Mensaje contradictorio
LA HABANA, Cuba, julio (173.203.82.38)- Escriba y Lea es uno de los programas más instructivos e interesantes de la televisión cubana. Varias generaciones de cubanos hemos incrementado el hábito de lectura, así como el afán de averiguar acerca de hechos y figuras de la historia universal, como resultado de los comentarios y enseñanzas de los panelistas de ese espacio televisivo de cada lunes en la noche.
Esos logros están en sintonía con los programas de promoción de la lectura que, a su manera y a pesar de la consabida censura de determinados libros y autores, implementan instituciones como el Instituto Cubano del Libro y la Biblioteca Nacional José Martí, con el objetivo de extender ese sano hábito entre todos los sectores de la sociedad.
Se insiste en que la lectura debe ser incorporada a nuestro diario quehacer, y no acudir a ella cuando estemos aburridos, o si una prueba o examen cercano nos presiona. En otras palabras, debemos concebir la lectura entre las tareas que tenemos que hacer, y no reservarla para las ocasiones en que no tengamos otra cosa que hacer.
Sin embargo, cuando llega la programación de verano, en los meses de julio y agosto, la televisión cubana suprime el programa Escriba y Lea. Lo manda de vacaciones, y da a entender con ello que esa época del año es sólo para fiestas, playas, campismos, música, bailes, cines y otros programas de entretenimiento que ofrece la propia televisión. El mensaje parece ser: Los libros, así como el deseo de ampliar los conocimientos sobre las más disímiles ramas del saber, pueden esperar hasta septiembre, cuando se inicie el nuevo curso escolar, y la programación de la televisión retorne a la normalidad.
Escriba y Lea no se transmite en vivo, por tanto las emisiones correspondientes a estos meses de verano podían grabarse con anterioridad, y así se garantizarían también las vacaciones de los panelistas.
Entonces, en qué quedamos señores de la televisión cubana, ¿se debe o no leer todos los días?