Dulceros, un negocio amargo


LA HABANA, Cuba- Los pregones callejeros que anunciaban dulces van disminuyendo a medida que los vendedores optan por pasar a la ilegalidad. No obstante, la cantidad de cubanos que se dedican a confeccionarlos y venderlos por cuenta propia se mantiene o incluso aumenta.
Para realizar este pequeño reportaje conversamos con muchos dulceros y vendedores callejeros de este producto. Los testimonios fueron muchos y diversos, pero en lo que sí coincide la mayoría es en que no quieren que se publiquen sus nombres. Sin embargo, siempre puede encontrarse algún cuentapropista que se arriesga a dar la cara.
Uno de los entrevistados que aceptó identificarse fue Alfredo Mier Echevarría, de 38 años, quien decidió legalizar su trabajo privado en el año 2013.
Cuenta Mier Echevarría: “Llevo alrededor de 10 años haciendo dulces; pero decidí establecer el negocio en mi casa y entonces fue que saqué la licencia de trabajo por cuenta propia”.
Al comentarle a Alfredo sobre el incremento de los dulceros ilegales, explicó: “Mira, el problema de legalizar el trabajo privado, además de los impuestos y las licencias, que son altos, es que la materia prima la tienes que adquirir a precios muy elevados en los mercados estatales, y cuando sacas la cuenta lo que te queda es un salario para sobrevivir; por eso, mucha gente prefiere arriesgarse en la ilegalidad”.
Mier Echevarría añade: “Yo pago mensualmente 430 pesos (unos 19 dólares) por la licencia; otros 87.50 pesos de seguridad social y, además, el 10 por ciento de impuesto sobre la venta. Mi ganancia mensual no pasa de los 700 pesos, o sea unos 28 dólares. Como puedes ver, a pesar de lo mucho que trabajamos, los cuentapropistas no ganamos mucho más que cualquier asalariado, y eso no todos están dispuestos a aceptarlo”.
Sin embargo, otro de los motivos de la proliferación de los dulceros, ilegales o con licencia, es la limitada oferta y los elevados precios de este producto en los comercios estatales.
Francisco (Paco) Iglesias Ríos, un maestro dulcero retirado que ejerció el oficio durante 47 años, refiere que “las dulcerías que venden en divisas no hacen cakes grandes o con decoración elaborada; y si existiera alguna el precio sería impagable. Luego, están las dulcerías regulares que han instalado en las panaderías, pero ahí, además de la falta de recursos, la calidad de los productos es mala. Yo no tengo dudas que el trabajo privado, a pesar de todas las dificultades, es lo que está evitando que la caldera de la rebeldía social explote”.
Las causas de que muchos prefieran trabajar ilegalmente van más allá de los impuestos abusivos y el acoso de los inspectores.
Un trabajador del sector privado, que lleva 15 años realizando diferentes labores y pidió no revelar su identidad, reveló lo que considera “lo más doloroso y frustrante” de los que buscan una vida mejor a través del trabajo honrado.
Este hombre de 64 años, que actualmente es propietario de una pequeña dulcería, afirma: “El gobierno es un verdugo de brazo largo y vergüenza corta. Fíjate, hay una crisis laboral tremenda, y habrá más, porque los salarios que paga el Estado son una burla. El cuentapropismo y las gestiones a nivel personal están apuntalando el fracaso económico del socialismo; pero nosotros, los particulares, no podemos crecer y expandirnos, porque en cuanto muestras un poco de prosperidad en tu negocio te derriban, te acusan de enriquecimiento ilícito y te crucifican”.