MIAMI, Estados Unidos.- Nilda Foyo, de apellido Chineo antes de casarse, la amable y cariñosa pariente de mi esposa, fue quien nos acogió a nuestra llegada al exilio.
Tanto ella, como mi suegro, quien llegaría unos pocos años después, procedían de Consolación del Sur, en Pinar del Río. La patrona de ese sitio es la virgen de la Candelaria, por la cual profesaban profunda devoción.
Afortunadamente para nosotros, a los pocos días de convivir con la familia se celebraba el día de la mencionada virgen y Nilda nos engalanó para asistir a la concurrida y animada recepción, donde el artista invitado era, nada más y nada menos, que el gran Willy Chirino.
Fue un encontronazo inesperado y emocionante con el mito reverenciado y prohibido en la isla de donde habíamos escapado.
Desde entonces, ha sido un privilegio convivir en la misma ciudad de Miami con una personalidad de la cultura tan íntegra y reverenciada.
En el año 2005, a propósito de la salida de un nuevo álbum, “Son del alma”, tuve el honor de incluirle una nota, donde se puede leer: “En la cultura popular el sonero tiene una inexorable responsabilidad: hacerse de una voz que lo distinga de sus congéneres, ingeniar el tumbao que precisan los bailadores para marcar los pasos que dicta la coreografía y contar una historia como el juglar insospechado de su tiempo.
“En buena medida el cubano Willy Chirino alcanza esas cotas y las excede al haber logrado el sueño de cualquier artista: hacerse de una poética, de un adjetivo que lo denota. Existe el sonido, la cadencia y la narrativa ‘Chirino’.
“El piñareno es un cronista ejemplar de sus días con una parte de su hemisferio creativo en la moderna y adoptiva Miami y la otra en la geografía insondable e inspirada de una isla suspendida en el firmamento de sus anhelos”.
En junio del año 2009, como parte de su gira Pa’lante pude disfrutar un concierto extraordinario de Chirino en el American Airlines Arena, donde más de 6 000 admiradores siguieron sus canciones.
En aquella ocasión comenté: “Lo que aconteció en el coliseo deportivo estaría fechado en una nación futura, donde todas las generaciones de cubanos, de adentro y de afuera, nacidos en la Isla o en otros países, se dieran cita para repasar algunos de sus infortunios; pero, sobre todo, para ser felices de haber escapado del dramático sortilegio de medio siglo sin posibilidades de ser libres.
“El Gigante de Consolación suele elaborar la nostalgia, no solamente recordando su repertorio extenso —donde asoman momentos de su vida, desde que llegara como uno de los niños de la Operación Pedro Pan—, sino que rinde tributo a sus accidentales raíces estadounidenses. De ahí suele emerger esa particular manera de la fusión que lo caracteriza, donde todos los ritmos tienen cabida”.
Recientemente el Canal 41, AmericaTeVe, volvió a rendir tributo a Willy Chirino durante una acogedora ceremonia celebrada en el Museo la Diáspora Cubana, debido a que la tercera temporada de la serie Leyendas del Exilio acaba de comenzar su nueva entrega con el notable sonero.
Durante la fiesta, los invitados pudieron ver, de un tirón, cual si fuera el documental que sigue pendiente sobre Chirino, los 90 minutos donde recorre su vida, con esa voz de narrador nato que lo caracteriza, para dejar bien claro el por qué de su vocación y dónde se hunden las raíces de tan fascinante aventura creativa.
De ser “el hijo del juez”, tocando en fiestas populares de su Consolación del Sur natal, pasando por fundar el sonido de Miami, junto a otros músicos brillantes, hasta llegar a la cumbre de representar el clamor de un pueblo, esta entrega televisiva, dirigida por Lilo Vilaplana, se integra a las tareas pendientes de referir y asentar para la posteridad la cultura cubana dispersa en su grandeza.
Valiosos materiales de archivo personales y generales, así como la entrevista central del programa, que se caracteriza por su franqueza, sin subterfugios, recorren los años formativos del poeta y la posibilidad de que hubiera derivado hacia el cultivo de otro género musical o profesión, ajena al arte.
Su vocación y talento irreprochables quisieron, sin embargo, que salvara todos los obstáculos, como el de llegar solo, apenas siendo un niño, a los Estados Unidos, donde comenzaría una nueva vida, distante del adoctrinamiento comunista, para erigirse en la voz del exilio y de cuanta causa ha merecido ser atendida en el marasmo de la isla, que nunca ha quedado fuera de sus gestiones filantrópicas y artísticas.
Hay creadores musicales de categoría quienes, de buena fe, se alejan de las perturbaciones políticas que pudieran interferir en sus respectivas carreras. Otros terminan aliándose a las peores causas y se desempeñan como cajas de resonancia de deleznables atropellos y dictaduras.
En el futuro, cuando el castrismo sea apenas un capítulo oscuro de la historia de Cuba, y quienes lo ocasionaron estudiados, si acaso, como lo que fueron, criminales, la figura cultural de Willy Chirino se seguirá erigiendo sobre las ruinas de tanto desasosiego y sobre el progreso que sobrevendrá, para asegurarnos de que su premonición “Ya viene llegando” se hizo, finalmente, realidad.
Cine Cubano en Trance con Alejandro Ríos.
Dilucidar la isla y su cultura a partir del séptimo arte que la denota. La intensa quimera de creadores, tanto nacionales como foráneos, que no cesan de manifestar una solidaria curiosidad por tan compleja realidad, es parte consustancial de esta sección.
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