El gobierno de Russeau no lo esperaba. Las manifestaciones empezaron como una reacción al aumento del precio de autobús, metro y tren, dispuesto a inicios de junio, de 3 reales (US$1,40) a 3,20 (US$1,50). Pero observadores aseguran que el aumento del pasaje fue sólo la chispa que desató la ira.
Para unos fue un sueño de democracia, un despertar después de años de silencio para expresar, de las formas más creativas, que no están satisfechos con la calidad de vida que les ofrece el Gobierno, ni con la corrupción, ni con el despilfarro del dinero público, empezando por los miles de millones gastados para preparar el mundial de futbol.
La Copa del Mundo FIFA 2014
Los altos costos de organizar la Copa Confederaciones de Fútbol (en plena celebración) y de la Copa de la FIFA 2014 son cuestionados, pues los manifestantes aseguran que mayores inversiones son necesarias en los sectores de la educación y la salud.
“Renuncio a la Copa del Mundo. Quiero dinero para la educación y la salud”, gritaban los manifestantes en la capital, Brasilia.
Para otros más que un sueño lo que vivió anoche Brasil podría acabar en pesadilla por los gestos de violencia de algunos grupos extremistas, que intentaron destruir la sede del gobierno de Río de Janeiro o invadir el Congreso.
Lo que están diciendo, sobre todo los más jóvenes, explicaba en la televisión el historiador Francisco Carlos Teixeira, es que los políticos “ya no les representan”. Por eso arremetieron anoche contra los símbolos del poder político en Río y en Brasilia.
En Sao Paulo y Belo Horizonte
El jueves, en Sao Paulo, testigos aseguraron haber visto a la policía disparando balas de goma a manifestantes pacíficos. Muchos funcionarios -dijeron los testigos- ocultaron sus identificaciones para evitar que sus nombres fueran vistos. Más de 100 personas resultaron heridas y 190 fueron detenidas.
Este lunes, en una marcha en Belo Horizonte que reunió cerca de 20 mil personas según medios locales, la policía utilizó gases lacrimógenos y balas de goma para evitar que manifestantes se acercaran al estadio mundialista Mineirao.
Responde la presidenta
Desde la presidencia de la República, la presidenta Dilma Rousseff, mandó decir que existe en el país el derecho a la libre manifestación y que es típico de los jóvenes protestar. El expresidente Lula da Silva, aún una fuerte referencia en Brasil, salió también al ruedo para decir que sólo “un irracional podía estar en contra de las manifestaciones”.
Histórico líder sindical, Lula apeló a que las reivindicaciones se traten con “negociaciones”. Lo sucedido en la noche de este lunes, sin embargo, no facilita esas negociaciones porque no existen líderes con poder en el movimiento, ni se trata de una lista de reivindicaciones sindicales. “Queremos un nuevo Brasil”, rezaban los carteles. Y las quejas iban desde el precio de los transportes, a las deficiencias en la educación y en la sanidad, pasando por la corrupción política.
Nadie sabe cómo es ese nuevo Brasil que profetizaban los cientos de miles de personas que anoche invadieron las ciudades. Pero para varios analistas políticos quedó claro que se trata de una “insatisfacción e irritación difusa”, como dijo la periodista Eliane Contanhede, quien añadió que el momento no era de respuestas “sino de dudas e interrogantes”.
El líder de la oposición, Aecio Neves afirmó que existe hoy “insatisfacción en la calle” y hasta el ministro Gilberto Carvalho, hombre de confianza de Lula, admitió que esos jóvenes que se han echado a la calle “nos aportan angustia”.
La gente en Brasil, que los próximos días seguirá saliendo de nuevo a manifestar su protesta en 220 ciudades no lucha contra una dictadura; ni siquiera contra el Gobierno.
La gran incógnita es como quieren conseguirlo, quién cristalizará esa protesta sin líderes, que al mismo tiempo afirma que los políticos de turno “no les representan”.
Si existe “angustia difusa” en la calle, esa angustia se ha trasladado anoche como un aldabonazo hasta el Palacio Presidencial, donde se sienta la mandataria Dilma Rousseff, antigua guerrillera y luchadora contra la dictadura cuando tenía la edad de los que esta noche intentaron ocupar el Congreso.
Su papeleta no es fácil, pero quizás su biografía la pueda ayudar a buscar respuestas a esa insatisfacción de un país que hasta ayer estaba mudo y que de repente, sin que nadie lo esperara, retomó su voz.
Vandalismo y saqueos
Esa voz estuvo bordada de muchas notas: unos lloraban de emoción en la calle y se abrazaban. Otros se dedicaron al vandalismo y a manchar aquella fiesta que, aunque difícil de definir, fue sin duda celebrada por la inmensa mayoría en el tablado de la democracia, de una democracia más de todos, más auténtica, más participativa, donde cada uno y no unos pocos, puedan tener no sólo voto sino también voz.
La red activista Avaaz, que promueve peticiones online a escala mundial, tiene como objetivo reunir 5 millones de firmas digitales para pedir la destitución de la presidente de Brasil Dilma Rousseff. En el final de la mañana de este martes, cerca de 140.000 personas se habían sumado a la campaña para “acabar con la corrupción, la malversación de fondos públicos; el abandono de la salud, de la educación, de la seguridad pública y otros”, según el sitio.
“El PT, Partido de los Trabajadores, representado hoy por la presidente Dilma, trajo malestar al país. La presidente, elegida por la población brasileña, está traicionando al pueblo y siguiendo el idealismo extravagante de PT. El Mundial 2014 comió miles de millones de reales que podrían haber sido invertidos en salud, educación e infraestructura. Nosotros, brasileños, estamos hartos de esa hipocresía”, dijo un miembro.
Brasil es una de las principales economías del mundo y es integrante -junto a Rusia, India, China y Sudáfrica- de los BRICS, las naciones emergentes más poderosas del mundo. El Mundial de 2014 y las Olimpiadas de 2016 son parte de las banderas que la nación sudamericana enarbola.
Pero para muchos brasileños, el aumento de las expectativas económicas no tiene ninguna relación con los resultados reales. Pese a las mejoras de infraestructura en algunas ciudades, la delincuencia continúa siendo un grave problema.
- El País / Infobae / BBC / Agencias