1

Silencio cómplice

LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Transcurridas ya varias semanas de que se supiera la noticia en el mundo, los medios de comunicación cubanos no han hablado sobre la nueva estrategia de los abogados en el proceso de apelación del principal de los “cinco héroes”, Gerardo Hernández. Resulta insólito el silencio de La Habana, tratándose de la publicitada causa de “los cinco”, tema constante de la maquinaria propagandística cubana.

Ni el programa Mesa Redonda ni el periódico Granma se han pronunciado sobre el nuevo giro de la defensa, obviamente aprobado por Gerardo, un hombre que, según el gobierno, “sacrificó los mejores años de su juventud para salvar a su pueblo”.

Aunque, particularmente, me parece que más sacrificados que Gerardo son los médicos cubanos enviados a  trabajar por migajas, muchas veces en terribles condiciones,  a Venezuela y otros países del Tercer Mundo. Son muchos los cubanos de cualquier edad, sobre todo los jóvenes, que desearían ser enviados a una “misión” en “la Yuma”, el imperio más rico y próspero del planeta.

El único sacrificio de Gerardo ha sido permanecer en prisión cargando las culpas de otros, que disfrutan de plena libertad. No obstante, los cinco asumieron los riesgos de ser espías, y les toca cargar con las consecuencias.

A pesar de la mudez de las autoridades de la isla con respecto al asunto, no creo que el hecho las haya tomado por sorpresa. El gobierno cubano sabía perfectamente cuál sería la nueva declaración de su “avispa mayor”.

La contradicción entre la nueva defensa de Gerardo y la posición del gobierno cubano respecto al derribo de dos avionetas de la organización Hermanos al Rescate en 1996, que cobró la vida de cuatro personas, parece más bien una concesión, una última jugada de La Habana para intentar conseguir algo que se parezca a una victoria, al lograr que al menos se reduzca el castigo del espía jefe, condenado a dos cadenas perpetuas, más 15 años de privación de libertad, por conspirar para cometer asesinato.

La sentencia fue ratificada por la Corte de Apelación del Onceno Circuito de Atlanta. En Cuba se dijo que la Corte “supuso una evidencia, no demostrada”. No hay dudas que el gobierno cubano sabía cuál sería el nuevo alegato de la defensa: Reconocer que las aeronaves fueron derribadas en aguas internacionales e intentar  demostrar que Gerardo no sabía las intenciones del gobierno cubano.

No me parece que haya divorcio entre el espía y sus jefes. Desde hace meses La Habana esperaba el pronunciamiento del gobierno norteamericano respecto a la petición de habeas corpus a favor de Gerardo; recurso extraordinario establecido en la ley norteamericana para los casos cerrados como el de Hernández.

Así lo hizo saber Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional, quien obviamente tiene asignada la tarea de cacarear por el mundo la “causa de los cinco” en cada escenario que pisa.

El silencio sobre las declaraciones de Gerardo no se debe a la sorpresa, más bien es complicidad. Sin embargo, la noticia no es apta para el consumo del pueblo cubano, que permanece sin información, ajeno a los hechos, a pesar de ser el que paga los abogados y los gastos de la enorme y costosa campaña propagandista, que incluye frecuentes coloquios internacionales y los 111 comités por la liberación de los cinco, creados en todo el mundo.




Quebrada la estrella de los cinco

LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Impactante fue la noticia sobre las declaraciones de Gerardo Hernández, uno de los “cinco héroes de la Revolución cubana”, en juicio de apelación.

El espía apresado en territorio norteamericano, desmintió recientemente a su gobierno al reconocer que el derribo de dos avionetas de la organización “Hermanos al Rescate”, por pilotos de la Fuerza Aérea de la isla en 1996, ocurrió en aguas internacionales. La nueva estrategia de los abogados de apelación de Gerardo radica en que sus abogados originales erraron al concentrarse en demostrar lo indemostrable: que los aviones estaban en aguas territoriales cubanas; en lugar de tratar de probar que Gerardo desconocía que el gobierno cubano derribaría las naves.

Desde entonces espero con ansia la versión del Estado cubano al respecto. El periódico Granma, el pasado 31 de diciembre, hizo referencia a una carta enviada el 28 por diputados y senadores belgas a congresistas norteamericanos; preocupados los europeos por el “destino de los cinco antiterroristas cubanos”. Casualmente, el artículo apareció un día después que el jefe de los “héroes” reconociera tácitamente que su gobierno derribó, sin justificación alguna, dos aeronaves en espacio aéreo internacional.

El primero de enero el diario publicó cuatro “Mensajes de los cinco héroes”, 3 de ellos firmados por Antonio, René y Fernando. El cuarto, fechado el 15 de diciembre, incluye la firma de todos, con un reconocimiento especial a Gerardo con quien, aseguran, “la maldad se hace suprema”. Indicio de que preparan terreno para justificar su conducta.

Reconozco que recibí con júbilo la noticia. Una vez más, la vida demuestra que la naturaleza humana está por encima de las concepciones ideológicas. Es hora de preguntar a quien le estaba siendo leal Gerardo, a la magnánima revolución o a los asesinos que dieron la orden de acabar con  la vida de cuatro jóvenes. Me pregunto cómo quedará la causa de los cinco, tan cacareada por Cuba y sus comités de solidaridad en todo el mundo. Nada justifica los hechos ocurridos el 24 de febrero de 1996. Tienen un solo nombre: Terrorismo de Estado.

El gobierno cubano mintió al decir que las avionetas estaban en territorio nacional y seguirá mintiendo para lograr impunidad. No creo que las declaraciones de Gerardo hagan cambiar su posición.

El asesinato de los cuatro cubanos pesa, principalmente, sobre los hermanos Castro. Tal vez por eso el General Presidente no asistió a la toma de posesión de la nueva mandataria de Brasil, Dilma Roussef.

Hasta hace poco había sólo un hombre dispuesto a pagar por ello. Los dirigentes históricos, doce años atrás, le habían prometido que volvería, aunque estaba condenado por los tribunales norteamericanos a cadena perpetua por conspirar para asesinar.

Aunque hay que reconocer que lo intentaron todo. Por cada uno de los cinco apresaron a 15 disidentes, para luego utilizarlos como moneda de cambio. Desesperado o no, Gerardo se cansó de esperar y decidió luchar por el bien más preciado del ser humano: la libertad.

Una semana después, el pueblo de Cuba desconoce la admisión del espía jefe de la red Avispa. Es como si nada hubiese ocurrido, a pesar de lo trascendental de sus declaraciones. Al parecer, la estrella que representa a los  cinco se mantendrá intacta por algún tiempo, a pesar de que una de sus puntas se quebró.