LA HABANA, Cuba. — La prensa norteamericana acaban de enterarse de que los cubanos no solo son bailadores de salsa y reguetón, sino que también hay rockeros, muchos, y que ya no los persiguen, si es que están enterados de que alguna vez, hace varias décadas, los perseguían, acusados de diversionismo ideológico.
Parece que a la prensa norteamericana no le bastaron los decibeles de los conciertos hace unos años en el Protestódromo de Rick Wakeman, Audioslave y Sepultura para descubrir la existencia de los rockeros cubanos. Fue preciso que viniera a La Habana a tocar en el Maxim Rock, un cuchitril para freakies y metaleros, donde solo los pudieron ver 500 personas, apiñadas como sardinas en lata, y unos pocos cientos más en La Tropical, una banda de nombre bastante patético –The Dead Daisies (Las Margaritas Muertas)-, conformada por siete músicos que alguna vez, en los años 80, tocaron en grupos famosos (The Rolling Stones, Guns and Roses, Thin Lizzy, INXS, Motley Crue, Ozzy Osbourne).
Dos de esos músicos, el bajista Daryl Jones y el cantante Bernard Fowler, que fueron presentados por la prensa como integrantes de The Rolling Stones a pesar de no ser tales sino colaboradores, insinuaron la posibilidad de que los mismísimos Stones toquen pronto en Cuba.
Tras un ensayo de la banda en la Fábrica de Arte Cubano, a la pregunta del periodista Charlie Morales, de Prensa Latina, de si podían los cubanos soñar con un concierto de The Rolling Stones en La Habana, Bernard Fowler respondió: “Pueden soñar con ello, les puedo asegurar que los sueños se hacen realidad”. Y el periodista intuyó que Fowler y Jones harán lo posible por convencer a Jagger y compañía.
Si con The Dead Daisies ha habido tanto alboroto mediático, ¿se imaginan cómo sería con un concierto de Mick Jagger y su tropa en la Plaza de la Revolución? Porque no es posible otro escenario para ellos, y máxime con el crédito que le van a dar, con sus sola presencia, al castrismo tardío en su readecuación internacional.
No puedo creer que a los Stones los vayan a poner a tocar, con Baby Lores y la Charanga Habanera como teloneros, en La Tropical, el Maxim Rock, la Casa de Cultura de Plaza, La Piragua o en La Plaza Roja de La Víbora como teloneros ellos de uno de los conciertos de Silvio Rodríguez por los barrios habaneros, y que a las doce de la noche la policía les ordene terminar el concierto, como le hicieron hace poco nada menos que a Los Van Van.
Si yo fuera Jagger o Richards, por si las moscas, no me decidiría por el viajecito a Cuba, porque con los mandarines verde olivo, tan reacios desde siempre al rock and roll nunca se sabe…Y que conste que lo digo porque desgraciadamente conozco bien las mañas de esta gentuza, y no solamente porque me niego rotundamente a que me roben, para sus propósitos politiqueros y propagandísticos, a mi banda preferida de todos los tiempos.
¿Acaso no se robaron a Lennon y lo sentaron en un parque del Vedado, cual si fuera un cederista de guardia para que no se roben las papas?
Capaz que ahora les dé a Abel Prieto y Miguel Barnet por subirse a la tarima a dar brinquitos y hacerle el coro a Mick Jagger en los uuuh uuh de Simpathy for the Devil.