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Denia García Ronda denuncia peligro de derrumbe en edificio art decó de El Vedado

Denia García Ronda, edificio, Cuba

MADRID, España.- Uno de los edificios representativos del estilo art decó en La Habana, ubicado en la calle 19 entre 8 y 10, en El Vedado, está en peligro de derrumbe.

El estado del edificio fue denunciado a través de redes sociales por la crítica literaria Denia García Ronda, quien reside en el inmueble.

“Estado actual del edificio 8 y 19, uno de los mejores ejemplos de art decó de La Habana”, dijo la también profesora universitaria en una publicación donde compartió imágenes de la edificación.

En respuesta a un usuario que planteaba la posibilidad de que fuera restaurado por los propietarios del edificio ante la indiferencia de las autoridades cubanas, García Ronda explicó que es una edificación compleja por su arquitectura, que tiene nueves escaleras y 58 apartamentos. Por ello, aclaró, “debe ser reparado por constructores especializados”.

edificio

Además, destacó que “no todos los residentes en el lugar tienen recursos o voluntad para contribuir a un fondo común para su rehabilitación que sería, por lo dicho antes, extremadamente costosa”.

“No obstante”, considera, “sería bueno que Vivienda o Planificación Física conveniara con los vecinos una posible colaboración para su solución. Sería, incluso, una indemnización por los daños que la Dirección de Vivienda le hizo antes al edificio, mientras estaba bajo su administración, entregando como propiedad particular áreas comunes, sin contar con los vecinos, sus verdaderos propietarios; eliminando puestos de mantenimiento y otros servicios, y no hacer nada positivo, ni siquiera una simple mano de pintura, mucho menos una reparación. Aquellas aguas trajeron estos lodos. Cuando lo consideraron una carga, les dieron toda la responsabilidad a los propietarios”.

Ante esta situación, Loretín Loretán Loreto lamentó “ver cómo ese patrimonio arquitectónico se está cayendo a pedazos”.

“Y se gastan el dinero en el adefesio que están construyendo por enésima vez frente a la Embajada de Estados Unidos”, condenó Carlos García Pleyán.

Mientras que Leonor Rod, quien antiguamente vivía en el edificio, apuntó: “Es para mí doloroso ver el estado en que se encuentra, tan hermoso que era”.

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Edificio en peligro de derrumbe en Camagüey: “¿Hay que esperar que mate a una persona?”

derrumbe, edificio, Camagüey, Cuba

MADRID, España.- Un edificio ubicado en la Avenida de los Mártires de Camagüey, en peligro de derrumbe, “amenaza a los cientos de personas que diariamente transitan por la acera”, denunció en días recientes un internauta identificado como Ricardo Gómez Pérez.

Gómez Pérez hizo un llamado a las autoridades de Camagüey para que den solución a ello; y cuestionó: “¿Hay que esperar que un pesado fragmento de allá arriba caiga y mate a una persona, que puede ser un niño o anciano?”.

En su publicación, compartida a través de Facebook, el usuario mostró imágenes donde se observa el deterioro del inmueble.

derrumbe

Asimismo, recordó que hace algunos años había un árbol en el reparto la Yaba, que varias veces fue reportado por el peligro que tenía, y “nunca hicieron nada, hasta que un día desgraciadamente cayó y mató a una mujer”.

“Eso fue suficiente para que en poco tiempo acudieran al lugar los bomberos y con equipos de corte eliminaran el árbol caído en la carretera y sacaran el cadáver (…) Parece que hay que volver a esperar una desgracia para que tomen medidas”.

Gómez Pérez dijo además que, “curiosamente”, en la acera del frente, el hotel Puerto Príncipe está siendo reparado.

Entre los tantos inmuebles en Cuba que están a punto de colapsar también se encuentra el edificio número 1353 de la Calzada de Diez de Octubre, en La Víbora.

Como expuso CubaNet en un reciente reportaje, dicho edificio fue declarado inhabitable hace más de 30 años, pero en su interior permanecen más de 10 familias que, sin otro sitio adonde mudarse, temen morir sepultadas por toneladas de escombros.

El pasado 17 de octubre en la calle Sol de La Habana Vieja falleció una niña de cinco años y otras dos personas tuvieron que ser hospitalizadas, tras el derrumbe de un edificio.

Mientras que a finales del mismo mes otro derrumbe en el reparto 19 de Diciembre, Caimanera, provincia de Guantánamo, provocó lesiones a una niña que subía, con su padre, las escaleras de la vivienda, en el momento del colapso.

Como último dato oficial, en 2020 se contabilizaron en la Isla un total de 854 edificaciones multifamiliares en mal estado, 696 de ellas en la capital, y en consecuencia, un total de 849 753 afectados. La falta de datos oficiales impide conocer el número de personas que llegan a las instituciones a pedir ayuda.

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Edificio en peligro de derrumbe amenaza con sepultar a varias familias habaneras

LA HABANA, Cuba. ─ Aunque la vox populi lo que ve como un hábito de personas sin escrúpulos y de escasa higiene, lanzar desechos fisiológicos a la calle ha constituido, por décadas, una manera de protestar contra las pésimas condiciones en que viven los inquilinos del edificio 1353 de la Calzada de 10 de Octubre, en la barriada La Víbora.

El inmueble, construido en 1903 con viguetas, bobadillas y ladrillos refractarios, constaba de una amplia cuartería, un área para la elaboración de alimentos y dos baños públicos: uno para damas y otro para caballeros. En los bajos, durante años, acogió un coppelita que llegó a gozar de cierta fama por la calidad de los servicios que algún día prestó.

Sin embargo, vecinos que residen en el edificio desde la década de los 70 aseguran que, a pesar de las gestiones realizadas, la estructura nunca ha recibido mantenimiento. Como consecuencia, en los años noventa el creciente agrietamiento de las paredes y los primeros derrumbes parciales en el interior conllevaron a que los institutos de Vivienda y Planificación Física lo decretaran no habitable.

Luego vino el colapso del sistema sanitario, quedando inoperables los baños colectivos, el área de elaboración y los pocos baños y cocinas que algunos núcleos construyeron dentro de las cuarterías. En poco tiempo las tupiciones comenzaron a filtrar a tal punto que Higiene y Epidemiología ordenó en 1998 el cierre del coppelita.

Lo que queda de un baño colectivo (Foto de los autores)

“Llovían aguas albañales. Lo mismo caían granos de frijoles que restos de excrementos”, comentó Andrés Gallardo, uno de los inquilinos, sobre las filtraciones al coppelita. “Poco a poco comenzó a pasar lo mismo en los pisos superiores, lo peor es cuando cae algún aguacero porque se inunda todo. En mi cuarto el agua sube hasta 20 centímetros”.

Según explica Gallardo, la humedad generada por las filtraciones aceleró el deterioro del edificio. En la actualidad su condición es tan endeble que, en días pasados, la base de taxis contigua al inmueble sufrió un pequeño incendio que los bomberos se negaron a extinguir usando los camiones cisterna.

“Tenían miedo que la presión ─del agua desde las mangueras─ fuera a derribar alguna de las paredes del edificio”, dijo.

Los residentes temen hacer estancia en el pasillo (Foto de los autores)

Quienes continúan habitando el 1353 de la Calzada de 10 de Octubre ─describe Ada Rodríguez Martínez─ han aprendido a caminar como si de andar sobre un campo minado se tratara, pues en varios puntos de las habitaciones y pasillos el piso “se hunde” incluso con las pisadas de los niños. Para ellos, las caídas de trozos del techo y paredes “es cosa del día a día”. El moho permanente en las paredes, la humedad y el no contar con un sitio donde hacer las necesidades fisiológicas son dificultades que pasan a un segundo plano ante la posibilidad de terminar aplastados bajo toneladas de escombros.

“Dormimos con un ojo abierto y otro cerrado. Si el gobierno no nos ayuda, somos conscientes de que un día el edificio nos va a enterrar”, lamentó Rodríguez.

Durante el primer quinquenio del siglo un primer grupo de residentes fue extraído del edificio y ubicado en albergues. De acuerdo con Esteban Morejón, el gobierno municipal de Diez de Octubre se habría comprometido a progresivamente terminar de reubicar el resto de los núcleos en nuevos albergues. Más de 15 años después sólo unas pocas personas han logrado abandonar el edificio, la mayoría acogidas por familiares.

En la actualidad en el inmueble conviven un total de 13 núcleos, compuestos por 13 hombres, 14 mujeres, seis menores de edad de entre tres meses y 11 años, y tres ancianos. De los 36 residentes, cinco presentan afecciones crónicas de salud: dos enfermos de VIH-SIDA, un epiléptico, un diabético y un esquizofrénico-paranoico.

Yolanda Vargas Ortiz padece de esquizofrenia-paranoica (Foto de los autores)

Explica Morejón que, con el paso de los años, los vecinos han presentado más de veinte peticiones de ayuda a las instancias provinciales del Partido y el Gobierno, donde refieren que la problemática debe ser resuelta a nivel municipal.

“En la provincia te mandan para el municipio y allí te dicen que no tienen recursos para resolver el problema, que tenemos que recurrir a la provincia”, destaca Morejón.

Del mismo modo, las cartas remitidas a la Fiscalía General de la República y el Instituto Nacional de Vivienda tuvieron respuestas similares, atribuyendo la solución a la competencia del municipio. Una de las excusas ofrecidas por las autoridades fue que en el territorio no hay espacio para levantar nuevas viviendas.

Sabarí Puentes indica que, lejos de encontrar ayuda, en varias ocasiones desde Vivienda han utilizado engaños para que los núcleos restantes abandonen el edificio.

(Foto de los autores)

En una oportunidad, amplía Puentes, Vivienda realizó la extracción de cinco familias que fueron trasladadas a un albergue habilitado en una zona intrincada de Novia del Mediodía, en el municipio de La Lisa. El lugar exhibía unas naves lúgubres sin servicio sanitario y paredes enmohecidas que no diferían de las del edificio y se encontraba aislado de servicios básicos como el médico.

“En 72 hora ya todo el mundo estaba de vuelta, aquello estaba peor, parecíamos animales salvajes. Pero se agarraron de eso para decir que nos dieron una solución y la rechazamos, que tendríamos que esperar a que apareciera un habitable disponible”, señaló Puentes.

Según el diario Granma, en la capital más de 130 mil personas viven en albergues. La mayoría llegan bajo la promesa de en pocos meses recibir una nueva vivienda, pero en la práctica son múltiples los casos de familias que llevan más de veinte años en esa espera.

Puentes fue víctima de otra mentira. Le hicieron abandonar el edificio asegurándole que le entregarían un nuevo apartamento. Después de tres días “botada en la calle”, a la espera de recibir la llave del inmueble prometido, cuenta que María Elena, la funcionaria de Vivienda que le atendió, en tono agresivo le dijo que “el apartamento ya había sido entregado a otra persona que le hacía más falta”.

El área contigua a la base de taxi se incendió. Por temor al derrumbe, los bomberos no pudieron usar agua a presión (Foto de los autores)

Volver al edificio tampoco era una opción para Puentes, pues la funcionaria le aseguró que, de retornar, sería considera como ilegal.

“Me querían dejar en la calle, a la cara, de la manera más descarada que se puede imaginar. Tuve que virar y meterme a la fuerza”, declaró Puentes.

En 2015 Vivienda realizó un levantamiento de núcleos y convivientes en el edificio, por el cual tuvieron que acudir a la Dirección Municipal de Albergues con el propósito de confeccionar un expediente para el futuro traslado.

Sin embargo, en verificaciones posteriores realizadas por Vivienda fueron notificados que los supuestos expedientes habían desaparecido, siendo declarados ilegales e invitados a abandonar el edificio “por las buenas”.

Desde 2004, Liudmila Romero Fernández, madre de dos niñas menores de edad, convive en un pequeño cuarto con barbacoa que pertenece a su esposo. Ella es una de las inquilinas que más amenazas de desalojo ha sufrido.

“Cuando hicieron los expedientes mi esposo estaba preso, por eso no quisieron incluirlo. Yo presenté el certificado de nacimiento de las dos niñas, que son sus hijas, pero con la pérdida de los expedientes dicen que no aparezco en ninguna parte, que estoy ilegal y que en cualquier momento me pueden sacar de aquí”, argumentó Romero, cuyas hijas tienen cinco años y nueve meses, respectivamente.

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Jadeante ascenso al cielo

LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Alcanzar el piso 23 del edificio del Retiro Médico, en 23 y N, en el Vedado, era como alcanzar el cielo y tener la tierra a los pies por la majestuosidad del paisaje que se divisa desde las alturas. Hasta hace un mes se podía llegar en ascensor a la cúspide. Ahora es un suplicio; hay que vencer piso por piso por las escaleras.

El ascensor está roto. La desesperanza cunde entre los cien residentes de los pisos más altos, empezando por la octava planta, entre los que hay ancianos, enfermos y algunos limitados físicos. Los pisos más bajos tienen uso comercial y están ocupados por entidades estatales.

Los inquilinos se han quejado en diferentes organismos. Piden ayuda para salir del enclaustramiento  involuntario, pero el problema no se resuelve.

“¿Qué hacer con un enfermo grave de momento, o con cualquier accidente que ocurra en los pisos altos; para salir y regresar de la bodega, ir a la escuela, al trabajo?” –pregunta Pancho Riquelme, turbado y jadeante, próximo a alcanzar la planta diecisiete. El problema -también la esperanza para los angustiados vecinos del Retiro Médico- está en manos de UNISA, empresa estatal dedicada a la reparación de ascensores de edificios altos de La Habana.

Pero no todo es coser y cantar en UNISA. Han localizado el problema: La caja de bolas, el motor principal que hay que sustituir, pero “nadie sabe la numeración para tratar de conseguir la pieza en otra empresa, o comprarlo en el extranjero con autorización del ministro porque esa compra es en divisa. Hay que extraer el motor de su emplazamiento de hace más de medio siglo. Esta  operación es muy complicada, es otro problema”, expresó Miguel Ronda, operario de UNISA

-¿Es tan  difícil?

-Sí, hay que sacar el motor, abrirlo, quitar la caja de bolas, comprobar si tiene la numeración y buscar la sustituta. Se necesita herramientas de oxicorte, extractor, burro de madera, escaleras, grúa y un camión de carga. UNISA carece de la mayoría de esos medios.

La preocupación de  todos es que UNISA, que no tiene culpa de que el gobierno la ponga al final de la cola en recursos, no pueda arreglar el ascensor. “Nunca se le dio mantenimiento” -afirma Pancho.

-Y no sólo es este ascensor. ¿Se asombra porque el Retiro Médico tiene los dos elevadores rotos? Métase de lleno en los edificios de la ciudad. ¡Verá que tiene que subir y bajar escaleras como un condenado!  El problema de elevadores que no funcionan es en toda La Habana  -enfatiza Ronda.

El edificio del Retiro Médico fue construido en la década del cincuenta. Por su sólida construcción, bellas líneas y funcionalidad fue merecedor entonces de la Medalla de Oro concedida por el Colegio Nacional de Arquitectos de Cuba.

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