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América también es Colón y conquista

Celebraciones de la herencia inmigrante e indígena en Colorado
Celebraciones de la herencia inmigrante e indígena en Colorado, Estados Unidos (Foto Reuters)

MIAMI, Estados Unidos. – El tópico sobre el descubrimiento-conquista de América encontró un inesperado polemista en la humanidad del presidente mexicano Manuel López Obrador, quien reclamó a España y a la Iglesia que pidieran perdón por aquel episodio y por los hechos relacionados al mismo. La pretensión de AMLO coincide con la celebración de los 500 años de la conquista de México y se basa en los agravios y violaciones a los que fueron sometidos los pobladores de América, específicamente los del actual territorio mexicano, por los conquistadores españoles. Recoge la misiva del mandatario la lista de matanzas llevadas a cabo por los europeos en diferentes encuentros bélicos, episodios que se prolongaron desde 1519 hasta el 13 de agosto de 1521 con la caída de Tenochtitlán.

A tenor con esta acción del presidente Obrador, que unos ven inspirada en fueros nacionalistas y otros desde utilidad populista, la realidad muestra que ningún episodio relativo al encuentro de culturas diferentes, sea por desplazamientos humanos, descubrimientos o actos de conquista, ha estado exento de abusos y actos brutales. No escaparon a ello los pueblos indígenas que sucumbieron al dominio del Imperio Azteca, y que precisamente por la crueldad a que fueran sometidos por sus vecinos conquistadores, no dudaron en unirse a los invasores europeos que, en franca minoría, emprendieron una aventura que no hubiera tenido los mismos resultados sin el apoyo de aquellos aliados, pese a caballos, armaduras y armas de fuego.

Pero más allá del sentido de rectitud que pueda contener la petición de López Obrador en torno al asunto, hay otro tópico que debería preocupar más a la población hispana de Norteamérica. Se trata de la campaña virulenta emprendida por ciertos grupos “indigenistas” en Estados Unidos tratando de eliminar todo vestigio de conmemoraciones hispanas bajo el argumento de que ellas aluden a la memoria cultural e histórica de los conquistadores, asesinos de la población autóctona. Así se alienta la remoción de las estatuas de Cristóbal Colón, ahora acusado de genocida. Por igual gana fuerza la propuesta de eliminar del calendario de fiestas nacionales norteamericanas el Día de Colón (Columbus Day).

La movida contra Columbus Day buscaría cambiar el nombre del feriado dedicando el mismo a los pobladores originarios ultrajados por la conquista española. Una propuesta con trazas de hipocresía puesto que su enfoque radical solo se detiene en los actos cometidos por los colonialistas ibéricos, dejando fuera otros peores en ese triste ejercicio de aniquilar pueblos y culturas. Siguiendo esa línea de lectura radical de la Historia habría  que hacer una reinterpretación del Día de Acción de Gracias, una de las más grandes celebraciones estadounidenses, toda vez que la tradición sobre aquellos peregrinos ingleses salvados por la bondad de los pobladores nativos derivó en una desagradecida acción de exterminio, discriminaciones y ocupación que se hicieron verdaderamente genocidas durante las campañas emprendidas por el ejército federal en territorios indios a finales del siglo XIX. Una gesta que se describe con toda su desnudez en el libro “Entierren mi corazón en Wounded Knee” y que aún en nuestros días sigue pesando en decisiones como las que recientemente tomó el gobierno de Trump contra las reservas ocupadas por tribus Sioux en North Dakota para hacer pasar por su territorio un oleoducto, sin escuchar los reclamos de los pobladores sobre el impacto negativo que tendrá el proyecto para su hábitat y cultura.

Tampoco Estados Unidos es el único territorio donde se verifican hechos de abusos y violaciones contra pueblos indígenas americanos. Canadá, Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Guatemala, Nicaragua, Honduras o Paraguay presentan un panorama cada vez más preocupante para los pobladores nativos. Desalojos, destrucción del medio que habitan, enfermedades, asesinatos de activistas que protestan contra las violaciones y reclaman sus derechos o la esterilización forzada de sus mujeres, son algunas de las formas de opresión en esta conquista que nunca ha terminado y que es implementada por gobiernos nacionales a los que ningún interés despierta la situación de los aborígenes marginados frente a grandes intereses empresariales y económicos. Por eso suenan tan falsas esas voces indignadas ante estatuas ecuestres porque los caballos vinieron con los conquistadores o aquella proclama de la diputada mexicana Jesusa Rodríguez pidiendo a sus compatriotas que no consuman carne de cerdo por ser este un animal traído por los españoles. El mismo caballo sobre cuyos lomos cabalgaron los próceres independentistas de América y el mismo cerdo que se ha hecho imprescindible en gran parte del arte culinario de nuestros pueblos.

Parecen olvidar que esa gran cultura que nos representa como hispanos proviene de aquella misma raíz de la que tomaron lengua y costumbres, que mezcladas con las  nativas dieron lugar a esa riqueza que hoy nos identifica como un grupo reconocido por su vitalidad universal, segundo en población dentro de Estados Unidos. Y es este el punto que realmente debe preocupar a los defensores de la hispanidad y del espacio ganado por sus miembros en esta parte del continente. Más allá de Colón y su legado de conquista, se trata de esa extraña misión dirigida a desconocer los orígenes hispanos, donde por obviedad no puede quedar excluido ninguno de sus actores, negativos y positivos. Y es que eliminar el Día de Colón o renegar de ese pasado en el que se forjó nuestra identidad latina, tal vez redunde en beneficio de quienes no aprecian convivir con lo hispano y aún más, de quienes lo desprecian. Notorio que esta confabulación cobre tanta fuerza cuando el idioma español sigue ausente de la página oficial del sitio web de la Casa Blanca tras el cierre decretado por la actual administración.




Impronta de Cuba en Estados Unidos

LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -Cuba y Estados Unidos han estado vinculados desde sus nacimientos. En 1513, hace casi 500 años, Juan Ponce de León llegó a explorar la actual Florida, y en 2015 se conmemorarán 450 años de la fundación de la primera ciudad en territorio norteamericano por Pedro Menéndez de Avilés, ambos españoles procedentes de Cuba. Cuando en el siglo XIX la isla era una colonia de España, realizaba su comercio fundamentalmente con Estados Unidos.

En aquella primada población de San Agustín, el Padre Félix Varela, quien comenzó a forjar la cubanía, desarrolló  gran parte de su obra hasta su fallecimiento, y  José Martí vivió la etapa de mayor creación intelectual y patriótica en Nueva York. Después de 1898 y durante la naciente república de 1902 se perfilaron nexos, no siempre felices,  que fueron entrelazando nuestros caminos.  A partir de 1959, la ruptura abrupta de las tradicionales relaciones políticas, económicas, culturales y otras, propició incluso choques armados indirectos; mientras el embargo económico aún prevalece.   Sin embargo, los cubanos han sido acogidos en Estados Unidos y los pueblos de ambas riberas del Golfo de México han continuado su amistad.

El mes de la Herencia Hispana del 15 de septiembre al 15 de octubre nos estimula a pensar sobre la acogida y las oportunidades recibidas por nuestros compatriotas en Estados Unidos. Esta celebración empezó a escala nacional en 1968 durante una semana, elegida para que coincidiera con las conmemoraciones del Día de la Independencia en Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua el 15 de septiembre;   México el 16 de septiembre y  Chile el 18 de septiembre. En 1988, el presidente Reagan aprobó la ley que extendió la conmemoración al período actual.

Segun datos del Censo de 2010, de los 308,7 millones de habitantes de Estados Unidos, 50,5 millones, el 16 %, son hispanos, mientras  más de 1,8 millón tienen origen cubano. Se estima que tres cuartas partes de los cubanos viven en el condado de Miami-Dade, en el Estado de Florida. El área de New York-New Jersey tiene desde hace muchos años la segunda gran concentración, con más de 150 mil, mientras que en California viven unos 80 mil.  La edad promedio es de 40,7 años y poseen el más alto nivel de educación entre los hispanos, con 39% de poseedores de diploma universitario elemental, entre los nacidos en Estados Unidos, y un poder adquisitivo de más de 36 mil dólares anuales. De los dos millones 300 mil empresas hispanas que había en el país en 2007, las 255 mil propiedad de cubanos y cubano-estadounidenses tuvieron el mayor crecimiento, con 65%, en el período que va de 2002 a 2007.

Pero los cubanos han sido exitosos en todas las esferas de la vida de Estados Unidos.  En política, desde 1989 Ileana Ross Lehtinen se convirtió en la primera mujer latina en llegar a la Cámara de Representante, a la cual se incorporaron posteriormente otros 3 legisladores.  En el Senado hay dos cubano-americanos, aunque en total 3 han ocupado escaños.  En la cultura, han transitado el camino de la fama   personas inolvidables como Desi Arnaz en la televisión, en 1952, y lo siguieron grandes luminarias como Celia Cruz, así como prominentes intelectuales, entre ellos el Profesor Carmelo Mesa-Lago.  No menos importantes son los obreros y trabajadores de servicios que con su duro esfuerzo han progresado en un país con oportunidades para todas las personas laboriosas y emprendedoras.

Sin embargo, los cubanos de acá poco conocemos sobre esa pujante comunidad cubana residente en Estados Unidos, debido al bloqueo de la información y la propaganda adversa impuestos por el régimen totalitario, así como a consecuencia del autoaislamiento establecido por los gobiernos norteamericanos durante 50 años. La Administración Obama ha desarrollado una inteligente política proactiva, acorde con la nueva situación existente en Cuba.  Desde la campaña electoral,  Obama gozó de gran simpatía y levantó grandes esperanzas en el pueblo de este lado del Estrecho de la Florida.  Esos sentimientos se profundizaron debido al levantamiento de las prohibiciones al envío de remesas y los viajes, que han contribuido a mejorar las difíciles condiciones de vida de gran parte de los cubanos y al fomento de la iniciativa privada.  Igualmente la presencia de académicos, religiosos, estudiante, y las actuaciones y las exposiciones de norteamericanos más allá de La Habana, así como los viajes de cubanos con iguales objetivos, incluso a Miami,  han tenido un impacto muy positivo en el encuentro de nuestras sociedades.

Solamente mediante el intercambio de experiencias y opiniones se puede conocer mutuamente y estimular a los cubanos de esta ribera para lograr el libre despliegue de su trabajo y creatividad, a fin de volver a colocar Cuba democrática en los más altos niveles de progreso y desarrollo.  Los cubanos, cubano-americanos y estadounidenses  en un futuro no lejano podrán contribuir personalmente en este suelo, con respeto y armonía, para beneficio de todos.