GUANTÁNAMO, Cuba –A principios de este mes, la comunidad católica de Guantánamo festejó en una emotiva celebración eucarística los cincuenta años de vida sacerdotal del Padre claretiano español Arturo González, quien reside en Guantánamo desde hace cinco años.
Recuerdo que en su primera homilía se dirigió al ambón y, al percatarse de que desde allí no sería visto por el público debido a su baja estatura física, tomó el micrófono y con gran desenfado se situó frente al presbiterio, y dijo: “Para que me vean bien”.
Ese día, yo, y quizás muchos de los hermanos que asistíamos a la celebración dominical, sólo alcanzábamos a divisar un aspecto de la fisonomía de un sacerdote que había aceptado venir a Guantánamo. Quizás pensamos entonces que debido a su edad sólo nos acompañaría unos meses. Pero pasaron cinco años y el Padre Arturo permanece en nuestra comunidad. Paulatinamente nos ha demostrado que detrás de su semblante sencillo y escasa estatura hay una vasta experiencia de vida dentro de la fe y una altísima humanidad.
Guantánamo ha tenido suerte con los sacerdotes claretianos (miembros de la Congregación San Antonio María Claret), pues desde hace más de veinte años todos los que han trabajado en nuestra comunidad la han marcado indeleblemente. El Padre Arturo González no es la excepción. Cinco años después de su llegada a Guantánamo es uno de los sacerdotes más queridos dentro de la comunidad católica guantanamera. Quiso la vida que sus cincuenta años de ordenamiento sacerdotal se cumplieran aquí. Por eso, numerosos fieles acudieron a la parroquia Nuestra Señora La Virgen de la Medalla Milagrosa, una singular construcción ubicada en la calle Paseo esquina a Cuartel, para festejar el singular acontecimiento que contó con la presencia de Monseñor Wilfredo Pino Estévez, Obispo de la diócesis Guantánamo- Baracoa, varios seminaristas y sacerdotes claretianos, entre ellos el superior de la Orden para la Congregación de las Antillas.
Por tal razón, y luego de alguna resistencia, el Padre Arturo González concedió una entrevista a Cubanet.
Cubanet: ¿Cómo recibieron sus padres su decisión de convertirse en sacerdote? ¿Existía algún antecedente en su familia?
PAG (Padre Arturo González): No había ningún antecedente y después tampoco ha habido otra vocación sacerdotal o para la vida religiosa en mi familia. No obstante, mis padres recibieron bien mi decisión, la aceptaron muy gustosos. Cuando un sacerdote claretiano me invitó a seguirlo yo tenía once años y mi padre me dijo que las puertas de la casa las tenía abiertas por si equivocaba el camino.
Cubanet: En las palabras dichas en la celebración eucarística , usted se proyectó como un hombre muy atento a las circunstancias del mundo que le tocó vivir cuando se ordenó sacerdote en 1964, un tiempo de guerras, movimientos pacíficos y violentos liderados por jóvenes iconoclastas, marcado por la huella de las artes y la política pero también por el anticlericalismo. Fue la década inicial de la revolución cubana y la última del franquismo. ¿Cómo influyó en Ud. esa época? ¿La recuerda con nostalgia?
PAG: No, con nostalgia no. Fue la época de los sesenta, la década prodigiosa. Entonces yo tenía entre 22 y 29 años; por lo tanto, pertenecía a esa generación formada por jóvenes de una época de transición, de cambios políticos y culturales y muchas influencias. Las que más recibimos nosotros fueron las influencias culturales, sobre todo las provenientes de la música y el movimiento hippie. Fue la época de los movimientos de liberación en América y Europa y no has mencionado el movimiento de los jóvenes franceses, llamado el “Mayo Rojo de París”, que provocó un cambio de época. Pero los jóvenes que me rodeaban y yo éramos seminaristas o sacerdotes recién ordenados y vivíamos esas experiencias desde el punto de vista de la cultura, pero inmersos en otra dimensión, que era la creada por el Concilio Vaticano II, realizado desde 1962 y hasta 1965, primero con el Papa Juan XXIII y luego con el Papa Pablo VI, ambos muy admirados por nosotros en aquel momento. Yo me ordené sacerdote en 1964, por tanto pertenezco a esa generación que vivió el pre-concilio y luego el concilio, una época que vivimos a tope y con gran gozo, que nos marcó cultural y espiritualmente debido a la gran renovación producida por el Concilio Vaticano II.
Cubanet: Usted. ha trabajado en varios países. ¿Existe alguna diferencia entre la práctica de la fe en los lugares donde ha trabajado con relación a Cuba?
PAG: La fe en la vida religiosa, al menos en nuestra Iglesia Católica, es la misma en todos los sitios, pero no vivimos encerrados en una burbuja de aire, sino en ambientes culturales definidos por múltiples circunstancias y somos hijos de esos ambientes, por tanto cada país vive la misma fe, pero con expresiones culturales distintas.
Cubanet: ¿Qué es lo que más le impresiona del pueblo cubano? ¿Qué cambios aprecia en la Iglesia cubana desde su llegada al país hasta ahora?
PAG: Lo aprecio todo, de no ser así no hubiera permanecido 22 años acá. Vivir en Cuba es algo muy natural para mí y así me lo dicen cuando voy de vacaciones a España. No siento que estoy en un país extranjero, vivo en Cuba con gozo. En cuanto al cambio dentro de la Iglesia, te digo que cuando llegué en 1986 me tocó poner en práctica los acuerdos del ENEC (Encuentro Nacional Eclesiástico Cubano) pero desde entonces han ocurrido muchas cosas. Creo que algo muy significativo y que es un gran don es la capacidad de diálogo demostrada por la Iglesia, pues nuestra fe invita al diálogo. La Iglesia ha ido cambiando porque también la historia y el país han cambiado. Cuba no es ajena al mundo y la Iglesia ha ido percibiendo esos cambios. Ha habido muchas visitas importantes acá en ese lapso, entre ellas las de dos Papas, pero también otras significativas.
Cubanet: Desde que usted es párroco del templo Nuestra Señora La Virgen de la Medalla Milagrosa ha creado varios cursos de formación artística. ¿Existe alguna relación entre la cultura y la fe?
PAG: Pues claro. Los últimos Papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI, nos han estado iluminando la fe en su relación con el arte, la cultura, el conocimiento, la razón porque todo ello va impreso en el ser humano. La fe y la cultura no son cosas apartes ni excluyentes. La fe es una luz que ilumina todas las dimensiones del ser humano y la cultura otra luz que ilumina otras dimensiones de la persona. Ambas están espontáneamente unidas porque pertenecen a lo más íntimo de lo que el ser humano puede manifestar y gracias a lo cual puede crecer. Más unidad da la fe porque es una relación superior a la creada por la cultura, pero la fe no va en contra de la cultura. Fe y cultura pueden ir unidas porque iluminan dos puntos de vista distintos.
Cubanet: Usted cumplirá pronto 76 años. ¿Tiene alguna forma de vida establecida para mantenerse tan vital? ¿Existe algún secreto para gozar del buen vivir?
PAG: Ni recetas ni secretos, sino vivir la vida aprendiendo de la palabra de Dios, de la experiencia religiosa y de la sabiduría de los mayores. Saber qué hacer con la vida aunque si quieres te digo dos recetas por si valen algo para ti o para quién sea:1) Dios siempre sabe lo que hace, y 2) Los jóvenes siempre estamos bien.
Cubanet: ¿Por qué le agradan tanto los niños y los ancianos?
PAG: Desde muy jovencito se despertó en mí la vocación por la catequesis y por la educación en general. Terminé Filosofía en el seminario a los 19 años y mi superior no me permitía recibir los cursos de verano porque me enviaba a repasar a los niños de familias amigas del seminario que habían suspendido sus exámenes. En una de esas ocasiones me enviaron a darles clases a niños de pre escolar y primer grado, ese fue el momento en que Dios comenzó a escribir en líneas rectas para mí, pues fue entonces cuando vi claramente que me iba muy bien con esa experiencia. La relación con los ancianos vino después, con la práctica pastoral en las parroquias. Tener delante a los ancianos me da la posibilidad de acceder a mucha sabiduría. Ya lo ha dicho el Papa Francisco, los niños, los jóvenes y los ancianos son polos por donde va la vida y no se puede olvidar eso. Cada uno nace con una disposición y a mí nunca me ha costado trabajo la relación con esos grupos, sobre todo con los niños por mi natural inclinación a la pedagogía.
Cubanet: ¿Es cierto lo que comentan algunos hermanos de que a usted no le gustan las personas quejosas?
PAG: No es que me molesten, me extrañan, porque uno no debe estar quejándose tanto de la vida, sobre todo cuando a nuestro alrededor existen otras personas que tienen muchas más razones que nosotros para quejarse y no lo hacen. Los que se quejan son los que menos razones tienen para hacerlo. No debemos ir echando sobre los demás nuestros problemas y quejas.
Cubanet: Se realizó una sentida celebración, con la participación de nuestro Obispo, para festejar sus cincuenta años como sacerdote. ¿Sintió algo especial? ¿Tuvo algún pensamiento que desea compartir?
PAG: El único pensamiento que he tenido a medida que se ha ido acercando esta fecha ha sido el de un permanente agradecimiento. Hay un estribillo de una canción que cantaban mucho en la parroquia que tuve a mi cargo en República Dominicana y que decía: “qué hubiera sido de mí si no fuera por tu amor”. La explicación que he dado a este acontecimiento es que hay que agradecer. Como dije en la homilía siempre he dado gracias a mi padre. Una vez él me dijo que había rezado mucho por mí y entonces supe por qué había llegado a ser sacerdote.
Cubanet: ¿Es difícil ser sacerdote?
PAG: Si hay vocación no es difícil ser sacerdote. Devuelvo tu pregunta. Si uno no tiene vocación para ser casado y formar una familia no va a poder soportar ni llevar adelante eso. El que no tenga vocación no puede llevar adelante una propuesta que la necesite, pues la vocación posee una gran dimensión humanística. Para mí no ha sido difícil ser sacerdote.
Cubanet: ¿Desea enviar algún mensaje específico a la comunidad católica en Guantánamo y a los cubanos en general?
PAG: Pues el mensaje con el que terminaba ayer mirando a los seminaristas, a quienes decía que llevar adelante esta vocación a la que hemos sido llamados es cuestión de saber que Dios siempre sabe lo que hace y que contando con él todo es posible. Saber que Jesús es la vida, como decía San Pablo, es ya un principio de vida. Creo que el mensaje es ése, se puede seguir adelante si se es fiel a la vocación, si se va por el camino y hacia el punto trazados por Dios. Sé por mi experiencia que se puede seguir adelante porque yo no he sido un sacerdote solo, pues siempre he estado acompañado por mis hermanos. Si he llegado hasta aquí ha sido por ustedes. ¿Cuánta genta habrá rezado por mí en estos cincuenta años? ¿Cuántos niños han sido para mí un reto? Han sido ustedes quienes me han acompañado y mi agradecimiento es para ustedes y para todos los que durante estos cincuenta años han caminado conmigo.