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Los éxodos masivos de los cubanos

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SAN JUAN , Puerto Rico.- En estos momentos tiene lugar una oleada migratoria de cubanos que salen de la isla buscando la libertad y el progreso que la dictadura castrista les niega en su propio suelo. Según cifras del US Customs & Border Protection (USCBP, por sus siglas en inglés) también conocida como la Patrulla Fronteriza, en 2020 entraron a Estados Unidos 14 015 cubanos, en 2021 la cifra ascendió a 39 303, y en lo que va de año 2022, desde el 1ro de octubre cuando comienza el año fiscal en Estados Unidos, unos 47 431 ciudadanos cubanos han entrado al país…y siguen llegando.

No es la primera vez que esto ocurre en Cuba. Recordemos los éxodos masivos de Boca de Camarioca, en 1965, el de El Mariel en 1980 y el de la Crisis de los Balseros en 1994.

Curiosamente, estas salidas masivas de cubanos suelen ocurrir después de que dentro de Cuba ocurre alguna crisis que genera un estado de tensión y descontento popular.

En Cuba, para los años anteriores a 1965 existían grupos de guerrillas anti-castristas que desde los comienzos de los 1960 venían luchando por la libertad. Las cárceles estaban repletas de presos políticos. Los fusilamientos (o, mejor dicho, puesto en su real perspectiva: los asesinatos de opositores en el paredón) se producían a diario en todo el territorio nacional, mientras que el descontento y malestar en la población se incrementaba cada día más. De ahí que el régimen permitió la salida masiva de embarcaciones hacia Estados Unidos por Boca de Camarioca, en la costa norte de la provincia de Matanzas.

En 1980 se produjo la salida masiva de El Mariel. Esta surge justo después de la crisis de la Embajada de Perú en La Habana, a donde miles personas ingresaron para pedir asilo.

La crisis de los balseros en 1994 sucedió pocos días después del llamado Maleconazo, cuando el pueblo de La Habana se lanzó a las calles para protestar contra los abusos de la dictadura castrista y acto seguido el régimen abrió las puertas para que todo el que quisiera irse del país por mar en frágiles embarcaciones lo hiciera.

Ahora está ocurriendo una nueva oleada de migrantes, que acontece justo tras las masivas protestas del 11 de julio de 2021 y la convocatoria a manifestarse del 15 de noviembre pasado. Actualmente las fuerzas militares y policiales de la tiranía castrista han desplegado una fuerte campaña represiva contra el pueblo cubano. Y como parte de esta maquiavélica jugada, el pasado 21 de noviembre el régimen acordó con el gobierno dictatorial de Daniel Ortega en Nicaragua que los cubanos puedan entrar a ese país sin visa para que de ahí emprendan su riesgoso camino hacia la frontera de México con Estados Unidos.

Se trata de un patrón operativo-represivo que el régimen de La Habana suele aplicar tras las crisis sociales y políticas en la isla, consistente en incrementar la represión y crear un estado de terror y zozobra entre los ciudadanos para luego, sutilmente, fomentar un éxodo masivo de los cubanos descontentos con el régimen. En otras palabras, se trata de una estrategia orientada a abrir una válvula de escape para quitarse de encima la presión popular y eliminar del escenario político nacional a sus opositores sacándolos del país. Esa estrategia también la hemos visto recientemente aplicada por el dictador Nicolás Maduro en Venezuela.

En el entremedio de esas crisis migratorias, las salidas de cubanos del país han sido una constante. La causa de este mal esta indudablemente en la dictadura castrista, ante su obstinación de preservar un sistema económico estatizado, ineficiente e improductivo que solo genera miseria y pobreza para el pueblo, que a su vez está sometido bajo un régimen represivo de total conculcación de las libertades y derechos humanos con el fin de perpetuar en el poder absoluto a una enriquecida y minoritaria oligarquía dictatorial. Una situación que hace de Cuba un país invivible para los cubanos de a pie, por eso las salidas masivas de cubanos al exterior y la posibilidad de explosiones sociales siempre están latentes en el país.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Camarioca 53 años después: la huida de nunca parar

Cubanos escapando por Boca de Camarioca, 1965 (abc.net.au)

LAS TUNAS.- El éxodo de Camarioca cumple 53 años por estos días. Los cubanos que entre el 28 de septiembre y el 15 de noviembre de 1965 dejaron atrás su patria, buscando refugio en Estados Unidos, recordarán cuando en toda Cuba, un nombre, Camarioca, corrió de boca en boca.

Pero el nombre de ese diminuto punto en la geografía cubana no sólo iba y venía dentro de Cuba, sino también al otro lado del Estrecho de la Florida, resoplando aires de resaca en la Casa Blanca, en Washington D.C.

Los cubanos, que silenciosos o bullangueros comenzaron a huir de Cuba repletando aviones y lanchas desde el 1ro de enero de 1959, hoy día prosiguen huyendo por medios y métodos inimaginables. Cabe preguntarse: ¿Por qué?

Si en la madrugada del 1ro de enero de 1959 la huida comenzó por el dictador Fulgencio Batista y sus allegados, pocos meses después, huían quienes, acompañando a Fidel Castro con las armas en las manos o la fuerza de sus billeteras, habían hecho huir al general Batista. Era (es) la huida de nunca parar.

La Crisis de los Misiles de octubre de 1962 puso fin a todos los vuelos desde y hacia Cuba. Si antes la vía del mar era accesoria, a partir del cese de los vuelos la ruta marítima fue el único camino para irse de Cuba.

Las autoridades castristas tipificaron como delito contra la seguridad del Estado la “salida ilegal del país”, condenando con hasta cinco años de cárcel a quienes sencillamente, se montaban en un bote para irse de Cuba.

Conocí a un señor, médium, por cierto, al que mi padre jocosamente llamaba “El hombre de los clavos de hierro”. A falta de clavos de bronce, cobre o aluminio, construyó su bote con clavos de hierro; la evidencia para inculparlo de “salida ilegal” fue precisamente construir una embarcación con material oxidable; “esa chalana fue construida para un solo viaje y es obvio cuál era su destino”, dijo la Seguridad del Estado.

Historiadores hay, incluso estadounidenses, que achacan la estampida de los cubanos al embargo de Estados Unidos a Cuba. No digo que no, pero a esa mesa de cuatro patas por lo menos le faltan tres apoyos.

El castrismo imputa sus cuitas al “bloqueo” (embargo) olvidando que, si en 1959 desposeyó la clase adinerada y media en Cuba, con la Segunda Ley de Reforma Agraria de octubre de 1963, en un país de economía agrícola liquidó la propiedad rural de colonos, la agroindustrialmente productiva, haciendo de Cuba una nación parásita de los rusos y sus satélites, militarista, policial, y abúlica en sí misma.

Miles de cubanos como “El hombre de los clavos de hierro”, burlando el acoso policial procuraron hacerse a la mar. La situación, bochornosa, hizo a Fidel Castro abrir la talanquera procurando un bumerang político. Era el 28 de septiembre de 1965. La crisis de Camarioca se había desencadenado.

En lo adelante, libremente, los cubanos que querían irse podían hacerlo; cualquier barco podía venir de los Estados Unidos a recoger familiares o amigos al puerto de Camarioca. “Ahora los imperialistas tienen la palabra, vamos a ver qué hacen o qué dicen”, dijo Fidel Castro a la administración del presidente Johnson, en un reto sin precedente.

“Los estadounidenses daremos la bienvenida al pueblo cubano. Las mareas de la historia son fuertes, y llegará el día en que puedan regresar a su tierra natal para encontrarla limpia de terror y libre de miedo”, dijo el presidente Johnson cinco días después, el 3 de octubre de 1965, en respuesta a Fidel Castro.

Desacuerdos hubo entre el gobierno del presidente Johnson y Fidel Castro, pero la primera crisis migratoria producida en Cuba con la que debió lidiar una administración estadounidense, había sido satisfactoriamente resuelta para bien de la familia cubana.

Si miles de cubanos elucubraban cómo irse de Cuba y aligerando la presión de sus calderas sociopolíticas el 28 de septiembre el castrismo dio el grito de sálvese quien pueda, ya para mediados de octubre de 1965 unos 300 cubanos llegaban diariamente a Florida de forma ordenada y segura.

Por el puerto de Camarioca, abierto hasta el 15 de noviembre, en embarcaciones privadas salieron de Cuba 2979 exiliados. Posteriormente, en embarcaciones alquiladas por el gobierno de los Estados Unidos, 2104 cubanos más saldrían de su país.

Quince días después, a partir del 1ro de diciembre de 1965, el gobierno de Estados Unidos comenzó a operar dos vuelos diarios, Miami-La Habana, cinco días a la semana. En el primer año, esos vuelos transportaron 45 mil cubanos rumbo a Estados Unidos.

Cuando en abril de 1973 la operación de rescate aéreo concluyó, promovido por el éxodo de Camarioca 260737 cubanos habían emigrado a suelo estadounidense según los acuerdos migratorios de noviembre de 1965.

Pero las salidas por Camarioca y el acuerdo migratorio de noviembre de 1965 sólo serían el preámbulo de lo que el presidente Johnson llamó, dar “la bienvenida al pueblo cubano”, traducida como la Cuban Adjustment Act (Ley de Ajuste Cubano de 2 de noviembre de 1966).

“Limpia de terror y libre de miedo”, fueron en 1965 las premisas del presidente Johnson para que un día los cubanos pudieran “regresar a su tierra natal”.

Pero luego de más de medio siglo de pronunciadas esas palabras, lejos de regresar a su tierra, los cubanos prosiguen huyendo de Cuba, incluso, los nacidos en 1994 cuando la Crisis de los Balseros. ¿Por qué?

Ahora los cubanos a diferencia de otros inmigrantes que sólo van a países desarrollados, huyen hacia cualquier lugar del mundo donde puedan realizar los derechos humanos básicos que no consiguen en Cuba, sólo no van tras el “sueño americano”.

Ahora los cubanos no sólo huyen a Estados Unidos, donde a 90 millas, miles, quizás millones de ellos, tienen abuelos, padres, madres, hermanos, hijos, nietos, sobrinos, primos, suegras, cuñados, amigos…, dispuestos a prestarle ayuda como siempre hizo la familia cubana.

Difícil reencuentro: para gusto del general Raúl Castro, saliendo de la Casa Blanca míster Obama tiró en las narices de los “pies secos” la puerta que el presidente Bill Clinton dejó abierta.

¿Es el embargo de Estados Unidos el que prohíbe a los cubanos realizarse como seres humanos y huir de Cuba? Por supuesto que no.

La élite castrista que se dice socialista reside en mansiones, ruedan automóviles flamantes y va con la barriga llena, mientras el pueblo, por cierto, los que más aplauden a esa élite, viven en casas desvencijadas, se apretujan en transportes como ganado y comen lo que le caiga a mano.

Pero si los aplaudidores del castrismo como esposas masoquistas defienden los maridos que les entran a palos, ¿quién lo va a impedir? Nadie, ¿no?, pueden aplaudir, con sus propias energías, criando ganado en las tierras expropiadas, no tienen por qué obligar a quien no quiere vender que venda a crédito, a desacreditados.

Para los cubanos que no aplauden al castrismo y quieren irse de Cuba, 53 años después, Camarioca sigue siendo un precedente. Ellos no serían una carga para el gobierno de Estados Unidos ni para sus familias cubano-estadounidenses. Basta que los recién llegados de ayer encaminen a los recién llegados de hoy; ellos se abrirán camino por sí mismos, ensancharan pueblos, haciéndolos ciudades, como otros cubanos hicieron grande a Miami. ¡Lástima! En ese renacer Cuba se hará más pequeña si no cambia.