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Congresistas de EE. UU. denuncian acoso contra sindicalistas independientes en Cuba

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MIAMI, Estados Unidos. — Un grupo de congresistas estadounidenses denunciaron la situación de vulnerabilidad en que se encuentran los sindicalistas independientes.

Los políticos, encabezados por representante Mario Díaz-Balart (R-FL), enviaron una misiva a la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO) exponiendo la difícil situación en que se encuentran los defensores de derechos laborales en la isla.

“Envié una carta a  @AFLCIO para expresar preocupaciones sobre la creciente represión contra sindicalistas independientes y activistas laborales en Cuba y solicitando que evalúen formas de promover la libertad sindical y otros derechos laborales para el pueblo cubano”, escribió el congresista republicano en su cuenta de Twitter.

Además de Díaz-Balart, firmaron la misiva los miembros de la Cámara de Representantes de EE. UU. María Elvira Salazar (R-FL), Nicole Malliotakis (R-NY) y Carlos Giménez (R-FL), Debbie Wasserman Schultz (D-FL) y Jared Moskowitz (D-FL).

El texto expone, entre otras cuestiones, el acoso que sufren figuras como el sindicalista Iván Hernández Carrillo, líder de la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC), quien desde hace varios años es víctima de persecución política y acoso policial.

La carta también fue enviada al secretario del Departamento del Trabajo, Martin J. Walsh; al director ejecutivo de la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), Damon Wilson, y a Shawna Bader-Blau, directora ejecutiva del Centro de Solidaridad, una organización sin fines de lucro alineada con la federación laboral AFL-CIO.

Datos revelados en 2022 por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) revelan que las condiciones laborales y la seguridad social se encuentran entre los grandes problemas a que se enfrentan los cubanos.

Según el informe “El Estado de los Derechos Sociales en Cuba”, publicado en octubre pasado, de un total de 1 227 cubanos entrevistados, el 64 % de consideraba que en el país no se respetaban los derechos laborales; mientras que el 51 % de los encuestados dijo desconocer a qué instancia acudir en caso de violación de estos.




Régimen da luz verde a 93 nuevas mipymes, y van más de 5 000 en el último año

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MIAMI, Estados Unidos. — El Ministerio de Economía y Planificación (MEP) aprobó hoy 93 solicitudes de creación de micro, pequeñas y medianas empresas privadas (mipymes), tal y como aparece en un listado difundido este jueves por la entidad estatal.

Los nuevos emprendimientos abarcan diversas esferas de la economía que van desde la gastronomía y los servicios hasta actividades de programación informática o la construcción.

Todas las provincias del país aparecen representadas en los nuevos proyectos, con excepción de Cienfuegos y el Municipio Especial Isla de la Juventud.

Con las nuevas 93 mipymes suman 5 258 los actores económicos aprobados desde que inició el proceso en septiembre de 2021: 5 149 mipymes privadas, 51 mipymes estatales y 58 cooperativas no agropecuarias.

Según el MEP, el 52 % de esos actores son reconversiones de negocios que ya existían y el 48 % corresponde a nuevos emprendimientos.

El organismo estima que los nuevos “actores económicos” generarán 89 602 nuevos puestos de trabajo en el país.

El propio MEP indica que 133 de los más de 5 000 emprendimiento aprobados en el último año forman parte de proyectos de desarrollo local y 12 se encuentran en el Parque Científico y Tecnológico de La Habana.

Aunque la aprobación de mipymes en la Isla apunta hacia la creación de nuevas fuerzas productivos, numerosos economistas cubanos han criticado la falta de condiciones y la ausencia de un marco legal adecuado que favorezca esos emprendimientos.

“Los países que han tenido mejores resultados en la definición de sus marcos de actuación de las mipymes son los que otorgan la mayor libertad para desarrollar sus funciones y garantizan una rápida acumulación de capital que consolide los proyectos en el menor tiempo posible”, sostuvo el pasado 12 de julio el reconocido economista Elías Amor.

El experto adelantó que, en el contexto de Cuba, “las medidas que está pensando el régimen para las mipymes no van a dar los resultados deseados, y es bueno anticipar esta cuestión para ver si el gobierno reacciona a tiempo y apuesta por la libertad y no el control”.

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Médicos cubanos: condenados por el sistema de salud

Médicos cubanos, Cuba



Plantas eléctricas: el remedio de los cuentapropistas para salvar sus negocios

Apagón Villa Clara, Plantas eléctricas, Cuba

VILLA CLARA, Cuba. — Justo al lado de su propia vivienda, ubicada en las afueras de Santa Clara, Luis Alberto tiene una fábrica de condimentos en polvo y galletas que suele vender al por mayor a otros cuentapropistas de la ciudad. En el último mes, la producción se le ha visto notablemente afectada por los apagones de más de seis horas en horario laborable. La escasez de muchos productos que antes se vendían en establecimientos particulares el negociante se lo achaca, precisamente, a los constantes cortes de energía.

“Si me quitan la corriente por el día, entonces tengo que convocar a los trabajadores por la noche, que no rinden igual, pero estaba teniendo muchas pérdidas. Ya resolví el problema o me busqué otro, no sé qué decirte”, señala el hombre, que recientemente pagó 155 000 pesos por una planta eléctrica para garantizar la generación de electricidad en su negocio.

Aún así, considera que tendrá que ajustar los presupuestos teniendo en cuenta el gasto de gasolina o gas que genera el aparato: “¿Dónde está gasolina? Comprada por la izquierda al precio que te la quieran vender y no hablemos del gas, a más de 1 000 pesos la balita”, resume Luis Alberto. “Mis máquinas consumen mucho y, además, tendré que usarla también para mantener mi casa, para mi refrigerador, la nevera y el aire acondicionado para que duerma la niña”.

Este trabajador por cuenta propia afirma que, el hecho de que muchos dueños de Mipymes o fábricas particulares estén optando por la compra de plantas eléctricas para mantener funcionando sus negocios, pudiera traer consigo un incremento considerable del precio de la mercancía a finales de agosto. “Se trata de una inversión que se debe recuperar. No es un abuso subir los precios, es que también te estás pagando tu propia electricidad”.

Desde que la Aduana General de la República de Cuba (AGR) permitiera la importación de hasta dos plantas eléctricas al país como parte del equipaje acompañado, teniendo en cuenta el valor y la potencia para no exceder los límites permitidos, han entrado a Cuba los nuevos equipos a casi todas las provincias del país. Sin embargo, los vendedores consultados para este reportaje confirman que, en la última semana, se ha disparado la demanda y, por consecuencia, también sus precios, debido a la inusitada subida del dólar y el euro en el mercado informal.

Plantas eléctricas a la venta en sitios de anuncios clasificados (Fotos: Screenshots/Cortesía de la autora)

Hace poco trascendió en redes el anuncio de un restaurante que promocionaba sus servicios gracias a la exclusividad de contar con una planta eléctrica. “Estoy pensando en vender la motorina para comprarme una planta”, confirma Kenia Flores, posible financista de un bar de la provincia, que propone incluir en sus servicios una happy hour durante la trasmisión de la novela o de partidos de fútbol.

“Habrá quien te critique y te diga que eres millonario, pero no hay dudas de que se llenará el negocio. Fíjate que quien no tiene corriente coge para el parque Vidal por la noche. Imagínate si se ofrece esta posibilidad de recreación en las zonas donde más quitan la corriente”, apuntó la mujer.

En una de las ferreterías céntricas de Santa Clara se han agotado las plantas eléctricas que entraron a la venta hace poco menos de quince días. Las mismas se comercializan al precio de 2 740 MLC, mucho más caras que las vendidas en el mercado informal, que oscilan entre 145 y 155 000 pesos, lo que supondría unos 1 165 MLC, tendiendo en cuenta el cambio extraoficial de la divisa al día de hoy.

Plantas eléctricas en una ferretería de Santa Clara (Foto de la autora)

“La de 800 watt levanta una casita con tus luces, tus ventiladores, el refrigerador, en fin, todos los equipos de 110”, explica vía Messenger un vendedor santaclareño. “Viene con capacidad para cinco litros de combustible y dura trece horas”. Otra de las que vende vía Revolico tiene un consumo aproximado de 900 watts, “las dos son nuevas en su caja, con transporte incluido”, según explica.

(Fotos: Screenshots/Cortesía de la autora)

Estos propios comerciantes que importan las plantas eléctricas o que las reciben de segunda mano aseguran que los compradores son mayormente trabajadores por cuenta propia, aunque también las solicitan otros ciudadanos con ganancias estables o con familiares en el exterior que pueden permitirse no solo la adquisición de las máquinas, también la estabilidad del consumo.

“La gente se queja de que el pago sea en dólares en efectivo, pero no entienden que cuesta el pasaje y cuesta la importación”, refiere Kendry Palacios, dedicado a la reventa de plantas eléctricas y bombillos recargables. “No creo que esté haciendo dinero con el sufrimiento ajeno, lo que sí pienso es que ya verás casas y negocios sin luz y otros encendidos. Vaya, como los que tenían televisor en los noventa y los que no”.

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Doctor Alexander Pupo: “Salí de Cuba prácticamente obligado”

Doctor Alexander Pupo Cuba

MADRID, España.- El doctor cubano Alexander Pupo Casas, quien llegó el pasado sábado a Estados Unidos luego de una travesía migratoria de más de dos meses, en conversación con Radio Televisión Martí declaró que salió del país “prácticamente obligado, porque no tenía planes de vivir fuera de Cuba”.

“Ni cuando me gradué de la carrera quise salir de misión. No estaba entre mis planes, quería hacerme especialista y dar salud en la Isla”, dijo el doctor, quien tuvo que tomar esta decisión, dejando atrás a su hija, su abuela y su padre debido al acoso del régimen cubano. 

Sobre su proceso migratorio el galeno, especializado en neurología, relató que el pasado 8 de mayo salió en un vuelo hacia Kingston, Jamaica; sin problemas en el aeropuerto “salvo uno que otro interrogatorio”. 

“Cuando puse pie en Jamaica me dije, ya sé que estoy fuera de peligro, porque incluso en el avión tenía miedo”, expresó el doctor, integrante del Gremio Médico Cubano Libre. 

Tras llegar a Jamaica comenzó una ruta migratoria que incluyó el tránsito de manera ilegal por 14 países, hasta llegar a la frontera de México con Estados Unidos, en el puente de Piedras Negras.

“No fue hasta que crucé el Río Bravo, el 21 de julio, que el miedo desapareció. (…) En ciertos momentos me sentía paranoico. Ya no sabía en quién confiar”, dijo el holguinero. 

Pupo, quien actualmente se encuentra en Miami, declaró además: “Aterrizamos en el aeropuerto de Miami y me dije, caramba, estoy como si hubiese nacido de nuevo, en un mundo totalmente distinto al que estoy acostumbrado a ver”.

“Uno no sabe lo mal que está Cuba hasta que no pisa otro país… El desarrollo, los niños en las escuelas, el trato, incluso, cuando eres migrante. Ver cómo las personas pueden manifestarse, porque nos tocó ver una manifestación estudiantil en Medellín, Colombia, otro mundo”, agregó. 

Con respecto a su situación actual explicó que tiene “un documento parole, y el día 26 de agosto la primera comparecencia ante Inmigración”. 

Sobre sus planes precisó: “Pienso hacer la reválida de mi título. Salir de Cuba solo significa una nueva etapa en la lucha, porque yo no sé perder, y no habré ganado hasta que no vea a Cuba libre”, indicó.

Oposición frontal de Alexander Pupo al régimen cubano

En los últimos años, el galeno ha realizado duras críticas contra el Gobierno cubano, incluidos organismos e instituciones como el Partido Comunista de Cuba (PCC) y el Ministerio de Salud Pública (MINSAP).

Por sus denuncias fue expulsado de la especialidad de neurología en el año 2020. 

Fue amenazado por la Seguridad del Estado con una orden de linchamiento por parte del pueblo. Desde el 27 de abril hasta el 2 de mayo vivió sitiado, con agentes acordonando su casa.

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Economía en Cuba: menos plan y más libertad

Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación de Cuba, Plan,

MADRID, España. — Sinceramente, a estas alturas de la fiesta, cada vez tiene menos sentido dedicar un instante, solo un instante, al plan de la economía en Cuba. Demasiados fracasos seguidos. La pieza central del engranaje del modelo económico y social que fue impuesto a los cubanos por la llamada Revolución es incapaz de dar solución a los problemas de la sociedad. Aunque Díaz-Canel insista una y otra vez en que “hay que trabajar con mucha seriedad, responsabilidad y profundidad los elementos del plan de la economía y el presupuesto del Estado para 2023, y hacerlo de la manera más realista posible”, sabe que está perdiendo el tiempo. Los cambios y el maquillaje “localista” que le quieren dar al plan no van a ningún sitio.

Un artículo en Granma titulado Trabajar con responsabilidad y profundidad el Plan de la Economía y el Presupuesto para 2023 trata sobre estas cuestiones. Allí se citan palabras de Díaz-Canel en el Consejo de Ministros en el sentido de que “tenemos que llevar al país, partiendo de nuestro propio esfuerzo, de nuestro propio talento, de nuestra propia inteligencia, a una situación diferente en lo económico y en lo social, y eso debe tener un reflejo en el plan que vamos a trabajar para 2023, y en lo que estamos haciendo desde ahora para ir a una mejor situación”.

Ojalá. Pero mucho me temo que con el plan y el armatoste intervencionista del modelo social comunista no se va a llegar muy lejos. Y mucho menos con la orientación que pretenden dar. La economía cubana necesita justo lo contrario: libertad y flexibilidad, y mayor protagonismo de los actores privados, derechos de propiedad y mercado para asignar los recursos a sus distintos fines. No es con más Estado, intervención y plan como se puede mejorar la vida de los cubanos. ¿Para qué seguir con la misma matraca de siempre?

El plan de la economía, centralizado, jerárquico y burocrático, es un instrumento obsoleto, que ha mostrado en numerosas ocasiones que es incapaz de prever los hechos económicos, de modo que lo habitual son los incumplimientos. Su estructura jerárquica y centralizada es contraria a la racionalidad económica y somete el comportamiento de los actores privados y estatales a directrices de obligado cumplimiento, elaboradas por un sanedrín de burócratas aburridos. Con todo ese conjunto de ineficiencias, el plan no permite articular los procesos y generar los “encadenamientos” de los que tanto habla Díaz-Canel sin saber muy bien de qué se trata.

No hay sector de la economía cubana en que el plan acierte en sus previsiones. Las actuaciones que se exigen a los actores económicos escapan de cualquier realismo y es tanta la burocracia que se pierde más tiempo rellenando formularios que no sirven para nada que tomando decisiones rápidas y eficientes para atender las necesidades sociales.

Lo peor de todo esto es que los dirigentes comunistas cubanos se han tomado el plan como algo propio, ideológico y reaccionario, a lo que no están dispuestos a ceder. Gran error. Chinos o vietnamitas rechazaron el plan y apostaron por las libertades económicas y así están alcanzando cotas crecientes de prosperidad. Que los dirigentes comunistas cubanos se escuden en el contencioso con Estados Unidos para afirmar que “no cederán en sus principios, ni habrá negociaciones” para dejar atrás lo que no funciona, es decir, el plan, es la crónica de un desastre anticipado que acabará provocando daños colaterales.

Por ejemplo, la crisis alimentaria que se acerca como consecuencia del impacto de la invasión de Rusia a Ucrania. Quién lo iba a decir. El principal aliado de la Cuba comunista, Putin, está provocando tensión en los mercados mundiales de materias primas y alimentos, y los analistas ya hablan de una crisis global alimentaria que tendrá consecuencias nefastas sobre la economía cubana. El plan ni lo menciona, lógico, cuando se elaboró hace meses esto no era previsible.

Dicen que lo quieren actualizar. Ya se verá qué tardan; a lo peor cuando acaben de hacer los números, la crisis ya estará golpeando a la débil economía cubana. Los comunistas de la Isla se creen que con publicar una ley o elaborar un programa de soberanía alimentaria y educación nutricional ya han cumplido con su papel, y se equivocan. La solución está en el surco, en forma de más producción y de otro modelo de organización. Allá ellos.

También dicen que quieren potenciar con el plan la inversión extranjera y el turismo, como si eso se pudiera hacer y lograr desde Cuba. Llevamos mucho tiempo tratando de explicar a los dirigentes comunistas que el capital extranjero elige libremente sus proyectos de inversión allí donde se presenten las condiciones adecuadas. Mientras que en Cuba rija la Ley 118 de la inversión extranjera, no hay que esperar mucho. Del turismo, ya se sabe: este año no se alcanzará ni de lejos el objetivo de los 2,5 millones de visitantes.

Incluso, detrás del plan hay viejas argucias comunistas que no van a ningún sitio, como el tema de la participación de los trabajadores. En un país en que no existen sindicatos de clase libres e independientes ni tampoco organizaciones empresariales que puedan abordar un diálogo social y un proceso de concertación y negociación colectiva democrático, como recomienda la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los comunistas defienden la participación de los trabajadores en el proceso de elaboración del plan de la economía. ¿Es esto realista? ¿Este tipo de participación asamblearia es lo que necesita el país?

Por supuesto que es bueno que los trabajadores hablen. Se aprovecha su talento, pero hay que definir procedimientos eficaces en los que se alcancen soluciones realistas y fáciles de implementar, y que esa participación no sea un elemento burocrático más del proceso, de la que nadie se acuerda después.

En definitiva, el plan, por definición, está mal orientado, porque su objetivo es “la búsqueda constante de acciones que permitan garantizar lo mínimo necesario a la población, desde las vías más económicas posibles”. Esa apuesta por lo “mínimo necesario” deja fuera del plan a aquellos segmentos de la sociedad, cada vez más amplios, que no se conforman con el reparto igualitario y que aspiran a más. Aspiran a más alimentos, medicamentos, servicios de transporte, salud, educación, cultura, deporte, seguridad y atención social, servicios comunales, abasto de agua, tratamiento de residuales, electricidad y otros. Y sobre todo con más calidad. El igualitarismo comunista es un instrumento que acaba destruyendo la prosperidad de una nación.

¿Y qué decir de la empresa estatal? El mantra por excelencia, tanto que nadie sabe qué hacer con ellas, o en qué dirección se deben mover. Más aún desde la aparición de las mipymes, que ya superan en número a las empresas estatales. Los comunistas hablan de ceder todas las facultades posibles al sistema empresarial para diversificar producciones y servicios, de manera que las empresas produzcan todo lo que puedan y así dar respuesta a demandas de la población asociadas a determinados bienes y servicios. Pero esa cesión de facultades es insuficiente y la realidad es que no permite a las empresas funcionar con la necesaria autonomía por las redes burocráticas que las controlan y dirigen.

En cuanto al programa de inversiones y el plan, los cubanos todavía no consiguen entender cómo el régimen dedica cada vez más recursos a la construcción de habitaciones de hoteles para turistas que no acaban de llegar; en cambio, no se destina ni un peso a la construcción de viviendas para la población. La elección de inversiones con criterio político es otra fuente de irracionalidad del plan que supone un notable despilfarro de recursos.

Llegados a este punto, y con referencia al desarrollo local, el primer ministro Manuel Marrero advirtió que las propuestas del plan “tienen que estar en correspondencia con la estrategia de desarrollo local”. Esa idea de resolver con el presupuesto de un año todos los problemas del municipio va en contra de la eficiencia del aprovechamiento de la escala para producir bienes y servicios a costes unitarios más bajos que contribuyan a reducir la inflación. La apuesta por el desarrollo local que se hace en el plan, además, crea inequidades en el territorio en función del dinamismo económico de las zonas y aumenta con ello las desigualdades sociales por la residencia.

Llevar el plan a los municipios es una novedad en este año. Un maquillaje que cambia la concepción de los proyectos, que se aprueban en la asamblea municipal, reflejando las problemáticas e intereses de las comunidades, en los barrios. Los que elaboran las propuestas, tienen la responsabilidad de fijar las soluciones a los problemas de ellas.

¿Tiene sentido esta orientación municipalista y localista del plan, hasta ahora centralizado a nivel de Estado? No lo parece. Lograr que el presupuesto se destine al barrio para que provoque una transformación real y se aprovechen mejor las potencialidades en la producción local de materiales de construcción no garantiza que se cumpla lo planificado, porque el estímulo presupuestario no es suficiente para generar actividad económica. Hacen falta muchas más cosas para ello, y no están precisamente en el plan comunista, sino en el ámbito privado. A nivel local, los incumplimientos del plan pueden ser incluso mayores. Los comunistas cubanos no han reflexionado sobre esta cuestión. El plan tiene sus días contados, pero se resisten a dejarlo atrás.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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Día del campesino en Cuba: sin cosechas que celebrar

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LAS TUNAS, Cuba. — Cada 17 de mayo la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) “celebra” el Día del campesino. La fecha fue escogida por la promulgación de la Ley de Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959. Entrecomillé la palabra “celebra” porque en realidad los campesinos cubanos no tienen cosechas para celebrar este 17 de mayo. Cuba no se autoabastece de productos agropecuarios desde hace muchísimos años.

Desde hace 60 años, cuando mediante la Ley No. 1015 de 12 de marzo de 1962 fue decretada la cartilla de racionamiento, eufemísticamente llamada “libreta de abastecimiento”, ni en las carnicerías ni en los comercios con moneda nacional tenemos carne de res, de cerdo ni de pollo; no tenemos huevos ni leche ni quesos; esos productos son racionados por “la libreta” o deficitarios y extremadamente caros en dólares o en pesos cubanos por una razón sencilla: el agricultor cubano no los produce o los produce para el monopolio del Estado.

Los productos que con muchas dificultades los campesinos pueden extraer del acopio estatal, ya sea leche o café, arroz o frijoles, necesariamente, debe venderlos a un precio mayor, inaccesible al salario promedio para ellos mismos y sus familias subsistir, sin acumular riquezas, pero tampoco exponerse a ser tildados de “contrarrevolucionarios” o “acaparadores”, en un país donde el éxito económico es cuasi delito, y así lo recoge el documento fundacional de la ANAP y otras resoluciones contemporáneas con esa organización oficialista.

La ANAP fue creada por la Resolución No. 247 de 22 de enero de 1961 del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), presidido por el entonces primer ministro Fidel Castro, que así disolvió la Asociación de Colonos de Cuba, que era el gremio de los cultivadores de caña, sostén fundamental de la industria azucarera. Y no se olvide que hoy tampoco Cuba produce azúcar, pese a que llegó a ser el mayor productor de azúcar de caña del mundo.

El Reglamento de la ANAP, promulgado por la Resolución No. 269 del INRA de 1ro de junio de 1961 y también firmado por Fidel Castro, en el artículo 4 inciso e) decía que, entre otros fines, la ANAP debía “cooperar con el gobierno revolucionario en la realización de todas las obras de desarrollo económico y social del campo y la nación”. Pero hoy vemos las tierras antes cultivadas y en producción cubiertas no de bosques, sino de marabú, que son matorrales espinosos improductivos e impenetrables. Y ni que decir que hoy el campo cubano está despoblado y abandonado como nunca antes en la historia de Cuba.

El artículo 6 del citado reglamento expresaba que “el miembro de la Asociación que cometa actos contra los intereses y fines de la organización o actos contrarrevolucionarios podrá ser separado o expulsado por acuerdo de la organización, según los cargos concretos que existan por el delito cometido”. Y no hay que decir, porque ya lo hemos dicho antes, que en lo que constituye un delito de lesa humanidad, cientos de familias campesinas consideradas “contrarrevolucionarias” fueron “trasladadas” de sus provincias a otras, siendo esta una de las razones por las que hoy son reclutas del ejército los que recogen café en no pocas zonas montañosas de Cuba.

Pero si este martes hace 61 años que la ANAP, en ese contexto, y para manejar a los propietarios rurales que no fueron expropiados por las leyes de reforma agraria de 1959 y de 1963, con trascendencia a la economía agropecuaria y que actuaron como frenos que llegan al día de hoy, entraron en vigor, entre otros muchos de carácter general, los siguientes instrumentos jurídicos:

  • La Ley No. 1018 de 20 de marzo de 1962 que penalizó a los particulares que sacrificaran ganado vacuno.
  • La Ley No. 1035 de 22 de junio de 1962, que sancionaba hasta con 180 días de privación de libertad a los llamados “acaparadores de productos agrícolas”.
  • La Ley No. 891 de 13 de octubre de 1960, que expropió los bancos, entre ellos el BANFAI (de fomento agrícola e industrial) sometiendo al productor agropecuario al monopolio crediticio del Estado.
  • La Ley 1090 de 1ro de febrero de 1963 que, extrajudicialmente, autorizó a organismos de la administración del Estado para que realizaran expropiaciones forzosas por “utilidad pública”.

Son sólo algunos ejemplos, pero bastan para mostrar como, con semejantes ataduras, ni la clase rural ni ninguna otra, en ningún país, puede producir cosechas ni mantener la tan llevada y traída “soberanía alimentaria”.

El agricultor cubano puede si no autoabastecer a la nación, sí producir la mayor cantidad de alimentos que demanda las necesidades nutricionales de las personas, según sus hábitos y el folclor nacional. Pero el agricultor cubano no necesita un comisario del Partido Comunista supervisando sus ganados y sus siembras, ni un policía o un juez diciéndole lo que es lícito, que es cultivar la tierra y comerciar con sus productos como hicieron sus mayores. Para que haya cosechas para celebrar, la mujer y el hombre del campo no precisan de “medidas de flexibilización”, sino libertad.

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Fonda plus: un comedor inclusivo para personas de bajos recursos

Fonda plus, Comedor inclusivo

VILLA CLARA, Cuba. —  En apenas cuatro metros cuadrados, Eduardo y Roberto dispusieron tres pequeñísimas mesas con dos banquetas cada una para ofertar almuerzos. El espacio de la cocina resulta aún más reducido que el sitio para comer, pero se las arreglan para terminar en un tiempo prudencial los numerosos pedidos de los mediodías. Mientras Eduardo fríe las hamburguesas, Roberto calienta el arroz frito y lo decora con ensalada y algunos trozos de viandas al precio de 70 pesos. También ofertan completas de arroz con frijoles, con chícharos y croquetas: ninguno de los platos supera los cien pesos en moneda nacional. 

Este pequeño negocio llevado por la pareja resulta único en la ciudad de Santa Clara. Con la apertura de restaurantes y cafeterías luego de la pandemia, la mayoría de quienes montaron emprendimientos similares lo hicieron para obtener ganancias súbitas con la venta de comida, por lo que los precios pocas veces se equiparan con el salario promedio. Salir a comer o almorzar a cualquier establecimiento “de moda” significa invertir cerca de 200 o 300 pesos por un plato.

Eduardo y Roberto nombraron “Fonda plus” a su comedor y está pensado como un espacio inclusivo, para personas con bajos recursos, para trabajadores estatales que necesitan un almuerzo, para ancianos de la vecindad que sobreviven el mes con una jubilación y que no pueden permitirse una pizza por cuarenta pesos o un pan con minuta a 50.  

Fonda plus, Comedor inclusivo
Menú del día en Fonda plus (Foto de la autora)

Las fondas como estas fueron bastante populares en los años cincuenta en Cuba, propiamente en Santa Clara había decenas de ellas, administradas, sobre todo, por chinos y sus familiares, cuyos platos principales eran las sopas y el arroz frito, considerados comida para pobres ya que se elaboraban con subproductos o cárnicos de los más baratos.

Hace doce años que Eduardo y Roberto se conocieron en las parrandas de Vueltas, un pueblo cercano a Camajuaní de donde proviene el segundo, que se dedicaba a confeccionar accesorios para carrozas y daba vida al personaje del sapo, animal que identifica a uno de los barrios rivales, según la tradición de este municipio.  Roberto, además, fue cuadro político de la FEU en la provincia y Eduardo había estudiado Contabilidad. “A él lo enseñé a cocinar yo”, recalca Eduardo con cierto orgullo. 

(Foto de la autora)

En los años ochenta, siendo aún muy joven, Eduardo aprendió la cocina por necesidad. Su madre trabajaba hasta tarde y comenzó a ensayar algunas de las recetas del icónico libro de Nitza Villapol. Por las noches se dedicaba a confeccionar cakes por encargo, un servicio que mantiene hasta hoy en su fonda. “Entonces, fue cuando empecé a comprarme utensilios porque siempre soñé con tener una cafetería, todavía conservo algunas cosas de esa época”, apunta Eduardo. “Cuando aquello era muy difícil que te dieran un crédito en el banco. Recuerdo que nos prestaron diez mil pesos para comprarnos dos ollas y arreglamos la meseta. Con un juego de comedor que vendimos fue que compramos estas mesitas. Así empezamos el negocio”.

“Se llama Fonda plus porque vendemos meriendas, almuerzos y, además, los cakes por encargo”, prosigue Eduardo. “Es inclusiva y asequible porque nuestro propósito es que la gente pueda alimentarse con poco dinero. A veces, llegan personas a la hora del almuerzo y piden un pan con croqueta, por ejemplo, pero no tengo corazón para negárselo porque no todo el que vive y trabaja por aquí tiene para pagar, incluso, un almuerzo todos los días”. 

(Foto de la autora)

En algún momento, Eduardo y Roberto quisieran ampliar su negocio a un espacio mayor, manteniendo el mismo objetivo: almuerzos y meriendas asequibles. Sin embargo, uno de los impedimentos principales resulta la búsqueda de los insumos y los altos precios de los productos en el mercado informal. Por cada libra de azúcar deben pagar 35 pesos y 600 por una de chocolate. “Hemos aprendido a aprovecharlo todo”, explica Eduardo. “Con el pan que nos sobra elaboramos las croquetas. La ganancia no es mucha, pero es mejor la constancia que la avaricia”. 

Almuerzo en Fonda plus (Foto de la autora)

“Todo está muy difícil” agrega Roberto. “Existe un mercado mayorista que desde septiembre del año pasado no nos vende nada. Estamos pagando el cartón de huevo a 550 pesos igual y el pomo de aceite a 600. Los negocios gastronómicos siempre son los más afectados porque tienes que invertir mucho para mantenerte”. 

A pesar de que Fonda plus no está ubicada en un sitio privilegiado de la ciudad, a tres cuadras aproximadamente del parque central, la pareja se vanagloria de haberles preparado almuerzos a artistas como “Churrisco” y “Cuqui la Mora”. 

Fonda plus, Comedor inclusivo
(Fotos de la autora)

En cuanto a nosotros como pareja, quisiéramos poder legalizarnos algún día, crear un vínculo en ese sentido, sentirnos casados por papeles, para si algún día uno de los dos no está, el otro tenga derecho a esto que hemos construido juntos”, terminan.

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Preso político denuncia condiciones de vida en campamento de trabajo forzado

Eldris González Pozo

GUANTÁNAMO, Cuba. — El preso político Eldris González Pozo, miembro de la Alianza Democrática Oriental (ADO), denunció las condiciones en que son obligados a vivir los reclusos del campamento de trabajo del Plan Confianza, en la provincia de Santiago de Cuba.

González Pozo, quien permanece detenido en ese centro de fase abierta, aseguró a CubaNet que varios de los internos que se encuentran en el lugar tienen que dormir en el piso debido al hacinamiento.

Aunque el campamento de trabajo del Plan Confianza tiene capacidad para 400 reclusos, la plantilla actual excede en 83 el número de reclusos, lo que ha obligado a muchos de ellos a dormir en el piso.

El preso político también informó a este diario que las autoridades eliminaron las meriendas que recibían  los reos, un refuerzo alimenticio muy importante para un campamento donde los internos deben cumplir intensas jornadas de trabajo.

Según González Pozo, en las comidas los reclusos reciben, como plato fuerte desperdicios de animales, como vísceras, y chícharos y arroz mal elaborados.

En el desayuno los internos solo reciben un pedazo de pan por debajo del gramaje reglamentario, con agua de té, elaborado con la planta que se encuentre para la ocasión.

González Pozo aseguró que la asistencia médica es pésima y que no hay medicamentos para el mínimo dolor. A los presos —indica — también le están dando seguimientos a las consultas con los especialistas.

El preso político añade que desde el pasado 3 de abril no está llevando el tratamiento médico que necesita para su enfermedad degenerativa, Espondilitis Anquilosante, un padecimiento que debe ser tratado con Metotrexato, fármaco que no disponible en el lugar.

El recluso añade que el medicamento solo existe en hospitales, pero que las autoridades del campamento no lo quieren llevar hasta un centro médico. Aunque le prometen que solucionaran el medicamento, hasta el momento no hay indicios de las gestiones realizadas con ese fin.

“Me siento muy mal si el tratamiento. Ellos no me pueden tenerme aquí recluido sin mi medicación”, dijo Eldris a CubaNet.

“Estuve cinco meses sin mi tratamiento médico. Ahora solo existe el medicamento en el hospital, pero ellos no me quieren llevar todos los miércoles para inyectarme”, lamentó.

Eldris González Pozo también reveló que el campamento lleva unas dos semanas presentando problemas con las redes del abasto de agua, por lo que las autoridades se han visto obligadas a garantizar un carro cisterna diario para los internos.

El 4 de enero de 2022 la familia de González Pozo presentó por segunda vez la solicitud de libertad extrapenal, alegando que la reclusión en el campamento de trabajo del Plan Confianza interrumpía su tratamiento médico.

El 31 de diciembre de 2021 le llegó el auto de denegación de la primera solicitud de libertad extrapenal, presentada en el mes de agosto. Entonces, el tribunal sostuvo que la comisión que abordó el caso dictaminó que el reo estaba teniendo una asistencia médica sistemática.

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La empresa estatal socialista no levanta cabeza en Granma

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GRANMA, Cuba. — La empresa estatal socialista en la provincia Granma sigue a la deriva en busca de producir bienes y servicios que ofertar a la población de ese territorio oriental. Sumida en el marasmo político y la estrechez económica de supuestas reformas e inversiones, se trata de un modelo que no logra sacar adelante su gestión.

Las resoluciones, anuncios y debates sobre crecimientos macroeconómicos, mejoras en la exportación y otros temas que aborda la cúpula del poder en reuniones a todos los niveles con cada uno de los factores del país, les llega a estas entidades del Estado como un canto a la imaginación.

Obligadas a inventar y “cumplir” sin importar la falta de materia prima, insumo, financiamiento, fuerza laboral, infraestructuras y todo lo que hace posible la producción, optan por propuestas alternativas que no resuelven ni medianamente la situación para el suministro local.

La Empresa de Productos Lácteos de Granma (GRANLAC), cuyos objetivos centrales hasta el pasado mes de noviembre eran la leche entera en polvo y los suplementos dietéticos para embarazadas (Materlac) y niños (Bebelac), ha “diversificado” las ofertas por falta de leche fresca, vitaminas y azúcar.

También el déficit de leche fresca obligó a emplear la soya como alternativa en la elaboración de yogurt a partir de esta leguminosa, pero de las más de 9 000 toneladas mensuales que se producían no se logra ni la mitad, pues  la falta de envases y de transporte pusieron fin a la “superproducción” de ese alimento para la población.

En la actualidad, la gran mayoría de los moradores de Bayamo, Yara, Guisa y otros municipios granmenses se quejan de la falta de productos lácteos para paliar la crítica situación, y se burlan del surtido de Peyis que, a base de harina de arroz y “con sabor a gouda”, ofrece GRANLAC como alternativa.

Otro ejemplo del deterioro creciente de la empresa estatal socialista en la provincia Granma es el de la fábrica de almohadillas sanitarias Mathisa, en Bayamo, obligada, por la falta de materia prima, a buscar variantes para “mantener la vitalidad de sus producciones”, según dijera a medios oficiales Daysi Blanco Paz, analista de producción en esa entidad estatal.

Una trabajadora de la línea de producción de Mathisa que dijo nombrarse Aniosca aseguró a CubaNet que “todo es una gran mentira ya que hace alrededor de un mes el nuevo surtido es de bolsitas con 8, 12 y 20 pitos (silbatos), además de sogas y vasijas de barro, productos que poco o nada tienen que ver con el cuidado y la higiene personal de las féminas.

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