El fracaso del diálogo en Caracas

LA HABANA, Cuba.- La pasada semana, la noticia más importante en Venezuela fue sido el inicio del Diálogo Nacional entre el gobierno de Nicolás Maduro y el grueso de las fuerzas opositoras agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Aunque durante meses los antichavistas se mostraron renuentes a admitir la mediación de expresidentes extranjeros que no les inspiraban confianza, en definitiva aceptaron sentarse a la mesa de negociaciones a instancias de la Iglesia católica.
Como suele suceder, el inicio de las tratativas resultó auspicioso. Hubo el gesto clásico en este tipo de eventos: el tradicional apretón de manos entre Maduro y el jefe de la delegación de la MUD, “Chúo” Torrealba. Este último se sintió obligado a explicar a sus seguidores por qué había obrado de ese modo. Este solo hecho demuestra a las claras el grado de crispación en que las políticas chavistas han sumido a Venezuela.
Se anunció que las partes “se comprometen a disminuir el tono de agresividad del lenguaje utilizado en el debate político”. Lástima que, pocas horas después, las autoridades hayan arremetido de modo virulento contra Voluntad Popular (VP) —el partido del encarcelado Leopoldo López— y contra su actual coordinador, el diputado Freddy Guevara. “Es un grupo terrorista fuera de la ley”, afirmó Maduro, quien agregó: “Espero que los tribunales tomen cartas en el asunto”. Un llamado peligroso, si tenemos en cuenta el grado de sometimiento al poder de las actuales cortes venezolanas.
Pese a la aparente unanimidad oficialista, es de suponer que, al igual que dentro de la oposición se observa la postura discrepante de VP, María Corina Machado y algunos otros, también en las filas del gobierno haya elementos opuestos al nuevo empeño conciliador. Pero, aparte del diálogo, no parece existir otra opción sensata.
La única alternativa es que se hagan realidad las ominosas palabras pronunciadas, tras la reciente invasión de un grupo de chavistas al recinto parlamentario, por Henry Ramos Allup, el opositor que preside la Asamblea Nacional: “O vemos cómo solucionamos las cosas o vamos a terminar matándonos. Si seguimos así, vamos muy mal”. A lo que hace unas horas agregó: “¡Ojalá pudiéramos librarnos de los extremistas!”.
Pero la sana aspiración a que los venezolanos encuentren una salida cívica, pacífica, a la honda crisis que afecta su país, no debe conducir a que los oposicionistas cierren los ojos ante cualquier intento manipulador del régimen.
La excarcelación por Maduro de varios presos políticos parece apuntar en este último sentido. No se plantea liberarlos a todos —medida elemental, ineludible en cualquier intento serio por solucionar una situación crítica—; no aparece beneficiado por la medida el ya mencionado Leopoldo López —el preso de conciencia más emblemático de todo el mundo—. La medida se aplicó únicamente a un grupito de cinco, seleccionados de modo arbitrario por las mismas autoridades.
No por gusto el diario oficialista cubano Granma del pasado martes, en un extenso trabajo de su enviado especial Dilbert Reyes Rodríguez, expresa su apoyo a lo que llama un “diálogo posible”. Los castristas, cuyo influjo es determinante dentro del actual gobierno de Caracas, expresan así su apoyo a una medida que no habría sido adoptada de no haber contado de antemano con su anuencia. Aplican, pues, aquella frase de “haz lo que digo, y no lo que hago”. Aplauden en Venezuela un intercambio con la oposición, algo que en la misma Cuba no quieren ni entrar a considerar…
Pero, más allá de cualquier intento manipulador, medidas como el recién comenzado Diálogo Nacional adquieren su propia dinámica. Parece razonable pensar que, en medio del desastre en el que está sumida la Patria del Libertador, la salida a la crisis pase por un convenio entre demócratas y chavistas. Si no con la generalidad de estos últimos, sí al menos con su sector menos extremista.
En ese contexto, la sensatez indica que el inicio de este proceso tendrá consecuencias irreversibles para las fuerzas bolivarianas. Incluso si no se alcanza un acuerdo constructivo con los representantes oficiales del régimen de Maduro, cabe esperar que el proceso ahora iniciado propicie un acercamiento entre los oposicionistas y los sectores más moderados del oficialismo. Si el presidente negocia con los que hace unas semanas llamaba “pitiyanquis”, ¿por qué no habrían de hacer lo mismo otros chavistas!
Por fortuna, todo indica que la Mesa de la Unidad Democrática se mantiene alerta. Previniendo que el gobierno quiera utilizar el Diálogo sólo para ganar tiempo, Ramos Allup ha alertado que si no se obtienen resultados en “pocos días”, el proceso cesará. El ex candidato presidencial Henrique Capriles ha sido más tajante, al fijar como fecha tope el ya cercano 11 de noviembre, día de la próxima reunión plenaria del Diálogo Nacional.
MIAMI, Estados Unidos.- El mandatario venezolano Nicolás Maduro ha dicho que está dispuesto a ofrecer la posibilidad de efectuar elecciones generales a finales de 2017, dijeron fuentes familiarizadas con la situación citadas por el diario el Nuevo Herald.
Una fuente que conversó con el Herald dijo bajo condición de anonimato que “el gobierno está ofreciendo ir a unas elecciones generales en diciembre del 2017, y para eso ellos cederían algunos espacios”.
De esa forma, Maduro intentaría frenar los esfuerzos de la oposición, que domina el Parlamento, para removerlo del cargo. La Asamblea Nacional podría sancionar esta semana al inquilino de Miraflores.
Al mismo tiempo, la oposición y el oficialismo llevan a cabo un diálogo promovido por el Vaticano y que maduro utilizará para presentar formalmente la propuesta de elecciones en 2017, aprovechando la oportunidad para desinflar las maniobras para destituirlo, según juzga el diario miamense.
Los espacios que el gobierno chavista permitiría a la oposición servirían para nombrar nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral, agregó la fuente del Herald. Otra manifestó que, aparte de liberar a algunos presos políticos, un acuerdo entre los bandos podría dar pie a que cesen los ataques y las restricciones que el Tribunal Supremo de Justicia, perteneciente al chavismo, ha estado imponiendo a la Asamblea Nacional.
Sin embargo, la oposición debería entonces comprometerse a cesar en su agenda para destituir a Maduro, así como abandonar la investigación acerca de la presunta nacionalidad colombiana del gobernante; algo que, de ser comprobado, podría conducir a que su gobierno fuese declarado ilegítimo.
La Asamblea Nacional, a raíz de que el régimen bloqueó la celebración del referendo revocatorio, declaró la pasada semana que el presidente había roto el hilo constitucional y que estaba efectuando un golpe de Estado por etapas.
Una marcha multitudinaria llegaría este jueves hasta el palacio presidencial de Miraflores para presentar una notificación de destitución a Maduro, emitida por la Asamblea Nacional, argumentando que el presidente cometió actos que equivalen al abandono debido a su incumplimiento con la Constitución.
El chavismo tradicionalmente ha impedido que las manifestaciones opositoras lleguen al palacio de gobierno luego del golpe de Estado de 2002, cuando Hugo Chávez fue depuesto por algunos días.
La marcha opositora fue anunciada luego del inicio sorpresivo del proceso de diálogo, que hasta ahora ha logrado establecer una agenda de discusiones. Algunos temen que esto último provoque que algunos dirigentes de la oposición abandonen la idea de la declaratoria contra Maduro.
Las negociaciones comenzaron el domingo y terminaron la madrugada del lunes con un acuerdo para bajar de tono la lucha política en Venezuela. Se instalaron asimismo cuatro mesas de diálogo, para abarcar temas como derechos humanos y economía.
Venezuela atraviesa por un profunda crisis tanto económica como social, con creciente violencia e inflación.
“Nuestro gran temor es que el diálogo solo oxigene al gobierno”, declaró Freddy Guevara, coordinador de Voluntad Popular, uno de los mayores partidos políticos de Venezuela. No todos los opositores ven con agrado la propuesta de diálogo.
En tanto el diputado Elías Jaua, uno de los negociadores chavistas, declaró: “Nosotros insistimos en que el diálogo es fundamental para llegar a un proceso electoral así, nadie va a reconocerle la victoria a nadie, sería la profundización del conflicto que peligrosamente pudiera llegar a etapas superiores de violencia”.
Como mediadores del diálogo estarán un enviado del vaticano y los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana). El próximo encuentro será el 11 de noviembre próximo.
Si bien el Vaticano y varios líderes políticos iberoamericanos se han mostrado positivos en cuanto al diálogo, otros observadores opinan lo contrario desde el exterior.
El director ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy, Carlos Sánchez Berzaín, se preocupa porque la agenda de dialogo no incluyó lo que a su juicio constituye el único tema que en realidad debería estar siendo discutido por la oposición, después de que la Asamblea Nacional declaró que Maduro se había convertido en un dictador.
“El único objeto aceptable para el pueblo venezolano y la oposición es discutir cómo se va Maduro. No creo que esté en tela de juicio la discusión de si se va o no se va, porque esa opción ya la jugó Maduro al impedir el referendo revocatorio, con lo cual rompió el sistema democrático”, dijo Sánchez Berzaín.
“Es muy importante para el pueblo venezolano que la oposición fije, a la brevedad posible, que el objeto del diálogo es la salida de Maduro y que lo que se está discutiendo es el cómo”.