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Lizt Alfonso: “Aquí hay espacios para todo el mundo, no puede ser que para unos sí y para otros no”

Lizt Alfonso

MIAMI, Estados Unidos. – La coreógrafa cubana Lizt Alfonso, en una reciente entrevista concedida al medio oficialista OnCuba, compartió sus puntos de vista sobre el papel de los artistas en la sociedad y la necesidad de unir a las personas a través del arte. Alfonso enfatizó la importancia de la verdad, la libertad y el amor en la creación artística y cómo estos valores pueden influir en la sociedad y en la política.

Durante la entrevista, hizo referencia a las históricas protestas antigubernamentales de julio de 2021: “Recuerdo que cuando los sucesos de julio de 2021 escribí en mis redes ‘Cuba es madre’, y a partir de ahí desarrollé mi idea. Aquí hay espacios para todo el mundo, no puede ser que para unos sí y para otros no. Una madre acepta por igual a todos sus hijos”, aseguró.

Alfonso también lamentó la falta de reconocimiento institucional hacia su compañía. Específicamente dijo que no era “todo lo reconocida y aupada que debería por parte de las instituciones culturales”, aunque “sí por el pueblo”.

“Nosotros cumplimos 30 años de fundados y no hemos recibido felicitación de ninguna institución. Por lo tanto, ya no espero nada. Pero sigo haciendo porque ese es mi deber, es lo que amo y es lo que trato de transmitirle a los que vienen detrás”, abundó.

En otro momento, subrayó la capacidad de los artistas para transmitir mensajes importantes y conectar a las personas en todo el mundo. “Si los gobernantes en el mundo fueran inteligentes trabajarían muy unidos a los artistas, porque nosotros podemos lograr cosas que un gobierno directamente no puede solo”, agregó. 

Para la coreógrafa, los artistas tienen el poder de trascender las barreras políticas y sociales, como lo demuestran sus propias experiencias actuando en la Casa Blanca y en Israel.

Alfonso sostiene que los artistas no deben ser dictados por la política, sino que deben ser movilizados por lo que es mejor para la humanidad: “que no haya guerra, que haya libertad, que haya comida para todo el mundo”. 

También resaltó la importancia del amor y la verdad en el arte, señalando que si la gente se diera “un poquito más de amor, otro gallo cantaría, e incluso si el mundo estuviera gobernado por más mujeres, también”.

La coreógrafa hizo referencia a la crisis social y migratoria en Cuba, que ha afectado a su compañía de danza, y cómo aborda estos temas en su obra Habana Fénix. Alfonso compartió su experiencia personal con la separación familiar y expresó su deseo de ver cambios en el país: “si sabemos que está ocurriendo, que no estamos haciendo las cosas correctas, ¿por qué no cambiar para que esto no ocurra más?”, se preguntó.

Para Alfonso, la clave para reconstruir Cuba es la unidad y la determinación de su gente: “Solo tenemos que unirnos todos nosotros. No distraernos con cortinas de humo de ningún tipo. Enfocarnos en que en nuestras manos está hacer una Cuba mejor”. 




Cubana Lizt Alfonso entre las 100 mujeres más influyentes de 2018 para la BBC

Lizt Alfonso, directora de la compañía de Ballet que lleva su nombre. Foto Facebook

MIAMI, Estados Unidos.- La bailarina y coreógrafa cubana Lizt Alfonso fue incluida por la British Broadcasting Corporation (BBC) en la lista de las 100 mujeres más influyentes de 2018, publicó este lunes ese medio británico.

La directora del Ballet que lleva su nombre fue reconocida en el escaño número 4 por haber “creado una compañía de danza fusión reconocida internacionalmente” tras su presentación “en cientos de ciudades de todo el mundo”.

Algunos reconocen que el auge que Lizt Alfonso experimentó fue gracias al empuje dado por la Administración Obama, pues la artista fue por la Casa Blanca a la ceremonia de premiación de 12 programas extracurriculares de artes y humanidades que contribuyeron en la formación de jóvenes residentes en comunidades vulnerables de Estados Unidos.

En ese entonces primera dama, Michelle Obama entregó personalmente una mención especial internacional para el Ballet Lizt Alfonso, en un acto promovido por la Comisión Presidencial para las Artes y Humanidades.

En la selección publicada también aparecen figuras como la escritora chilena Isabel Allende, la abogada peruana Cindy Arlette Contreras, la opositora venezolana María Corina Machado, la fiscal salvadoreña Ana Graciela Sagastume López, la estudiante y activista guatemalteca Joseline Esteffania Velasquez Morales, la política mexicana Claudia Sheinbaum Pardo, la comediante colombiana Ophelia Pastrana y la periodista venezolana Valentina Quintero.

La BBC da a conocer cada año la lista de las que considera las “100 mujeres más inspiradoras e influyentes del mundo”. Este año, la lista incluye a féminas entre los 15 y los 94 años, procedentes de 60 países, elegidas en base a sus aportes en distintas áreas, desde la política hasta el deporte y la cultura, ya sea “como líderes, pioneras y heroínas cotidianas”.




‘Cuba vibra’ al compás del ballet Lizt Alfonso

Bailarines interpretando el rocanrol (Foto: Ana León)

LA HABANA.- La sala Avellaneda del Teatro Nacional acogió durante el pasado fin de semana el espectáculo Cuba vibra, de la prestigiosa compañía Lizt Alfonso Dance Cuba; tres presentaciones que dejaron al público con ganas de repetir un merecido homenaje a las tradiciones músico-danzarias y la cultura popular cubanas.

Con música en vivo, interpretada por la carismática Yaima Sáenz y su grupo, Cuba vibra fue un viaje a la música cubana de los años 50 del siglo XX, momento de oportunas fusiones donde confluyeron ritmos como el son, la rumba, el danzón, el mambo, el chachachá, el jazz, el rocanrol y ese maravilloso movimiento de la cancionística cubana conocido como feeling. Desde el canto, el baile y la actuación se reconstruyó una época dorada, que trajo de vuelta los clásicos de siempre para ser aclamados por un auditorio variopinto que ve en el ballet de Lizt Alfonso un armonioso concilio de las preferencias musicales más diversas.

En sentido general, fue un espectáculo muy bien concebido cuya excelencia descansó, fundamentalmente, en la música en vivo. Algunos detalles redondearían el resultado final, otorgándole mayor prestancia con miras a futuras actuaciones fuera de la Isla, pues Cuba vibra tiene todos los ingredientes necesarios para venderse con éxito en la arena internacional.

Para el público y la prensa hubiera sido de gran ayuda un programa de mano que explicara, más allá del obvio tributo a la música cubana, el orden lógico de toda la obra. Algunas coreografías, no obstante su impecable ejecución, violentaron un marco temporal delimitado por el mambo, el rocanrol y el chachachá. El ambiente de la década de 1950 cedió paso abruptamente a pasajes folclóricos que parecían justificarse más por voluntad comercial que por la omnipresencia de las raíces africanas en los ritmos cubanos.

Una nota del Consejo Nacional de las Artes Escénicas previa al estreno de Cuba vibra, la definió como un “sugerente recorrido por la música y los bailes que le han dado fama a la Isla desde los años 50 del pasado siglo hasta la actualidad”. Quien aseveró tal cosa no tenía muy claro de qué iba el espectáculo, pues la única época que se distingue claramente en casi dos horas de música, canto y baile, es el decenio de 1950.

Tal vez ese detalle funcione como una metáfora de lo sucedido con la música cubana tras enero de 1959, cuando todo el color, la fusión y la creatividad del último lapso republicano fue sustituido por un efímero amasijo de ritmos emergentes ―Mozambique, Pilón, Dengué, Pa´cá…―, los cuales, no obstante su limitado aporte al acervo nacional, marcaron una época y no estuvieron presentes en el “recorrido” propuesto por la Maestra Lizt Alfonso.

Algunas transiciones no fueron claras, como el paso de la etapa republicana a la era socialista; un contexto clave que solo podía asociarse al pasaje donde todos los bailarines, vestidos con atuendo militar, ejecutaron una marcha rígida y acompasada que introdujo elementos de la danza contemporánea en lo que hasta ese momento había sido una seguidilla de bailes populares elegantemente orquestados.

Tras el “despliegue militar”, una incomprensible regresión al feeling y otro cuadro de folclor, dejaron el recuento en un horizonte pretérito e impreciso. Salsa, timba y reguetón quedaron totalmente descartados, así que Cuba vibra integró varios recursos, pero todos distantes de esta actualidad musical que pocos coreógrafos logran llevar con decoro a las tablas.

Cuba vibra quedó varada en la espléndida década de 1950. En una cuidadosa reconstrucción epocal donde se tuvieron en cuenta todos los elementos ―vestuario, diseño de luces, trabajo coreográfico, música y un apreciable histrionismo por parte de los bailarines―, radica la fuerza de un espectáculo creado para el público más heterogéneo.

Cada pasaje unido por ese lazo temporal fue disfrutado sin esfuerzo, a otros les faltó organicidad y en un par de ocasiones los movimientos en escena recordaron obras de otras compañías cubanas de danza contemporánea vistas en fechas recientes. De no haber sido por la música, el espectáculo se hubiera agotado mucho antes del final.

La versatilidad de músicos y bailarines, la atmósfera tan delicadamente evocadora y la maestría con que fue preparado el show en general, compensó los pasajes inconexos y las imprecisiones que surgen cuando intérpretes mejor entendidos en géneros populares se aventuran hacia las complejidades del ballet clásico.

Con algunos retoques, Cuba vibra podría ser el próximo éxito de Lizt Alfonso Dance Cuba, una compañía que continúa renovándose sobre la base del flamenco, el folclor, la danza clásica y la música popular bailable para acercar a las nuevas generaciones al pasado de una Isla que, años atrás, llegó a convertirse en la capital musical del mundo.




‘Latido’, un estreno del ballet de Lizt Alfonso

LA HABANA, Cuba.- Con un éxito de público que podría considerarse discreto —sobre todo si se compara con el furor generado por espectáculos como Vida o Amigas—, concluyó la más reciente temporada del ballet Lizt Alfonso Dance Cuba. Este fin de semana el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” acogió la última función de la obra Latido; un estreno algo distinto dentro del quehacer de la compañía.

La prestigiosa coreógrafa había advertido, durante una entrevista con los medios de prensa oficiales, que se trataba de un ballet diferente, un reto para el público y los propios bailarines. Latido es el resultado final de un año de trabajo arduo y mancomunado entre Lizt Alfonso, su staff y el músico César López. Aunque mantiene el concepto que identifica a la compañía, Latido combina los aires españoles con la danza contemporánea, el folclor y el ballet clásico para construir una interesante historia acerca del amor, las distancias, la muerte y la correspondencia ineludible entre lo efímero del presente y la voluntad de vivir cada día con intensidad.

Podría decirse que en Latido hay cabida para el complejo vaivén de las relaciones humanas y conforma, en general, una visión de las misteriosas formas en que el amor se hace real. No es coincidencia que el estreno tuviera lugar en el mes del activismo contra la homofobia, y probablemente haya sido la única expresión artística esencialmente solidaria con el propósito de respeto y aceptación de la diversidad sexual.

El novedoso planteamiento danzario se hizo evidente desde los primeros compases, animado por la actuación en vivo de músicos excelentes, cultivados en los predios del jazz. Cada coreografía fue ejecutada con la elegancia y el brío comunes a los bailarines de una compañía que luce renovada y, a la vez, dueña de la madurez creativa imprescindible para dar otro salto cualitativo y conceptual.

Aunque el estreno de Latido no logra competir con el éxito alcanzado por producciones anteriores, sigue siendo una obra de danza para el disfrute de todo tipo de público, desde los más exigentes hasta los que buscan pasar un momento agradable apreciando la buena música y el quehacer de ejecutantes talentosos. Es cierto que se echa de menos la época en que las bailarinas de Lizt Alfonso Dance Cuba parecían espigas que giraban al unísono, como animadas por una marea precisa e invisible; pero con el paso de los años han acontecido exilios, renuncias y maternidades.

Hoy esa perfección no es categórica; sin embargo, cada intérprete sale a escena para demostrar de qué está hecha, honrando el sello de una compañía cuya premisa ha sido la fusión de géneros musicales y danzarios. Una distinción que las hace bailarinas, artistas y seres humanos por partida doble.




Los lazos entre el American Ballet Theatre y el Ballet Nacional de Cuba

Misty Copeland, al centro, bailando con la compañía de Lizt Alfonso (Prensa Latina)
Misty Copeland, al centro, bailando con la compañía de Lizt Alfonso (foto Prensa Latina)

LA HABANA, Cuba.- Resulta sumamente contrastante que, pese a la retórica antimperialista con que el gobierno cubano intenta minimizar la mejoría de las relaciones Cuba-Estados Unidos, siguen sucediéndose pasos por parte de la administración norteña que tienden a consolidar esa nueva situación en lo posible, como por ejemplo en el campo cultural.

Y hay dos hechos que, en la última semana y dentro del mundo de la danza, demuestran bien esa actitud del gobierno norteamericano. Uno es el otorgamiento del Premio Internacional de Honor del Programa de la Juventud de Artes y Humanidades 2016, que otorga el Comité del Presidente de los Estados Unidos para las Artes y las Humanidades, a la escuela Dance Cuba, de Lizt Alfonso, que la reconocida directora recibió en la Casa Blanca de manos de Michelle Obama, primera dama de EU y presidenta de honor de ese Comité.

Según el portal digital Cubarte, perteneciente al Ministerio de Cultura, “el premio reconoce el trabajo que se realiza en Cuba para fomentar el desarrollo de las artes y las humanidades ponderando el valor de la instrucción en las aulas. Esta distinción tiene el propósito de apoyar programas comunitarios de escuelas y artistas que trabajan con niños en todo el mundo”.

Pero quizás resulte más significativo el segundo hecho: la visita a Cuba que, durante cuatro días, acaba de realizar la primera bailarina del American Ballet Theatre (ABT), Misty Copeland, como parte del Programa de Embajadores Culturales y Deportivos del Departamento de Estado de Estados Unidos, que busca promover las relaciones entre las dos naciones.

El ABT, cuna del Ballet Nacional de Cuba (BNC), no había mantenido lazos tan estrechos con esta institución danzaria en el último medio siglo como los que ha sostenido en los seis últimos años. En 2010, durante la edición 22 del Festival Internacional de Ballet de La Habana, esa compañía de Nueva York, la más importante de su tipo en Estados Unidos, visitó nuestro país por vez primera después de cincuenta años.

En aquella ocasión, vino Misty Copeland —también en su primera visita—, que era entonces una de las pocas afrodescendientes en desempeñarse como solista en la renombrada institución. Ese puesto lo ejerció durante casi una década, hasta que en 2015 fue designada para el rol más encumbrado, primera bailarina, que en los 75 años de historia del ABT ninguna otra artista afroamericana había conseguido.

La Copeland es un buen ejemplo del crisol de razas, o melting pot, en que ha sido forjada la nación norteamericana. Nacida en 1982 en Kansas City, con ascendencia africana, alemana e italiana, creció luego en California y se formó, con un tardío inicio, en la Escuela de Ballet de San Francisco.

En su visita de cuatro días como Embajadora Cultural del Departamento de Estado de su país, la destacada artista sostuvo un encuentro con estudiantes de la Escuela Nacional de Ballet, visitó las sedes de las compañías Ballet Lizst Alfonso y Acosta Danza, que dirige Carlos Acosta, de relevante carrera en conjuntos danzarios tan importantes como The Royal Ballet y el propio ABT. Por supuesto, tuvo además una cita obligada con Alicia Alonso, directora del BNC.

La sede de esta última compañía fue, sin dudas, el punto más importante de su itinerario de cuatro días, pues allí la estilizada y pequeña bailarina se reunió con Miguel Cabrera, historiador de la institución, y con bailarines y directivos, aparte de incluirse, vistiendo la sencilla ropa de ejercicio, en una clase que impartió la maestra Consuelo Domínguez en el exclusivo Salón Azul de la casona de Calzada.

Para la Copeland tiene que haber sido una experiencia muy señalada, pues ese lugar ha sido el alma máter de grandes ejemplos de la danza imprescindibles para ella, como José Manuel Carreño o los propios Carlos Acosta y Alicia Alonso, que además tuvieron un alto papel, como ella ahora, en el ABT.

En palabras pronunciadas allí, Miguel Cabrera relató que, de los 40 miembros del conjunto original, solo 16 eran cubanos, pues el BNC, si bien nació por la colaboración de bailarines norteamericanos, no fue “de cualquier compañía, sino del ABT, una compañía de la que Alicia y Fernando Alonso fueron miembros fundadores”, pues habían viajado a Nueva York muy jóvenes para hacerse bailarines profesionales. “Y Alberto Alonso, el padre de la coreografía cubana, también fue miembro de él”.

Luego de esa estancia de Misty Copeland en la legendaria institución, queda allí más esperanza que nunca en que se profundicen los lazos entre los conjuntos de ballet más importantes de los dos países. Según el historiador Cabrera, “el intercambio entre ambas compañías fluye muy natural”.

Pero algunos temen que, con la presidencia de Donald Trump, ese intercambio vuelva a debilitarse.




Michelle Obama premia a la compañía cubana de ballet Lizt Alfonso

Ballet Lizt Alfonso recibe premio de Michelle Obama (foto Cubadebate)
Ballet Lizt Alfonso recibe premio de Michelle Obama (foto Cubadebate)

WASHINGTON, Estados Unidos.- La primera dama Michelle Obama condecoró el martes a 12 programas extracurriculares de artes y humanidades por contribuir en la formación de jóvenes residentes en comunidades vulnerables de Estados Unidos.

La ceremonia de premiación, celebrada en la Casa Blanca, incluyó además una mención internacional para el Ballet Litz Alfonso Danza Cuba, por su aporte al desarrollo de la creatividad juvenil en la isla comunista.

“A través de estos programas los estudiantes se han convertido en poetas y bailarines, cineastas y fotógrafos. Pero aún más importante, se han convertido en líderes de sus escuelas y comunidades”, dijo Obama en la octava y última ocasión que encabezará la premiación.

La mención internacional del premio fue este año al Ballet Lizt Alfonso Danza Cuba, que desde 1992 enseña en La Habana Vieja danza fusión a 1.000 niños y cuya compañía profesional ha realizado giras en los cinco continentes.

Elianys Pérez, que aspira obtener un título de bailarina profesional de danza fusión, relató a AP que durante los 11 años que ha acudido a la escuela ha aprendido “muchas cosas”.

“Además de baile, también nos educan y nos inculcan valores morales, muy importantes para la vida porque nos hace personas mejores”, dijo la estudiante de 16 años.

Lizt Alfonso, fundadora y directora de la compañía que lleva su nombre, atribuyó el premio no solo a al acercamiento diplomático que Estados Unidos y Cuba han llevado adelante desde 2014, sino también a “la presencia continua de nuestra compañía profesional en escenarios estadounidenses desde 2001”.

La Comisión Presidencial para las Artes y Humanidades seleccionó a los 12 ganadores de entre 251 organizaciones nominadas en los 50 estados estadounidenses, por su aporte al mejoramiento de las destrezas de lectura, idioma y gramática, por desarrollar las habilidades artísticas y de comunicación, y por enriquecer el conocimiento cultural.

La primera dama precisó que durante los últimos ocho años, los premios alcanzaron a 100 programas de 33 ciudades y nueve países, seleccionados entre 3.000 postulantes.

(AP)