LA HABANA, Cuba.- La casa permanece abierta a toda hora. Los llavines están rotos porque la policía los forzó. Este sábado, a las 11 de la mañana, cuando Iris Tamara Pérez Aguilera (esposa de Jorge Luis García Perez, Antúnez) se volteó para caminar en su propia casa, prácticamente tropezó con el policía con aspecto de gorila que, sin tocar a la puerta para avisar que estaban allí otra vez, había llegado hasta la cocina. Esta vez venían con una ambulancia y cámaras de filmación.
En el patio, el hijo de Iris acompañaba a Antúnez, que conversaba por un teléfono móvil (prestado por sus vecinos) con amigos solidarios que le insistieron para que tomara agua. Hasta ese momento, su huelga había sido de hambre y sed, desde el pasado lunes. Ahora se mantiene en huelga de hambre pero toma sorbos de agua, cosa que le ayuda a ralentizar el deterioro de su organismo.
Solo pondrá fin a la huelga cuando le sean devueltas todas las cosas que se llevaron de su casa estando detenido. Iris advierte que se trata de una cuestión moral, y no material, del asunto. Una protesta por el trato brutal a que fue sometido con su familia. Hay que recordar que fueron golpeados, él, su esposa y al menos dos activistas más en los sucesivos allanamientos y arrestos de los últimos días.
Fuera de los vecinos y los niños del círculo infantil con sus padres, son los carros de la policía política los únicos que pueden atravesar las vallas metálicas, con la que quedó sitiada su casa y alrededores, desde el sábado 8 de febrero.
Los propósitos del operativo policial en esta ocasión eran diferentes de los ocurridos los días 5, 11 y 12 del mes en curso, donde golpearon también a Iris, extremando la brutalidad. Los policías, que colocaron -esta vez con delicadeza-, las esposas en las manos de Antúnez, vestían de paramédicos. Mientras, otros filmaban.
Los oficiales del Ministerio del Interior (MININT) empezaron a organizar la sala donde habían quedado los muebles rotos y compusieron las patas del sofá . Sentaron a Antúnez, esposado, para tomarle signos vitales, sin dejar de filmar. Éste permaneció en silencio porque, esposado y debilitado por la huelga de hambre, no podía ofrecer resistencia.
El día anterior, cuando los vio llegar, Antúnez intentó incorporarse apoyándose en un bastón, regalo de una princesa en su viaje a Taiwán. Los gendarmes patearon el bastón, lo esposaron y lo tiraron en la tierra fuera de la casa. Pero ese día no filmaron nada. Tampoco la reacción de los niños del círculo infantil, sus exclamaciones a través de la cerca del patio, cuando llevaban a Antúnez de regreso de la estación de policía, esposado y con evidencia de golpes.
Ahora, los “paramédicos” no perdonaron el bastoncito, que se llevaron también. Si hubiera alguna nota tragicómica en todo esto sería la del momento en que uno de los policías comentó algo que hasta los vecinos pudieron escuchar: dijo que el bastoncito tenía una luz con la que Antúnez lo había alumbrado. Cosa que denota las supersticiones de los miembros de los cuerpos represivos, alistados justamente por su falta de entendimiento, bajo el mandato de otros que combinan la inteligencia con la falta de escrúpulos.
Después de la película que intentaban montar, se los volvieron llevar a la estación de policía, detenidos. Antúnez esposado dentro de la ambulancia fue conducido a la estación de policía, pese a los signos de deterioro físico, después de seis días en total inanición. Su esposa fue conducida en el carro patrullero hasta la misma estación policial. La detención duró el tiempo suficiente para que a su regreso encontraran nuevamente los carteles de protesta de la fachada de su casa tapados con pintura.
Cuenta Iris que las habitaciones de su casa “meten miedo” porque nada está en su lugar. Faltan muchos artículos de uso doméstico, sus laptops y teléfonos celulares. Pero los oficiales del MININT armaron la escenografía presumiblemente para editar luego uno de esos documentales que intentan desacreditar el trabajo y los sacrificios de la oposición pacífica cubana. Cuando le pregunto por qué no me llamó enseguida para contarme lo que ocurría, me dice que volvieron a llevarse los papeles donde había copiado algunos contactos, que solía tener en su móvil, pero el teléfono también se lo quitaron.
La brutalidad con que se comportan en una zona tan alejada de los medios de comunicación tradicionales, como es Placetas, no resulta muy acorde con el plan del gobierno cubano de llevar el fraude hasta la mesa de negociación con la Unión Europea, dispuesta ahora a revisar la Posición Común contra Cuba. Estas violaciones han sido denunciadas por los medios independientes.
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