VILLA CLARA.- Lejos de ser “Vanguardia”, y en lugar de “Con Todos” —como rezan las utópicas pancartas del departamento ideológico del PCC, heredero del de orientación revolucionaria (DOR), que se multiplican como ratas—, la central provincia cubana ha devenido, en los últimos tiempos, blanco de todas las vicisitudes inimaginables, sean naturales o fortuitas, y encima quedando a la retaguardia del “modélico país” anunciado por el emboñigado ausente en su hoy lejano Programa del Moncada.
La “celebración” en Santiago de Cuba del próximo 26 de Julio, como “el día más alegre de la historia” —así trinaba el servil grupo Mayohuacán ignorando los muertos y sus sentidas familias—, prueba que de nada ha servido al territorio aportar un “Presidente” al (des)concierto del país, pues su sino se ennegrece a pesar de tan ubicua rojez.
Desde el paso del huracán Irma hace 10 meses, la zona no levanta cabeza. Ni tienen tampoco pies sus ordenanzas.
Adjunto a los daños colaterales de los eventos climatológicos, las titubeantes decisiones del gobierno inepto, su impotencia demostrada en intentar aliviar a algunos perjudicados, y demás calamidades sucesivas pendientes aún de resolverse tras 60 años de evasivas, se agrega ahora la silente resistencia de las fuerzas productivas de la zona a entregarse y aportar. Lo que sí tenemos y mucho, son corruptores y corruptos: por doquier. Con patear una piedra salen corriendo a montones.
Las torrenciales lluvias asociadas al ciclón extra tropical Alberto, que arrasaron las cosechas y quebraron estructuras, aumentaron, además de enfermedades infecciosas, los índices de carestía y desesperación poblacional. Porque a la gerencia nunca falta lo material para el agarre.
Medicinas, agua potable, electricidad, productos agropecuarios y hasta restricciones ridículas en tiendas por divisas para conseguir lo básico, conforman un muestrario de privaciones poblacionales que se agravan con el paso de los días.
Ahora, para rematar, quedamos bajo novísimo apagón: el telefónico-digital.
La jefa suprema de EECSA en el territorio —ante el silencio de su par en la superintendencia nacional a la que cortaron de un tajo dando errática información en el NTV— aclaró anoche que “en unas semanas” y “progresivamente” se irá “restituyendo el servicio, priorizando las 3 cabeceras provinciales afectadas: Santa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus”.
Las “zonas menos pobladas, deberán esperar un tiempito más”. Y ni insinuó cuánto.
Lo que tampoco dijeron por ningún lado los regentes del consorcio de “escuchas autorizadas” y monitoreo ilegal, fueron las causas del desastre.
Los parientes y cercanos a empleados del monopolio comentan que, “estando el personal enfrascado en tareas de ampliar el servicio celular a la tecnología 3G en la planta, y con los aires acondicionados apagados o muy insuficientes para ahorrar energía”, la temperatura alcanzada en los circuitos integrados fue la presunta “generadora del incendio”.
Con un cuadro bastante deprimente en cuanto a los próximos meses, se prevé un verano singular con interrupciones incesantes “en todos los frentes de batalla” (desde la atención médica, el abasto de agua, alimentos, medicinas y demás desgracias como no tener aún techo propio recuperado —aquellos que perdieron sus viviendas— dado el estado calamitoso del fondo habitacional del territorio).
De nada ha servido aportar dirigentes al país, como si esto fuera una fábrica con cuño de garantía.
Igual argumenta el vulgo en su lamento callejero: estamos “cagados de aura”.