LA HABANA, Cuba.- Uno de los componentes más recurrentes del discurso castrista es el relacionado con el supuesto carácter gratuito de los estudios universitarios en la isla. Incluso, en muchas ocasiones los simpatizantes del régimen cubano les salen al paso a aquellos profesionales que se distancian de la ideología oficialista con consideraciones como la siguiente: “No seas malagradecido, pues esa carrera que estudiaste te la dio la revolución”.
Sin embargo, la realidad indica que a todo estudiante universitario en Cuba, al graduarse, ya el gobierno le ha hecho pagar con creces lo invertido en su educación.
Muchos de los que hoy ostentan un título universitario en la isla debieron participar durante seis cursos -que incluye las enseñanzas secundaria y preuniversitaria- en las escuelas al campo para laborar en tareas relacionadas con la agricultura. En ese contexto, en el nivel preuniversitario eran movilizados durante setenta días para la agotadora faena del corte de caña o la zafra tabacalera en Pinar del Río.
En el caso de los estudiantes varones, a partir del segundo año de las carreras recibían una vez por semana clases de la Cátedra Militar, que los preparaba para graduarlos como tenientes de las Fuerzas Armadas. Al concluir sus estudios, los primeros seis meses de vida laboral no los desempeñaban como ingenieros o licenciados, sino como militares en activo en unidades de infantería, artillería o cualquier otra especialidad relacionada con la vida militar.
Con independencia de lo anterior, todos los graduados universitarios, y también los de la enseñanza media superior, están obligados a prestar el denominado “servicio social” durante dos años en los lugares que les sean indicados por las autoridades. En no pocas ocasiones esta encomienda deben realizarla en labores no muy relacionadas con su perfil profesional. Y en caso de que se nieguen a cumplir con el referido servicio se les puede invalidar el título universitario.
Últimamente la maquinaria del poder ha optado por garantizar la adhesión del estudiantado -tanto hembras como varones- mediante su involucramiento en las Milicias de Tropas Territoriales (MTT), llamadas por el discurso oficialista a participar en la rimbombante “Guerra de Todo el Pueblo”.
Precisamente, este 20 de noviembre, cuando el régimen celebró el Día de la Defensa Nacional, se aprovechó la oportunidad para llevar a cabo un Bastión Universitario. Un evento que movilizó a todos los universitarios del país con vistas a pertrecharlos en el uso del armamento militar.
El mandatario Miguel Díaz-Canel llegó hasta el sitio donde los estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), y la Universidad Tecnológica (CUJAE) desarrollaban sus prácticas militares. Luego de chequear la preparación de los estudiantes en el terreno, el benjamín del poder les expresó “el reconocimiento por esta participación decisiva en apoyo a la revolución en un momento complejo para ella”. Evidentemente, la asistencia del mandatario al Bastión Universitario muestra la importancia que el gobierno le concede a la preparación militar de los estudiantes.
Tampoco hay que olvidar que los estudiantes de preuniversitario, con frecuencia, no pueden estudiar las carreras de su preferencia. Ellos deben llenar una boleta con varias opciones, y después las autoridades del Alma Máter asignan las especialidades según el escalafón y lo más le convenga al país.
Y, por supuesto, mantiene toda su vigencia la máxima de que “la Universidad es para los revolucionarios”. De ello se desprende que la negativa de cualquier estudiante a participar en las tareas extraescolares a las que hemos hecho referencia de seguro daría al traste con su matrícula universitaria.
Después de estas consideraciones, es difícil que alguien continúe aceptando el embuste de la gratuidad de los estudios universitarios en Cuba.
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