupción de los panaderos.

Pero si malo es el pan que se adquiere, solo a cinco centavos por la cartilla de racionamiento,  igualmente de malo es el adquirido de forma paralela a tres y 3.50 pesos la hogaza. Esto, cuando usted logra conseguirlo.

Los precios del mercado agropecuario son elevadísimos: una libra de frijol colorado aquí puede costar 17 pesos, y 10 una  libra de tomates.

En el mercado agropecuario, el arroz es posible adquirirlo a 5 pesos la libra, pero suele estar partido y se vuelve una pasta al cocinarlo.

Para abastecer a su familia antes de partir, un cubano-americano de visita en la ciudad ofrecía mil pesos por un saco de arroz de buena calidad. Medianamente bueno, lo consiguió en 700 pesos, en un restaurante, pagando por el saco de arroz crudo como si comprara raciones de arroz con frijoles negros.

Criar gallinas, pavos o cerdos para autoabastecimiento, ya tampoco resulta rentable…Una lata de pienso de cinco galones cuesta 80 ó 90 pesos, y hasta 100, y la mayoría de las veces comerciantes inescrupulosos venden cascarilla de arroz molida con un alto componente en sílice y escasos nutrientes, en lugar de pienso.

El maíz alcanza precios de oro, 15 ó 20 pesos por un jarro de cuatro libras. Cuando se consigue trigo, debe pagarse a tres pesos la libra y a 3.50 la de soya.

Si difícil es adquirir carne en el mercado, no lo es menos obtenerla por uno mismo. Pero aun en posesión de un terreno labrantío la crianza de animales se convierte en una tarea azarosa de tiempo completo. Ladrones de diferentes edades, desde jovenzuelos hasta hombres hechos y derechos recorren los campos cargando con cuanto se les ponga a la mano. Quien pretenda criar ya sea una gallina o una vaca, deberá pagar el precio de vivir prácticamente atado al animal, sin perderle pie ni pisada por un instante.

Sandy no pasó por aquí, pero sus efectos se sienten en Puerto Padre como si sus vientos nos hubieran azotado con categoría 5.