Guantánamo, Cuba, agosto, www.cubanet.org – Las acciones de reconstrucción del centro de Guantánamo han revitalizado comercios, restaurantes, hoteles, cafeterías y otros inmuebles de importancia social que con su nuevo rostro imprimen otra dinámica a la zona. Es sábado, anochece y los guantanameros acuden al parque Martí para pasear o refrescar la canícula en alguno de sus bancos, bajo el chillido de bandadas de totíes que a esa hora se adueñan del lugar y me recuerdan la famosa película de Hitchcok.
Con el Dr. Regino Rodríguez Boti, quien me acompaña con su cámara, me adentro en la calle Los Maceo, una de las vías principales de la ciudad. Como casi todos los sábados y domingos la vía está cerrada al tránsito vehicular desde la calle Bernabé Varona hasta Paseo, nueve cuadras convertidas en bulevar para “La noche guantanamera”, una iniciativa del gobierno local que provoca la afluencia de miles de personas para pasear, comer o empinar el codo atado a la bebida de su preferencia o posibilidades.
En el kiosco situado en la calle Los Maceo entre Narciso López y Paseo, perteneciente al restaurante El Guararey, conversé con Pedro, un ingeniero mecánico que junto con su esposa esperaba por la atención de los dependientes. A mis preguntas respondió que considera que esta es una de las mejores opciones que tienen actualmente los guantanameros.” Yo no puedo venir todos los fines de semana porque mi economía no me lo permite, pero mi esposa y yo siempre guardamos algo para venir al menos una vez al mes y pasar un buen rato”, me dijo. En una mesa cercana está el señor Julián Dupuy Noa, vecino del municipio El Salvador, quien me asegura sentirse a gusto y que cada vez que puede viene a Guantánamo para disfrutar de esta feria gastronómica y ,específicamente, en esta extensión del restaurante “El Guararey” porque le gusta la presentación de los platos y la elaboración de la comida.
Un poco más abajo, en el área del restaurante Venus, abordo a Maritza Leguén, enfermera recién llegada de Venezuela. Ella mostró complacencia por esta opción. Mientras conversábamos se fijó en que yo estaba mirando a dos perritos callejeros que se habían situado frente a ella, a la espera de migajas. Se percató y me dijo: “En eso si hay que mejorar pues me molesta que estén ahí. Su esposo Javier, chofer particular, asiente y refiere que hay que mejorar la higiene y hacer baños públicos.
A pesar de que los kioscos están muy cerca unos de otros y de que el diseño es muy similar se aprecian las diferencias según el tipo de moneda en la que se cobran los servicios. No es lo mismo tomarse una cerveza de diez pesos (C.U.P.)-casi siempre avinagrada- que una Cristal, Bucanero o Beck. Tampoco es lo mismo tomar ron Don Diego que whisky-aunque sea del barato- ni tomar en uno de los asientos situados en la calle en vez de hacerlo en el bar Havana Club, en la céntrica esquina de Crombet y Los Maceo, que junto a las cafeterías El Orbe y Las ruinas , el hotel Guantánamo y la terraza del hotel Martí, es uno de los lugares a donde acuden los nuevos ricos, léase los jubilados de la base naval yanqui, las prostitutas, los negociantes, los recién llegados de las misiones en el extranjero y los que reciben divisas.
Quienes trabajan en el área gastronómica no miran con igual beneplácito a La noche guantanamera. Lilian, una trigueña despampanante que es dependienta, me confesó que trabajar en esa actividad le causa mucho estrés debido a que tiene que estar ahí desde el mediodía y hasta la madrugada, que todo se le dificulta pues no están creadas las condiciones necesarias para hacer ese trabajo en plena calle. Por su parte, un cocinero que no quiso identificarse por razones obvias, me dijo que para él la participación en La noche guantanamera significa un desgaste físico tremendo pues tiene que inhalar constantemente el humo del asado y recibir el calor del carbón. En algunas ocasiones ha ocurrido que el trabajador encargado del asado no lo ha hecho bien y eso crea problemas con los clientes. Me dijo que aunque se venda bastante los trabajadores no se benefician en nada, que en estas noches él trabaja mucho más que cuando está en el restaurante pues cuando terminan el lunes por la madrugada, unas horas después están obligados a depositar el dinero en el banco y el martes deben reincorporarse al trabajo del restaurante. “Es cierto que la población ha recibido muy bien esta oferta pero no sabe con qué dificultad y sacrificio nosotros trabajamos”. Y terminó diciéndome:” Quién más gana con esto es el gobierno porque la empresa nuestra es la que paga el transporte, el alquiler de este pedazo de calle y además el tributo que debe hacer al propio gobierno atendiendo al monto de la venta, es decir, el gobierno recibe muchos beneficios y no aporta absolutamente nada”.
Dejé atrás al atribulado cocinero y con mi amigo caminé rumbo a su casa entre el gentío que deambulaba por la calle Los Maceo, asediado por el olor a carne de cerdo asada y por los vendedores de golosinas, entre la mirada satisfecha de los pudientes y la seriedad de quienes pasan y miran; entre los que ostentan y los que necesitan, entre los policías y las prostitutas. Camino entre blancos, mestizos, negros y extranjeros. Todo mezclado, como escribió Nicolás Guillén. Mientras, la noche prende sus estrellas sobre Guantánamo.