LA HABANA, Cuba.- Con un sentido homenaje a los coreógrafos Ramona de Saá (Cuba) y Ben Stevenson (Reino Unido), y una función especialmente dedicada a la 13 Bienal de La Habana, la compañía Acosta Danza terminó un nuevo ciclo que sorprendió al público con un repertorio compuesto en su mayoría por obras clásicas.
El objetivo de crear un bailarín completo ̶ premisa fundacional de la institución ̶ ha comenzado a dar frutos con las interpretaciones de adolescentes de ambos sexos, que actualmente pertenecen al grupo Artístico Docente de Acosta Danza; una academia surgida en 2017 y avalada por el Ministerio de Cultura y el Centro Nacional de Escuelas de Arte, que se dedica a la formación media-superior de jóvenes bailarines provenientes del nivel elemental de las escuelas de danza y ballet.
Ocho piezas conformaron el programa; de las cuales Belles Lettres (Justin Peck) y End of time (Ben Stevenson) han sido disfrutadas con anterioridad por el público asiduo a las presentaciones de la compañía. Del catálogo clásico habitual subieron a escena “La Sílfide”, una ejecución bastante decorosa de Mario Sergio Elías y su partenaire Liliana Menéndez; y “Majísimo”, en la cual participaron, junto a la nómina titular de Acosta Danza, los estudiantes del Grupo Artístico Docente. Esta nueva generación de bailarines dejó en el público una muy favorable impresión; no solo desde el punto de vista técnico, sino en cuanto a la caracterización de sus personajes.
Del ballet “Sueños de invierno” (Kenneth MacMillan) regresó el pas de deux para conmover al respetable con la agónica despedida de dos amantes, personificados en esta oportunidad por Leticia Silva y Enrique Corrales. El dramático adiós cerró con una apretada ovación, para enseguida dar paso a lo mejor de la noche: “La muerte del cisne”, interesante versión sobre las originales de Mijaíl Fokin y Michel Descombey.
El trágico suceso es representado simultáneamente según los códigos del ballet clásico y la danza contemporánea. En un exquisito contrapunteo escénico, los bailarines Gabriela Lugo y Carlos L. Blanco se aproximan a uno de los hitos más hermosos de la historia del ballet; una obra creada hace más de un siglo, que no entra en conflicto con lenguajes y estilos renovadores. Ambos intérpretes estuvieron de lujo en una actuación que realzó notablemente la primera parte de la velada.
Otra de las piezas muy gustadas por el auditorio fue “Voces de primavera” (Frederick Ashton), un refrescante pas de deux con música de Johann Strauss II a cargo de los bailarines Laura Rodríguez y Alejandro Silva. La sencillez técnica de la coreografía, así como la soltura de los intérpretes, dejaron una grata sensación entre los asistentes justo antes de salir al entreacto.
Entre los high lights de la segunda mitad estuvo el desempeño de los estudiantes del Grupo Artístico Docente de Acosta Danza en la pieza Belles Lettres, especialmente el bailarín Leandro Fernández, un adolescente de 16 años que ya actúa como solista y muestra un dominio impresionante de las técnicas del ballet clásico. Al verlo bailar con semejante elegancia, limpieza y seguridad, más de uno entre el público le auguró la buena fortuna de convertirse en el príncipe que necesita el ballet clásico cubano, aunque siempre existe el riesgo de que se decante por la danza contemporánea. Es pronto para decirlo.
El momento más esperado de la noche llegó con el estreno de varios pasajes de la versión del ballet “Don Quijote” que actualmente prepara Carlos Acosta, a partir de la original de Marius Petipa y Alexander Gorsky. La coreografía ofreció el placer añadido de ver bailar al propio Carlos en el rol de Basilio junto a Laura Rodríguez, quien lució espléndida en el papel de Kitri.
Volver a interpretar un protagónico luego de su retiro como bailarín activo en 2015, ha sido una circunstancia extraordinaria para Carlos Acosta, motivada por su deseo de honrar a los dos maestros que más influyeron en su carrera artística. Fue muy emocionante recibir a Ramona de Saá y Ben Stevenson en un momento propicio para Acosta Danza, que acaba de cumplir el tercer aniversario de su debut mundial.
En un período relativamente corto la compañía ha realizado varias giras internacionales con notable éxito de público y crítica; ha trabajado con los más importantes coreógrafos internacionales; ha presentado al menos dos temporadas anuales en el Gran Teatro de La Habana e impulsado un proyecto docente que promete generar titulares en el futuro inmediato.