LA HABANA, Cuba -Por estos días vuelve a nuestro país el programa académico estadounidense “Semestre en el Mar”, un plan de estudios establecido desde 1964, mediante el cual los estudiantes reciben conferencias a bordo de una embarcación, y aprovechan la estancia en los puertos para obtener conocimientos de los países incluidos en el itinerario.
Según el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Habana, en esta ocasión participan 624 estudiantes pertenecientes a 248 universidades de todos los estados de la Unión Norteamericana y Puerto Rico, así como otros 54 educandos de varias nacionalidades. También forman parte de la comitiva un grupo de profesores procedentes de prestigiosas universidades. Antes de atracar en el puerto habanero— última escala de su recorrido—, los integrantes de “Semestre en el Mar” visitaron 18 ciudades de 16 países.
Durante su visita a la isla, los estudiantes y profesores han de recibir conferencias sobre el sistema político cubano, la actualización del modelo económico, y el desarrollo científico del país. Se prevé igualmente que recorran lugares históricos, centros educacionales y sitios de interés cultural. Además, sostendrán encuentros deportivos con estudiantes cubanos. Para este último fin se reabrirá el tabloncillo de baloncesto Ramiro Valdés Dausá, Instalación insigne de la Universidad de La Habana, y que estuvo cerrado durante más de cuatro años.
Por supuesto que nada de censurable tiene este intercambio, que sirve, a la postre, para afianzar los vínculos entre ambos pueblos. Sin embargo, cabría hacerles una pregunta a nuestras autoridades universitarias, que se esmeran en ofrecerles la mejor imagen a los visitantes (por supuesto, la que le conviene al gobierno): ¿permitirán que alguna vez los estudiantes universitarios cubanos realicen un “Semestre en el Mar”?
Es muy probable que afloren las más disímiles justificaciones para no ofrecer una respuesta positiva: que si no hay recursos económicos para una empresa semejante, o la falta de seguridad que encontrarían nuestros jóvenes en varios puertos extranjeros, o hasta el alcance extraterritorial de las leyes del “bloqueo” de Estados Unidos.
No obstante, cualquier observador medianamente informado podría indicar el porqué de la hipotética negación. No es lógico suponer que unos jóvenes adoctrinados por las Mesas Redondas de la televisión cubana, los mensajes oficialistas contenidos en los periódicos Granma y Juventud Rebelde, y los círculos de estudio orientados por Yuniasky Crespo Baquero y su tropa del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, sean autorizados a contemplar otras realidades y después extraer sus conclusiones.
Pero bueno, hagamos una abstracción e imaginemos que un grupo de nuestros estudiantes universitarios parten en un buque a visitar varias ciudades del mundo en una variante criolla de Semestre en el Mar. Llegan al puerto de New York y son recibidos por el Presidente de Estados Unidos. Es casi seguro que, de inmediato, la propaganda castrista arme la algarabía, insistiendo en que se trata de una maniobra imperialista para socavar la integridad de nuestros jóvenes.
Olvidarían que Fidel Castro, de diez viajes que realizaron a Cuba los jóvenes norteamericanos de “Semestre en el Mar” entre 1999 y 2004, recibió en siete ocasiones a esos visitantes. Y no hubo una conmoción en Estados Unidos por esos encuentros. Claro, esa sería la diferencia entre una sociedad democrática y otra de corte totalitario.