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Teresa Amarelle Boué, “diputada” por Puerto Padre y otros collares

Teresa Amarelle Boué

LAS TUNAS, Cuba. — Es una verdad de Perogrullo: una caricatura de democracia enmascara a la dictadura castrocomunista en Cuba, y, lo que voy a expresar, es sólo uno de los cientos de ejemplos que muestran cómo se manipulan y coartan los derechos civiles de los cubanos. Puesto que el próximo domingo se realizarán las “elecciones” de “diputados” para conformar la llamada “Asamblea Nacional del Poder Popular”, indignados, vecinos de Puerto Padre me han pedido que escriba este artículo sobre un acto inconcebible de “democracia socialista”: el de hacer elegir como parlamentario de un municipio a quien no tiene ningún vínculo con esa demarcación.

Resulta que la señora Teresa Amarelle Boué, oriunda del otrora central “Francisco”, rebautizado como “Amancio Rodríguez”, en la costa sur de la provincia Las Tunas, ya cumplió un mandato —y va por otro— como “diputada” al Parlamento por Puerto Padre, sin haber poseído en este municipio domicilio reconocido en tiempo pasado o presente ni ascendientes o descendientes. No se le conoce ningún tipo de relación filial, natural, residencial o laboral, más allá de sus cargos provinciales y nacionales en el Partido Comunista de Cuba (PCC) o la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), por lo que no pocos naturales de Puerto Padre —una ciudad cada vez más cochambrosa ante la abulia gubernamental y la estampida de sus ciudadanos— se preguntan: “¿Cómo esta mujer puede representar a un pueblo en el que no nació, ni vivió; en el que no caminó por sus calles para ir a la escuela, y mucho menos, sudó la blusa trabajando? ¿Es que Puerto Padre no tiene hijos que lo representen?”.

Personalmente, pienso que quienes así interrogan, en realidad están despistados y no entienden cómo funciona la “democracia socialista”, diseñada para que una sociedad funcione como las cortinas de humo o los enmascaramientos en los ejércitos. Considero que no sólo la “diputada por Puerto Padre”, Teresa María Amarelle Boué (secretaria general de la FMC, integrante del Buró Político, órgano de dirección superior del PCC, máxima autoridad del Estado cubano, con facultad legislativa y gubernamental), sino todos los “diputados”, de todos los pueblos y ciudades de Cuba, funcionan del mismo modo, y no importa si son hijos queridos o perfectos desconocidos en esas poblaciones.

La razón es muy sencilla: ninguno de esos “delegados” responde a sí mismo ni a sus “electores”, sino a las estrategias trazadas para perpetuar en el poder a la dictadura castrocomunista.

En un país gobernado por un régimen que funciona cual una corporación de monopolios, tanto el “presidente” Díaz-Canel como la “diputada” Teresa no son sino instrumentos, ruedas dentadas en el sistema de transmisión de la llamada “dictadura del proletariado”, que no es sino la prosaica dominación de un grupo con apariencia de magnánimo sobre los desposeídos de siempre. Así lo escribí el ya lejano 20 de agosto de 2020, cuando este mismo sitio, a propósito de un reportaje de la televisión estatal en el que mostraba a la señora Teresa Amarelle haciendo trabajo voluntario en el campo, sembrando maíz a mano, publicó el artículo De la sembradora de Jethro Tull a las botitas de Teresa, en el que expresaba: “Teresa, con sus botitas de goma recortadas al nivel del tobillo, dando pataditas sobre el suelo, una patadita a la derecha, otra a la izquierda, y otra al centro, metiendo uno, dos, tres granos de maíz en el surco, me hizo recordar a Jethro Tull”.

La integrante del Buró Político del PCC, secretaria general de la FMC y “diputada” al Parlamento por Puerto Padre, sembrando maíz a mano como nuestros aborígenes antes de la llegada de Cristóbal Colón a América, me hizo recordar a Jethro Tull, el inventor de la sembradora. Así también deberían recordar todos los cubanos este domingo, cuando los comisarios electoreros del régimen, en una simulación parecida y mostrando solidaridad con el campesino que no tiene sembradora, mientras los burócratas van en automóvil, los convoquen a votar.

Los cubanos solo deben tener presente que en esta isla no hay maíz, arroz, frijoles, plátanos, carne ni leche; mucho menos libertad para producir y comerciar, porque los “diputados” al Parlamento, da igual si son nacidos y criados en la ciudad, o genuinos advenedizos como Teresa Amarelle en Puerto Padre, en lugar de legislar políticas públicas en beneficio de los gobernados, promulgan leyes apalancando a los gobernadores, los vividores de y por el poder. Siendo así, mejor no vote por el conocido ni por el que está por conocer, pues, como dice el refrán: “es el mismo perro con diferente collar”. Y por collar no entienda joya, sino cadena.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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En Cuba, ser diputado y basura…

delagados-octava-legislatura-parlamento-cubano-foto-roberto-suarezLA HABANA, Cuba.- En días pasados la Mesa Redonda de la televisión cubana dedicó su espacio a comentar acerca de la próxima sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular a efectuarse este 29 de diciembre. También se habló de las reuniones de las Comisiones Permanentes de ese órgano, que tendrán lugar los días 26, 27 y 28 del propio mes.

A diferencia de lo que sucede en la mayoría de las naciones, aquí las reuniones de la Asamblea Nacional, ese conciliábulo que quieren semejar a un Parlamento donde actúan los diputados, apenas despiertan el interés de la ciudadanía. La gente sabe que todas las leyes y propuestas sometidas a la consideración de los diputados van a ser aprobadas por unanimidad. Ninguno de los presentes en el cónclave osará cuestionar las indicaciones provenientes “de arriba”.

Esas y otras manquedades en el funcionamiento de nuestro órgano legislativo han provocado que varias voces, entre ellas alguna que otra figura de la intelectualidad oficialista, sugieran ciertos cambios con vistas a “mejorar” tal estado de cosas.

La revista Espacio Laical, por ejemplo, recoge declaraciones en ese sentido del poeta y ensayista Guillermo Rodríguez Rivera, en el artículo “Alas a la imaginación. Cuba 2025”. Sus sugerencias consisten en nominar un número mayor de candidatos a diputados que los que deben ser electos; que los diputados dediquen todo el tiempo a la labor parlamentaria (no como ahora, que solo se reúnen dos veces al año) y reciban un salario decoroso por ello; y que expongan sus proyectos como parlamentarios para que la población cuente con más elementos a la hora de la votación.

Por supuesto que las propuestas del señor Rodríguez Rivera no van a la esencia del problema. Al meollo de la cuestión se acercó un cubano de a pie, vecino de mi edificio, que vio el programa de la Mesa Redonda y quedó decepcionado con los planteamientos de los panelistas.

“Chico, es que esos participantes en la Mesa Redonda”, comenzó expresando mi vecino, “no tuvieron el coraje de decir que aquí ningún Parlamento va a funcionar mientras Raúl Castro y el resto de los altos dirigentes participen, junto con los diputados, en los debates de la Asamblea Nacional. Porque, ¿qué diputado va a criticar al gobierno en esas condiciones? Compadre, cada uno tiene que dedicarse a lo suyo: los gobernantes a gobernar, y los diputados a evaluar a esos gobernantes”.

Y continuó: “Recuerda lo que pasaba en la época de Fidel Castro, cuando las reuniones de la Asamblea Nacional se convertían en un diálogo entre el máximo líder y el diputado al que él le preguntara algo. Y eso no ha cambiado mucho ahora con Raúl”.

A renglón seguido mi vecino hizo una observación que muchos no advierten: “Bueno, ¿y qué me dices de esa costumbre de celebrar un Pleno del Comité Central de Partido Comunista dos o tres días antes de cada sesión de la Asamblea Nacional? Evidentemente, esos Plenos tratan los mismos temas que después serán abordados por los diputados. De esa forma, la cúpula del Partido se pone de acuerdo para contrarrestar cualquier criterio espontáneo de otro diputado que se aparte de la línea gubernamental. Y después dicen que hay democracia”…

Y concluyó el hombre: “Nuestro Parlamento no es más que un formalismo para poner en práctica medidas que, de hecho, ya fueron aprobadas por los mandamases del país. Chico, es que aquí ser diputado y basura es lo mismo”.




Excusas, promesas, falacias…

eleccion-delegados-poder-popular-cubaLA HABANA, Cuba -Una vez más los vecinos de cada barrio del país tienen la oportunidad de pedir la solución a sus problemas al Delegado del Poder Popular en la Asamblea de Rendición de Cuentas.

En estos eventos que se organizan en toda la isla siempre hay poco que celebrar. La mayor parte de los asuntos que afectan a las comunidades siguen a la espera de respuestas concretas.

Los problemas con el abasto de agua, las tupiciones en los conductos de aguas albañales de edificios y cuarterías, cuyo contenido se acumula en las calles de manera permanente, las irregularidades en la recogida de la basura así como las quejas por el pésimo servicio del médico de la familia, conforman algunos de los planteamientos heredados de reuniones anteriores.

El Delegado se presenta, como de costumbre, apertrechado de justificaciones y consignas.

“Yo voy para no señalarme. Tú sabes que hay que guardar la forma. En el fondo sé que es un descaro, una manera de perder el tiempo”, alegó Manuel, vecino de 67 años de edad, al día siguiente de haber participado en la Asamblea de Rendición de Cuenta de su circunscripción.

Excusas, promesas y sinvergüencería. Con esas tres palabras te explico lo que pienso de todo este proceso, agregó quien reside hace más de cuatro décadas en el municipio capitalino de la Habana Vieja.

Las quejas sobre el desempeño de los elegidos para encarar este tipo de responsabilidades corren de boca en boca, pero sin que se conviertan, salvo raras excepciones, en motivos para la destitución del cargo.

Denunciar los robos y las ventas ilícitas de materiales asignados para solventar los problemas de las vecindades es a menudo un riesgo.

Los “ladrones” saben cómo borrar las pruebas de sus fechorías. Para conseguir sus propósitos cuentan con el carnet de militantes del Partido, relaciones de alto nivel y en general, un ambiente marcado por el tráfico de influencias y la corrupción en todas sus facetas.

En teoría, el pueblo tiene la potestad de elegir a un ciudadano en representación de sus intereses.

Sin embargo, la vida demuestra que no es así. Solo se trata de un ardid. Un montaje de corte populista cuyo objetivo es la legitimación de los poderes del Estado.

La catarsis es una forma de alivio ante el tradicional aplazamiento de las soluciones. Al menos esa posibilidad está garantizada en esos eventos que sesionan al aire libre y que cualquiera podría confundir, al verlos por primera vez, como un ejemplo de democracia participativa.

Recuerdo las esperanzas del vecindario cuando comenzaron a realizarse las asambleas en cada barrio. El tiempo se ha encargado de develar las aristas de otro engaño.

Por suerte no se criminalizan los bostezos ni las duermevelas durante las monsergas de los funcionarios y las peticiones de los más necesitados.

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Prensa oficialista defiende la labor del Poder Popular

Asamblea en barrio habanero
Asamblea en barrio habanero

LA HABANA, Cuba -Por estos días se celebran las últimas asambleas del Poder Popular a nivel de barrio, en todo el territorio nacional. Y no deja de sorprender lo inútil de estas reuniones donde los delegados supuestamente recogen las inquietudes de sus electores. Sin embargo la prensa oficial cubana se empeña en legitimar tan desacreditado procedimiento, a la vez que lanza tibias críticas al mismo.

Así, uno de los subdirectores del diario Juventud Rebelde, Ricardo Ronquillo Bello, expresó en la publicación del pasado domingo 12 de octubre: “La función principal del delegado es la de representar a sus electores, y esto, como es de suponer, no se hace, como algunos pudieran creer, ante la comunidad que lo eligió, sino ante la Asamblea Municipal.”

Este periodista cree haber descubierto el agua tibia. Para él todo se soluciona si los delegados son más combativos en el seno de las Asambleas Municipales. Lástima que buena parte de ellos que hoy ejercen como tales, y que conocen perfectamente cómo funcionan esas instituciones, no piensen igual que el aludido Ronquillo. Pues, de acuerdo con la opinión de un delegado del municipio de Habana Vieja que solicitó mantenerse en el anonimato, más de las dos terceras partes de sus colegas no desean continuar en el cargo una vez que concluya la actual legislatura en el próximo mes de enero. Están extenuados de tanto bregar en vano.

Es que el mecanismo del Poder Popular en Cuba, además de sus propias imperfecciones, refleja también la inoperancia del resto de las organizaciones que componen el aparato de poder castrista. Años atrás, por ejemplo, los miembros de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), organizaciones de barrio encargadas de vigilar la cotidianidad de los vecinos, preparaban las Asambleas, y se ocupaban de citar a los electores. Ahora, en cambio, el propio delegado debe asumir esos preparativos ante la ineficacia de la mayoría de los CDR en cuadras y barrios.

Es por eso que han sido frecuentes las reuniones con muy pocos electores, con escasa o ninguna presencia de los factores de la comunidad, como bodegueros, carniceros, médicos de familia y representantes de empresas y entidades ubicadas en la zona.

Si a lo anterior agregamos las justificaciones históricas que presentan los delegados ante sus electores, como que el delegado es solo un “mensajero” entre el gobierno y el pueblo, que no hay recursos de ningún tipo para afrontar las necesidades de la gente, y que las empresas y ministerios no respetan la supuesta autoridad de los delegados, y los “pelotean” sin piedad, es lógico que los ciudadanos no tengan ningún interés en participar del sistema.

No obstante la avalancha de pruebas que sostienen lo obsoleto de este proceso, los medios de comunicación de la isla, portavoces del gobierno, continúan intentando acreditarlo. Arduo trabajo tendrán los núcleos zonales del Partido Comunista, quienes deberán buscar en cuadras y barrios, entre los militantes de esa agrupación política, a aquellos que no les quede más remedio que recibir las “preferencias” de los votantes, si en serio quieren evitar que estos procedimientos no se derrumben por su propio peso.




El rostro femenino de la dictadura

LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -Al parecer, todos los del clan Castro son buenos simuladores. Alguna vez leí que “los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes, que quien engaña, encontrará siempre quien se deje engañar”. Y parece que Mariela Castro ha sabido agenciarse algunos de esos seres simples para impulsar su carrera política, ofreciéndoles pequeñas prebendas con una mano y látigo con la otra.

Cuando la ocasión lo amerita, se muestra clemente, humana, solidaria… sin dejar de tener sus ánimos predispuestos para cuando sea necesario mostrar su otra cara y usar el látigo, como su tío Fidel, y su padre, el dictador Raúl Castro.

Según confesó ella misma, Mariela, ahora también diputada al Parlamento cubano, ha llegado incluso a mentir, usando el nombre de su padre para ayudar a esa minoría que hoy conforman sus súbditos más leales. Ello no significa que haya olvidado sus raíces y su papel de “heredera real”. Al contrario, revela que ya domina perfectamente el arte de imputar a los demás los disparates que comete y de exculpar a los responsables, si éstos pertenecen a su corte, de los crímenes más atroces y evidentes. Ya se siente, como sus parientes mayores, tocada por el dedo de Dios.

Donde antes se mostraba humilde, ahora se exhibe engreída. Antes parecía mansa y pacífica. Hoy es extremadamente presuntuosa. Sin el menor asomo de pudor, se muestra como impostora y mitómana. Como diría Maquiavelo: “Tal es la prodigiosa mudanza que el poder obra en los hombres”. Y también en las mujeres, agregaríamos.

La que ayer fingió ser la más ardiente defensora de los homosexuales y de las mujeres, hoy no sólo permanece impávida, sino que justifica y pretende librar de culpas al régimen que odia y reprime a las mismas personas que ella asegura defender.

La “sucesora” de la obra de Vilma Espín (su madre, creadora de la Federación de Mujeres Cubanas), hoy es parte del mismo gobierno que ayer encerró en campos de trabajo forzado a todos los que disentían.

Mariela Castro quiere alcanzar la cumbre dentro de una dictadura que entrena a mujeres y hombres jóvenes para reprimir, golpear y hasta asesinar a mujeres indefensas, pero dignas y valerosas, que son madres, hermanas, esposas. Si alguien lo duda, pregunten a las Damas de Blanco, que hoy hacen temblar con su firmeza a un grupo de asustados y cobardes esbirros, a los que el miedo impulsa a golpearlas, por el único delito de quitarles el sueño a unos octogenarios aferrados al poder a costa del sufrimiento humano.

Que se cuiden los “comparseros” del CENESEX (Centro Nacional de Educación Sexual), seres simples que aún creen que un engendro de los Castro, los mismos que electrificaron cercas y ataron a postes llenos de hormigas a inocentes homosexuales, puede desear el bien a quienes se atrevan a pensar y a vivir en libertad.

Ningún ser humano merece ser engañado y manipulado; y es difícil engañar a alguien toda la vida. Las lesbianas, los gays, los bisexuales y los transgéneros cubanos que aplauden hoy a Mariela Castro, algún día descubrirán en ella el rostro femenino de la dictadura.




Se reunirá la Asamblea Nacional del Poder Popular, ¿y qué?

GUANTÁNAMO, Cuba,  julio, 173.203.82.38 -Diferentes medios de prensa han informado que hoy 23 de julio se reunirá la Asamblea Nacional del Poder Popular en el Palacio de las Convenciones de La Habana para cumplir con la agenda prevista para el IX Período Ordinario de Sesiones de la Séptima Legislatura.

La Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba – que según establece el art. 69 de la Constitución de la República es el órgano supremo de poder del Estado-, se reúne  sólo dos veces al año de forma ordinaria y últimamente se ha establecido la práctica de que  un día de reunión plenaria basta. En realidad esa soberanía que formalmente le otorga la Constitución a la Asamblea Nacional es ejercitada constantemente por el Consejo de Estado, el cual, además de la función ejecutiva ejerce también la  legislativa mediante la emisión de Decretos y Decretos Leyes que luego son sometidos a la consideración de los diputados y aprobados de forma unánime sin el más mínimo cuestionamiento. Basta pasar la vista a las Gacetas Oficiales de la República para verificar cuántas leyes dicta la Asamblea y cuántos decretos y decretos leyes el Consejo de Estado.

Aunque Ricardo Alarcón de Quesada, Presidente de la Asamblea Nacional, hizo recientes declaraciones sobre el proyecto de Ley Migratoria, éste no va a ser objeto de análisis el día 23 de julio a pesar de que su promulgación se había anunciado como algo inminente  desde mediados del año pasado.

Según el periódico Granma del sábado 14 de julio el único proyecto  que será sometido a la consideración de los diputados es la nueva Ley del Sistema Tributario. En la nota de prensa se señala:  “La citada propuesta legislativa, en estudio desde hace algún tiempo por las comisiones permanentes de Asuntos Económicos y de Asuntos Constitucionales y Jurídicos, de conjunto con el Ministerio de Finanzas y Precios, la Oficina Nacional de la Administración Tributaria, y otros organismos y órganos del Estado y del Gobierno, fue debatida ampliamente por todos los diputados en sus respectivos territorios de elección, y responde, como se ha venido informando, a la necesidad de sustituir la vigente-Ley número 73 Del Sistema Tributario-aprobada el 4 de agosto de 1994, en correspondencia con los cambios introducidos en los regímenes impositivos”. Llama la atención el hecho de que siendo  los trabajadores del sector privado  los sujetos principales de esa nueva ley  no hayan sido consultados acerca del contenido del proyecto, lo cual, de haberse hecho, incorporaría  al análisis los puntos de vista de  la fuerza laboral sobre la que incidirá el nuevo régimen tributario, algo positivo si tenemos en cuenta que a pesar de la voluntad  del gobierno de propiciar el fortalecimiento de este sector todavía existen  trabas que entorpecen su desarrollo.

Sin negar la importancia del mencionado instrumento jurídico muchos juristas y otros ciudadanos de nuestro país se preguntan cuándo nuestros legisladores van a adentrarse en el análisis de normas que claman por una actualización. No me refiero únicamente a la ya mencionada Ley Migratoria sino a otras regulaciones que necesitan ser sustituidas o creadas.

Por ejemplo, en el art. 63 de nuestra Constitución aparece regulado el derecho de todo ciudadano a quejarse ante las autoridades y a recibir la atención o respuesta pertinentes, en un plazo adecuado y conforme a la Ley; sin embargo no existe ninguna regulación que norme el ejercicio de ese derecho constitucional, ni los principios de actuación administrativa, ni la responsabilidad de las autoridades que incumplan con lo establecido en ese precepto. Todavía hay muchos dirigentes que  se abrogan la potestad de responder o no a la queja de un ciudadano  y actúan en contra de la propia Constitución del gobierno que dicen defender. Basta con leer la columna Acuse de Recibo, del periódico Juventud Rebelde, para percatarnos de los abusos que sufre el pueblo, de su estado de indefensión y de la impunidad  con que actúan muchos dirigentes. He sido víctima de ello  y sé muy bien lo que afirmo.

El gobierno cubano ha ratificado importantes documentos normativos del derecho internacional como el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos y el Pacto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, sin embargo la inmensa mayoría de sus artículos no ha sido incorporada a nuestra legislación. Otras ramas que claman por una renovación total  son el Derecho Laboral, el  Penal, el Procesal Penal, el Procesal Civil, Administrativo y Laboral, el Derecho Agrario,  y la relativa al derecho de autor, pero no se ha informado que se esté trabajando en algún proyecto relacionado con ellas ni con el obsoleto y disperso sistema de normas que regulan las contravenciones, que tan necesario se hace actualizar para tratar de ponerle coto al alarmante crecimiento de la indisciplina social.

En cualquier lugar del mundo los ciudadanos  exigen a sus diputados que discutan en el órgano  legislativo los asuntos de su interés. En Cuba pasa uno y otro período de sesiones y  los representantes de un municipio ni siquiera se reúnen con sus electores para conocer sus inquietudes. La gran mayoría de ellos reside en la capital del país y no mantiene ningún vínculo con  los ciudadanos que lo eligieron. Mientras actúen así es difícil  que alguien se sienta realmente  representado. La Asamblea Nacional del Poder Popular se seguirá reuniendo, ¿y  qué?