Ester Lafita y su esposo, ambos enfermos, viven desamparados por del gobierno
written by CubaNet | viernes, 15 de octubre, 2021 4:37 pm
MIAMI, Estados Unidos.- Ester Lafita Peña lleva 29 años viviendo junto a su esposo en una casa de manera que no tiene las más mínimas condiciones. Según contó a las cámaras de Palenque Visión una parte de la vivienda era de guano, pero tras el paso del huracán Matthew en 2016 todo “se desarmó”.
Después de la calamidad el gobierno de su municipio le dio un subsidio para reparar el inmueble, pero hasta el día de hoy no ha recibido ni un solo material, señaló.
“El subsidio inicialmente había sido para hacer la casa de bloques, pero repartieron los materiales” y a ellos no les dieron nada, así llevan varios años.
Ester cuenta que el techo que tiene en la cocina se lo dieron luego de rogarle a las autoridades.
Ella y su esposo son personas enfermas, él ya no camina y hay que ayudarlo para todas las actividades. Tiene el Parkinson, una enfermedad degenerativa que lo ha dejado sin poder caminar.
Ambos subsisten con la chequera de Ester, que es de 1 528 pesos al mes, pero asegura que eso no le da para nada. “Solo sirve para lo que se pueda comprar, y de ahí tengo que sacar 200 pesos al mes que junto a otros 200 que la familia nos da son para pagarle a una mujer que me ayuda a cuidarlo”.
Ester contó que tiene problemas del corazón, casi no puede sostener en las manos un vaso de agua, además es diabética y no ve bien de un ojo.
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Cuba y la falacia castrista de que “nadie quedará desamparado”
written by Gladys Linares | viernes, 15 de octubre, 2021 4:37 pm
Foto del autor
LA HABANA, Cuba.- En Cuba, luego de cada desastre natural que nos afecta año tras año, los dirigentes no cesan de cacarear el gastado estribillo de que “nadie quedará desamparado”. No obstante, esa muletilla no son más que palabras huecas. Cada año, al llegar las lluvias intensas, o al ocurrir un terremoto, o tras el paso de un tornado o un huracán de mediana o gran envergadura, decenas, si no cientos de cubanos pierden sus casas y pertenencias.
En ese caso están los hermanos María Miranda González, de 60 años, inválida, y Pedro Miranda González, de 55, ciego y retrasado mental, ambos del Kilómetro 7, Las Polleras, en el consejo Herradura, municipio Consolación del Sur, provincia Pinar del Río. Según refiere su sobrina, Kenia Soca Miranda, ellos vivían en San Andrés, municipio La Palma. Hace diez años perdieron su casa –ya en mal estado– a causa de un derrumbe total durante un ciclón. Su hermana y tutora legal, Martha Miranda González, logró que los ubicaran en una facilidad temporal que al pasar de los años se destruyó también (una facilidad temporal es una especie de vivienda rústica de madera, piso de cemento y techo de zinc que se construye con la finalidad de albergar provisionalmente a los damnificados).
Un vecino sensibilizado con su situación les hizo el favor de prestarles la casa por un año, pero de eso hace tres y ya necesita regresar a su hogar. María y Pedro están a punto de quedarse en la calle a menos que les den una vivienda o medios para fabricarla. Kenia lleva años sumida en enmarañados trámites para conseguirles un subsidio sin lograr que se lo aprueben. Afirma que el delegado del Poder Popular de Herradura, Héctor Granda, le negó la ayuda alegando que no había recursos “ni para un temporal”. Posteriormente acudió al primer secretario del Partido Comunista (PCC), Julio Acosta González. Este funcionario desestimó su petición arguyendo que no había presupuesto para hacerles una vivienda ni casa para entregarles.
Asimismo los han desamparado otros funcionarios de instituciones públicas y organizaciones político-administrativas de Cuba como Vivienda, Seguridad Social, etcétera. Tras el fallecimiento este año de su hermana Martha, María y Pedro no tienen cuidadores. Tampoco reciben asistencia social de ninguna clase. Durante más de tres años no los han visitado ni trabajadores sociales ni médicos de familia. Viven en condiciones insalubres, con sendas chequeras que, según su sobrina, apenas les alcanzan para comprar sus medicamentos (suman 475 pesos entre los dos). Hasta el momento no tienen agua potable, pues la conexión les queda muy lejos de la casa y no pueden pagar pipas (camiones cisterna), que es el método al que acude el resto de los vecinos, pues el precio por llenar cada tanque es de 80 pesos.
En Cuba existen innumerables casos como este. La cantidad que llega a la prensa no es más que la punta del iceberg. En su mayoría quedan en la oscuridad, ignorados por dirigentes de todos los niveles, cuando parte de sus obligaciones debería ser salir a buscarlos y asegurarse de que no quede nadie sin recibir ayuda. Así pues, a su habitual modo cínico y macabro, nuestros dirigentes tienen razón: esos y otros cientos de ciudadanos que hoy viven una realidad similar a la de Pedro y María, esos cubanos que se encuentran en situaciones vulnerables, no “quedarán” desamparados. Siempre lo han estado.
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Comedores para desamparados en Cuba: las dos caras de la moneda
written by Anderlay Guerra | viernes, 15 de octubre, 2021 4:37 pm
Desamparada, sin piernas, y sobreviviendo entre ruinas (vídeo)
written by Serafín Morán Santiago | viernes, 15 de octubre, 2021 4:37 pm
LA HABANA, Cuba – A sus 56 años, Moraima Bello Hernández parece haber tocado fondo. Sus piernas fueron amputadas de los muslos hacia abajo muchos años atrás, cuando contrajo una extraña enfermedad que terminó en una gangrena, durante una “misión internacionalista” en Angola. Ahora intenta caminar como puede porque su silla de ruedas le fue robada, seis meses atrás.
Moraima no tiene quien la atienda. Sus hijos no la ven ya. Hipertensa y sola, deambula por las calles pidiendo comida porque lo único que hace el Estado por ella es darle una chequera de ciento cincuenta pesos al mes. Nada más. Ni siquiera la silla que le robaron, que fue donada por la Liga Evangélica de Cuba.
Su casa se cayó y ella escapó de milagro, según cuenta. Moraima Bello quiso decirnos su historia, que, desgraciadamente, no es la única de su tipo de Cuba aunque la propaganda oficialista se dedique a hacer creer lo contrario.