LA HABANA.- Por onceno año consecutivo disminuye la cifra de viviendas construidas en Cuba. Según recoge la más reciente actualización estadística ofrecida por el gobierno de la isla, el pasado año se terminaron en Cuba un total de 21827 viviendas, lo cual equivale a 279 menos que el año anterior.
Según informa la Oficina Nacional de Estadísticas, única fuente autorizada a publicar datos de esta índole, del total de viviendas terminadas, 11 172 fueron realizadas por el estado mientras que 10 655 fueron las construidas por la población. Cabe destacar que en estas cifras no se recogen las viviendas que no cuentan con la documentación requerida o que se consideran rústicas.
Según el informe estadístico del 2016, en los últimos 20 años, el 2006 tiene el record de mayor cantidad de casas construidas con un total de 111 373 unidades. Sin embargo, de esa fecha en adelante la cifra ha ido en picada.
¿A qué se debe esto?
En una entrevista que este medio realizara a un administrador de un rastro (punto de venta de materiales de construcción en moneda nacional) quedó en evidencia que el “desabastecimiento y la irregularidad en el surtido de materiales es una de las principales barreras a la hora de poder construir”.
“Yo tengo más de diez años trabajando en el sector de la construcción” comenta el administrador, “y no puedo negar que en los últimos años es cuando más surtidos han estados los rastros; sin embargo, cuando no falta una cosa falta la otra, nunca está todo completo”, asegura el joven refiriéndose a que los materiales de construcción no son suministrados regularmente. “Lo mismo mandan hoy cemento y no vuelven a mandar hasta dos meses después, o entra una losa de piso de un color y el mes que viene entra otra de otro color, así que si te faltó alguna por poner ya no vuelves a encontrarla en el rastro”.
Esta irregularidad provoca, inequívocamente, el desespero entre la población que intenta construir sus viviendas, por lo que en muchas ocasiones acuden al soborno de administrativos y trabajadores de los ratros para que, una vez entren los materiales, sean separados y no puestos en venta.
“Aquí se ve de todo, desde la abuelita que solo quiere comprar unas cabillas para que le terminen una construcción, hasta el negociante que quiere separar una carga completa para el después revender”, asegura el administrador, del cual no publicaremos su nombre por motivos de seguridad.
Nosotros no contamos
“Mi hija, que vive en España, me ha enviado el dinero para poder hacer mi casita en un terreno que he comprado aquí en La Habana, pero conseguir los materiales es imposible”, dice Marisol Marcos, una santiaguera que lleva más de dos años intentando terminar una casa en el municipio Arroyo Naranjo.
“Comprarlos en las tiendas en CUC es imposible, los precios son astronómicos, por eso vengo al rastro para comprarlos, sin embargo, aquí nunca hay nada, o no mandan suficiente para la venta o los mismos trabajadores del rastro lo venden todo por fuera”, asegura Marisol.
La misma opinión tiene Antonio, un bodeguero retirado: “En los rastros todo lo que venden es criollo, casi todo de mala calidad o de terminados feos, y casi siempre están vacíos los rastros, sin embargo, los delincuentes siempre tienen materiales, claro está, a un precio mayor, que casualidad. Aquí cuentas los que tienen dinero, y mucho, eso de que esta revolución es del pueblo y para el pueblo es una mentira, aquí nosotros no contamos”.
Construir se ha vuelto una odisea para el cubano. Las pésimas condiciones de la industria en la isla, la mala calidad de los productos que suministra el Estado para el ciudadano promedio, y el vandalismo que provoca la escasez son frenos indiscutibles en el sector.