LA HABANA, Cuba -España dejó de ser la metrópoli de Cuba en 1898, pero continuó desempeñando un papel importante hasta nuestros días. A diferencia de otros países latinoamericanos, las guerras de independencia en la isla no dejaron odio ni rechazo. Miles de españoles, incluso soldados, permanecieron, regresaron o emigraron para salir de la pobreza a comienzos del siglo XX, y la oleada de Galicia dejó en el teatro bufo cubano el personaje del gallego junto al negrito y la mulata. Desde hace años, la crisis isleña y la búsqueda de abandonar el país incentivaron hacer el árbol genealógico y solicitar desesperadamente inscripciones de nacimiento para poder acogerse a la nacionalidad de padres y abuelos. Casi medio millón de cubanos serán españoles dentro de poco. Actualmente España es el tercer socio comercial de Cuba, tiene una posición preponderante en la priorizada esfera del turismo y más de 200 empresas asentadas. La Habana aspira a mega inversiones extranjeras.
El ministro de Relaciones Exteriores de España, José Manuel García Margallo, realizó una visita oficial los días 24 y 25 de noviembre, primera de alto nivel del gobierno del Partido Popular, lastrada por los encontronazos con el anterior de José María Aznar, la Posición Común adoptada a su instancia por la Unión Europea y la condena a la represión de la Primavera Negra de 2003, que su sucesor, el socialdemócrata José Luis Rodríguez Zapatero, procuró eliminar a gusto de las autoridades cubanas. Actualmente se negocia un Convenio con la UE, que cancelaria la Posición Común, y España procura insertarse en las negociaciones de forma activa.
El canciller español tenía una misión complicada. Los propósitos económicos y comerciales no podían soslayar los derechos del pueblo cubano. En su primer día de estancia entregó su legado a Cuba en la conferencia “Vivir la Transición: una visión biográfica del cambio en España”, en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). De forma sintética y sentida, analizó los antecedentes históricos y la transición en España, que salía de una férrea dictadura con los traumas de la guerra civil y el exilio, pero donde prevaleció el consenso de concordia nacional mediante la firma y ratificación de los Pactos de Derechos Humanos de ONU y la normativa de la OIT, el reconocimiento a los derecho de reunión, asociación y expresión, la derogación de la censura, la amnistía a los presos políticos y la realización de elecciones democráticas. “La sociedad civil toma la palabra prometida por el Rey y (Adolfo) Suárez, y se convierte en actor principal de la Transición, trasladando en todo momento su deseo de concordia”, palabras desde la vivencia de quien ha transitado todo el proceso como joven diputado constituyente en la elaboración, debate y votación de la Carta Magna, hasta su actual posición.
Ese día se reunió con el vicepresidente Ricardo Cabrizas, el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, y su homólogo Bruno Rodríguez Parrilla. La expectativa era un encuentro con el Presidente Raúl Castro, aunque no estaba en el programa, siguiendo la tradición establecida por Fidel Castro para crear una atmósfera de incertidumbre que magnifique el encuentro y el visitante evite disgustar al anfitrión. Antes de su partida, Margallo fue recibido por el vicepresidente y supuesto delfín Miguel Díaz Canel, lo cual denota el interés, e incluso la necesidad, del gobierno cubano de normalizar las relaciones con España y continuar progresando con la Unión Europea. Sin embargo, dos vicepresidentes no hacen un presidente que aglutina todos los poderes en Cuba
Al respecto se ha especulado que el general-presidente no lo recibió por el contenido de la conferencia, pues ha recibido a otros ministros e incluso al presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijó, el más alto miembro del Partido Popular hasta esta visita. Probable, aunque la lógica y el protocolo son caprichosos en La Habana. Es notoria la simpatía de los Castros por los paisanos gallegos.
Resultan encomiables el apoyo a que los cubanos disfrutemos los principios democráticos y la gestión para que se permita viajar al extranjero a los 12 prisioneros de conciencia del grupo de los 75 que permanecen en Cuba, asi como visitar el país los que salieron en 2010 por acuerdo entre los gobiernos de Cuba, España y la Iglesia Católica. A pesar del desplante de Raúl Castro, puede esperarse el paulatino avance de las relaciones bilaterales y del papel de España en las negociaciones de la Unión Europea.