LA HABANA, Cuba. ─ El periódico Trabajadores, flamante órgano del sindicato único oficialista de Cuba (CTC), continúa su sistemática involución recorriendo de modo persistente su largo camino hacia la insignificancia. Degradado hace años de diario a simple semanario, no es sólo en su frecuencia de salida en lo que se refleja su retroceso. Más importante aún es constatar cuál es su contenido.
Las informaciones que recoge su versión digital reflejan cualquier cosa, excepto una verdadera preocupación por los intereses de los obreros de la Isla. Al estudiar su contenido, cuesta trabajo encontrar especificidades que demuestren su índole sindicalista y lo diferencien de los otros órganos de propaganda del castrismo.
Por ejemplo, de la docena de trabajos periodísticos que allí figuraban el pasado jueves 6 de enero, sólo dos tienen alguna relación con el mundo del trabajo: uno sobre la marmolera de Isla de Pinos y otro relativo a la empresa Arthis S.A. Pero —¡dato sorprendente que exhibe en toda su desnudez a esos supuestos “sindicalistas”!— ¡los enfoques se hacen no desde el punto de vista proletario, sino desde el patronal!
Para demostrarlo, reproduzcamos los bajantes de una y otra información: “Mármoles Isla deviene ejemplo de cuánto puede lograr la empresa estatal socialista con contabilidad, organización, desarrollo en la gestión de recursos humanos y control interno adecuados sustentada en la estrategia económico-social de Cuba de cara al 2030”.
Y el de la segunda: “Arthis S.A. asume la distribución de sus cinco surtidos hasta almacenes de Cimex y Tiendas Caribe, desde Guantánamo hasta Pinar del Río”. El enfoque patronal se pone de manifiesto también en el primer párrafo de este texto: Esa industria “cerró el año 2021 con ingresos superiores a los 5 millones 700 USD, nivel muy superior a los 4 millones 292 mil USD previstos para el período”.
Mientras esto es lo que hace su órgano oficial, ¿qué podemos decir de la absorbente Central de Trabajadores de Cuba, a la que cual se supone que aquel represente? Continúa vegetando sin penas ni glorias. En el ínterin, su membresía se cuenta en millones. Se trata de ciudadanos que se limitan a pagar la cuota mensual “para no señalarse”, y a los cuales ¡ni en sus delirios más locos se les ocurriría reclamar el amparo de sus “representantes” ante cualquier abuso patronal!
En contraste, el perseguido movimiento obrero alternativo de la Isla continúa su difícil actividad pacífica en la verdadera defensa de los trabajadores. Descuella entre sus organizaciones la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC), que encabeza un gran patriota: el expreso político Iván Hernández Carrillo.
Volviendo a la inoperante CTC, la mera relación de sus sucesivos secretarios generales refleja también el divorcio cada vez más profundo de esa organización con la clase obrera. Sus líderes iniciales, David Salvador Manso, proveniente del Movimiento “26 de Julio” y declarado en 1960 “traidor a la Revolución”, y después Lázaro Peña, podían invocar (en el caso de este último, al menos en un inicio) su origen proletario.
Con posterioridad hemos presenciado un verdadero desfile de burócratas partidistas, cada uno de ellos menos obrero que los precedentes, hasta llegar al actual, Ulises Guilarte de Nacimiento, cuya especialidad es la de hablar con suavidad y comedimiento en las reuniones a las que asisten sus jefes del único partido, mientras que, cuando está entre los obreros a los que se supone que él se deba, se muestra gritón, exigente y altanero.
Con posterioridad hemos presenciado un verdadero desfile de burócratas partidistas, cada uno de ellos menos obrero que los precedentes, hasta llegar al actual, Ulises Guilarte de Nacimiento, cuya especialidad es la de hablar con suavidad y comedimiento en las reuniones a las que asisten sus jefes del único partido, mientras que, cuando está entre los obreros a los que se supone que él se deba, se muestra gritón, exigente y altanero.
En tiempos recientes, el polémico “líder obrero” no ha figurado demasiado en los primeros planos noticiosos. No obstante, el pasado día 3, en el diario provincial cienfueguero 5 de Septiembre, sí se informó sobre el “reconocimiento especial” que él hizo a los trabajadores del central “14 de Julio” por ser el primero del país en cumplir con el plan de producción durante la llamada “zafra chica”.
Por cierto, todo ello con un “aprovechamiento de la capacidad de molida del 85,40 por ciento y un rendimiento industrial de 8,31 puntos porcentuales”. Se trata, como es obvio, de cifras bien modestas (por no decir ridículas) que no ameritaban el notable entusiasmo demostrado por el señor Guilarte de Nacimiento y el órgano castrista de la Perla del Sur.
Por lo demás, la actual dirigencia de la CTC no escatimó sus críticas a la actuación que miles de nuestros compatriotas (muchos de ellos trabajadores de a pie) escenificaron a lo largo de toda Cuba el 11 de julio pasado. La Declaración que emitió el sindicato único a unas horas de los sucesos rechaza los “actos de desorden” y “expresa su apoyo incondicional a la respuesta revolucionaria y patriótica de nuestro heroico pueblo”.
A lo anterior sirvió de caja de resonancia la Federación Sindical Mundial (FSM), coalición de sindicatos de extrema izquierda de todo el orbe, cuyo comunicado al respecto se hace eco de la mentirosa versión castrista: “Condenamos rotundamente las recientes provocaciones orquestadas por elementos contrarrevolucionarios en Cuba, organizados y financiados desde Estados Unidos con propósitos desestabilizadores”.
Se trata de la misma organización del comunismo internacional que, en su reciente Mensaje de Año Nuevo expresó: “Como la salud y la ciencia están al servicio de la rentabilidad del gran capital, no pueden hacer frente a la pandemia de forma adecuada y cientos de miles de personas siguen perdiendo la vida a causa de la COVID-19, debido a la insuficiencia de los sistemas sanitarios degradados, y no porque la enfermedad es invencible. Además, para ocultar sus propias responsabilidades, intentan hábilmente dividir a los trabajadores, entre vacunados y no vacunados”.
Es este, sin dudas, un pronunciamiento que se ha ganado de calle el derecho a figurar de manera destacada en los anales mundiales del descoco y la desvergüenza. ¡No en balde se dice que el papel lo aguanta todo!
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