LA HABANA, Cuba, octubre,www.cubanet.org – Si usted necesita un documento del Registro Civil debe armarse de paciencia, porque la buena suerte en ese lugar a pocos acompaña. Allí los incidentes son constantes, nadie acude a estas dependencias, a menos que sea imprescindible.
“Hay pocos asientos para estas largas esperas, además, casi todos están rotos”, comentaba una anciana que había hecho tres veces la cola por las inscripciones de nacimiento de sus padres, que necesita para legalizar la vivienda, solo así puede solicitar una licencia de reparación. “Si tuviera dinero”, murmura, “todo sería más fácil”.
Otra anciana salió muy molesta porque el certificado de defunción de su esposo no aparecía. La empleada había hecho un esfuerzo buscando en aquel desorden de papeles, pero a pesar de eso no lo encontró. La señora, alterada, exigía su documento. Gritaba que no tenía dinero, y que para acogerse a la pensión del esposo el certificado tenía que estar listo dentro del mes posterior al fallecimiento.
Certificado de defunción
Un empleado se sensibilizó con ella y, para hacerle un certificado nuevo, le pidió la tarjeta de servicios necrológicos que le habían dado en la funeraria, pero al leerla, le dijo: “Señora, aunque su esposo vivía en Diez de Octubre, usted debe solicitar el certificado en Arroyo Naranjo, porque él murió en un hospital de ese municipio”. La mujer salió llorando y exclamando: “¡¿Por qué no me lo dijeron cuando vine la primera vez?! ¡He venido ya tres veces y me dicen que no aparece!”
Para actualizar el contrato del teléfono, Roberto debía llevar a la oficina de ETECSA un certificado de defunción de su padre. Con ese fin se presentó en el Registro Civil con la tarjeta de la funeraria. Debía volver a los veinte días a recoger el documento.
Transcurrido ese tiempo, regresó a la oficina. Al revisar el certificado, notó que el apellido estaba mal copiado –aparecía Perera en lugar de Pereira-, al parecer porque en la tarjeta la “i” estaba apenas esbozada, pero no tenía el punto. Para subsanar el error, debía presentar una inscripción de nacimiento de su progenitor, y aunque ya la solicitó a Holguín, todavía la está esperando.
Otra gran deficiencia de los Registros Civiles es la pésima caligrafía y la dudosa ortografía de quienes transcriben los datos, personas a menudo sin preparación, que a veces deforman las letras al punto de que con frecuencia los certificados son rechazados por funcionarios de otras instituciones, aunque ellos mismos rellenan modelos con errores por el estilo. Lo más grave es que no son los perpetradores quienes pagan por cada error, sino el propio afectado, el usuario, que tiene que volver a pasar por todo el infierno, incluyendo pagar sellos y hacer colas.
Algunos opinan que si el oficinista responsable de rellenar erróneamente un certificado estuviera obligado a enmendar su falla y correr con los gastos, sin que se perjudicara el cliente, o si por ejemplo se les sancionara de alguna manera, los errores desaparecerían casi por completo.
Cartificado de matrimonio
Un amigo, cuyo padre murió hace poco, comenta que para gestionarle la pensión a la madre se dirigió al Registro Civil de su municipio. Pero la certificación de matrimonio de sus padres no estaba allí. Lo mandaron al Registro Civil provincial, donde tampoco aparecía. Después de varias idas y vueltas, le comunicaron que hacía algún tiempo se habían quemado algunos archivos y que quizás el documento que él buscaba se hallaba entre los destruidos por el fuego.
Como sus padres estaban casados también por la Iglesia católica, acudió a esa institución y ese mismo día le extendieron una certificación escrita en computadora. Pero cuál no sería su sorpresa cuando no se la aceptaron en la oficina de Seguridad Social. La empleada que lo atendió le aconsejó buscar entre los vecinos algunos testigos de que sus padres vivían juntos. A la madre no le gustó nada quedar como concubina, pero no le quedó más remedio que aceptar o perdería la pensión.
Cuando la mamá de Blas, otro amigo, se murió, este comenzó a legalizar la vivienda que ella le había dejado en herencia. A pesar de que su progenitora nació y vivió siempre en Diez de Octubre, Blas tuvo que hacer lo trámites en el Registro Civil de Arroyo Naranjo. Le daba miedo permanecer en el local por las malas condiciones en que se encontraba. Vio que las personas siempre esperaban en la calle, y así lo hizo él también hasta que le tocó el turno de hacer la solicitud.
¿Computadoras?
Transcurridos los días de plazo, Blas regresó a recoger sus documentos, pero el local estaba cerrado. Esto le pasó una y otra vez, hasta que, cansado de perder días de trabajo, se le ocurrió preguntar en una cafetería cercana. Allí le dijeron que el Registro Civil estaba cerrado porque los techos del fondo se habían derrumbado, pero no sabían para dónde lo habían trasladado, y no aparecía un cartel que informara sobre esta situación.
Un joven que hacía la cola para sacar la inscripción de nacimiento de su mamá, comentó: “El carnet de identidad en sí es una inscripción de nacimiento, tiene los mismos datos de una. Sin embargo, en Cuba nada más nos sirve para enseñárselo a la Policía”.
Un anciano que hacía la cola por segunda vez, le dijo a una empleada: “Esto es un caos. Cuando te entregan los certificados la vista se te nubla con tantos garabatos, y cuando los llevas donde te los piden, no te los aceptan. ¿Por qué ustedes no escriben los datos a máquina?”, a lo que la aludida respondió: “Pero abuelo, las máquinas de escribir no se usan, y computadoras, no tenemos”.