Garroteros
LA HABANA, Cuba, abril (173.203.82.38) – Como en Cuba no existen casas de empeño, en todos los pueblos pululan los individuos dedicados a prestar dinero con interés, a los se conoce como garroteros, quienes se aprovechan de las desgracias cotidianas para obtener ganancias. Hoy, como nadie se fía de las palabras, los garroteros, para asegurar sus préstamos exigen garantías, que pueden ser objetos que superan en mucho el dinero prestado: joyas de oro y plata, relojes, equipos de video, estéreos, televisores, y cuando se cumple el término convenido y no aparece el dinero para recuperar lo empeñado, el dueño los pierde.
Como es una operación clandestina, no se puede acudir a la policía en caso de algún incidente, por lo que son incontables las situaciones y conflictos que genera este negocio ilegal. Hay ocasiones en que la gente empeña prendas que han dejado de ser útiles, con intención de perderlas y quedarse con el dinero. Pero hay otros casos en que se pierden objetos de valor, y ante la imposibilidad de pagar, el afectado se aflige.
Los garroteros se dividen en dos grupos: los de alto nivel y los de poca monta. Los del alto nivel prestan mucho dinero, fundamentalmente a personas que ganan el sorteo de visas para Estados Unidos y no cuentan con el capital necesario para los trámites, o a jugadores, o a banqueros de bolita en apuros. En estos casos los empeños son joyas valiosas, motocicletas, automóviles, casas.
Alrededor de los garroteros de poca monta se concentran los pobres. También alcohólicos, insolventes, madres solteras, viudas, ancianos, locos, desempleados, minusválidos, que van a la casa de los usureros a empeñar los objetos más inverosímiles a cambio de pequeñas sumas, en ocasiones para dar de comer a sus familias, o para beber y fumar.
Algunos ejemplos desatinados como el de Juan la jama, que empeñó el mando del televisor para comprar los mandados de la libreta, Luis el gago, que empeñó su chequera de jubilado para beber, o Mariano, que dejó el carné de identidad por siete pesos para comprar cigarros, pueden verse en una sola tarde en casa de Monono, uno de los garroteros del pueblo; una medida de cómo se vive hoy en Cuba, que tal vez no sea toda Cuba, pero sí es bastante.